Dejaré de ser la subordinada de una villana – Capítulo 30.5: Charla ociosa, nuestra princesa

Traducido por Herijo

Editado por Michi

Corregido por Sharon


[POV: George]

Mi primera impresión de Cosette no fue demasiado buena.

Ella era gorda, obediente y siempre estaba distraída. O más bien, como se encontraba detrás de la escandalosa Remy, nunca la había escuchado hablar y sinceramente no me interesaba.

La primera vez que hablé como se debe con ella fue durante una visita de Su Alteza a Signora.

En realidad no tenía la intención de ir, pero como el príncipe quería visitarla, acepté de mala gana.

Su Alteza, quien nunca se había interesado en una mujer, de pronto empezó a prestarle atención a Cosette. Cuando le pregunté la razón me respondió que se había interesado en la persona que desarrollaba un producto innovador tras otro de mano de la tienda Signora.

Ante esa respuesta, creí que era un entusiasmo ciego, pero tal parece que oyó esto del propio conde Edelweiss. Tal vez esa fuera una de las razones.

Y así, nos dirigimos a Signora. Yo creía con firmeza que Cosette era una mujer que estaba engañando a Su Alteza.

Durante ese tiempo odiaba a las mujeres en su totalidad. En las fiestas de té a las que me veía obligado a asistir, tenían aburridas conversaciones y el aroma de sus perfumes siempre era demasiado fuerte. De verdad solo eran unas molestias que trataban de pasar tiempo con el príncipe.

Pero Cosette era diferente.

En un principio todo parecía igual, pero los productos que desarrolló eran muy interesantes, casi tanto como hacer entrenamiento.

Padre, quien es el líder de la Orden de Caballeros, también llenaba de elogios los logros del entrenamiento obtenidos con el programa de prueba de los productos. Era divertido usar los artículos destinados para la salud

Me sorprendió ver a Cosette entrenando con nosotros.

Después de todo, no era normal que a las señoritas les gustara ejercitarse.

Como pensé, Cosette es diferente.

Gracias a ese entrenamiento, Cosette se volvió cada vez más delgada y bella. Era muy diferente a la primera vez que la vi; su físico se había vuelto firme.

Antes de saberlo, me sentía emocionado cada vez que estaba con ella.

No sabía por qué me sentía así, pero cada vez que hacía algo irrazonable, Cosette no se molestaba. En su lugar, siempre sonreía y palmeaba mi cabeza.

A pesar de tener la misma edad que yo, me trataba más como si fuera su hijo. Lo permitía ya que se trataba de ella.

Era extremadamente divertido jugar junto a Remias, Cosette y Su Alteza, los cuatro juntos.

Cosette nos enseñaba juegos extraños en cada ocasión, pero nos volvíamos absortos a ellos todas las veces.

Remias, quien era piel y huesos, cada vez lucía más sano. Su Alteza, quien siempre tenía una expresión de aburrimiento, se volvió más brillante de lo que podíamos imaginar. Cambiaron tanto que apenas parecían las mismas personas.

Cuando notamos nuestros propios cambios, empezamos a amar a Cosette cada vez más.

Con el paso del tiempo, ella se volvió mucho más hermosa. Su madre era conocida por su belleza, pero ante mis ojos, Cosette lo era aún más.

Durante las fiestas de té, se volvió obvio que los hombres buscaban una oportunidad para hablar con ella, por lo que nosotros tres tomábamos turnos para mantenerlos alejados.

Cada uno de nosotros nos manteníamos vigilantes para evitar que cualquiera se le acercara.

Después de todo, Cosette era nuestra preciosa princesa. Y eso no cambiaría ni siquiera después de inscribirnos en la Academia.

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