Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (3)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


Seis días antes del anuncio de la primera fiesta familiar en el palacio.

—Padre, Kim Sanghee hizo algo increíble aunque es una niña —dijo Kim Hwanseok.

Kim Hoonsang se sentó apoyando su barbilla sobre el mentón.

—Lo sé —afirmó con orgullo—. Estoy enriqueciendo a Goryeo. No puedo creer que haya nacido con esa habilidad.

Lo que el rey quería decir era que solo una mujer hija del rey, podía tener esa cualidad.

—Pero, ¿por qué tienes que hablarme de sus logros?

—Porque creo que debe haber una recompensa que sea propia de una niña.

—¿Eh?

Kim Hoonsang estaba interesado en darle todo lo que quisiera. Excepto por una cosa.

—No la neutralizaré.

—Sí, dar tal honor es un desperdicio para una mujer. —El príncipe estuvo de acuerdo—. Dele un título ligero.

Un título, debo pedir a los eruditos que busquen uno, pensó Kim Hoonsang en cuanto su hijo se marchó.

Acto seguido, se reunió con los eruditos del palacio, sin embargo, en ese momento recibió una carta extensa del primer príncipe, en la que este explicaba como se sentía desde que conoció a Kim Sanghee.

En el texto, su hijo lo saludaba con una frase: «A mi amado padre, el tesoro del reino».

Tras leer eso, tardó menos de cinco segundos en decidirse y dar una orden:

—Daré a la princesa Kim Sanghee el título de «tesoro del reino». Y vamos a organizar una fiesta familiar. Prepárense.

♦ ♦ ♦

Kim Sanghee había tenido pocas interacciones con las princesas desde la «Ceremonia de las Niñas» o, más precisamente, después de la muerte de la princesa Shin Sooyoung.

Además, vivía alejada de ellas, en la biblioteca histórica, en un edificio llamado «El Salón de los Registros» que compartían los eruditos reales.

Su habitación estaba en el piso once. Pocas personas podían entrar hasta allí, pues solo se podía subir usando el maná, ya sea volando o subiendo por el ascensor.

—Lo siento. No puedes pasar después de este punto —anunció un guardia.

—Quítate del medio —replicó otro.

—He venido a ver a la princesa Kim Sanghee…

—No. No puedes, es una orden estricta del príncipe Kim Hwanseok.

Kang Heeah, una princesa de diecisiete años, no tuvo más remedio que darse la vuelta.

Kim Hwanseok, con la aprobación del rey, había ordenado vigilar la entrada. Los hombres podían utilizar el maná para subir, pero las mujeres ni siquiera tenían el poder de abrir una puerta, así que sin un guardia que la acompañara, le era imposible accesar.

Por esa razón, Kim Sanghee no tenía interacción con las otras princesas.

—Aquí viene la princesa.

—Tienes que avisarme antes.

Los dos hombres que custodiaban la entrada desaparecieron. Tenían la orden de evitar ser descubiertos, incluso si tenían que aplicar la técnica que los hacía invisibles y que requería el uso de mucho maná.

Kang Heeah se dirigía a su edificio cuando vio que el príncipe Kim Hwanseok se acercaba. Se apresuró a apartarse del camino e hizo una reverencia.

—Buen día, ¿cómo está? Soy la novena princesa del reino…

—Vete —Pasó de largo.

Kang Heeah tembló, él le dijo «vete», pero su cuerpo estaba paralizado por el miedo. Y más aún cuando vio que Kim Sanghee corría con los brazos abiertos hacia el segundo príncipe.

¡No… No… No…! ¿Cómo es posible que una mujer que será mayor en tres años haga algo así?

—¡Hermano…! —gritó Kim Sanghee.

Tengo que detenerla.

De los cuatro príncipes: Kim Hyungsuk, Kim Hwanseok, Kim Hwansung y Kim Hwanhyuk. El primero era amable, el tercero solo molesto y el cuarto aún era muy pequeño, pero el segundo príncipe era un hombre cruel. Existían muchos rumores sobre su sangre fría y su papel decisivo en la ejecución de la princesa Shin Sooyoung y su madre.

Todos sabían que equivocarse frente a él era igual a firmar tu sentencia de muerte.

¿Por qué Kim Sanghee es tan imprudente? Si el príncipe tuviera una espada en este momento, ya la habría matado.

—Príncipe, pido perdón en su lugar. —Kang Heeah se arrodilló frente a él, con el rostro pegado al suelo—. La princesa Sanghee no ha recibido una educación adecuada porque no ha convivido con las princesas.

Kim Hwanseok miró a Kim Sanghee con expresión fría y la mandó a volar por el cielo por encima del décimo quinto y último piso del edificio del Salón de Registros.

Va a matarla, caerá desde el último piso del edificio y solo será archivado como un accidente, pensó, pero Kim Sanghee no cayó al suelo.

—¿Quién eres tú para disculparte por mi perro?

—Eso es…

—Contesta. ¿No eres solo una mujer insignificante?

Kim Hwanseok tocó el hombro de Kang Heeah y esta se estrelló contra una estatua de mármol. El golpe fue considerable. Una tos se escapó de su boca.

—Recuerda que no tienes derecho a rogar por nadie. —Kim Hwanseok habló con una voz gélida—. Piérdete.

♦ ♦ ♦

Recibí un mensaje del segundo príncipe diciéndome que saliera del edificio. Él era tan molesto. Un niño inmaduro que pretendía ser genial. Siempre dándome órdenes.

Quería golpearlo en cuanto lo vi, pero en su lugar sonreí como si me alegrara de verlo, corrí hacia él con los brazos abiertos, fingiendo haber esperado con ansias verlo.

—Hermano. —Lo abracé—. Sé que estás ocupado, pero por favor, visítame más a menudo.

Por favor, no vengas en absoluto, te lo ruego.

—Príncipe, pido perdón en su lugar. —Escuché una suplicante voz femenina—. La princesa Sanghee no ha recibido una educación adecuada porque no ha convivido con las princesas.

Conocía a la chica. Era la novena princesa, Kang Heeah. Siendo cinco años mayor que yo, ya había tenido su ceremonia de mayoría de edad y era probable que se casara pronto.

¿Qué estaba haciendo ahí?

Ah… claro, las princesas le temen a Kim Hwanseok, reflexioné justo antes de salir volando por el cielo. Aunque estaba acostumbrada a la sensación, seguía sin gustarme.

—¡Oh, dios mío! —grité y antes de darme cuenta, había caído de golpe en mi habitación—. Oh, mi trasero.

Estaba muy enfadada, pero no podía maldecirlo, pues gracias a su maná él podría escucharme. Así que para tranquilizarme, repetí mentalmente que solo era un mal día, me llené de energía y murmuré:

—Quiero volver a ver a mi segundo hermano, ¡tengo que bajar rápido!

No lo vi, pero me imaginé su boca sonriente.

♦ ♦ ♦

Los dos caballeros que custodiaban la entrada se estremecieron cuando Kim Sanghee abrazó a Kim Hwanseok.

—El segundo príncipe, acaba de reír, ¿verdad? —preguntó uno de ellos, confundido.

—¿Eh? ¿También lo viste? Pensé que era un error.

—Entonces… ¿la arrojó al undécimo piso para que no lo viera?

—Eso creo, aunque es raro que no esté herida.

—¿Qué…? ¿Dices que estaba protegida?

—Sí, a esa altura, se habría roto algo sin protección de maná.

—¿La protegiste con maná?

—No, yo no. ¿Pensé que habías sido tú?

—Yo tampoco.

—No puede ser…

Los dos caballeros sacudieron la cabeza.

—Eso no puede ser cierto… ¿Protección de maná sin tocarla? Consume mucha energía.

—Sí, el segundo príncipe no podría haber hecho una cosa tan loca.

La princesa Kim Sanghee, se cambió de ropa y bajó de nuevo al primer piso.

—La chica se cambió de ropa porque quería mostrarle a su hermano un mejor aspecto.

—Eres fea de todos modos —Kim Hwanseok la ignoró y se sentó frente a una fuente.

—Estoy feliz de estar aquí con mi hermano, aunque sea fea. —Se sentó a lado de él.

—Las buenas noticias llegarán dentro de unos días —declaró el príncipe, le dio la espalda y se marchó.

—¿Eh? ¿A qué se refiere? —Ladeó la cabeza confundida.

Él la había citado allí, pero se fue sin darle explicación alguna.

♦ ♦ ♦

La princesa Kang Heeah observó la escena desde lejos.

—Ella… ¿No murió?

Recordaba haberla visto ser arrojada al cielo, pero estaba de nuevo allí, ilesa.

Había rumores de que la princesa Kim Sanghee era especial, por eso no se podía acceder a ella. Incluso se decía que le habían dado la gloria de la neutralización.

Seis días después, Kang Heeah escuchó que Kim Sanghee había recibido el título de Tesoro y que habría una celebración en su honor.

Entonces, todo se aclaró para ella; el porqué Kim Sanghee permaneció oculta del resto de las princesas.

Entendió que todo ese tiempo, la enigmática princesa había sido utilizada, con éxito, para experimentar sobre la neutralización. Por eso el segundo príncipe, Kim Hwanseok, le había perdonado la vida por su osadía.

Tal vez.. La fiesta debe ser para elegir a la siguiente princesa a neutralizar, ¿podré obtener un poco de maná? —pensó Kang Heeah con alegría y tomó una decisión—: Mañana, seré la primera en solicitar ser neutralizada.

Y así, la primera reunión de la familia real comenzó.

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