Traducido por Dea
Editado por YukiroSaori
Mi querida señorita luce realmente feliz estos días.
La razón es simple. Su compromiso con mi hermano jurado, Rud, está yendo bien.
Se volvieron más cercanos durante el viaje al reino vecino.
Pensé que ella estaría más sorprendida, pero no parece ser así. Más bien, se ha vuelto más linda, y él, mucho más interesante; me contagian su felicidad.
Incluso ahora, la señorita sigue siendo la más importante. Rud es igual de distinguido.
—Ya veo. Entonces la señorita no escogió al joven maestro Mi, ¿eh?
—No se puede evitar. Es mi hermano menor jurado, después de todo.
La persona que me está escuchando ahora es una señora mayor que estaba dejando medicinas en el orfanato.
Creo que tiene más de 80 años.
Ella tiene cabello blanco y una cara arrugada.
Su estatura es baja y encorvada. Todos los niños la llaman bruja… Supongo que soy el que comenzó a usar ese apodo.
Ella es como una consejera para mí desde que empecé a estudiar en el orfanato.
—La joven señorita no sabe juzgar a las personas.
—No. Por el contrario. Creo que él me hubiera gustado si yo fuera una mujer. Mejor dicho, supongo que sería feliz si no fuera él. Pero estoy contento de que lo sea. Estoy seguro de que la va a hacer feliz, más de lo que yo podría.
La anciana acaricia suavemente mi cabeza.
—Es un buen hombre, joven maestro Mi. ¡Ten confianza! Aquí, toma algunos dulces.
Con eso dicho, me extendió una montaña de golosinas. Me pregunté de dónde los había sacado.
—No puedo comer tanto.
—Amas los dulces, ¿no es así, joven maestro? Si no puedes terminarlos, ¿por qué no los compartes con los niños?
—Si fuera 20 años más joven, intentaría ligar con usted, Abuela.
Ella se sonrojó un poco ante mi comentario.
—¡Deja de hacer el tonto, mocoso descarado!
Por favor, deja de ocultar tu timidez tirándome dulces.
Pero gracias a ella, estaba mejor.
Debo hacer todo lo posible para que mis personas favoritas se lleven bien para siempre.
—Abuela, escuche.
—Mm… Estoy ocupada.
—La ayudaré si está ocupada.
—Bueno, no estoy tan ocupada…
A pesar de que no sabía si su reacción era sincera o no, era algo lindo y de alguna manera me hacía sentir seguro.
Después de todo eso, los niños se abalanzaron y cogieron los caramelos. Cuando me di cuenta, lo único que quedaba en mis manos eran los dulces que me había arrojado antes.
Estaba sorprendido porque amo los dulces que la Abuela hace. Pero debido a que ella estaba mirando a los niños con una expresión cariñosa y feliz, lo dejé pasar. Puse un caramelo en mi boca.
—¡Abuela, la próxima vez haz golosinas solo para mí!
Ella frunció el ceño, y luego se rio.
Aun así, estoy muy seguro de que la próxima vendrá con más caramelos, como los abuelos que quieren ver las expresiones de entusiasmo en los rostros de sus nietos.