Dejaré de ser la subordinada de una villana – Capítulo 25

Traducido por Jufray

Editado por Michi

Corregido por Sharon


El día de la inauguración de Signora fue un gran éxito.

La mercancía se vendió como pan caliente, los pedidos personalizados y reservaciones también terminaron llenos.

La venta de las pantuflas hechas para la dieta inicial, de alguna manera, avanzó con suavidad y sin tropiezos hasta ahora. Nunca pensé que los productos que hice serían recibidos tan bien por todos.

Para mí, que era un ama de casa ordinaria en mi vida pasada, era un logro que no podía alcanzar.

Al mismo tiempo, esperaba que las chicas con edades similares a la que tenía mi hija en mi vida previa se volvieran más y más encantadoras y hermosas.

—Señorita, ¿qué es esa expresión tan desagradable que está haciendo? Esa sonrisa…

—¿Qué dices? Las chicas jóvenes son hermosas y son vistas con afecto, ¿no?

—Todos aquí son mayores que usted. Tiene saliva cayendo, tome un pañuelo —dijo Sisie, limpiando mis labios.

—Cielos, te pido perdón. Se me olvido que tengo diez años.

—No importa cómo lo vea, usted tiene diez años.

Mientras tenía esa conversación frívola con mi doncella, la entrada de la tienda se volvió ruidosa.

Pensando que había algo mal, me acerqué con pasos rápidos.

—Señorita, espere aquí por si hay algún peligro.

—Está bien. Solo voy a ver un poco.

Me asomé entre los pequeños espacios que había entre la gente cerca de la entrada.

—Kya, que niños tan lindos. Me pregunto si son nobles.

—Ambos son hermosos… Su futuro será interesante.

¿Hmm? ¿Ha llegado una celebridad? Pero este mundo no parece tener tales personas.

En el medio de la gente había dos chicos. Uno era un joven con ojos verde esmeralda y cabello castaño claro; el otro tenía ojos azules.

Ambos tenían características hermosas. El primero tenía una expresión tosca en sus ojos, lo que le daba a su apariencia un cierto encanto. El segundo, en particular su cara, era una maravilla con una belleza delicada. Ciertamente, su futuro será interesante…

¿Ese no es el príncipe heredero?

Sí, aunque su cabello no era plateado, no importa cómo lo viera, se trataba de Su Alteza.

Me pregunto si ese cabello castaño es una peluca… 

Sus apariencias eran excesivamente hermosas y muy llamativas. ¿Estaban viajando de incógnito?

En la tienda donde había tantas chicas jóvenes reunidas, nada más ser un chico resaltaba… Mientras los observaba, mis ojos se encontraron con los de Su alteza.

—Ah, Cosette.

—Usted es tan resplandeciente como siempre, Su… Al… Digo, señorito Leo.

Peligroso. Me pregunto cómo debería llamarlo.

Cuando nuestros ojos se encontraron, por alguna razón, se acercó feliz a donde yo estaba.

El otro chico permaneció igual. Sentía como si mi alma estuviera siendo juzgada, pero tal vez no fuera su intención así que no importaba.

—Cosette, cuando oí de parte del conde que ibas a abrir una tienda, estuve esperando para venir a visitarla.

—Haa… Es un honor. Esta persona es…

—Es George Reinyd.

Sentía que era observada con intensidad. Su expresión era muy mala.

—Soy Cosette Edelweiss. Antes de hacer cualquier otra cosa, debemos irnos a otro lugar.

Era muy incómodo cuando toda la gente a tu alrededor te miraba con curiosidad.

—Por aquí, por favor.

Los guíe a la habitación privada que había dentro de la tienda.

♦ ♦ ♦

—Volviendo al inicio, se ve tan radiante como siempre, Su Alteza. ¿Ambos vinieron a darle una visita a la tienda?

Luego de pedirle a Sisie que hiciera té, invité a ambos a sentarse en el sofá y tener una charla.

Por alguna razón, Su Alteza descuidadamente sonrió de manera amigable y asintió. La forma de su sonrisa era hermosa, y tan encantadora que nadie podriá verlo de forma directa.

—Aunque yo quería venir de incógnito, tuve que traer a un escolta conmigo. No sabía que eras la diseñadora de Signora. Me enteré de ello después de escucharlo de madre. ¿No es hoy la inauguración? Vine porque debía venir a dar mis felicitaciones.

Yo mantuve el secreto de que yo era la diseñadora de Signora. Me pregunto si esa filtración se debe a que madre era amiga de la reina.

No tenía ni idea de por qué era necesario dar felicitaciones.

—Muchas gracias. Por cierto, el joven George tiene el apellido Reinyd, como el líder de la Orden de Caballeros.

—Soy su hijo —respondió George de manera taciturna

Me está mirando fijo… No importa. Será problemático si me quejo.

—Con que es así…

—Cosette, este té es inusual, tiene una fragancia fascinante.

Su Alteza miró la taza con una expresión curiosa.

La bebida de hoy era de escaramujo, que contenía vitaminas y un poco de acidez, pero era efectiva para la belleza de la piel.

—¡No! ¡Podría ser veneno! —gritó George, levantándose como un relámpago.

—Es un té de hierbas. Tiene un efecto que embellece la piel.

—¡Su Alteza! ¡Debo comprobar si tiene veneno!

—Tiene un sabor peculiar, pero no es malo. Su acidez lo hace adictivo. Um, si, si no le importa, ¿podría llevarle un poco a la reina?

—Esperaré a que la reina lo solicite.

—Está bien, creo que a madre le gustará.

—Entonces ya lo mando a preparar. Sisie…

—¡¡Nooo me ignoreeeeen!! —estalló George, golpeando la mesa.

—Tranquilo, tranquilo. Descanse, joven George. Beba un poco de té y cálmese.

—Es cierto, George. Este buen té terminará frio.

—Su Alteza…

—Ah. Este té de escaramujo también puede ser tomado como un té helado. Cuando se le añaden frutas se vuelve refrescante, lo recomiendo para el verano.

—Ya veo, me gustaría tomarlo.

—¡Háganme caso!

George parecía estar al punto de las lágrimas.

Vaya, parece estar moqueando un poco.

—Ven, vamos a limpiar tu nariz.

—No, detente…

Me rechazó. Me pregunto si estará en su fase rebelde.

—Su cara está roja. —¿Será un sonrojo? Toqué su frente para chequear su temperatura, pero no parecía tener fiebre.

—No me toques.

No parecía fiebre, pero sus ojos estaban húmedos y su nariz estaba moqueando. Parecía el inicio de un resfriado. Su respiración era un poco fuerte…

—Su Alteza, la condición de George… La condición del joven George parece ser pobre, tal vez sea mejor regresar a casa temprano.

—Así es. George, hoy no estás en tu mejor condición física pero aun así te hice hacer algo irrazonable. Ya vi a Cosette, vamos a regresar. Cosette, disculpa la molestia.

—Están equivocados, mi condición física no…

—No, no, gracias por haberme acompañado a este lugar hoy. Por favor, cuídate.

—Escúcheme.

Él empezó a llorar. Tal vez su fiebre era muy mala.

Se fueron con el té de escaramujo para la reina como regalo.

Mientras me preguntaba por qué llegaron en primer lugar, levanté mi cabeza en confusión.

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