Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (4)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


Hace unos minutos, en el ascensor. Kim Hwanseok ordenó que lo llevaran al décimo séptimo piso.

Un hombre operaba el ascensor. Aunque la tendencia era usar piedras de maná para los aparatos y maquinaria más común, en instalaciones de alta gama, se seguía empleando a los humanos para hacer más cálida la atención.

La puerta del ascensor se abrió en el séptimo piso. Kim Hwanseok frunció el ceño.

—Ciérrala.

—Sí, de inmediato —contestó el operador y luego se dirigió a una mujer que esperaba al otro lado—: Oye, tú ¡vete!

La mucama, hizo una reverencia. Las mujeres no tenían prohibido usar el asesor, pues debían trasladar comida y atender a los huéspedes; pero no podían hacerlo cuando un hombre estaba en él y no expresaba su consentimiento de que viajaran juntos. Era claro que, sino trasladaban nada con ellas, debían usar las escaleras.

—Espera —dijo Kim Hwanseok justo antes de que la puerta se cerrara.

—Sí, mi príncipe. ¿Qué puedo hacer por usted?

—Abre la puerta de nuevo.

La puerta del ascensor se abrió y Kim Hwanseok le ordenó a la mujer entrar, ella saludó con deferencia y empujó el carro con comida que llevaba.

—¿Sabes quién se aloja en la quinta planta? —preguntó el joven.

—Sí, mi príncipe. He oído que es la princesa del Reino de Goryeo.

¿Por qué un príncipe habla con una criada? He oído rumores que él es especialmente cruel hacia las mujeres, ¿era mentira? ¿En Goryeo las tratarán tan diferente? 

El príncipe preguntó sobre la cantidad y calidad de las comidas que se servían en el quinto piso, el tipo de guarniciones y cosas así.

¿Por qué demonios le preguntas eso?

—Al quinto piso —indicó Kim Hwanseok.

—Sí, señor, como ordene.

La puerta del ascensor se abrió en el quinto piso, Kim Hwanseok salió y comenzó a caminar por el pasillo.

¿Debo seguirlo? Pero si me equivoco, puedo perder la vida.

—¿No me sigues?

—Sí, ya voy, príncipe —contestó la doncella y a través de un radio que llevaba, habló con alguien—: Por favor, prepara otra comida para el tercer príncipe del reino de Dorex. Esta la tomó el segundo príncipe del reino de Goryeo.

Kim Hwanseok la escuchó, pero siguió con su camino. Las mujeres, que se encontraban en el pasillo, se pegaban a la pared y se inclinaban cortésmente ante él.

¿Por qué ha venido un príncipe al quinto piso?

—Abre.

—Sí, príncipe.

—Lo he tomado por el camino, así que coman —dijo Kim Hwanseok con elegancia y luego se fue.

¿Qué? ¿Tomó la comida de un príncipe para dársela a unas mujeres? No importa lo pequeño que sea el reino de Dorex comparado con el reino de Goryeo, esto puede generar un conflicto diplomático. Voy a tener que callarme o la responsabilidad caerá sobre mí, decidió la mujer.

—El príncipe Kim Hwanseok me ordenó que trajera esto.

La mucama explicó cada uno de los platillos, pero en su mente, aún reflexionaba sobre lo ocurrido, había presenciado un hecho irreal: un príncipe se ocupaba de la alimentación de una princesa.

Más tarde, en la habitación de Kim Hwanseok.

—Siempre elabora dos porciones de comida para mí.

—Sí, mi príncipe.

—Y lleva lo que me sobre a Kim Sanghee, en el quinto piso.

—Sí, mi príncipe.

La doncella estaba conmovida por la bondad del príncipe. Imaginó a Goryeo como un reino ideal para vivir. Ignorante de la personalidad de Kim Hwanseok, a quien las princesas le temían, lo consagró como el hombre más gentil y maravilloso del mundo.

♦️ ♦️ ♦️

Un día antes de mi audiencia con el emperador, estaba muy nerviosa. En el Imperio, la supremacía masculina era más marcada y eso me daba miedo.

¿Qué debía hacer?

—La princesa es muy, muy hermosa —exclamó Song Soojin, mientras me peinaba.

—¡Hermano! —grité de emoción en cuanto vi al primer príncipe entrar en la habitación.

—Sanghee, no esperaba ver tu cara en el Imperio.

Sonrió y abrió los brazos, yo me lancé a ellos. Él me besó en la frente y con cuidado, me bajó al suelo.

—Casi te doy una palmadita en la cabeza, estuve apunto de arruinar tu peinado.

Así que por eso sentí su saludo menos afectuoso. No importa lo que haga, él seguirá siendo mi favorito, mi única esperanza.

—Oh, mi princesa. Te has puesto más bonita. ¿Cómo te vas a casar conmigo si te sigues poniendo tan hermosa?

—¡Hermano! Lo dices solo avergonzarme.

En realidad, si me avergonzaba actuar como una niña, cuando treinta años.

Sangah corrió hacia él, con los brazos abiertos.

—¡Hermano!

A ella también la abrazó y besó en la frente.

♦️ ♦️ ♦️

En cuanto Kim Hyungseok supo que estaban en el Imperio y dado el motivo de la visita, solicitó poder acompañar a las princesas en su audiencia con el emperador. El Imperio no tuvo más que ceder, no tenía una excusa contundente para desestimar su petición.

Hwanseok era inteligente, pero inexperto para guiar a Kim Sanghee y Kim Sangah. Las dos princesas habían crecido en un ambiente desconocido para el resto de las mujeres y del mundo. Al primer príncipe le preocupaba que cometieran un error.

Sangah podía usar maná y su estatus era un poco diferente, pero en el caso de Sanghee, incluso una palabra podría ser algo muy peligroso. Quizás el emperador planeaba inducir una situación en la que la princesa fuera descortés y usarla como excusa para ganar una ventaja política.

Tengo que estar ahí para ti. 

Kim Sanghee no sabía todo lo que Kim Hyungseok había planeado, pero se sentía aliviada de tenerlo a su lado.

El emperador decidió que vería a las princesas por separado. La reunión de Kim Sanghee con él se adelantó para ese mismo día; Sangah lo vería al día siguiente.

Las paredes del salón de la corte estaban bañadas en oro; los pulcros pilares de mármol, reflejaban la luz de los majestuosos candelabros. Decenas de escalones dorados se apilaban hasta una enorme y brillante silla de oro, en la que estaba sentado el emperador.

—Así que, tú eres la famosa Kim Sanghee.

—Saludo al emperador, el noble sol. Es un honor que conozca el nombre de tan humilde niña.

—No más formalidades… Ven aquí.  —Nerviosa, Kim Sanghee caminó hasta el pie de la escalera—. Acércate.

—¿Cómo puedo osar, poner mis sucios pies en la escalera del sol?

—Ajá, no haces lo que se te indica.

Kim Sanghee miró a Kim Hyungseok. Él asintió y ella comenzó a subir. Cuando estuvo un escalón por debajo del emperador, se arrodilló.

—Levanta la cabeza. Así no puedo ver tu cara.

Ella sintió su cuerpo helarse, una mujer no podía ver directamente a un hombre, menos al emperador. No quería que la ejecutaran por ser descortés, pero tampoco por desobedecer. Alzó la cara, pero bajó la mirada.

—Bueno, eres una mujer bastante bonita. Eres la prometida Han Jinsoo, ¿verdad?

—Es más de lo que puede pedir alguien tan humilde como yo.

—Sí, Han Jinsoo se merece lo mejor. Es un hombre fuerte, estimado por este Imperio.  —Sonrió—. Levántate. Acércate.

¿Qué demonios le pasa? ¿Por qué me quiere más cerca? 

—Pégame —ordenó el mocarna.

—¡Su Majestad! —gritó Kim Hyungseok, esperaba al pie de la escalera, pero subió unos peldaños.

¡¿Qué le pasa?! ¿Desea generar un conflicto con nuestro reino? ¿Conoce la habilidad de Kim Sanghee? No, no puede ser ¿por qué le interesaría algo tan trivial? Sanghee. Por favor. Quédate quieta. Por mucho que lo pida, nunca, nunca lo hagas. Si el caballero de Preon interviene, el reino de Goryeo podría recorrer el camino de la destrucción.

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