Traducido por Yonile
Editado por Herijo
El atónito camarero miró a Robert y lo acompañó hasta el mejor asiento, junto a la ventana. En un instante, se hizo evidente que todos los empleados del restaurante estaban nerviosos. Me senté en silencio a la mesa y miré a mi alrededor.
Aaron Rainfield es realmente rico.
El interior del restaurante era colorido y hermoso.
Me pregunté cuántas personas trabajarían allí… Y esto era solo el tercer restaurante.
Caitlyn y Reid siempre comían en el principal, por lo que ese lugar probablemente sería aún más glamoroso.
—Disculpe… —le pregunté a uno de los empleados, movida por la curiosidad. —¿Dónde está ubicado su restaurante principal?
—Está en la calle Violidi 32 —respondió el empleado con amabilidad. —Tenga en cuenta que hay mucha gente en lista de espera, por lo que es necesario hacer la reserva con medio año de antelación.
Ja, entonces Caitlyn y Reid debieron haber hecho sus reservaciones con seis meses de anticipación. Tratando de no ofenderme, rápidamente pensé en Aaron. Cuando recordé su rostro juguetón, mi envidia y mi ira disminuyeron.
En el Imperio, las fronteras entre la nobleza y los plebeyos no estaban muy claras.
Para ser precisos, eran más evidentes en el pasado, pero en estos días los derechos de los plebeyos estaban aumentando gradualmente.
Incluso Leslie, que era plebeya, se había convertido en duquesa de Wade sin dificultad. Si eras un plebeyo rico, no tenías nada de qué lamentarte.
Me quedé mirando el menú mientras tragaba mi envidia. Robert habló en voz baja mientras yo dudaba durante un buen rato.
—Si no te importa, te recomiendo el plato número tres. Todo allí es excelente.
Rápidamente miré el precio del número tres. Era el más caro. Esto era mucha presión.
—Sí, eso está bien —respondí, a pesar de que el precio era excesivo para mí.
Cerré el menú, sintiendo vergüenza por haberme unido a Robert de repente. Pero la razón por la que acepté acompañarlo era simple: “Por supuesto, te invitaré a comer”. Como ese era el caso, podía ahorrarme el costo de la comida. Con un cálculo muy razonable, decidí que podía volver hoy, así que entré al restaurante bajo su escolta.
Era un lugar donde todo brillaba, excepto el suelo. Nadie llevaba ropa de entrenamiento sudada ni portaba una espada como yo. Pero con el Príncipe Robert frente a mí, se sentía extraño, como si todos los ojos estuvieran puestos en nosotros. Después de quitarse la capa, pude ver que Robert estaba completamente vestido de uniforme y tenía una escolta detrás de él.
—Solo quería darte las gracias.
Para entender la situación, cerré la boca y me concentré sólo en comer.
Qué agradable malentendido: recibir un “gracias” cuando, en la versión original del libro, el Príncipe Robert sería asesinado más adelante. Al igual que con el Sumo Sacerdote la última vez, hubiera sido mejor que pensara erróneamente que lo había salvado. Así, las sospechas de Ian también podrían evitarse.
Robert susurró en voz baja, de modo que solo yo pudiera oírlo:
—Querías advertirme del ataque, pero no había manera, así que se lo dijiste a Ian, ¿verdad?
—Uhh… qué…
Después de dudar porque no pude encontrar nada a qué responder, parecía haber llegado a su propia conclusión.
—Por supuesto, entiendo la posición de la señorita Annabelle. —Robert dijo con calma. —No te preguntaré cómo te enteraste del ataque, ya que los lazos de sangre pueden ser muy complicados.
No preguntó más, así que respondí fríamente.
—Gracias.
También parecía que sabía aproximadamente lo que había sucedido. Leslie también malinterpretó que me había enterado accidentalmente del plan terrorista a través del Marqués de Abedes. Por supuesto, Robert e Ian eran objeto de muchos ataques. En el Imperio actual, la batalla por el trono era feroz, y la persona en el centro era Robert, de rostro amable, sentado frente a mí. A diferencia de su impresión amigable, estaba lleno de poder político, y su ambición llegaba al nivel millonésimo. Si yo fuera el Príncipe Heredero, probablemente tampoco querría dejarlo en paz.
—Por favor, no preguntes más.
De hecho, incluso si confesara que era Reid quien apuntaba a Ian, no sería beneficioso para mí. De todos modos, no tenía intención de ser reconocida como hija legítima del Marqués de Abedes, por lo que el Marqués sería incriminado por un tiempo.
—Oh, eso es una pena. Hermanos que comparten la misma sangre intentan hacerse daño unos a otros. He oído que la señorita Annabelle se lleva bien con su hermano.
—Esa parece ser la idea de Reid, pero mis pensamientos son diferentes —respondí bruscamente, mientras observaba a los camareros que traían la comida. Todos eran hermosos.
Fue fantástico que la mayoría de los hombres cumplieran mis estándares estéticos aquí.
Después de terminar el concurso de esgrima sin problemas y asegurar mi vida, podría encontrar un trabajo, entablar una relación y luego casarme. Yo también quería tener una familia realmente buena, porque Reid, que compartía mi apellido, era basura. Así que sería un placer relacionarme con cualquier hombre aquí, pero sería problemático si ese hombre fuera Robert.
Era cierto que Robert también era muy guapo, como un verdadero príncipe, pero él sería quien eventualmente podría convertirse en emperador. Sus movimientos políticos eran tan complejos que su ingenio podría alejar al Príncipe Heredero. Ser emperatriz no sería algo bueno. Es demasiado agotador tener que cuidar cada uno de mis movimientos.
Yo solo quería un romance sencillo y común, no uno politizado.
Más tarde, incluso Ian se vio envuelto en problemas por culpa de una relación, lo cual resultó bastante molesto.
Si alguien escuchara mis pensamientos, podría preguntarme por qué estaba pensando con tanta anticipación cuando ni siquiera sabía quién me iba a alimentar, pero no importaba, ya que era solo mi imaginación.
Y si te enredas en una relación y luego rompes…toda la nación se enterará de tu historia de amor
Aquí, cada movimiento de la familia imperial era un chisme para el pueblo. Solo el hecho de comer así ahora estaría en boca de todos esta tarde. Nunca se sabe. Podría salir con 100 personas antes de casarme. La mayoría de los hombres aquí estaban más allá de mi tipo ideal, por lo que, de todos modos, había muchas opciones para elegir. Todo se trataba de encontrar a un hombre decente, agradable y normal con quien poder estar.
—Al principio, Ian y yo íbamos a venir juntos.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Pensé que la señorita Annabelle podría sentirse incómoda al verme sola.
—Bueno, en realidad no —respondí, mirando a mi alrededor. —¿Pero estarás bien, Príncipe?
Ni siquiera tenía un amigo que me preguntara: “¿Por qué comiste sola con el príncipe?”. Así que comer con él no me causaría ningún daño ni molestia. Sin embargo, Robert, que se vería envuelto en todo tipo de escándalos, se encontraba en una situación diferente. La razón por la que quería comer conmigo… ¿Quería avisar al Marqués de Abedes? Pero en realidad, el Marqués no tenía nada que ver con esto. Bueno, cualquier movimiento político tendría poco efecto, porque estaba desacertado desde el principio. Pero ese era problema de Robert, no mío.
—Estaré bien. En realidad, a Ian no parece gustarle mucho la señorita Annabelle, por lo que no sería fácil para nosotros tres vernos…
—Por supuesto… —suspiré mientras comía. —Ian me odia mucho, ¿no?
—Bueno, no mentiré —respondió Robert con una sonrisa. —No le gusta mucho si menciono tu nombre.
—Si eres una persona normal, así es.
Una persona normal admiraría a Ian. Ian actuó de manera prototípica: era amable con quienes lo favorecían e ignoraba a quienes, como yo, actuábamos de forma imprudente.. Me pregunté qué le había hecho a una persona que esperaba todas esas reacciones. Es como un desastre natural que golpea una vida perfecta… Todo lo que podía hacer por él era desaparecer lo más silenciosamente posible.
—Eres más objetiva de lo que pensaba, señorita Annabelle —dijo Robert, como si le resultara gracioso.
—De todos modos, sólo quería agradecerte por tomar la decisión de correr el riesgo —continuó, cerrando sus ojos verdes y sonriendo hermosamente. —En el sentido de que espero contar con tu amable cooperación en el futuro.
—Bien —respondí con indiferencia, concentrándome nuevamente en la comida.
Había una razón por la que Robert estaba decidido y me trataba tan bien.
Si pensaba que esto volvería a suceder en el futuro a través del Marqués Abedes, quería que lo mantuviera informado.
Quieres tenerme de tu lado.
Robert era un hombre muy político, del tipo que nunca hacía nada que no le beneficiara. Siempre tenía una expresión amable, gentil y amigable, pero no debes dejarte engañar.
La respuesta era simplemente no involucrarse con gente poderosa.
Tenía que dejar a Ian Wade y al Príncipe Robert y vivir lejos.
Una vida decente, como solo podría tenerla un espadachín del mundo común que ocupa el segundo lugar.
—¿Qué te gustaría tener de postre? —Robert preguntó al final de la comida.
—Pastel.
Había comido pastel por la mañana, pero pensé que debería comerlo de nuevo porque era una comida de cumpleaños.
—El helado sabe mejor aquí.
—Aún así me gustaría el pastel. —Dije resueltamente mientras me rascaba detrás de la oreja antes de agregar:
—En realidad, hoy es mi cumpleaños.