Traducido por Lugiia
Editado por Anyi y YukiroSaori
Todos nos sentimos aliviados después de que el Día de la Fundación Nacional terminara sin incidentes.
La pacífica vida diaria se reanudó después de que el príncipe Schnei y los otros hombres bestia regresaran sanos y salvos a su país. Sin embargo, no se sabía si los próximos días procederán de la misma manera.
Su Alteza parecía haberle preguntado a mi hermano si quería algo por su excelente preparación y gestión del evento nacional.
—Entonces, ¿me dejaría golpearle con todas mis fuerzas? —respondió mi hermano, sin un ápice de vacilación, debido a que cayó enfermo por el agotamiento durante las preparaciones.
Los caballeros que custodiaban el castillo me informaron de que mi hermano mayor, quien persiguió a Su Alteza mientras gritaba, tenía una sonrisa de satisfacción muy agradable.
Sin embargo, los caballeros parecieron fingir no ver la conmoción.
Me pareció que mi hermano actuaba en casa como de costumbre, pero su estrés parecía haberse acumulado considerablemente.
Cuando fui a ver al príncipe para pedirle una semana libre para mi hermano, lo encontré atado a su silla con el rostro pálido.
—Bueno, has estado llamando bicho raro al señor Michael, pero supongo que tú también eres una especie de bicho raro.
—¡Esto es un malentendido! ¡No es que me guste que me aten así! Roland no quería que huyera, por eso me ató a esta silla.
—¿Intentó escapar?
—Bueno, yo…
Me acerqué lentamente a él.
—Me gustaría consultar algo con usted, Su Alteza.
—¿De qué se trata?
—Quiero que mi hermano tenga vacaciones.
Cruzando los brazos, él comenzó a considerar mis palabras.
—Es cierto que Roland está sobrecargado de trabajo, y la limpieza después del Día de la Fundación Nacional no es una tarea fácil. ¿Cuánto tiempo de descanso estás solicitando? No puedo permitirme que se tome un largo descanso.
—¡Una semana!
Su Alteza se reclinó en su silla, exhalando profundamente. Era una visión muy extraña, ya que estaba atado con una cuerda.
—Eso es demasiado tiempo. Puedo dar como mucho tres días.
—Una semana. No cederé —exclamé, causando preocupación en él—. Te ayudaré, así que, por favor, déjale una semana de descanso.
—Entiendo. A cambio, tienes que ayudarme de verdad —dijo con un suspiro.
Desde luego, no tuvo más remedio que acceder a mi petición. Su impotencia se reflejaba en su rostro.
En ese momento, lo besé suavemente en la mejilla e hice un gesto con la mano ante la expresión de sorpresa en su rostro.
—¡Gracias! Volveré a visitarte cuando hayas decidido tomarte un día libre en el trabajo.
Él se tocó la mejilla donde le había besado y sonrió tímidamente.
—Lo siento, ¿podrías desatar esta cuerda?
Después de considerarlo un momento, me acerqué a él.
—No huirás, ¿verdad?
—No lo haré. Trabajaré como es debido.
Ante sus palabras, no tuve más remedio que desatar la cuerda. Sin embargo, en ese instante, él sujetó mi mano y tiró de mí hacia él.
Sorprendida por el repentino impulso, perdí el equilibrio y caí sentada en su regazo.
—¡Su Alteza!
—Si quieres besarme, hazlo en los labios la próxima vez —dijo, acercando su rostro al mío y riendo con alegría.
Cerré los ojos apresuradamente, pero por mucho que esperé, no sentí ningún beso. Entonces, abrí mis ojos y…
—¿Príncipe Rudnick? ¿Qué le está haciendo a mi hermana?
Mi hermano estaba de pie junto a la puerta con las venas sobresaliendo de su piel.
Mi rostro comenzó a arder ante la vergüenza de haber sido descubierta.
—Um, Roland, escúchame…
—Sí, te escucho. Dime, ¿qué intentabas hacerle a mi hermana?
Su Alteza intentó buscar las palabras para explicar la situación.
—¡Roland, estás sobrecargado de trabajo! ¿Por qué no te tomas un descanso? Mientras tanto, ¡Julia ha dicho que ayudará!
Mi hermano entró en la sala; se acercó a nosotros y golpeó los documentos que traía sobre el escritorio del príncipe.
—¡¿Tratas de deshacerte de mí, para poder trabajar mientras tienes a mi hermana sentada en tu regazo todo el tiempo?!
—¡Yo no he dicho eso!
Mi hermano me quitó de su regazo, y luego, con un rápido movimiento, me colocó detrás de él como si me estuviera protegiendo.
—¡Julia, aléjate de esta bestia!
—U-Um, pero Hermano, tus vacaciones…
—¡Es mejor para mí seguir trabajando que ponerte en peligro! —insistió, negándose a tomar tiempo libre del trabajo.
Lo único que quería era que descansara para que pudiera recuperarse de manera adecuada. No obstante, previendo que su terquedad se impondría, ideé un plan.
♦ ♦ ♦
—Las cosas terminaron de esa manera, así que me gustaría solicitar su colaboración, señorita Monika.
Fui a casa de la señorita Monika y solicité su ayuda encarecidamente.
—No estoy segura de si puedo ayudar a Roland, ¡pero de igual forma haré cualquier cosa por él!
Logré que se comprometiera con mi plan, así que sonreí.
—Entonces, señorita Monika, se alojará en mi casa durante una semana. Ya que es mi mejor amiga, ¡me aconsejará en mi aventura amorosa!
—¿Qué?
En pocas palabras, mi hermano, que volvía agotado del trabajo, ¡sería recibido por la linda y adorable señorita Monika! ¡Apuesto a que se sentiría renovado!
Después de explicarle el plan en detalle, aunque ella dudaba de que funcionara, asintió con la cabeza.
Y así, comenzó el plan. Para aprovechar al máximo esta condición favorable, fui a pedirle permiso a sus padres, para que se quedara a dormir con nosotros durante una semana.
♦ ♦ ♦
Dos horas después de la hora prometida, mi hermano por fin llegó a casa.
—Bienvenido de regreso, Roland.
Mi hermano se quedó atónito un momento después de abrir la puerta.
—Debo de estar muy cansado, ya que puedo ver una alucinación de Monika —murmuró.
—Um, Roland, no soy una alucinación. Soy real.
La señorita Monika tomó la mano de mi hermano y se la llevó a la mejilla.
¡Qué gesto tan bonito!
¡Lo añadiré a las próximas “Obras Completas Sobre Magia de Belleza Para Todas las Mujeres”!
Mi hermano la abrazó suavemente y luego me miró.
—¿Puedo llevarla a mi habitación?
—¡Por supuesto que no, hermano!
—¿No…?
A pesar de la mirada extremadamente decepcionada de mi hermano, la señorita Monika parecía estar eufórica.
—Hermano, la señorita Monika se quedará aquí una semana a partir de hoy. Puedes tener una muestra de lo que se sentirá vivir como recién casados, pero no puedes llevarla a tu habitación, ¿vale?
Le recordé la condición para que ella pueda quedarse a dormir. Sin embargo, mi hermano seguía abrazándola tan feliz mientras acariciaba su cabello.
♦ ♦ ♦
La estadía de la señorita Monika transformó la semana en algo increíble.
Gracias a ella, mi hermano llegaba puntual a casa y, aunque nunca le costaba despertarse por las mañanas, no se despertaba hasta que ella venía a despertarle.
Día tras día, el cutis de mi hermano mejoraba gradualmente.
El poder de la señorita Monika era asombroso.
Volví a darme cuenta de que la única esposa adecuada para mi hermano, no era otra más que ella.
♦ ♦ ♦
Y así, una semana pasó en un abrir y cerrar de ojos.
—Señorita Monika, ya no estará aquí a partir de esta noche. Qué pena.
—A pesar de eso, me alegro que se sienta de esa manera respecto a mí.
Como había sido una rutina diaria para nosotras pasar la tarde tomando el té mientras esperábamos a que mi hermano volviera a casa, me sentí sola al pensar que ella se iba hoy.
—Mi hermano también se recuperó gracias a usted.
—Pero yo no hice nada.
—Señorita Monika, parece que usted y mi hermano se llevan bien —dije, dándole un sorbo a mi té rojo.
—¿No es eso cierto también para usted y el príncipe? —Monika me sonrió.
—¿Puedo pedirle un consejo?
—Por supuesto.
—El otro día, estaba sentada en el regazo de Su Alteza. Él estaba a punto de darme un beso a la fuerza, pero mi hermano nos sorprendió. Desde entonces, no me permite ir a verlo. ¿Qué debo hacer? —pregunté luego de tragar mi té.
La señorita Monika se atragantó con el suyo. Me apresuré a frotar su espalda, mientras ella tenía un ataque de tos.
—Siento haberle pedido un consejo tan extraño.
Con los ojos llorosos, la señorita Monika se aclaró la garganta.
—¿Su Alteza la sentó en su regazo, Julia? Eso sería algo inimaginable para Roland.
—Algo inimaginable… Entonces, es complicado.
Al ver que me alteraba, ella intentó calmarme.
—Bueno, sé que Roland haría algo así si se lo permitieran. ¡Por lo tanto, creo que no es justo para él evitar que Su Alteza haga lo mismo con usted! —dijo muy segura de sí misma—. ¿Quiere verlo, señorita Julia?
—Sí. —Asentí con la cabeza y la señorita Monika sonrió entusiasmada.
—Aunque Su Alteza y yo somos amigos de la infancia, nunca supe que tuviera el deseo de sentar en su regazo a la mujer que ama.
—Lo mismo pasa con mi hermano. Nunca supe que se comportaría así con la mujer que ama.
Ella sonrió tímidamente ante mis palabras.
—Da escalofríos que alguien que no nos interese haga eso, pero se siente especial si lo hace alguien a quien amamos. ¿No considera lo mismo?
—Aunque sigue siendo vergonzoso. —Sonreí con amargura.
—¡Por supuesto, a mí también me da vergüenza! Pero pensar que Roland me trata como a alguien especial, me hace feliz, aunque sea vergonzoso.
Hablando de eso, no conocía los detalles de cómo Su Alteza trataría a una mujer.
Sería muy feliz si esa fuera su forma especial de tratarme.
—Creo que debería sentirme feliz.
—¡Me alegro que lo entienda, señorita Julia! —dijo sonriendo alegremente—. Entonces, ¿cómo convenzo a Roland de dejarme ver a Su Alteza?
Me hizo feliz que ella quisiera ayudarme adecuadamente a resolver mi problema.
♦ ♦ ♦
Cuando mi hermano regresó del trabajo, ambas lo recibimos como de costumbre.
—Estoy de regreso.
La señorita Monika evadió suavemente con una sonrisa el intento de Roland de abrazarla.
—Roland, no deberías tocarme.
—¡¿Por qué?!
La desesperación estaba teñida en su rostro.
—He oído de la señorita Julia que intentas evitar que el príncipe se reúna con ella. ¿Es cierto?
Mi hermano se puso nervioso ante sus palabras.
—No, eso fue por su bien.
—¿Ella te pidió ayuda, Roland? —preguntó la señorita Monika señalando con el dedo a mi hermano. Con expresión estricta, siguió sermoneándole—. ¡Julia y Su Alteza están prometidos! Tienen una relación que les permite coquetear el uno con el otro. Comparados con nosotros, ¡están en una posición mucho más favorable para que se les perdone ese tipo de contacto y palabras!
¡Así es!
Oh, es cierto, todavía no están comprometidos. Me había olvidado de ese detalle por lo cercanos que son.
—Estoy del lado del príncipe porque somos amigos de la infancia.
Ante sus palabras, mi hermano se congeló con una expresión preocupada.
—¡Y Julia es mi mejor amiga! Como su hermano, ¡por favor, no te metas en su relación, Roland!
—No estoy tratando de interponerme.
—He oído que estás impidiendo que se vean.
—Hasta que Su Alteza reflexione sobre lo que ha hecho.
La señorita Monika suspiró profundamente.
—Entonces, tú tampoco deberías tocarme hasta que él termine de reflexionar.
Era obvio que mi hermano no podía escabullirse de la conversación.
—Pero, ¿qué hay de mi consuelo…?
—Si no te gusta, prométeme que no interferirás con ellos aunque estén coqueteando —dijo la señorita Monika, sonriendo.
Su estrategia fue más eficaz de lo que pensé.
—Comprendo. Julia, por favor, prométeme que coquetearás modestamente —dijo mi hermano a regañadientes mientras sujetaba su puño con fuerza.
—Si estás coqueteando con la señorita Monika, por favor, hazlo modestamente también.
—T-Tenemos un trato.
Mi hermano parecía odiarlo, pero asintió con la cabeza.
Y así, el último día de estancia de la señorita Monika en nuestra casa, llegó a su fin.
♦ ♦ ♦
Al día siguiente, horneé dulces y me dirigí al castillo.
Cuando llamé a la puerta del despacho de Su Alteza, oí que una voz me permitía entrar.
Al abrir la puerta, me encontré con él leyendo con atención los documentos y trabajando en silencio.
Hoy no parecía estar atado con una cuerda.
—¿Por qué no te tomas un descanso?
Cuando le llamé, Su Alteza me miró bruscamente.
—¿Estoy alucinando?
—No lo creo. He hecho cupcakes. ¿Tomamos un descanso?
Él se levantó lentamente, se acercó a mí y me abrazó.
—Tu existencia es demasiado importante. Nunca pensé que me sentiría tan solo por no poder ver tu rostro.
Me hizo feliz que se sintiera solo sin mí.
—¡Yo también quería verte!
Ante mis palabras, me sonrió suavemente.
—Pensar que puedo oír palabras tan dulces viniendo de ti… No estoy soñando, ¿verdad?
—¿Primero una alucinación, y ahora un sueño? De verdad, ¿por qué no te tomas un pequeño descanso?
—¡Esa forma indiferente de hablar significa que eres real!
Él palmeó alegremente mi cabeza; lucía agotado.
—Pareces cansado. ¿Estás bien?
—Lo estoy. Roland es un esclavista.
Solté una risita.
—¡No se puede evitar! Mi hermano es el hijo mayor del conde Knocker.
—Pues no es más que un persuasivo —murmuró Su Alteza.
—Prepararé un poco de té —dije, frotando su espalda.
—Me privaron de ti, Julia. Por favor, quédate aquí un rato más.
Puede que él no se diera cuenta, pero mi corazón no paraba de latir al oír su dulce voz.
—Gracias a la señorita Monika, hoy pude venir a visitarte.
Comenté lentamente lo que había pasado durante la semana.
—¡Definitivamente envidio a Roland!
—Es algo maravilloso tener a la señorita Monika esperando cuando llega a casa, ¿verdad?
—No es eso. —Su alteza besó ligeramente mi nuca—. Es maravilloso tener a la mujer que amo esperando en casa.
¿Ah, sí?
Es cierto, yo también estaría feliz si él me saludara cuando llegara a casa.
—Oh, sería agradable tenerte aquí en el castillo durante una semana. Aunque si me reconfortarías o no es otra historia.
—No quiero eso.
Él se sorprendió al oír mi respuesta.
—¿Qué? ¿Es porque no puedes trabajar en el castillo?
—No.
—Entonces, ¿por qué?
Froté mi frente contra su pecho y dije:
—Sería difícil decir adiós después de eso. Creo que sería insoportable saber que tengo que irme cuando termine la semana.
Al oír mis palabras, me abrazó muy fuerte.
—¡Oh, vaya! Eres demasiado adorable, Julia. ¡De verdad!
Después de estar abrazados por un momento, preparé un poco de té.
Nos impedirán volver a vernos durante un tiempo, si mi hermano nos atrapaba de esa manera.
—Me sentía muy aburrido cuando no podía verte, Julia.
—Yo también.
Su Alteza soltó una risita.
—La verdad es que me arrepentí de no haber coqueteado más, mientras estuvimos en Laofan.
Me sorprendió bastante su comentario, ya que no sabía que diría algo como “coquetear”.
Como si mi disgusto se hubiera transmitido, él me miró y sonrió.
—Bueno, podría ser bueno para nosotros coquetear sin que Roland se entere.
Su comentario se sintió como un pinchazo en mi corazón.
—Está bien, nos lo tomaremos con calma.
—Es probable que me rompas el corazón si dices eso. —Ante sus palabras, repliqué con expresión seria, pero él se apresuró a volver a su escritorio—. Sí, en efecto, eso sucederá.
Su Alteza se sentó en su escritorio y levantó lentamente la cabeza.
—¡Ganaré la próxima vez!
—¿Estábamos en algún tipo de competencia? —pregunté, pero no quiso responder.
Entonces, en el palacio comenzó el rumor de que éramos una pareja comprometida, con una relación muy íntima.