Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (3)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


Kim Sangah de cuatro años, debido al maná, estaba más desarrollada que otras niñas, pero seguía siendo pequeña en comparación a su gemelo, Kim Hwanhyuk.

—Entonces, ¿iré contigo? —preguntó Kim Sangah, su pronunciación era perfecta, igual que la de Kim Sanghee a su edad.

—Sí, Sangah va a ir al Imperio conmigo.

—¡Vaya! ¡Estoy tan feliz!

—¿Por qué estás tan emocionada?

—No lo sé. ¡Sangah está feliz de estar contigo! Quiero casarme con mi hermana cuando sea mayor.

Sanghee sonrió, le hubiese gustado tener una cámara para grabar el momento.

—¿No puedes venir conmigo, hermano? —preguntó Kim Sangah.

—No me interesa, no voy a ir. —Hwanhyuk giró la cabeza, enfurruñado.

—Príncipe ven aquí. —Kim Sanghee abrió los brazos mientras se sentaba.

—¿Por qué sigues llamándome príncipe? —Se giró y usó su maná para correr hacia

—Soy una princesa y tú un príncipe. Si te trato de otra manera, seré castigada.

—¿Quién te castigará? Tráelo. Le pegaré. ¡Dolerá mucho!

—¿De verdad?

—Sí, dolerá mucho, ¡voy a pegarle muy fuerte! ¡Le va a doler mucho!

Kim Sanghee le acarició el cabello, una escena inusual. Solo ella podía tocar a los príncipes. Incluso Kim Hwanhyuk, sin ser temible, no era tan gentil con otras princesas. Alex decía que no había registro, en toda la historia del Reino de Goryeo, de un príncipe que fuera consolado en los brazos de una princesa.

—Oye, oye. También acaríciame a mí.

Kim Sanghee sentó a Kim Sangah en una rodilla y a Kim Hwanhyuk en la otra, a ambos les acarició la cabeza, luego, sujetó las mejillas de la princesa y el príncipe se molestó.

♦️ ♦️ ♦️

—¡Por qué, por qué, por qué! ¿Tú puedes ir con mi hermana y yo no?

Kim Hwanseok, en su escritorio, se levantó de su asiento, despertó su maná. Caminó lentamente hacia Kim Hwansung y lo golpeó en la cabeza, este lloró un poco.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que llames a la puerta antes de entrar en mi habitación?

—Perón, estaba tan molesto que lo olvidé.

Hace un momento, Kim Hwansung había pedido al rey acompañar a Kim Sanghee al Imperio, pero este se negó y ordenó a Kim Hwanseok ir en su lugar.

Frustrado, había ido en busca de su hermano para quejarse de lo injusto que era la situación. Luego, regresaron con su padre para hablar.

—Pero yo también soy fuerte. Sería mejor que estuviera allí.

—El maestro Kim Yushin se unirá a nosotros —replicó Kim Hwanseok—. ¿Eres más fuerte que él?

—Bueno, eso… bueno, ¡seré más fuerte en veinte años!

—Será entonces dentro de veinte años, mientras tanto, espera aquí en silencio.

No había razón para que un príncipe acompañara a una princesa.

—Padre, deseo saludar a mi hermano en el Imperio. No me importan las princesas, pero ya que se viajará al exterior, es correcto visitar a mi primer hermano.

—Es una buena idea —concedió el rey.

No, eso es obviamente una excusa, pensó Alex, un tanto divertido.

—Si los dos van, Kim Yushin debe acompañarlos.

—Estoy agradecido de que mi padre se preocupe tanto por mí.

El reino de Goryeo era un país rico y poderoso, pero no era rival para el Imperio, a este, ni todos los países juntos podrían derrotarlo. El Imperio poseía al caballero de Preon, lo que hacía que su seguridad fuera la mejor. No había necesidad de enviar al maestro Kim Yushin, quien además, tenía la misión de proteger al rey y no a los príncipes.

¿Cuándo aceptarán que hacen todo esto porque se preocupan por la princesa Kim Sanghee?, Alex se frustró.

♦️ ♦️ ♦️

Increíble, era la primera vez que subía a un avión desde que llegué aquí.

Casi nadie los utilizaba, eran propiedad exclusiva de las personas muy ricas. Porque, como todo en este mundo, se necesita maná para moverlo, pero en gran cantidad. Al requerir de mucho poder, incluso los caballeros de la Noche se turnaron como pilotos durante nuestro viaje al Imperio, que duró ocho horas.

Miré a mi alrededor. Una vez más, decidí fingir ser una niña de doce años, ingenua y encantadora.

—¡Mira allí, hermano! La casa es muy, muy pequeña, es del tamaño de una judía. ¡Mira allí, hermano! Las nubes están debajo de mí.

—Eres ruidosa… —Vi al segundo idiota ocultar una sonrisa—. ¿Lo único que sabes hacer es hablar?

Siempre es así, solo finge que le molesta, porque si en realidad quisiera que me callará, me silenciaría con magia.

—Hermano, ¿qué pasa si el avión se estrella? ¿Moriré? ¿Es así?

—No morirás.

—Mi hermano es un hombre muy fuerte, así que estará bien, pero una pobre y débil chica como yo, morirá.

—¡No vas a morir!

Con su grito, me estremecí y encorvé un poco los hombros para darle más realismo. Transformé la expresión de mi cara en una de temor. Me esforcé en lucir lamentable, pero Kim Hwanseok no cedió. Debía ser más directa.

—Hermano, ¿puedo pedirte un favor? Sé que es más de lo que merezco, pero…

—Solo dilo.

—Si el avión se cae, hermano, ¿puedes sostenerme fuertemente en tus brazos? Si muero así, no tendré ningún remordimiento en el mundo.

Quería que él dijera que me protegería, pero no lo hizo, solo sonrió.

Sangah se despertó. Se sentía cómoda con las vistas en comparación a otras princesas. Se frotó los ojos y preguntó:

—¿Por qué sonríes, hermano? ¿Hay algo por lo que estés contento?

—No me he reído.

Llegamos al Imperio. Una delegación llegó a saludar al príncipe. Si yo fuera la única allí, no habrían sido hospitalarios, pero no podían prescindir de la cortesía con un príncipe. Sí, el Reino de Goryeo no era tan poderoso como el Imperio. Pero eso no significaba que pudieran menospreciarlo.

Nos alojaron en un elegante hotel, del palacio imperial. El príncipe tenía una habitación en la décimo séptima planta y yo en la quinta. De la décima quinta planta hacia arriba, se hospedaban los invitados especiales y hacia abajo, las personas con menor rango.

La habitación que compartía con Kim Sangah y Song Soojin, no era mala, tenía tres camas, instalaciones para cocinar y un baño. Parecía un complejo turístico corriente.

Descansamos por tres días antes de que mi audiencia con el emperador se fijara. No tenía ni idea de por qué el emperador pidió vernos.

Llamaron a la puerta, debía ser la comida. En el Imperio, la misoginia era peor, ni siquiera permitían a las mujeres comer en la mesa. Y en realidad, ese no sería un problema si nos alimentaran bien, pero no, solo nos servían arroz y algunas hierbas.

—Los platos de acompañamiento están muy bien —comentó Song Soojin.

A Sangah no parecía importarle, solo comió, de forma elegante como siempre.

La puerta se abrió de golpe, sin importar nuestro rango, era inapropiado entrar sin ser invitado; pero se trataba del segundo príncipe, se paró en la puerta ordenó:

—Entra.

Antes de que pudiera replicar, una mujer entró en la habitación con un carro de servicio, la comida estaba apilada en compartimentos, había todo tipo de carne y mariscos.

—Lo he tomado por el camino, así que coman —dijo Kim Hwanseok con elegancia y luego se fue.

La doncella explicó cada uno de los platillos, pero yo no podía pensar con claridad, no podía creer que eso fuera real.

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