Traducido por Yonile
Editado por Herijo
Al divisar a lo lejos la Sastrería Rainfield, me sentí extrañamente tensa.
Nunca antes los había considerado mi familia, así que no tenía idea de cómo debía tratarlos.
Solo pensar en entrar en la sastrería, tímida y torpemente, hizo que mi mente se quedara en blanco.
Si hubiera sabido que sería así, debería haberle preguntado a Ian qué decir.
Ian, siendo tan sensato y ejemplar, seguro me habría dado la respuesta correcta.
Estaba parada frente a la puerta de la sastrería, respirando hondo lentamente, dudando, cuando de repente la puerta se abrió de golpe.
—¡Ay dios mío!
Yo también me sobresalté tanto que casi se me sale el corazón, pero la otra persona también gritó, asustada.
Aaron, que intentaba salir, abrió los ojos como platos y dijo:
—Annabelle… ¡No, hermana!
Miré sus ojos de un azul profundo, idénticos a los míos.
Hermana… Era un término extraño, pero al que tendría que acostumbrarme.
—Justo me preguntaba si había hecho bien en enviar a Ian y estaba a punto de ir a buscarte yo mismo. Por si acaso estabas peleando con él. —Miró por un momento detrás de mí, donde no había nadie, suspiró levemente y añadió:
—Viendo que vienes sola, parece que sí pelearon. La verdad es que me lo esperaba, pero has llegado bastante rápido para eso.
—Oh, no. Solo dije que vendría sola. —Dije, suspirando.
—Digamos que ya soy un cachorro que ha aprendido a temer al tigre.
—Mejor que cachorro, digamos hiena. Pero entonces, ¿por qué te quedas ahí fuera sin entrar?
—Eh… bueno…
Evité su mirada y respondí, avergonzada.
—Estaba pensando… porque no sabía qué decir…
—¡Y por qué piensas en eso!
Gritó Aaron, abriendo mucho los ojos.
—¡Solo tienes que decir lo que sientes!
¿Lo que siento?
Volví a mirar a Aaron.
Era la primera persona de mi edad con la que sentía que podría llevarme bien.
Tenía una forma de hablar algo divertida, compartíamos el interés por la esgrima, y de alguna manera, nos habíamos visto las caras durante bastante tiempo…
—Bien… —Así que, realmente, le confesé mi sentir. —Lo siento, yo tampoco lo sabía. ¿Te molestó mucho?
—¿Eh? ¿A mí?
—Sí.
—¿Por qué iba a molestarme?
Recordé su imagen en el restaurante Rainfield, cuando cenaba con Robert y él apareció apresuradamente presentándose como el representante. Continué con un tono complicado:
—Terminamos compartiendo el derecho de sucesión sin esperarlo… Y encima, con alguien como yo…
Aaron se quedó boquiabierto.
Ese pensamiento fue lo primero que me vino a la mente al ver la cara de Aaron.
—Qué has hecho tú para llevarte el derecho de sucesión…
Casualmente, Aaron y yo habíamos escuchado juntos las palabras de Elburn antes de la ceremonia.
—¡No crecimos juntos, no pasaste tiempo con nuestra familia, por qué, solo por compartir la misma sangre!
En aquel momento, lo que dijo Elburn me pareció muy razonable.
Porque eso era lo que Caitlyn y Reid me habían enseñado todo el tiempo.
Tienes derecho a la herencia por la sangre, ellos nunca querrán que les quites el dinero, así que debes conseguir tu propio título por tu fuerza…
Y ellos eran iguales.
Cuando era muy pequeña, Caitlyn me hizo firmar un documento de renuncia a la herencia bajo el pretexto de ‘administración’.
Decía que debía ser indiferente a esas cosas para poder concentrarme en la esgrima.
—Anabel, no es momento de que te intereses por la herencia. Si empiezas a interesarte por esas cosas, se creará una brecha entre Reid y tú. Son pensamientos innecesarios en un momento en el que debemos estar unidos.
En mi ignorancia pasada del mundo, me resultaba difícil refutar las palabras de Caitlyn.
Reid también me presionaba constantemente a su lado.
—Si ganas el primer puesto en el torneo de esgrima, te lo daré todo. Te lo prometo. Estas cosas hay que decidirlas de antemano para no dañar nuestra relación.
Por eso, hasta ahora, siempre había pensado que la herencia era algo que inevitablemente causaba resentimiento.
Había pensado que sería divertido charlar con Leslie y los otros dos, pero ahora parecía que ese día nunca llegaría.
Siendo una completa extraña que aparece de repente, ¿cómo no iban a sentirse mal…?
—Seguro que vivías pensando que todo era tuyo…
Al oír mis palabras, Marylin, es decir, mi madre, que venía corriendo desde el interior de la sastrería, se detuvo en seco.
—Dios mío.
Al oír mis palabras, Marylin, es decir, mi madre, que venía corriendo desde el interior de la sastrería, se detuvo en seco.
—Caitlyn… ha echado a perder a la niña… Cómo puede mencionar la herencia en el primer saludo…
Ya sabía que yo era una persona desastrosa, pero sentir que me lo confirmaban era otra cosa.
Me di cuenta una vez más.
Aunque hay personas que crecen rectas y buenas incluso en las peores condiciones, esa no era yo.
—Uh… Umm…
Habiendo escuchado a mi madre biológica, a la que encontraba después de 22 años, decir que era una ‘niña echada a perder’, junté las manos respetuosamente, sin saber dónde meterme.
—Perdón por crecer así…
Y así, el primer cuadro de nuestra reunión familiar fue, por lo pronto, un fracaso.
♦ ♦ ♦
Mi padre, que se había desmayado, aún no había recuperado la consciencia.
Al parecer, había vuelto en sí brevemente, dicho algo como —Mi hija… comiendo solo carne congelada…— y vuelto a perder el conocimiento.
—Siempre ha sido algo débil de carácter —dijo mi madre, suspirando.
Por supuesto, mi madre, con su ropa elegante y maquillaje cargado, no parecía débil en absoluto.
—Aun así, gracias a su buen aspecto, era muy popular en el orfanato.
—Ya veo…
Excluyendo a mi padre, Aaron, mi madre y yo estábamos sentados alrededor de una mesa.
Miré discretamente a mi alrededor y dije:
—Pueden hablarme con comodidad.
—Como dije la última vez, en realidad te he estado observando durante mucho tiempo. Pocas personas en la capital no conocen a la señorita Annabelle.
Fue un momento en el que mi desastrosa vida pasada volvió a avergonzarme.
Nunca me había importado mi reputación debido a mi arrogancia, pero que sucediera algo así…
Pensamientos que no había podido procesar, cegada por la ira, me invadieron.
¿No se avergonzarían de que yo fuera su hija?
Todos ellos parecían personas buenas y trabajadoras, mientras que yo, antes de recordar mi vida pasada, era una villana que conspiraba en crímenes.
Y tampoco es que después de recordar mi vida pasada hubiera hecho cosas especialmente buenas…
En la superficie, simplemente vivía como un idiota que acosaba constantemente a Ian.
¿No les disgustará… tener una hija como yo?
Me preocupaba que, en el fondo, pensaran que era una desgracia que una hija problemática como yo apareciera de repente en sus vidas bien ordenadas.
Fue entonces cuando mi madre habló lentamente.
—Como confesé aquella vez, mientras observaba a la señorita Anabel, siempre pensaba en mi hija. Porque eran niñas nacidas el mismo día en el mismo hospital.
—Ah…
—Así que fue una lástima que solo usaras ropa gris… No podía creer que nunca te había reconocido en todos estos años… —Mi madre se mordió el labio inferior y se tragó las lágrimas. —No merezco ser madre.
—Entonces yo no merezco ser su hija. Se avergüenzan de mí, ¿verdad…? Después de todo, crecí de esta manera.
—¡Qué tontería es esa de merecer ser mi hija!
Salté al oír el grito repentino de mi madre mientras yo hablaba con amargura.
Ya de por sí tenía una expresión muy fuerte, y al gritar, hizo que me encogiera.
Incluso con el maquillaje corrido por las lágrimas de antes, daba un poco de miedo.
—Es verdad que creciste un poco rara, pero eres mi hija. ¿Cómo puedes decir algo así?
Me tomó la mano y empezó a hablarme de manera cariñosa. De repente, mi mente se quedó en blanco y sentí como si flotara.
—De todos modos, Aaron también es un poco raro.
—Ah, sí. Si estás preocupada por tus extraños actos, es inútil hacerlo. —Aaron intervino rápidamente. —Yo también pasé mi infancia con la indiferencia de mis padres y, juzgando que era obvio que me torcería, me arrastré hacia el duque de Wades —explicó fervientemente, con los ojos bien abiertos—. Gracias a eso he vivido mi vida como ser humano.
Sinceramente, no conocía bien a la gente de Rainfield.
Apenas había información en la obra original, y lo poco que sabía era por mi relación esporádica gracias a Leslie.
Así que pensé que sería natural sentirnos incómodos, pero extrañamente, me sentía cómoda.
—Sí, Anabel. Estoy orgullosa de ti. ¡Quedaste segunda en el torneo de esgrima! —mi madre sonrió ligeramente, con el maquillaje de ojos corrido—. Pero aunque no hubiera sido así, estaría orgullosa. Al menos estás respirando, ¿no?
—Eso… eso…
—El simple hecho de que estés viva… Te estoy agradecida solo por tu existencia.
Mis ojos también empezaron a llenarse de lágrimas.
Nunca antes nadie me había dicho que estaba orgulloso de mí.
Siempre fui una hija insuficiente para Caitlyn y para la casa del Marqués Abedes.
Para mucha gente de la capital, era motivo de burla, y para los caballeros de Wade, una molestia.
Incluso yo misma admitía que era una villana cobarde e insignificante.
Y ahora, nada más conocernos, me aceptaban por mi mera existencia.
—Mi preciosa niña, sufriste mucho perdida entre gente mala.
Sentí un dolor agudo en el corazón, como si se contrajera.
Mientras la mano de mi madre acariciaba mi mano, mi mejilla, mi hombro, las lágrimas caían sin parar.
—Siento tanto no haberte reconocido antes. Por favor, perdóname.
