Dama a Reina – Capítulo 88: ¿Estás tratando de poner fin a esto ahora?

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—¡Tú!

Tan pronto como vio a Patrizia, Rosemond hizo un sonido agudo con los dientes. Ella miró con reproche a la reina como si se tratará de una trampa.

Patrizia estaba sorprendida por el notorio resentimiento en los ojos de su enemiga. Rosemond claramente tenía un problema mental. ¿Por qué la concubina la miraba así, como si la estuviera castigando injustamente? Patrizia no se molestó en ocultar su disgusto.

—Incluso estando en prisión, continuas teniendo esa actitud. ¿Cómo puedo reparar tus modales tan vulgares?

—Su Majestad, no importa cuánto lo intente, no podrá lograrlo —respondió Rosemond con una risa burlona, ​​pero Patrizia no pestañeó. Ella no caería en una provocación tan indigna, y en cualquier caso, ella era responsable de la mitad de esta situación. En cambio, una bonita sonrisa se extendió por su rostro, parecida a la de Rosemond, pero la suya pretendía ser amable y consoladora.

—Debes estar pasando por muchas cosas. No tienes a nadie que te ayude.

—Antes de convertirme en marquesa Ehtylaine, era princesa de la familia Ephreney. Mi padre no me abandonaría.

En eso tenía razón, pero…

—No creo que el duque Ephreney se haya preocupado lo suficiente como para hacerte su hija adoptiva. —Una sonrisa se dibujó en el rostro de Patrizia, pero Rosemond agitó su mano casualmente.

—¿Qué importa eso? Lo importante es que él nunca podrá abandonarme.

—Lo que quiero decir, Rosemond —dijo Patrizia con una expresión extraña en su rostro—. Es que sé porque confías tanto en el duque Ephreney.

—¿Hmm…? —Rosemond hizo un sonido despectivo para ocultar su repentina duda, pero Patrizia ya había destruido su fachada. Patrizia sonrió encantadoramente y se inclinó para susurrarle al oído.

—Sé que estás chantajeando al duque.

—No tengo idea de lo que estás diciendo, Su Majestad.

—Sí. No tienes que hacerlo —dijo Patrizia, sacudiendo la cabeza—. Lo importante es que no puedes continuar confiando en el duque.

La curiosidad de Rosemond fue mayor.

—¿Por qué?

—El duque no tendrá el suficiente poder para protegerte.

—Hablas como si fuera a perder su posición.

—Ese no es mi trabajo. Como sabes, es responsabilidad de la duquesa Ephreney.

Ante eso, Rosemond comprendió completamente a qué se refería. Patrizia sabía todo lo que necesitaba.

Jaenory, ¿qué demonios has estado haciendo?

Rosemond apretó los dientes y Patrizia continuó.

—Lo que le sucederá al duque depende estrictamente de la duquesa Ephreney. No sé si tienes una relación con la duquesa… de lo contrario, sería difícil para ti seguir esperando la ayuda de la familia Ephreney.

—¡Ah! —gritó Rosemond moleta.

—Pero la duquesa Ephreney que conozco no es tonta. ¿Vale la pena salvar a una concubina para que la reina la odie? Sobre todo… —Patrizia terminó sus palabras con una sonrisa fría—. El príncipe Ephreney está muerto. ¿Intentará la madre que perdió a su hijo proteger a la mujer asociada con la concubina de su esposo?

—¿Estás tratando de poner fin a esto ahora?

—Creo que sí, lady Ethylaine —dijo Patrizia, mostrando su cansancio por primera vez—. Estoy cansada de estos constantes conflictos contigo. Lo más importante, no puedo pasar por alto una situación en la que las personas que amo están amenazadas. ¿No sería más fácil terminar con esto de una vez por todas?

—Eres la única que piensa eso. Voy a seguir hasta el final —prometió Rosemond.

—Como gustes, la verdad es que quiero que luches desesperadamente para que esto tenga algún significado. Pero, ¿qué pasa si vuelves? Por lo tanto, serás ejecutada por intentar asesinar a la reina y difundir la desgracia a el duque Ephreney. La sociedad aristocrática se mantendrá en pie de guerra. —Patrizia continuó con calma—. Pero eso no importa. Esa será la tormenta para borrar la sequía y limpiar el aire.

Rosemond permaneció callada y Patrizia continuo.

—Incluso si tú y el duque Ephreney provocan una tormenta, el imperio será más estable después de eso. Confío en que así será.

—¿Quién dijo que las tormentas se calman tan fácilmente? —dijo Rosemond.

—Es cierto que no has retrocedido en ningún momento hasta ahora pero ya ha sido lo suficientemente duro para mí. —La voz de Patrizia bajó notablemente su tono—. Además  todas las circunstancias apuntan a que la tormenta acabará. ¿Hay alguna razón para tener miedo?

—Por lo general, el último golpe es el más aterrador —dijo Rosemond con una sonrisa—. ¿Crees que va a terminar así como así? ¿Crees que solo me resignaré a morir?

—No me importa a quién traigas contigo a tu ruina. Al menos ninguno de mis seres queridos ha simpatizado con tus feos actos. No recibire ningún daño, así que ¿por qué debería importarme lo que dices?

—Haz lo que quieras, Su Majestad —dijo Rosemond con una mirada fría, pero Patrizia permaneció imperturbable. En sus ojos, las palabras de Rosemond representaban la agonía final de un perdedor. No había rastro de la mujer segura de la victoria que era.

Patrizia continuó en un susurro.

—Una vez que obtenga las confesiones de los asesinos y demuestre tu crimen, no podrás evitar el castigo y seras juzgada. Hasta entonces, Rosemond, no hay nada que puedas hacer. Nada. Simplemente siéntate y mira cómo termina esta jugada sin sentido. Porque eso es lo único que puedes hacer.

Con esas últimas palabras, Patrizia se dio la vuelta. No se arrepintió de la conversación que acababa de tener. La victoria ya era suya, y cualquier otra preocupación no tenía sentido. Ahora era Rosemond, no ella, quien debería estar preocupada.

Rosemond, más ansiosa que antes, alejo sus pensamientos de las palabras de la reina.

 ♦ ♦ ♦

—Mientras no ocurra nada inesperado, los asesinos testificaran está tarde —dijo Mirya.

—Que, muy rápido, aunque tampoco demasiado lento —murmuró Patrizia, sus pasos resonaban contra el suelo de mármol. No podía dejar que el duque Ephreney hiciera una jugada y cambiará sus planes en este momento. Ella dio una orden en un tono severo—. Prohíbe cualquier contacto entre lady Ethylaine y cualquier extraño. Sin palabras, sin letras. Todos los medios de comunicación con el mundo exterior deben cortarse.

—Por supuesto, Su Majestad. No se preocupe —dijo Mirya con voz confiable, luego cambió la conversación—. Lady Petronilla se ha ido de la residencia de Grochester. Creo que tenía prisa por el trabajo.

—Me pregunto si está preocupada. Le dije que todo iba bien… —dijo Patrizia incómoda.

—Puede que sí, pero de todas formas es una noticia impactante. No te sientas avergonzada.

—Mis padres podrían estar preocupados.

—Envié a una sirvienta para que le comunique lo sucedido a la marquesa Grochestor. Por favor, no se preocupes demasiado.

—Sí, estoy bien —respondió Patrizia con una voz suave, luego dejó de hablar tan pronto como dobló una esquina y se topó con alguien inesperado.

Él.

—Su Majestad… el emperador.

—Te ves cansada. ¿A dónde vas? —preguntó Lucio.

Patrizia hizo una pausa. No estaba feliz de decirle dónde había estado, pero no podía mentir.

—Estoy regresando de la prisión, Su Majestad.

Él no respondió, como si comprendiera a la perfección el significado de sus palabras sin que ella tuviera que decir nada más. Patrizia, se canso de esperar una respuesta por lo que  decidió terminar la conversación primero.

—Bien entonces…

—¿Qué… qué piensas hacer? —Él la interrumpió.

—¿Qué? —Ella lo miró confundida—. Perdón, pero no sé a qué te refieres.

Patrizia lo miró.

—Si la declaración sobre lady Ethylaine es cierta… bueno, aún no se ha decidido, Su Majestad. No obtuve una confesión directa de los asesinos —dijo ella.

Pero lo conseguiré pronto, murmuró Patrizia para sí misma.

—Si se determina que ella intentó asesinar a la reina de este imperio, entonces sería ejecutada. —Él continuó en silencio y los labios de Patrizia se presionaron en una sonrisa—.

—¿Por qué? ¿No te gusta eso?

—No. Si el crimen es real, entonces eso sería correcto. —En su voz no había ira, tristeza o impotencia, más bien una profunda amargura. A Patrizia no le gustó eso.

—Incluso si no desea que se cumplan esas medidas, la ley no puede evitarse —dijo—. No solo ella, sino para cualquiera que atente contra la vida de un miembro de la familia real, debe ser severamente castigado.

—No dije lo contrario, reina. Si ese es el resultado de la investigación, entonces que se haga. —Dio un pequeño suspiro, luego cambió de tema—. Pareces ocupada, así que no debería haberte interrumpido. ¿A dónde ibas?

—En este momento, estaba de camino a mi palacio —respondió Patrizia.

—¿Cómo se encuentran tus heridas? ¿Están bien?

—Gracias por tu preocupación. Estoy bien.

Esa era la intención de Patrizia cuando él interrumpió su camino, en cuanto a las heridas eran largas, pero poco profundas y sanarían rápidamente. El problema serían las heridas profundas pero pequeñas que no desaparecen rápidamente.

Patrizia decidió terminar la conversación.

—Entonces me iré.

Ella comenzó a caminar hacia adelante otra vez, Mirya continuo detrás ella siguiéndola. Cuando Patrizia estuvo unos veinte pasos adelante, miró hacia atrás. Lucio seguía de pie en el mismo lugar. Como si sus pies estuvieran pegados al cemento. Ella lo miró con una expresión extraña.

 ♦ ♦ ♦

Petronilla entró en el palacio poco después de que Patrizia llegara a sus habitaciones.

—Rizi, ¿estás realmente bien? —Petronilla estaba inquieta.

Patrizia respondió con voz tranquila.

—Esto no sucedió de la nada. Te lo dije de antemano.

Petronilla lo sabía, por supuesto, pero eso no le impidió preocuparse.

—No puedo evitarlo. Me alegro de que estés bien, de todos modos. ¿Está bien Ella?

—Aunque resultó herida, está bien.

Raphaella gruñó desde un lado.

—Soy muy fuerte, Nil, como puedes ver. Su Majestad se preocupa demasiado.

Petronilla se rio levemente.

—Muy bien, eso es un alivio. Me alegra que estés bien.

—Madre y padre deben haber estado preocupados —dijo Patrizia.

—Sí —suspiró Petronilla—. Estaban muy preocupados. Les dije que no tenían por qué estarlo y que vendría a verte para ver tu estado. Padre no lo demostró, pero estaba muerto del miedo.

—Déjame decirte algo, Nil.

El tono de voz de Patrizia cambio en conjunto con la expresión en su rostro.

25 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 88: ¿Estás tratando de poner fin a esto ahora?”

  1. Esta historia está en mi top 10 me encantaaaaaaa
    Espero que todo salga bien y mínimo le corten la cabeza a la rosainmunda esa. Me enoja todavía un poco la actitud pasiva de Lucio, es tan poquita cosa que me sorprende que sea emperador, vaya se merece morir de una enfermedad terminal como Valore en reinicio Sienna, total Lucio no aporta nada en la historia
    Gracias por la actualización los amoooo🥰millón de estrellitas para ustedes ⭐️

  2. Dios mio!!! Me muerdo las uñas las cosas están tan emocionantes que siento que algo no cuadrada con los planes de nuestra querida Patrizia no se…….además la novela se acabaría demasiado rápido aunque no necesariamente debe terminar así pero de seguro que si y ya saben ósea…bueno que importa….Gracias por el capítulo!!! Quede encantada❤

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