Dejaré de ser la rival del protagonista – Capítulo 20

Traducido por Yonile

Editado por Herijo


Comenzaron a debatir acaloradamente.

Incluso Annabelle, confiada en su fuerza física, se cambió de ropa incesantemente hasta quedar exhausta. Después de decidir el vestido, el peinado y los accesorios, ya casi anochecía cuando el “atuendo para la ópera” de Annabelle estuvo completo.

—Por cierto, ¿eres cercana al príncipe Robert? Ser invitada a la ópera como su acompañante… —preguntó Marilyn, quien había estado muy activa todo el día.

Leslie también miró a Annabelle con una expresión extrañamente seria. Al ver su reacción, Annabelle respondió con indiferencia:

—Es una reunión casual, no le den tanta importancia.

—Pero todos los demás le darán un gran significado… —murmuró Marilyn, preocupada.

Annabelle sonrió alegremente.

—Bueno, ese es su problema.

Ese día, después de que Annabelle se fuera, Leslie se quedó pensativa. Ser la acompañante de alguien en la ópera significaba mucho en el mundo social. Aunque no fuera una relación romántica, podría interpretarse como una muestra de amistad política. Hasta donde sabía, Annabelle estaba luchando por ganarse el favor del marquesado de Abedes. ¿No había frustrado un ataque terrorista gracias a su conexión con ellos la última vez? ¿Era prudente seguir tomando el camino opuesto al del Marqués de Abedes?

Leslie, innecesariamente preocupada por este malentendido, le confesó esto a Braden esa noche.

—¿Qué? ¿La señorita Annabelle irá a la ópera como acompañante del príncipe? —preguntó Braden, obsesionado con algo completamente diferente.

—No se lo digas a Ian por ahora —dijo con un brillo travieso en los ojos. —Podría descubrir cómo se siente si no puede superar la situación inesperada.

Ante la mirada escéptica de Leslie, él se encogió de hombros.

—Ya sabes, ese día te confesé mi amor por impulso.

—Bien.

Leslie resopló.

—Puede que sea un idiota impulsivo.

Sin saber las contradictorias conjeturas de sus padres, Ian se preparaba para asistir a la ópera sin darle mucha importancia.

♦ ♦ ♦

El día de la ópera.

—¿Señorita Annabelle? —Los ojos de Robert, que vino a recogerme frente a la mansión, se abrieron de par en par.

—¿No me veo bien? —pregunté con un poco de nerviosismo.

No me veía mal en el espejo. De hecho, a mí me parecía que me veía muy bien, pero estaba más preocupada por lo que pensaría Robert. Como acompañante del príncipe, atraería la atención de todos, aunque realmente no quería eso. Aunque no lo parezca, tengo la mentalidad de mi vida pasada como coreana: detesto causar molestias y, sea como sea, quiero al menos alcanzar el promedio.

—No, no es que no esté bien —dijo Robert, sonriendo y extendiéndome la mano. —Si te ves así, Ian Wade no podrá apuntarte con una espada.

—No es eso —respondí directamente. —El odio de Ian Wade hacia mí no es tan pequeño como para ser sacudido por la apariencia externa.

—En realidad, yo también lo creo —admitió Robert de inmediato. —Es mi forma de hacerte el mayor elogio imaginable.

—Entiendo. Gracias.

—¿No puedes darme una bendición como agradecimiento? Me siento mejor cuando escucho tus bendiciones.

Lo pensé por un momento y respondí, recordando las palabras de Leslie de que se serviría ponche de frutas después de la ópera:

—Espero que todos los trozos de sandía de tu ponche de frutas no tengan semillas.

—Eso ha valido la pena.

Mi atuendo era la mejor combinación que Leslie y Marilyn habían encontrado. El vestido azul oscuro, repleto de diamantes brillantes como estrellas, combinaba con el color de mis ojos. Incluso Leslie envió a una doncella profesional a la mansión, quien arregló mi cabello para que luciera elegante por primera vez en mi vida. Era la primera vez que usaba accesorios elegantes y maquillaje cargado…

Robert añadió un comentario más al verme.

—Es un atuendo que inspira obediencia. Supongo que es por tu mirada, parece que podrías derribar a alguien.

Tenía la intención de atrapar a Reid, así que en cierto modo tenía razón.

Subí al carruaje con Robert y nos dirigimos al teatro de la ópera. Llegamos bastante temprano, así que la mayoría de los asientos estaban vacíos. Estaba preparada incluso para infiltrarme, pero todo iba muy bien, ya que pude entrar fácilmente.

En el Imperio, una ópera no solo era una actuación, sino también una ocasión para socializar donde se ofrecían comida y bebidas ligeras. Generalmente, los nobles acaudalados no solían reflexionar sobre aquello de lo que disfrutaban. Por ejemplo, no eran conscientes de cuánto trabajo se necesitaba para preparar todo, el día de la presentación de una ópera en un lugar tan grande.

Por supuesto, las doncellas que trataban directamente con los nobles eran empleadas del teatro, por lo que su identidad estaba asegurada. Sin embargo, las personas que llevaban y preparaban la comida eran todos jornaleros que trabajaban solo un día. Los días en que no se representaban óperas, ese tipo de jornaleros no eran necesarios. En otras palabras, era el entorno perfecto para que Reid infiltrara a su gente.

Cuando me senté en el palco con Robert, una de las doncellas rápidamente me trajo una bebida de bienvenida y aperitivos. Sería la doncella asignada a nosotros hasta el final de la ópera.

—No es tan bueno como el Restaurante Rainfield, pero no está nada mal —dijo Robert, sonriendo y ofreciéndome una bebida y galletas. —No tienes que preocuparte por el veneno. La comida y las bebidas son probadas y servidas por las doncellas con contratos fijos en el teatro

Tomé la galleta más grande y me limité a asentir. Según su explicación, la comida que llegaba a nuestra mesa ya había sido probada por la doncella a cargo, que estaba de pie cerca. Por supuesto, no había peligro de envenenamiento. Reid tampoco se atrevería a envenenar a Ian.

—Ya veo —respondí distraídamente y jugué con el antídoto que había escondido en los pliegues de mi falda.

Reid había contratado en secreto a una persona y planeaba poner una droga que entorpeciera la esgrima de Ian en su bebida de bienvenida. Naturalmente, incluso si una doncella que no sabía manejar espadas la bebiera durante cien días, no sufriría ningún daño. Según la historia original, Ian bebió una bebida mezclada con la droga que alteraba sus movimientos según el plan de Reid. Al principio, sus manos y pies solo se entumecieron un poco, pero durante la competición de esgrima, esa droga habría ralentizado significativamente sus movimientos.

Por ese motivo Annabelle participó en el combate con confianza… pero Ian, aun sin estar en plena forma, la derrotó contundentemente. La diferencia en sus habilidades era mucho mayor de lo esperado.

Posteriormente, después de notar suficientes anomalías en el cuerpo de Ian, se comenzó a investigar tan pronto como terminó la competición de esgrima, y los resultados de las pruebas mágicas salieron justo a tiempo.

A partir de ahí, todas las malas acciones de Reid y Annabelle quedaron al descubierto.

Por eso, esta vez, tenía que arruinar el plan de Reid.

El secuaz de Reid estaría observando para ver si Ian realmente bebía la droga, así que tenía que dejar que sucediera.

El antídoto sería eficaz si se consume dentro de las dos horas siguientes.

Entonces, después de ver a Ian beber la bebida de bienvenida, todo lo que tenía que hacer era conseguir que tomara el antídoto de alguna manera.

Si no lo tragaba suavemente, tenía un plan terrible preparado: pisarle el pie, taparle la nariz y verterlo en su boca.

Así zanjaría todo con Ian.

Todo acabaría después de esta noche.

Reid estaría seguro de que su artimaña había tenido éxito y no retiraría su apuesta hasta la competición.

A partir de entonces, que pruebe la amargura del mundo y trate de sobrevivir como pueda.

Ian ganaría el primer lugar en la competición de esgrima sin ninguna duda y viviría feliz para siempre después de heredar oficialmente el título de duque.

Sufrirá un poco al verse envuelto en diversas situaciones políticas, pero seguro que se las arreglará bien, siguiendo su final feliz predeterminado.

Mientras estaba perdida en mis pensamientos, Robert me habló.

—¿Sabes de qué trata la ópera?

—No, ¿de qué?

No me interesaba la ópera, así que no sabía nada excepto el título: “No te vuelvas loco”.

—Es una obra que representa la angustia de un amante que observa cómo un caballero pierde poco a poco la cabeza.

—¿Pierde la cabeza?

—Descúbrelo mientras la ves.

Cada vez que Robert me sonreía dulcemente, sentía su mirada sobre mí.

Ya casi era hora de que comenzara la ópera, por lo que la gente iba entrando lentamente.

Todos nos miraron al menos una vez.

—¿Quién es esa mujer al lado del Príncipe Robert? Nunca la había visto antes.

—¿No es la primera vez que acompaña a una mujer en un ambiente oficial como este?

—Oh, ¿no es esa Annabelle Nadit? ¡Estos días corre un rumor!

—Oh, ¿la hija ilegítima del marqués de Abedes?

—¿Siempre fue así de bonita? Cuando la vi en la competición de esgrima, era diferente…

Podía escuchar claramente los susurros de la gente.

No me importaba lo que dijeran.

De todos modos, no tenía nada que ver con esta gente.

—¿Te gustaría tomar una copa de vino?

—Tomaré sólo un sorbo. No aguanto mucho el alcohol.

—¿Era la primera vez que bebías alcohol?

—Sí. Hasta entonces, no había bebido nunca…

—¡Qué honor!

—¿Qué?

—Entonces he tenido el honor de estar en tu primera celebración, con tu primer regalo y ahora tu primera copa.

—Claro, si lo miras de esa manera.

Como no había tensión entre Robert y yo, por supuesto, la conversación se desarrolló de manera amistosa.

Además, Robert era encantadoramente dulce y amable.

Cuando llegó el momento de chocar las copas de vino que Robert había pedido, por un momento, pude sentir una mirada intensa desde la entrada.

¿Por qué te pones así solo con verme?

Ian me miró con una expresión aterradora mientras estaba parado en la entrada sin dar un paso.

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