Traducido por Herijo
Editado por Freyna
Me dio unas palmaditas en la mano, como para tranquilizarme, y añadió:
—Pensé que necesitabas una explicación, así que he venido para hablar contigo cara a cara.
—No, no necesito explicaciones. Ya que eres un ser tan poderoso, capaz de hacer magia con un gesto, ¡devuélveme a mi cuerpo original ahora mismo! Por favor. Te daré la compensación que quieras.
Tras un largo silencio ante mi exigencia, se mordió el labio y evitó mi mirada, como quien tiene algo difícil que decir.
—Eso es imposible.
—¿Por qué?
—Porque tú ya no puedes vivir como Juliet Karenina.
Dijo el espíritu con frialdad. Su firmeza, por algún motivo, parecía dejar grabado a fuego que, por mucho que lo intentara, no podía revertir esta realidad.
La mano con la que lo agarraba por el cuello perdió fuerza lentamente.
—Entiendo tu confusión, pero, por ahora, cálmate y escúchame.
Caminé, aturdida, y me senté en el borde de la cama.
El espíritu me siguió, se plantó frente a mí y, tras un largo silencio, abrió la boca:
—Mi nombre es Wishit. Soy un espíritu.
—Este lugar, el Imperio Descarde, es un país protegido por espíritus, y la mayoría de las personas en el poder son invocadores que los dominan. El Ducado Diollus, al que pertenece Rubette, es también una familia de invocadores de antiguo linaje, y yo era un espíritu vinculado a ella.
No entendía qué tontería era esa, pero asentí como si estuviera leyendo una novela de fantasía.
Solo había dos datos que asimilar:
Aquí, a diferencia de la Tierra, había seres que hacían magia extraña, y el nombre del ser que tenía delante era Wishit.
—Los espíritus tenemos diversas habilidades, pero yo, para simplificar, soy un ‘Espíritu de los Deseos’.
—¿Así que eres un… ser que cumple deseos?
—Algo así.
—Espera un minuto. No me digas que el deseo de la dueña original de este cuerpo, de Rubette…
Pregunté, aunque deseaba sinceramente que no fuera así.
—No habrá deseado intercambiar su cuerpo conmigo, ¿verdad?
El espíritu guardó silencio. Su silencio fue una confirmación.
—¡Maldita sea! ¿Estás de broma?
—Cálmate.
—¡¿Te calmarías tú en mi lugar?! ¡Sin siquiera preguntarme mi opinión! ¡Aparezco de la nada en el cuerpo de una desconocida y lo primero que pasa al despertar es que unos mocosos se burlan de mí…!
—Sí. Debes de estar desconcertada, así que, antes de nada, discúlpame por eso. Sin embargo, como espíritu vinculado a Rubette, no tuve más opción que obedecer sus órdenes.
—¿Y eso a mí qué me importa? ¡Nunca en mi vida me había pasado algo tan absurdo! Hay que tener poca vergüenza. ¡Intentan robarme la vida!
Sentí que iba a echarme a llorar de pura frustración. Me tiré de los pelos mientras apretaba los dientes.
—¡¿Por qué yo?! ¿Y cómo demonios me conocen en este lugar extraño que ni siquiera es la Tierra?
Entonces, un recuerdo cruzó mi mente.
—Rubette…
Aquella fan desconocida que dejaba comentarios extraños en mis redes sociales. Su ID también era Rubette. Recordé su último comentario, aquel tan inquietante en el que decía que había decidido morir, y tuve la certeza de que no era coincidencia.
Wishit asintió, como si hubiera adivinado lo que pensaba.
—Rubette pidió el deseo de que le mostrara una vida humana ‘perfecta y maravillosa’. Ella sabía que existían muchos mundos además de este y, desilusionada con su vida aquí, quería observar la de los humanos que vivían en un mundo completamente diferente.
—¿Y me elegiste a mí para mostrársela?
—Sí. Pensé que tu vida era lo más parecido a lo que Rubette anhelaba.
—Ja, ja… ¿Sabes lo que es esto? Si hubiera hecho algo malo y fuera mi castigo, pues tendría sentido. Pero ¿esto? ¡Esto es simplemente tener una suerte de perros, ¿no?!
Wishit volvió a guardar silencio.
Esta chica Rubette, no contenta con espiar vidas ajenas en secreto, usó el poder de un ser como tú y me robó el cuerpo.
El corazón empezó a latirme con furia.
—¿Es idiota? Teniendo un… ser que concede deseos, ¿por qué demonios iba a codiciar mi vida? «Hazme delgada», «hazme guapa», «castiga a los que me acosan»… ¿No habría sido mejor pedir cosas así?
—Porque solo podía pedir tres deseos.
—Vaya, qué tacaño.
Wishit suspiró ante mi comentario espontáneo y, con expresión compungida, añadió:
—Por favor, escúchame hasta el final. Para explicar la situación actual, primero tengo que hablarte de Rubette. Verás, Rubette… era una chica muy desdichada.
—No quiero oírlo.
Me crucé de brazos y repliqué con sarcasmo:
—¿Puede ser más desdichada que yo, que lo he perdido todo de la noche a la mañana?
—Rubette vivió oprimida durante exactamente 45 años, y antes de morir me pidió su primer deseo.
—Ya te he dicho que no quiero oírlo…
Mientras apretaba los dientes, algo me llamó la atención y pregunté:
—¿Que vivió 45 años? Pero si ahora… ¿no aparenta como mucho ser una estudiante de secundaria?
—A los 45 años, después de que un médico le diagnosticara una enfermedad terminal, Rubette pidió el primer deseo que había guardado toda su vida. Pidió volver a vivir su vida, que solo había sido trágica.
—Aja, empiezo a entender. ¿Así que usó su deseo para retroceder en el tiempo? ¿Para volver a este estado?
—Sí. Ahora tiene 15 años. La devolví a 30 años atrás, a la época en que me conoció por primera vez.
—Pues entonces debería haberse esforzado, ¿no? ¿Y aun así siguió viviendo como una idiota, dejándose pisotear? Pero ¿por qué no pidió ser delgada desde el principio? Por sus comentarios en mis redes sociales, vi que me tenía envidia por ser guapa y delgada, ¡y vaya si lo recalcaba!
—Supongo que no quiso malgastar uno de los tres deseos pidiendo adelgazar. En realidad, Rubette tenía la intención de perder peso por sí misma, sin ayuda de deseos, pero… bueno… digamos que siempre acababa comiendo…
Wishit, que dejaba la frase en el aire, chasqueó los dedos, y algo apareció de la nada y cayó sobre mi regazo.
Era un diario viejo. Lo abrí de inmediato.
[Calendario Imperial, 1 de enero de 1519]
Ha empezado un nuevo año. A partir de hoy, solo comeré una vez al día. Este año, sí o sí, voy a adelgazar. Yo también quiero que Kedrick me saque a bailar.
[Calendario Imperial, 24 de marzo de 1519]
He vuelto a comer. Pero es que los macarons de la Pastelería François están demasiado ricos. Aun así, solo comeré hoy.
[Calendario Imperial, 4 de abril de 1519]
¿Por qué no adelgazo? ¡Si ayer corrí 30 minutos…!
[Calendario Imperial, 6 de mayo de 1519]
De verdad, solo como hoy. Si mañana vuelvo a comer, no soy humana.
[Calendario Imperial, 7 de mayo de 1519]
No soy humana.
[Calendario Imperial, 31 de mayo de 1519]
No puedo desesperarme. Comeré solo lo que queda de mes y, a partir del mes que viene, nada de comer y mucho ejercicio.
[Calendario Imperial, 1 de junio de 1519]
Siento como si alguien controlara mi cuerpo. Cuando recuperé la consciencia, ya me lo había comido todo. Hay demasiadas cosas ricas en el mundo. Aun así, mañana, sí o sí…
—Puaj.
Incapaz de leer más, lancé el diario de Rubette a una esquina de la cama.
—O sea, que pide volver a vivir para tener una vida maravillosa, retrocede en el tiempo, pero como no tiene fuerza de voluntad no consigue adelgazar, y entonces pide poder espiar las vidas de otros como segundo deseo para compensar?
—Lo has entendido correctamente.
—¡¿Cómo que lo he entendido correctamente?!
Grité, exasperada, y Wishit desvió la mirada disimuladamente.
¿Se suponía que debía sentir lástima por una desconocida sin fuerza de voluntad y, encima, voyeur?
¡Y más aún cuando me habían robado el cuerpo!
Sentí que la rabia me ahogaba y me abalancé sobre Wishit como una loca, agarrándolo por el cuello de la camisa.
—¿Que su vida era digna de lástima? ¿Y esa es razón suficiente para robarme la vida? Después de cometer semejante acto, ¿encima te atreves a intentar darme pena con esta historia?
»¡Idiota! ¡Di algo! ¡Me importa una mierda qué vida haya tenido! ¡Para mí, no son más que unos ladrones!
Wishit, cuyos ojos brillaron con dureza por un instante, me apartó la mano de un manotazo y replicó:
—Mide tus palabras.
—Ja.
—Es como sospechas. Rubette usó su último deseo para rogarme que intercambiara su cuerpo con el tuyo.
Por algún motivo, no podía entender la mirada vacilante y triste de Wishit. Añadió, con una mirada que parecía culparme a mí más que a Rubette:
—Con tu cuerpo, al que apenas le quedaban diez minutos de vida.
—¿Qué?
—¿Lo has olvidado? Tu último recuerdo como Juliet Karenina, antes de despertar en el cuerpo de Rubette.
—¿De verdad no recuerdas cuál fue tu final?
—¿Mi final? ¿Qué quieres decir…?
¿No me había ido a dormir tranquilamente en casa después de terminar mi agenda?
En ese instante, un dolor punzante atravesó mi cabeza.
Ah, es verdad.
Ese recuerdo no era el final.
Me desperté. Creo recordar que alguien me estaba estrangulando…
Por algún motivo, el recuerdo que se había borrado por completo empezó a volver poco a poco.