Dama a Reina – Capítulo 87: No te preocupes más por eso

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—Tienes razón —respondió Patrizia secamente—. Así fue.

—¿Estás diciendo que ahora no lo haces?

—Continuo odiandote.

—¿Pero? —Lucio podía sentir que había algo más.

—Pero siento simpatía por ti al mismo tiempo —dijo Patrizia sin ningún cambio en su expresión—. Es solo un sentimiento de simpatía. Por favor, no te confundas.

—No, no estoy ofendido.

Patrizia miró a Lucio, quien la miró como si no pudiera hacer nada para ofender al hombre que tenía el poder absoluto en el imperio. Antes de que ella pudiera hacerle una pregunta, él habló.

—El odio en tu mirada ya no está y solo eso me hace extremadamente feliz.

Patrizia estaba desconcertada.

—Me iré ahora.

Lentamente se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta. Ella llevó su mano al pomo de la puerta.

No pienses en eso… nunca más. Sea lo que sea, murmuró para sí misma.

 ♦ ♦ ♦

—Su Majestad, ha llegado.

Mirya saludó a Patrizia con alegría en cuanto entró en la habitaciones. Patrizia sonrió para mostrar que estaba bien.

—Estaba tan angustiada, realmente usted es demasiado —dijo Mirya con lágrimas en los ojos.

—Todo salió bien, Mirya. —Patrizia le contó los resultados de su trabajo en un tono tranquilo—. Su Majestad me ha dado plena autoridad para investigar. Los dos asesinos…

—Lo tengo todo listos, Su Majestad. Están detenidos en el calabozo.

Era imposible que los asesinos muertos volvieran a la vida, así que los que estaban en la prisión eran falsos. De todos modos, a Patrizia no le importaba. Ella no quería continuar la lucha por más tiempo. Resultaba demasiado agotador.

—Es tarde en la noche, pero no sabemos en qué momento hará otro movimiento, Mirya, trae a todas las damas de honor del Palacio Imperial y ve al Palacio Bain de inmediato. Detengan a la marquesa Ethylaine y sus damas de honor en nombre de la reina. Su Majestad será nuestro testigo y, si es necesario, preparará la confesión del asesino.

—Sí, Su Majestad. —Mirya desapareció rápidamente después de eso. Raphaella se volvió hacia Patrizia poco después.

—Su Majestad, ¿estás bien?

—Claro que sí, ¿y tú cómo estás?

—También estoy bien —sonrió Raphaella, revelando su blanca dentadura—. Llamaron a un médico de palacio para mí. Como era de esperar, él es bastante hábil.

—Me preocupa las cicatrices.

—¿Por qué un caballero debería cuidar su piel? Si me preocuparan esas cosas no podría servirte mi reina. —Raphaella se rió, luego se sentó junto a Patrizia.

—¿Se acabó ahora? —preguntó Raphaella, apretando la mano de Patrizia con fuerza.

—Aún no.

—Pero aún así —murmuró Raphaella, y apoyó la cabeza contra el hombro de Patrizia—. Nos costó mucho, ¿no?

—Deberíamos relajarnos un poco hasta el final. —A pesar de decir eso, la voz de Patrizia era débil.

 ♦ ♦ ♦

—¿Qué tengo que hacer? ¿Qué tengo que hacer? —Rosemond agonizaba.

Caminaba frenéticamente de un lado a otro de la habitación como una neurótica, mientras Glara miraba la escena.

—Incluso si el intento fallara, todos los asesinos se habrían quitado la vida. No hay evidencia que nos conecten…

—Simplemente pueden inventar la evidencia. ¡No puedo creer que las cosas se hayan vuelto tan grandes! —Rosemond se mordió las uñas—. ¿Cómo salió esto tan mal? Escribe una carta a Jaenory ahora mismo. Este asunto…

De repente, la puerta se abrió con un ruido fuerte y Rosemond se puso rígida. Mirya y las otras damas de honor del Palacio Imperial entraron en la sala. Rosemond les lanzó una mirada fulminante.

—¿Qué clase de grosería es esta? ¡Quién demonios les enseño a hacer esto…!

—Eso es duro, mi señora —dijo fríamente Mirya, interrumpiendo a Rosemond cuando hablaba—. No creo que eso sea lo que deberías decir.

—¿Qué?

—¿Qué están haciendo? ¡Detenganlas de inmediato! —ordenó Mirya, tan pronto como terminó de hablar, las damas de honor del Palacio Imperial se apoderaron de Rosemond y sus sirvientes, incluida Glara. Rosemond luchó furiosamente contra las damas que la contenían.

—¿Qué estás haciendo? Supongo que todas ustedes finalmente se han vuelto locas —escupió.

—No somos nosotras las locas aquí, sino tú —dijo Mirya—. Tu descaro no conoce límites ¿Cómo te atreves a intentar dañar a la reina?

—¡Qué te hace pensar que puedes tratarme así! ¿Crees que podras escapar de esta ofensa? ¡Cómo te atreves a hacerle esto a la amante favorita de Su Majestad…!

—Creo que está equivocada, señora —advirtió Mirya con una expresión de incredulidad—. Nuestra reina fue atacada mientras regresaba al palacio, y Su Majestad el emperador lo sabe.

—¡Entonces! ¡Sin ninguna prueba, tú…!

—Su Majestad el emperador ha confiado toda la autoridad sobre la investigación a Su Majestad la reina, y los asesinos capturados darán sus confesiones en el calabozo. Después de que testifiquen, no podrás librarte de esto.

—¿Tienes pruebas de que soy sospechosa? —dijo Rosemond con un gruñido que era casi una sonrisa—. ¡Ni siquiera tienes una confesión de los asesinos! ¡Cómo te atreves a hacerme esto sin ninguna prueba…!

—Su Majestad el emperador escuchó la conversación entre usted y la dama de compañía del Palacio Bain. Estabas hablando del intento de asesinato de la reina del Imperio Mavinous.

—Eso…

La expresión en el rostro de Rosemond cambio de inmediato. ¡Entonces, la presencia en ese entonces era…!

—¿Todavía tienes algo que decir? —preguntó Myria.

—¡Tú…!

—No hables más. No importa cuán fuerte grites aquí, nadie te va a escuchar o ayudar. ¡Llevenlas ahora mismo!

Los movimientos de las damas de honor se apresuraron ante el grito de Mirya.

Rosemond no perdió tiempo gritando, en cambio se concentro en pensar, lo más rápido posible. Había caído en su propia trampa y ahora estaba buscando alguna salida para salvarse.

 ♦ ♦ ♦

—La marquesa Ethylaine y sus damas de honor están detenidas en el calabozo, Su Majestad.

—Gracias por trabajar duro hasta el amanecer. —Patrizia la felicitó brevemente por sus esfuerzos. Sin embargo, su estado de ánimo era sombrío y Mirya se dio cuenta.

—¿Hay algo que te moleste? No te ves bien —dijo Mirya.

—Solo estoy cansada. ¿Por qué no me sentiría bien por esto? —murmuró Patrizia—. Pero… todo parece complicado ahora que todo se precipita hacia el final.

—¿Hay afecto debajo de ese odio?

—No. —Patrizia negó vigorosamente con la cabeza—. Esas dulces palabras no van bien entre nosotros. Ella me ha hecho cosas malas y también le hice cosas malas.

—Si eso es verdad sobre la marquesa Ethylaine, ¿por qué dice eso? —preguntó Mirya, sin comprender, pero Patrizia permaneció en silencio por un momento.

—Es una desgracia que haya hecho algo como eso, pero creo que sería mejor para mí mantener la boca cerrada —dijo.

—¿Perdón? ¿Qué es lo que usted…? —intento averiguar Myria pero fue interrumpida por Patrizia.

—Realmente no quiero hablar de eso. No te enfades porque nadie más que yo lo sabe. Simplemente… como mujer, hice algo que no era correcto.

—Sea lo que sea —dijo Mirya en voz baja a Patrizia—. Te obedeceré. No creo que seas una completa santa, ni que lady Ethylaine sea la encarnación del mal. Pero tú eres la señora que elegí servir.

Myria se inclinó la cabeza levemente ante Patrizia.

—Pero me atrevo a preguntar ¿te sientes culpable por el acto inmoral que hiciste?

—No creo que tenga la capacidad para ser una persona cruel —admitió Patrizia—. La marquesa probablemente no tiene ningún remordimiento. Estoy celosa de eso a veces.

—Puede que estés celosa, pero no quiero que te culpes por eso. Yo y todos los que te seguimos, te respetamos y te servimos como eres —dijo Mirya con resolución.

—Gracias por decirlo así —dijo Patrizia con una suave risa y Mirya sonrió.

—Será mejor que te vayas a la cama ahora, Su Majestad. Mañana, no, dentro de un tiempo, tendrás mucho trabajo por hacer.

—Sí.

Patrizia tenía mucho trabajo por terminar. Se pasó la mano por el pelo largo que las damas de honor le habían arreglado.

—Voy a estar muy ocupada a partir de hoy.

 ♦ ♦ ♦

Petronilla sofocó un enorme bostezo con la mano y luego se levantó de la cama. La luz del sol en su habitación parecía más brillante de lo habitual, probablemente porque aún estaba cansada por las actividades de ayer. Debe ser tarde en la mañana. Se estaba frotando los párpados cuando alguien llamó a la puerta.

Lady Petronilla, ¿puedo entrar?

—Puedes.

Con el permiso de Petronilla, la dama de honor abrió rápidamente la puerta y entró. Parecía un poco impaciente y Petronilla sintió algo extraño.

—¿Qué pasa? No te ves bien —preguntó Petronilla, confundida.

—El palacio estuvo en caos anoche, lady Petronilla.

—¿El Palacio Imperial? ¿Por qué? —Petronilla ya sabía el motivo, pero fingió estar sorprendida.

—Bueno, ¡Su Majestad la reina fue atacada por asesinos! —dijo la dama de honor con lágrimas en los ojos.

—¿Quién es el sospechoso?

—Se dice que la marquesa Ethylaine fue detenida después de que Su Majestad el emperador testificó. Dios mío, lady Petronilla. ¿Qué debemos hacer?

—Cálmate. ¿Está bien Rizi? —Petronilla estaba ansiosa por saber sobre el estado de su hermana.

La dama de honor asintió.

—Ella resultó herida, pero no fue mortal.

—Eso es un alivio. —Petronilla ni siquiera quería considerar otro resultado, pero no pudo evitar preocuparse de que algo hubiera salido mal—. Necesito apurarme y llegar al palacio. ¿Me puedes ayudar?

 ♦ ♦ ♦

El hecho de que hubo dos intentos de asesinato contra la reina fue sin duda suficiente para sacudir a la familia real y la sociedad aristocrática. A medida que avanzaba la mañana, Lucio aumentó el número de la guardia de la reina una docena y media, y anunció que le estaba confiando a la reina toda la autoridad para investigar el asunto. Nadie se opuso a su decisión sobre esta terrible situación. El duque Ephreney parecía querer quejarse de la detención de Rosemond, pero Patrizia ya tenía plena autoridad, y la situación era tan grave que no podía hacer nada al respecto. Por supuesto, fue Rosemond quien expresó la mayor furia.

—Maldita sea… ¡Quién pensaría que el emperador actuaría así…!

Caminaba inquieta por su celda sin saber qué más hacer.

Los dos asesinos capturados vivos deben haber sido comprados por Patrizia, ya que la organización que Rosemond encargó protegia los secretos de sus clientes al punto del suicidio. Pero incluso ella no podía hacer algo lo suficientemente estúpido como para revelar la existencia de esa organización. En resumen, estaba completamente atrapada.

—¡Todo terminará si no tengo cuidado!

Rosemond se mordió las uñas con ansiedad. Ella siempre estaba tranquila y confiada, pero esta vez no. Había evidencia, incluso si estaba manipulada, pero sobre todo, el emperador no estaba de su lado. Rosemond se rascó la cabeza nerviosamente.

—¿Qué tengo que hacer? ¿Qué…?

—Rosemond.

Entonces, alguien la llamó por su nombre. Rosemond se giró ferozmente hacia la voz.

24 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 87: No te preocupes más por eso”

  1. Los unicos que pueden ayudar a Rosemoond es el duque Ephreney y su concubina espero que Patrizia ya tenga un plan para neutralizar a esos dos cuanto antes

  2. Vaya pareciera que Alfin resivira su merecido pero esa tipa tiene más vidas que un gato quien será el que la llama🤔???

    Bueno en fin muchas gracias por el capítulo jajajja😊😊😊😊

  3. Lo que tienes que hacer es salir de las vidas de ellos y ya, aunque, no creo que sea tan fácil. Pero ya, caete de una escalera o algo así. Jajajaja perdón, me altere.

  4. Gracias por el capitulo 💕 💕, acaso fui la única que imagino a lucio con carta de perro en espera de comida?!! 😂 😂 Por otro lado, rosemond si eres estúpida 🤣🤣 de las villana más patéticas que he visto

  5. Me voy a desmayar!!! Oh Dios mio!! Esto me tiene emocionada….Loca…desesperada…..Espero que Rosemond no salga de esto…..Es que me he quedado sin palabras porque este capítulo estuvo demasiado bueno!!

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