Dinero de consolación – Capítulo 10: Un poco de la novela

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


Vi a la hija del Conde llorando en la glorieta, que estaba rodeada de flores en plena floración. Al principio, pensé que alguien había invadido mi lugar para tomar la siesta. En esos momentos, me sentía un poco enfadado dado a que no importó cuánto me esforcé, comparado a lo afectuosa que era mi persona amada con ese hombre, todo había sido para nada.

Coincidentemente en ese tiempo me enteré de que la hija del Conde, quien se encontraba llorando con un rostro inexpresivo en la glorieta, era la ex prometida del hombre que mantenía una afectuosa relación con la persona en lo profundo de mi corazón. Ella estaba pasando por las mismas circunstancias que yo. Y por un capricho, decidí hablarle.

En esa normal glorieta, sentí como si hubiese olvidado cómo hablar, mientras me dirigía a esa chica que lloraba con un rostro inexpresivo.

—La manera en que lloras te hace parecer una muñeca.

La chica me miró e inmediatamente después de eso, se recompuso hasta volver a su yo usual. Al día siguiente, y al siguiente a ese, y varios días después de esos, usé un tono similar para hablarle.

Cielos, no sé cuántos días pasaron hasta que por fin abrió la boca.

—Su Alteza, no necesita preocuparse por mí.

Esas fueron sus primeras palabras y aun así, por alguna razón, su voz logró cautivarme.

¿Qué clase de hermosa voz es esta?

Desde ese momento, le hablé todos los días. Aunque era deprimente, quería que me mirase aún si sólo fuera por un segundo.

—Su Alteza, usted ama a esa chica, ¿verdad? Cada vez que me habla, la recuerdo y eso es muy doloroso. Por lo tanto, por favor, déjeme sola.

— ¿Te diste cuenta? Hoy es el día en que me has hablado más.

— ¿Es que Su Alteza no se da cuenta? Yo soy la mujer que estuvo acosando al objeto de su devoción.

A mi pesar, me estaba riendo. Me alegraba ser capaz de escuchar su voz.

—Incluso yo tengo que esforzarme para convivir con el primogénito del Marqués. También tuve ganas de matarlo mientras lo veía estar con ella. El sentimiento de amor es único en su tipo, ¿eh?

La abracé mientras acariciaba su cabeza y sonreía.

—No eres la única, yo también estoy pasando por lo mismo.

Al escuchar mis palabras, por primera vez, esta chica comenzó a llorar en frente de mí. Escuchar su llanto me hizo pensar en algo.

Quiero protegerla.

En este momento, entiendo por qué esa chica (la Heroína) no se dejó llevar por los deseos materialistas que yo podía darle. Quería, desde el fondo de mi corazón, traerle felicidad a esta chica.

La abracé por un rato antes de que ella me pidiera que la soltara. Se estaba sonrojando. El que una mujer que siempre mostraba un semblante frío, se volviera tan tímida, la hacía ver tan linda para mí. La miré mientras le susurraba.

— ¿Te encuentras bien ahora?

—Sí, Su Alteza. Estoy realmente agradecida con usted. Creo que el que pudiera ser capaz de cambiar mis sentimientos fue gracias a usted. Seguramente, habrá muchos otros hombres tan gentiles como Su Alteza en este mundo, ¿verdad? Me gustaría vivir mi vida desde ahora mientras miro hacia el futuro.

Su rostro antes, cubierto de lágrimas, fue reemplazado con una sonrisa. En el momento en que la vi, me cubrí los ojos con mi mano derecha. Había sido un malentendido, en realidad nunca había estado enamorado de esa persona. ¡Sólo se trató del mismo sentimiento que tiene un niño que se niega a dejar ir sus juguetes! En vez de eso, quería ayudar y proteger sin importar qué a esta chica que se encontraba frente a mí, a esta amada persona mía. Este sentimiento es amor verdadero…

♦ ♦ ♦

—Señora Mathilda, ¿esto no hará que el príncipe luzca como una persona sin corazón?

— ¡¿De qué está hablando, señorita?! ¡Las mujeres no son el tipo de criaturas a las que les gustará un hombre que rápidamente abandona a su viejo amor por uno nuevo! ¡Por eso debemos ajustar la trama, para hacer parecer que el amor que sintió anteriormente, fue en realidad un malentendido y, que el real es el que encontró con esta persona!

Estaba un poco estresada por esto, pero ya que no conozco mucho sobre la vida en sociedad, creo que es mejor que deje que la señora Mathilda lo escriba como ella quiera.

—Ya veo. Creo que la continuación de esto va a ser bastante divertida.

— ¡Déjemelo a mí, señorita! ¡Le demostraré que puedo hacerla feliz!

Ehh. Señora Mathilda, esta historia parece despedir un intenso olor a popularidad. No hay duda de que las ventas aumentarán nuevamente. El incremento en las ventas, es esta la felicidad de la que habla, ¿verdad?

La señora Mathilda y yo, ambas teníamos sonrisas inapropiadas en nuestros rostros.

4 respuestas a “Dinero de consolación – Capítulo 10: Un poco de la novela”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido