Dejaré de ser la rival del protagonista – Capítulo 33

Traducido por Yonile

Editado por Herijo


Aaron se acercó sigilosamente mientras observaba a Ian, que actuaba de forma diferente a la habitual.

—Oh, como se esperaba de Annabelle. Reconociste la actitud de Ian de inmediato. Realmente, nadie conoce mejor a Ian Wade que tú.

Ian intentaba decir algo, pero de repente empezó a toser cuando Aaron dijo: “…solo tiene ojos para Ian Wade”.

Aaron, naturalmente, continuó hablando.

—Está triste porque van a desechar una botella de agua utilizada por la Orden de Caballeros durante ocho años, simplemente porque ya no la necesitan. Nadie lo sabía hasta ahora, pero debe ser por el apego que Ian le tiene a esa botella.

—Ah… ¿Eso es todo? —dije mientras miraba la botella rodando bajo los pies de Ian. —¿Por qué ya no la necesitan?

—Vamos a instalar un nuevo bebedero debajo de ese árbol zelkova de allí.

—Ya veo. Era un poco incómodo que no hubiera uno. Aunque parecía una buena excusa para que los sirvientes holgazanearan.

—Oh. Siento que estoy hablando con toda una integrante de la orden. Ocho años no deben haber sido en vano. ¿Y bien? ¿no vas a pelear hoy?

—Olvídalo. ¿Qué sentido tiene enfrentarse a una persona que parece desconsolada por el destino de una botella de agua? Además, mañana tengo mi prueba de paternidad. No quiero tentar a la mala suerte. —Me agaché y recogí la botella. Luego la puse en la mano de Ian. Era mi último gesto de amabilidad hacia alguien con quien ya no tenía asuntos pendientes.

—No sabía que le tuvieras tanto apego a esa botella. Sé feliz con ella.

Finalmente, le di unas palmaditas en el dorso de la mano. Se sobresaltó y contuvo el aliento.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—¿P-por qué… t-tú… tan descuidadamente… m-mi mano…? H-haces que mi corazón… l-lata…?

Todos nos quedamos impactados al verlo tan sorprendido.

—Hmm… ¿Es para tanto si te toco la mano, cuando es algo común durante un combate? —parpadeando desconcertada.

Las puntas de las orejas, el cuello e incluso las mejillas de Ian estaban rojas.

—Me gusta burlarme de Ian, pero…

Aaron suspiró levemente y dijo:

—Si me burlara de él en esta situación, sería cruel, no tendría gracia. Ahora está un poco afectado por su apego a la botella, pero sigue siendo una gran persona.

—Ah, por ejemplo, este ladrón… Cuanto más lo miro, más lo recuerdo. —Aaron aplaudió, fingiendo admiración.

—Sus habilidades físicas eran bastante buenas, pero Ian lo rechazó en la entrevista de personalidad. ¡Como se esperaba, tiene un ojo increíble para juzgar a las personas! ¿Cómo lo descartó tan rápido?

—Dejemos que los Wade se encarguen de él primero. Estoy seguro de que es el criminal que usó nuestro nombre indebidamente. —Ian habló sin rodeos mientras recomponía su expresión facial.

Desafortunadamente, su orgullo parecía intacto. Había venido esperando ver a Ian frustrado, pero solo parecía haberse vuelto más arrogante.

—Entonces me voy. —De repente, todo se volvió aburrido. Le entregué bruscamente el ladrón a Aaron y bostecé. —No estoy aquí para escuchar elogios hacia Ian. Y realmente no tengo curiosidad por saber qué sucederá después de esto.

—¡Espera, señorita Annabelle! —Marilyn me agarró del brazo justo cuando me preparaba para recibir una reprimenda por mi falta de respeto hacia quienes iban a encargarse del criminal.

—Vámonos juntas —dijo Marilyn sin dudarlo—. A mí tampoco me interesa la predecible demostración de justicia que viene ahora.

De verdad… Alguien que realmente encajaba conmigo,

♦ ♦ ♦

Cuando dejamos al ladrón allí y nos sentamos solas en el carruaje, volvió a reinar el silencio.

Nunca habíamos estado las dos solas, ya que siempre nos acompañaba Leslie. No era una situación especialmente cómoda, pero sentí una extraña sensación de afinidad, así que no me desagradó del todo.

—¿Está la mansión Nadit en Orbia? Te dejaré allí —Marilyn habló en voz baja y yo asentí. Ya no tenía tiempo para deambular más.

—Muchas gracias por lo de hoy, señorita Annabelle. —Mientras me miraba, expresó formalmente su gratitud. —Realmente, si no hubieras llegado a la zona por casualidad, no lo habrían atrapado. Ese ladrón era demasiado rápido para que los sirvientes pudieran hacer algo.

—Es ciero. Pero debiste haber pasado un buen susto. Pasó un rato en el que estuviste a solas con el criminal en el salón. Hubiera sido mejor si hubiera venido Oscar —dije, recordando a Oscar, a quien había visto en la residencia de los Wade hacía mucho tiempo. Era un hombre con una gran cara de póquer y una destreza deslumbrante con el cuchillo.

—¿Óscar? No podría haber hecho nada —replicó Marilyn en un tono casi burlón.

Me miró a los ojos una vez y respondió como si le restara importancia. Parecía tener una opinión diferente, a pesar de su semblante astuto. Hubo un ligero silencio en el carruaje, ya que no tenía nada más que decirle. Yo también estaba mirando por la ventana, jugueteando con mi espada sin motivo aparente.

—Señorita Annabelle. —Me miró y de repente pronunció mi nombre en voz baja. —Tengo algo que confesar.

El sol se estaba poniendo y la luz roja del atardecer proyectaba sombras oscuras en el rostro de Marilyn. Mi cabello morado pálido, con su tinte rojizo, incluso se parecía al cabello morado de Marilyn a primera vista.

—¿A mí? ¿Qué? —pregunté sin pensar. Ella sonrió con un poco de tristeza.

—Al principio, mentí diciendo que te había visto unas siete veces —dijo Marilyn con calma. —En realidad, te he visto innumerables veces. Incluso entre la multitud en la calle, destacas. Como viste antes, nuestra casa y la residencia del Duque de Wade están cerca. Era inevitable que nuestros caminos se cruzaran. Pero cada vez, me sentía incómoda respecto a ti… así que fingía no conocerte bien.

—Está bien. Casi todo el mundo piensa que soy una idiota…

—No, no es eso… —me interrumpió. —De los dos niños que nacieron ese día en el hospital, mi hija murió y solo la hija de Caitlyn sobrevivió. Lo sé, es una historia sin sentido. Así que, por favor, no me critiques.

No tenía intención de criticarla, pero Marilyn inmediatamente se calló. Era muy consciente de sus defectos, pero tenía esa terquedad para no escuchar a los demás.

Como yo…

Siendo capaz de entender su mente mejor que nadie, esperé sus siguientes palabras sin juzgarla.

—Si yo hubiera estado en su lugar, no habría criado a mi hija así, no la habría hecho tan infeliz… Simplemente la habría amado por el simple hecho de existir…Si hubieras crecido bien, con amor y cuidado, no habría tenido ningún pensamiento al respecto, pero me sentía aún peor porque no fue así. Mirarte me recordaba a mi hija muerta. —Tragó un suspiro y continuó en voz baja. —Cada vez que te veía estabas sola y herida. Después de conocer a Leslie, vi que eras simplemente una dama común y corriente con la que era agradable pasar el rato, pero yo fui grosera. Después de recibir tu ayuda hoy, me sentí más avergonzada de mí misma.

Hubo un ligero silencio en el carruaje. Dudé y pregunté valientemente:

—Disculpa, pero ¿por qué tuviste que decirme eso?

Si fuera yo, no le diría a alguien algo así si no fuera necesario.

—Para tratar a alguien con sinceridad, creo que no deben existir secretos, por muy turbios que sean los pensamientos. Además, ¿no crees que nos veremos más a menudo a partir de ahora?

La mansión de Nadit era visible a lo lejos. Marilyn tomó mi mano y sonrió.

—Felicitaciones por tu prueba de paternidad. Serás reconocida por tu tan esperada familia. Mañana te felicitaré sinceramente.

De repente, mi corazón se emocionó. Hasta ahora, pensaba que era la única que sinceramente deseaba mi prueba de paternidad. Era obvio que tanto el Marqués Abedes como Robert estarían pensando en utilizarme. Reid también escuchó los rumores y no pareció muy feliz, seguramente pensando en cómo afectaría las apuestas de la competencia de esgrima. Claro que ser reconocida por esa familia no era bueno en sí mismo para mí, sino que me emocionaba por los derechos de herencia.

Pero que hubiera alguien que me felicitara sinceramente…

—El día de la prueba de paternidad, Annabelle, usarás mi vestido, ¿verdad? Hay ropa que hice para ti. —dijo Marilyn con una sonrisa. —Estoy feliz de que una creación mía pueda acompañarte en un momento tan especial. Mañana me sentaré en primera fila y bendeciré tu futuro, señorita Annabelle.

Curiosamente, sentí un cosquilleo en el corazón y me sonrojé sin darme cuenta.

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