Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (6)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


—No, ¿por qué demonios fue allí antes de la gran prueba de promoción? —refunfuñó Kwak Kihyun al enterarse que su amigo acudió a una fiesta familiar—. No, no lo entiendo.

No comprendía los sentimientos de su amigo hacia una niña de doce años. No podía ser tan buena como para que él se enamorara de ella. El amor no era común, además, cuanto mejor era un hombre, menos probable sería que se permitiera sentir algo. Y su amigo era el mejor hombre del mundo.

—Imposible. Raro. Es muy raro… —murmuró para sí hasta que se quedó dormido.

♦ ♦ ♦

Kim Hoonsang dio una cordial bienvenida a Han Jinsoo, al genio del reino que incluso pretendía reclutar el Imperio. Luego de la recepción, la animada fiesta siguió su curso.

¿Qué demonios le pasa a Han Jinsoo? ¿Por qué es igual al hombre que amaba en el pasado?, pensó confundida Kim Sanghee

—Tengo algo que decirle. —Han Jinsoo se acercó a Kim Hoonsang.

El rey se acarició el mentón, estaba tan feliz que se planteó la idea dedarle una gota de Furyus al prometido de su hija.

—¿Qué necesitas? —inquirió con una sonrisa.

—Me gustaría tener un momento con mi prometida.

Por un instante, Han Jinsoo sintió sobre su cuerpo la opresión del maná expulsado por el poderoso rey. Él era fuerte, pero era insignificante a su lado.

—¿Por qué? —le cuestionó con serenidad.

¿Fue… una alucinación?, reflexionó Han Jinsoo, al ver la tranquilidad del rey.

—Necesito hablar con ella por un momento.

—¿Los dos? ¿Por separado? —Frunció el ceño.

—¿No se puede? —preguntó con cautela.

En realidad es bueno para el reino que sea mi yerno. Es un genio buscado por el Imperio, sin embargo, la idea de que se acerque a Kim Sanghee no me gusta y no sé por qué.

—No, no hay ningún problema. —Levantó el dedo e hizo volar hacia ellos a Kim Sanghee que tenía una bebida de uva en las manos.

¡Avísame! ¡Casi tiro mi bebida!, gritó para sus adentros la princesa, aunque ni una gota del líquido se derramó.

La habilidad del rey para controlar su maná es… increíble. Ni siquiera puedo compararme, Han Jinsoo alabó al monarca.

La fuerza de un hombre estaba determinada por tres cosas: la cantidad y calidad de maná con la que se nacía y que dependía directamente del linaje, siendo la Dinastía Goryeo la de mayor élite; la capacidad de control, que se desarrollaba a través del arduo adiestramiento y por último; un cuerpo resistente, es decir, ser un recipiente capaz de manejar el poder del maná, característica que también se podía entrenar.

Por ejemplo, el segundo príncipe, Kim Hwanseok, que era considerado un genio, tenía una excelente capacidad para controlar el maná, pero su cuerpo y cantidad de energía eran más bien moderadas. Por otro lado, Kim Hwansung, el tercer príncipe, poseía una excelente cantidad de maná y cuerpo, pero carecía de la capacidad de controlar su poder.

Y el rey de Goryeo, poseía todas las habilidades, las tres estaban bien desarrolladas y equilibradas.

—¡Oh, mi padre! —exclamó Kim Sanghee, agitando los brazos y las piernas.

¿Protección de maná? —El joven observó con detenimiento la ligera capa de maná que envolvía el cuerpo de la princesa—. No puede ser…, es una técnica complicada que consume mucha energía, aún más sin tener contacto y el rey la realiza sin dificultad, pero… ¿por qué la hace?, ¿es solo por precaución?

Kim Sanghee cayó al suelo, ilesa.

—Oh, padre. El corazón de la niña se ha encogido. ¿La chica hizo algo malo otra vez?

—El toque de queda es a las nueve —dijo Kim Hoonsang.

Desde el punto de vista de Kim Sanghee, fue realmente inesperado.

¿Qué quieres decir? ¿A qué te refieres con que el toque de queda es a las nueve? ¡Maldita sea!

Sus dudas fueron aclaradas cuando su prometido le pidió reunirse en privado con ella. Se dirigieron al jardín, caminaron entre los sonidos de los saltamontes. Una especie de luna se alzaba en el cielo estrellado. Era bonito.

Di algo. ¡Es incómodo…! Como mujer, no puedo hablarte primero. Si no ibas a decir nada, ¿por qué me has traído?, ¿por qué sigues buscándome?

♦ ♦ ♦

Miré su rostro, se veía nervioso. Tuve que levantar mucho la cabeza porque era mucho más alto que yo. Han Jinsoo también estaba tardando mucho.

Palabras sorprendentes salieron de su boca.

—Voy a mantener el guiso de pasta de soja hirviendo —susurró, y yo me sorprendí. Con una expresión seria agregó—: ¿Sabes lo que significa?

Sentí como si me hubieran golpeado en la cabeza con un martillo. Aquí no existe el guiso de pasta de soja. Lo que decía no tenía sentido.

¡Demonios!

Ese día, el día que morí, escuché esas palabras de Jinsu.

—Vuelve temprano —murmuró él como si estuviera poseído.

Mi cuerpo comenzó a temblar, el hombre de expresión fría había dicho las últimas palabras que escuché de Jinsu.

No sabía qué decir, renací con los recuerdos de otra vida, de otro mundo, pero nunca hablé de ello.

Se formó un nudo en mi garganta, quería expresar el “te quiero” que jamás le dije, pero la tristeza y la pena se apoderaron de mí.

Han Jinsoo me hizo volar como a un perro.

—¿Qué tienes en los ojos?

—Y-Yo…

Eran físicamente iguales y ahora hablaba como él. Mi mente se quedó en blanco. Contuve mis lágrimas, no quería llorar delante de él.

—Ese es el tipo de cosas… Por favor, no seas tan frío conmigo. Por favor, te lo ruego.

Me miró, yo me quedé perdida en su rostro, iluminado por la luz de la luna. Él levantó la mano derecha y sentí como el mundo se detenía, ya no escuchaba a los saltamontes ni sentía el roce del viento.

—No llores —Me limpió con el dedo índice una lágrima que fluyó. Su expresión era seria—. ¿Qué demonios me has hecho? ¿Por qué se me rompe el corazón cuando lloras?

Las gotas de agua de la fuente se rompieron y se dispersaron. Una fría gota de agua tocó mi mejilla.

Fue de alguna manera ominoso. Tuve la sensación de que algo familiar estaba a punto de pasar.

La puerta del castillo se abrió, la presencia de Kim Hwansung irrumpió en el silencioso espacio. No sonreía como siempre.

Aguanté la respiración por miedo a ser asesinada. Sin mediar palabra, fui llevaba a mi habitación para ser interrogada por mi hermano.

—¿Qué hora es? —preguntó Kim Hwansung

Me apresuré a mirar el reloj de la pared.

—Las ocho… ocho… y cincuenta y ocho minutos.

—¿A qué hora es el toque de queda?

—Oh, a las nueve… Mi padre dijo que era a las nueve.

Tragué saliva. Sabía que estaba en peligro, si lo había hecho enojar, podría matarme sin más.

—¿Ah, sí? —Sonrió hasta que se le podían ver las encías—. Pensé que era a las ocho en punto.

Más tarde, Song Soojin me contó que a las ocho en punto, el bribón se sentó en la habitación y treinta minutos después comenzó a enfadarse hasta que salió en mi búsqueda.

—Duérmete temprano, ¿entiendes?

Era un hipócrita, él me visitaba después de las diez de la noche y ahora le preocupaba mi toque de queda.

Mientras tanto, un gran incidente sobre mí, estaba empezando al otro lado del palacio.

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