Traducido por Lily
Editado por Anyi y YukiroSaori
Eran vacaciones escolares y fue un hermoso día.
En días como este, me gusta ir al puerto a buscar un nuevo vendedor ambulante y firmar un contrato.
Sin embargo, temprano en la mañana, Su Alteza me había avisado que nos reuniríamos hoy, y se había decidido de manera apresurada.
En el pasado, esta habría sido una invitación extremadamente molesta.
Pero ahora, estaba un poco feliz al respecto.
También me avergoncé cuando los sirvientes de la casa me miraron de manera cálida, mientras comenzaba a prepararme con rapidez para salir después de que llegara el mensaje.
Aún así, quería que Su Alteza pensara bien de mí, así que me vestí. Supongo que ya estoy sufriendo de un caso terminal de la enfermedad del amor.
Me vestí con un vestido azul y un abrigo de puntos negros para salir; zapatos de cuero azul oscuro, con cabello recogido en una sola trenza.
—Julia, realmente te estás metiendo en eso.
Mientras me miraba frente al espejo, mi hermano se acercó a mí.
—¿Pasa algo?
—Estás incluso más bonita que de costumbre. Sería una pena mostrárselo a Su Alteza, así que hagamos que regrese al castillo.
—Hermano.
Por la forma en que mi hermano está hablando, parece que Su Alteza ya ha llegado.
—¿No has venido a llamarme? —dije con un resoplido.
—Qué Su Alteza espere.
—No, no podemos. Estamos tratando con la realeza aquí.
Mi hermano me acompañó con una mirada de disgusto en su rostro.
Cuando llegué a la entrada de la casa, vi unos pantalones gris oscuros y una camisa sencilla con ribetes.
Su Alteza me estaba esperando, vestido con una chaqueta gris claro.
Creo que es injusto de su parte vestirse tan bien.
Su Alteza finalmente se dio cuenta de que me acercaba y abrió la boca, pero no salió ninguna palabra y me miró estupefacto.
—¿Hay algo malo?
Cuando le pregunté al respecto, se tapó el rostro con las manos.
—¿Un vestido? ¿Un cabello tan arreglado? —Su Alteza me murmuró en voz baja, a pesar de mi inquietud.
—Es una trampa, ¿Julia se arregló para salir contigo? Nunca sabes lo que está tramando… No seas tan fácil de complacer.
¿Puedes simplemente ser feliz?
—¿Su Alteza?
—¿Sí?
—¿Me queda bien? —le pregunté a Su alteza, que todavía sostenía su rostro, tímidamente, queriendo estar segura.
Su Alteza me miró mientras retiraba lentamente la mano de su rostro.
—Te queda tan bien, que pensé que mi corazón se detendría.
¿Puedo tomarlo como un cumplido?
No, tiene que ser un cumplido.
Bien.
Mi boca se aflojo de manera involuntaria.
—Muy lindo…
Me sorprendió escuchar una extraña voz proveniente de Su Alteza.
—Su Alteza, ¿se encuentra bien?
Cuando pregunté de manera apresurada, habló con una cara ligeramente enrojecida que lucía bien.
Mi hermano agarró a Su Alteza por el cuello de la camisa con un movimiento fluido, y dijo con una sonrisa maravillosa:
—Aunque ella es tu prometida, todavía no es tuya, así que por favor no hagas nada ofensivo. El toque de queda es a las tres de la tarde.
—Nunca antes había oído hablar de un toque de queda, y ella siempre sale a caminar, incluso después de esa hora también.
—Confío en Su Alteza para respetar el toque de queda.
—Escúchame.
Mi hermano y Su Alteza se miraron.
—¿No estarías triste si te dijeran que tu toque de queda es a las tres cada vez que sales con Monika?
Mi hermano tragó saliva y Su Alteza lo miró triunfante.
—Y si encuentro un gran producto y quiero firmar un contrato, ¿no sería virtualmente imposible un toque de queda a las tres? No importa qué tan buena sea en negociar, sería difícil.
Mientras intentaba persuadir a mi hermano, Su Alteza me dirigió una mirada de resentimiento por alguna razón.
—¿Qué pasa…?
—¿Sabes lo que es una cita?
—Mi agenda para hoy era revisar las mercancías en el puerto, hacer compras y firmar contratos. La invitación de Su Alteza fue una irregularidad que se decidió hace apenas unos minutos. Entonces, ¿qué pasará cuando me encuentre con un producto que me atraiga… ya lo sabes, verdad?
Su Alteza dejó escapar un profundo suspiro.
—Tú realmente no cambias.
♦ ♦ ♦
Así empezó una cita entre Su Alteza y yo.
En primer lugar, caminamos por la ciudad.
Esto es lo que llamamos escaparate de compras.
Su Alteza me ofrece un producto que creo que se venderá bien.
—Creo que te gustaría eso.
—¿Me equivoco?
—No exactamente… Si puedo preguntar, ¿conoces todas mis preferencias?
Su Alteza sonrió.
—Te interesa lo inesperado y creo que puedo descifrar la mayoría de tus preferencias, si no es que todas.
No es ningún secreto que pensé que sería un comentario espeluznante, si viniera de un amigo cercano habitual.
Pero cuando Su Alteza me dijo esto, me sentí muy feliz.
Apreté mi boca, que estaba a punto de soltarse, pero Su Alteza parecía insatisfecho.
—No luzcas tan triste.
—No sé mucho acerca de los gustos de Su Alteza…
No importa lo que diga, es una excusa.
Su Alteza, que me observaba, miró hacia el cielo y se tapó los ojos con la mano derecha.
Me quedé desconcertada.
Su Alteza miró mi cara deprimida y rápidamente agarró mi mano.
—¡Solo tendrás que conocerme!
—¿Puedes contarme sobre…?
Cuando incliné la cabeza, Su Alteza volvió a mirar al cielo.
Después de todo, ¿no sería apta para ser su prometida si no supiera lo que le gusta a Su Alteza?
—Julia, ¿has hecho eso a propósito?
—¿Qué?
Su Alteza permaneció en silencio por un tiempo.
—Hoy te ves demasiado linda. ¿No es esto una especie de trampa?
—¿Trampa?
—¿Nunca antes me habías mostrado tu cara bonita sin una agenda, como si quisieras que compre algo o escriba un contrato para ti?
Es tan grosero.
Está cuestionando mi afecto genuino por él.
No es de extrañar, teniendo en cuenta mi rutina diaria.
—Su Alteza.
—¿Sí?
—Tengo un favor que pedirle.
—Lo sabía.
Le sonreí a Su Alteza, quien asintió con una mirada de satisfacción en su rostro.
—Ya que estamos en una cita hoy, ¿por qué no me tomas de la mano?
Su Alteza tragó saliva.
—¿No quieres?
Su Alteza tomó mi mano en silencio y comenzó a caminar.
—¿No quieres sostener mi mano?
Cuando volví a preguntar ya que no hubo respuesta, y sin volver la cabeza hacia mí, Su Alteza murmuró en voz baja:
—¿Cómo podría no querer? ¿No estás siendo demasiado linda hoy?
Noté ahora que las orejas de Su Alteza estaban rojas, y eran visibles desde atrás.
¿No significa esto que él piensa que soy muy linda?
—Usted también se ve muy lindo, Su Alteza.
Las palabras salieron de mi boca sin querer, y Su Alteza dijo:
—No estoy feliz por eso.
Me reí de sus palabras.
Para el almuerzo, decidimos comer un sándwich caliente que compré en un puesto de comida en un banco del parque.
—Pensé que una joven noble tampoco compraría comida.
—Pensé que Su Alteza Real tampoco compraría comida en los puestos.
Mientras decía esto, mordí mi sándwich caliente y a mi lado escuché la pequeña risa de Su Alteza.
¡Qué tiempo tan pacífico!
El aire suave es muy relajante.
—¿Te gusta…?
Cuando miré a Su Alteza, él estaba mirando a la distancia aturdido.
—¿Su Alteza?
Cuando lo llamé, se levantó vigorosamente.
Justo cuando me preguntaba qué estaba pasando, noté que una mujer venía hacia nosotros.
Era una mujer hermosa y tranquila de piel blanca translúcida, pelo largo azul claro y ojos del mismo color.
Cuando la mujer llegó frente a nosotros, Su Alteza no dudó en arrodillarse e inclinar la cabeza como un caballero.
Al darme cuenta de que esta dama era digna incluso de la rodilla de Su Alteza, me incliné ante ella.
—¡Dios mío! Ya no eres mi pequeño Rudi, has crecido tan rápido.
—Ha pasado un tiempo, Sra. Liren.
Me di cuenta por su saludo formal que ella era de un alto rango.
Y luego me di cuenta de que justo a mi lado, un hombre de aspecto fornido con el pelo corto de color rojo y ojos oscuros que parecían estar absorbiéndome, estaba mirándome a la cara.
Me tragué un grito inarticulado.
Estás mirando demasiado, Sr. Haith.
El hombre llamado Haith siguió mirándome con una cara seria.
—Huele como una gallina que pone huevos de oro.
Tan pronto como dijo eso, vi que sus ojos oscuros se volvían dorados.
Involuntariamente estreché sus mejillas entre mis manos y miré sus inusuales ojos al revés.
Obviamente estaba molesto y sus ojos lo estaban reflejando.
—Julia, ¿qué estás haciendo?
Su Alteza, que todavía estaba de rodillas, se levantó con rapidez y me gritó, pero no me importó.
—¡Qué ojos más extraños! Son incomparables a cualquier joya.
Su Alteza me detuvo, y de mala gana quité mis manos del Sr. Haith.
—Nunca antes te había visto sorprendido, Sr. Haith.
—¡No puedo evitarlo! ¡No espero que una criatura frágil como esta me mire como un depredador!
Quería argumentar que no lo estaba mirando con ojos de depredador, pero perdí el tiempo cuando la Sra. Liren comenzó a reírse felizmente.
—Rudi, ¿esta chica es amiga tuya?
No pude evitar ponerme nerviosa con esas palabras.
¿Su Alteza me presentará a esta hermosa persona como su prometida?
Su Alteza abrió la boca, sin saber sobre mi ansiedad.
—No. Ella es mi esposa.
No, no creo que sea tu esposa.
Su Alteza abrazó mis hombros, a pesar de que estaba sorprendida.
—¡Dios mío! No puedo creer que mi pequeño Rudi tenga esposa.
Con movimientos elegantes, la Sra. Liren se acercó a mí, me miró y dijo:
—¿Estás realmente preparada para amar y acompañar a Rudi por el resto de tu vida? Convertiré toda esta área en hielo si entristeces a mi Rudi.
Cuando dijo eso, los ojos de la Sra. Liren también cambiaron de azul hielo a dorado.
Fue entonces cuando finalmente me di cuenta de que la Sra. Liren y el Sr. Haith no eran humanos en absoluto.
—No tengo intención de entristecer a Su Alteza. Sin embargo, estoy segura de que lo molestaré, lo irritaré, lo acosaré y lo consternaré.
Su Alteza me miró mientras yo pensaba que debía controlar mis palabras.
—Mmm. Eso no suena muy aburrido.
Su Alteza dijo sorprendido, al mismo tiempo los ojos de la Sr. Liren se volvían azul hielo de nuevo.
—Estoy seguro de que nunca me aburriré.
—No es agradable. ¡No parezcas tan cansado! ¿Quieres un caramelo?
Mientras decía esto, la Sra. Liren sacó un pequeño frasco de dulces de su bolso.
Es un caramelo dorado y brillante.
—Es un caramelo como tus ojos.
Sin darme cuenta, se me escaparon de la boca esas palabras.
La Sra. Liren y el Sr. Haith parpadearon y sonrieron suavemente.
—¿Te importa si te pregunto tu nombre?
La Sra. Liren, me dijo que aún no le había dicho mi nombre.
—Lo lamento. Mi nombre es Julia.
—¡Eres Julia! También te daré una barra de chocolate, Julia.
La Sra. Liren sacó un puñado de caramelos de la botella y me lo ofreció.
Sin dudarlo, puse el caramelo en mi boca.
Un noble normal, no querría comer directamente los dulces que se pusieron en sus manos desnudas, ya que no era elegante.
—¿Te gusta?
—Es muy bueno. Tiene el sabor nostálgico de la miel entera endurecida.
Cuando les dije lo que pensaba al respecto, la Sra. Liren y el Sr. Haith se sorprendieron.
—¿No eres un noble, Julia?
—Sra. Liren, me temo que Julia, no es una noble promedio.
—Su Alteza, ¿no cree que eso es grosero?
—Silencio.
La Sra. Liren tomó otro dulce, y esta vez obligó a Su Alteza a meterse el dulce por boca.
Es una gran sensación de verse obligado a hacer algo que no se puede hacer con normalidad.
—Cállate, Rudi.
Como para calmarla, el Sr. Haith la abrazó por la cintura.
—Sabías de inmediato que esta chica estaba fuera de lo común.
—Bueno, por lo general las personas se desmayan cuando nuestros ojos cambian de color. Ya sabes, como la madre de Rudi.
Son tan hermosos.
Incliné la cabeza y la Sra. Liren me dirigió una mirada compasiva.
—¿Estás acostumbrada a los no humanos?
—Es un placer conocerla, Maestra Dragón.
Si hay alguien ante quien la realeza se inclina, serían los dragones, de los quienes se dice que dan su bendición a la realeza.
La Sra. Liren y el Sr. Haith estaban sorprendidos.
—Puedo verlo de la misma manera que lo hace Su Alteza.
—Eres una chica inteligente. ¡Eso es maravilloso! Sí, soy el dragón que le dio a Rudi su bendición, y Haith le dio una bendición al padre de Rudi. Pero creo que podrías ser un tesoro. Estoy tentada de llevarte a mi casa y ponerte en mi cuarto de tesoros.
—Al igual que una gallina que pone huevos de oro.
La Sra. Liren y el Sr. Haith sonrieron, pero Su Alteza se veía pálido.
—Lo siento, pero ella es mi tesoro.
—¿ Estás siendo rebelde?
Su Alteza miró con seriedad a la Sra. Liren.
—No tengo intención de dejar ir a Julia.
Me di cuenta por la seriedad de Su Alteza, que esto no era un asunto ordinario.
—Mi pregunta para ambos es: ¿la gallina que pone esos huevos de oro vivirá lo suficiente como para guardarla junto al resto de tesoros?
Los dos se miraron ante mi repentina pregunta.
—Es una criatura que muere rápidamente.
Sonreí ante la respuesta del Sr. Haith.
—Entonces estoy segura de que estaría muerta en un abrir y cerrar de ojos si estuviera encerrada en la tesorería.
Estaba tan segura de que ambos asintieron con la cabeza de la misma manera.
—Las criaturas crean tesoros porque viven con libertad. Vivo para ganar dinero, así que confío en que si eso ocurre, perderé mi propósito en la vida y moriré pronto.
Apreté los puños cuando los dos me fruncieron el ceño.
—Entonces, la próxima vez que tengas una gallina que ponga huevos de oro, ¿por qué no me la dejas a mí? ¡Estoy segura de que puedo crear un sistema que aumentará su mortalidad; le hará vivir más tiempo y dará más huevos de oro!
—Julia, estás pensando en voz alta. —La voz estupefacta de Su Alteza resonó, pero fingí no haberla escuchado.
—Creo que no llevaré a Julia a nuestra casa del tesoro.
La Sra. Liren resopló.
—Me gustaría hacer un recorrido por la tesorería.
—Julia, si tomas un tesoro del Dragón, nuestro país será destruido.
—Su Alteza, por favor, no diga tonterías. ¡Puede haber recursos que se pueden multiplicar, como gallinas que ponen huevos de oro! ¡No quiero tomarlo, quiero aumentarlo!
—¿Quieres aumentar la riqueza de otros también?
—No es de los demás. Es del Dragón. Y son los dragones quienes dan bendiciones a la familia Real. Ella es como otra madre para Su Alteza, y yo soy su futura esposa. Esto significa que los ingresos de los dragones son los activos de mi familia. ¿Hay algún problema con aumentarlo?
Cuando traté de presentar un buen argumento, Su Alteza sostuvo su cabeza y la Sra. Liren y el Sr. Haith se rieron a carcajadas.
¿Fui grosera?
—Julia, eres una buena chica. ¡Me gustas! Vamos a visitar a nuestra hija ahora. ¿Quieres venir con nosotros? Ni siquiera ha puesto un huevo todavía, pero estoy segura de que está construyendo su propia casa del tesoro, así que le pediré que nos muestre los alrededores.
No creo que haya un momento en mi vida, en el que pueda volver a ver el tesoro del Dragón.
—¿Acaso no arruinaría tu reunión familiar? —pregunté, tratando de no ser grosera.
—¡No es molestia! Además, ¡ahora somos familia!
La Sra. Liren hizo un lindo puchero.
—¿Está segura?
—Sí. Entonces te tomaré la palabra.
Estreché las manos de la Sra. Liren con fuerza y mi corazón saltó con anticipación.
No supe en ese momento que detrás de mí, Su Alteza estaba triste, convencido de que la cita había terminado.