El fuerte caballero negro – Capítulo 35: Los dos monstruos

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


Arena.

El Behemoth medía unos tres metros de altura y tenía la apariencia un toro negro con dos pares de colmillos afilados y torcidos. Qué apropiado para un monstruo.

Por otro lado, la Quimera medía alrededor de dos metros de altura y tenía partes de diferentes animales. Tenía una cabeza de león, un cuerpo de cabra y una serpiente por cola.

Normalmente, se necesitarían alrededor de cinco o seis personas para derrotar a cada monstruo. Eso era, si nos enfrentáramos sólo a uno de ellos. Enfrentarse a los dos a la vez nunca había sucedido antes. Hasta ahora.

—Conrad, Carl, ustedes enfréntense a la Quimera.

— ¡Sí, señor!

—Entendido.

Les di órdenes a los dos.

Había cuatro personas en la arena y dos monstruos. Era un hecho que nos dividiríamos en parejas; no era como si un monstruo fuera a esperar pacientemente mientras luchábamos con el otro.

—Terminemos con esto.

—Sipy —respondió Claude con su habitual tono despreocupado.

Entonces di órdenes a los magos fuera de la barrera. Por supuesto, en ningún momento aparté la vista de los dos monstruos.

—Cuerpo de magos, separaré a los dos monstruos, luego nos dividiremos en dos grupos. ¡Después de eso, a mi señal, creen una pared en el medio!

— ¡¡Entendido!!

Dicho eso, corrí hacia los dos monstruos. Pateé a la Quimera y golpeé al Behemoth, enviándolos a volar a ambos. Aullaron de dolor cuando se estrellaron contra las paredes.

— ¡Ahora!

A mi señal, los magos lanzaron su hechizo. Una pared apareció, bloqueando mi visión del otro lado.

—Tal fuerza bruta, como siempre.

—Cierra la boca —respondí ante las burlas de Claude. No es como si tuviera otra opción.

—Vamos a vencer a esta cosa.

—Sí, sí.

No había sensación de tensión mientras charlábamos tranquilamente a la vez que caminábamos hacia el Behemoth.

♦ ♦ ♦

Al otro lado del muro. (POV de Conrad)

No podía ver al otro lado de la barrera una vez que la comandante Chie separara a los monstruos, pero no estaba preocupado por ellos. Tampoco estaba preocupado por nosotros.

—Yo lo cubriré, vice comandante.

Carl levantó su bastón, el cual tenía incrustadas piedras mágicas de diamante y pica. No podía evitar maravillarme de lo confiable que se había vuelto. No era sólo Carl, todos los soldados se habían vuelto más confiables.

—Todos ustedes se han vuelto bastante confiables.

Mantuve mis ojos en la Quimera mientras hablaba.

—Jeje, supongo que sí. ¡Todo es gracias al entrenamiento del comandante de los caballeros! ¡Nos hemos vuelto más fuertes que hace medio año!

A pesar de su tímida respuesta, parecía realmente feliz.

—Pero… no quiero volver a jugar a las traes.

Su voz de repente se tornó sombría. No podía verlo, pero lo más seguro es que su rostro hubiera palidecido.

Hace medio año, nunca podría haber imaginado hablar con los demás soldados de esta forma. Se sentía agradable.

—Bueno, vamos a movernos. La quimera también parece lista para atacar.

—Bueno. En comparación con el juego de las traes del comandante, esto es como jugar con un gatito.

¿Era tan aterrador?

Siempre me encontraba supervisando el entrenamiento del Cuerpo de Caballeros, así que nunca tenía tiempo de ver entrenar a los magos. Tal vez debería echarles un vistazo.

Dejando a un lado esos pensamientos, corrí hacia la Quimera. Comencé con un ligero golpe. La cola de serpiente de la Quimera bloqueó la espada antes de que alcanzara su cuerpo.

Era difícil, bien.

Salté hacia atrás, alejándome un poco de la Quimera. Su cabeza de león me lanzó una bola de fuego.

— ¡Bloqueo!

Una roca apareció de repente frente a mí, bloqueando la bola de fuego.

— ¡Cuchillas de Sílfide!

La Quimera fue atacada por espadas invisibles de viento. El monstruo rugió de dolor, luego fijó su mirada en Carl.

— ¡Se dirige hacia ti! —advertí a Carl.

— ¡¡Lo tengo!! ¡Woah!

Evitó por poco al monstruo saltando hacia la derecha.

Esto habría terminado mal hace medio año. En aquel entonces, los magos aún no estaban acostumbrados al combate cuerpo a cuerpo. Solían dar apoyo desde la distancia. Si algo se les acercaba, estaban perdidos.

No tenían mucha resistencia, y sus reflejos eran lentos. Sin embargo, en los últimos seis meses, habían mejorado mucho. Eran mucho más confiables ahora que podían lidiar con el combate cuerpo a cuerpo.

—Verdaderamente confiables. Esa persona es realmente increíble —murmuré mientras atacaba a la Quimera.

Esa persona se encontraba actualmente enfrentando al Behemoth. Probablemente terminaría antes de que nosotros venciéramos a la Quimera. No podía dejarme estar. Blandí mi espada ante la Quimera.

♦ ♦ ♦

Palco Real. (POV del emperador)

—No pensé que llegaría un día en que podríamos estar completamente cómodos frente a monstruos que deberían ser una amenaza.

— ¡Jajaja! ¿También te has acostumbrado, Raiz?

—Sería extraño no haberme acostumbrado después de todo lo que pasamos en este último medio año.

Charlábamos casualmente mientras veíamos la batalla contra los monstruos.

— ¡Hey, emperador! ¿Por qué diablos está tan relajado?

— ¡Sí! ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Ahora!

Declararon los dos monarcas. Sus rostros estaban blancos del terror. Sus asistentes también habían entrado en pánico.

—Este es el lugar más seguro que podrían encontrar.

—Exactamente. No hay ningún lugar más seguro que aquí.

Nos miraron como si nos hubiéramos vuelto locos.

— ¿De qué están hablando? ¡Los monstruos ya casi están sobre nosotros! —chilló el rey.

Puedo escucharte fuerte y claro, ¿sabes?

—De lo que estoy hablando está justo allí, en la arena. Si sus Majestades se tomaran el tiempo para calmarse y mirar, verían de lo que estamos hablando.

— ¿Qué? —El rostro del rey se puso rojo. Era como un libro abierto.

Con una sola mirada a la arena, podrían ver que realmente no había nada de lo qué preocuparse.

En un lado, la velocidad de un asesino y la espada de un caballero abrumaban al Behemoth. Y, en el otro, la magia de un mago y la espada de otro caballero abrumaban a la Quimera. Cualquier sensación de alarma desaparecería al ver una pelea tan desigual.

Ni Raiz ni los sirvientes estaban preocupados. Los sirvientes continuaron sirviéndonos té.

—Por favor, observen cómo el Imperio se enfrenta a esta amenaza.

♦ ♦ ♦

Arena. (Lado del Caballero Negro y de Claude)

Claude y yo atacábamos al Behemoth mientras esquivábamos sus ataques.

Teníamos ventaja, pero AUN ASÍ era un dolor en el trasero.

El Behemoth era clasificado como un demonio. Las armas de Claude, que carecían de poder sagrado, tenían poco efecto en este. Así que yo había terminado siendo la encargada de causarle daño.

Claude usaba sus movimientos ágiles y veloces para distraer al Behemoth.

No era como si no pudiera simplemente vencer al Behemoth sola; Sólo había pensado que sería más divertido vencerlo con un ataque conjunto o algo así. Principalmente, más divertido para mí.

—Hey, Negrito. Deja de pensar que es un dolor en el trasero y de buscar formas de divertirte.

Claude estaba en lo cierto. Lo había descifrado a pesar de que se encontraba ocupado distrayendo al Behemoth.

— ¿Cómo supiste?

—Era obvio por tu actitud.

¿De verdad?

Debería tener cuidado de ahora en adelante.

—Hablando de eso, ¿no deberíamos terminar luego? Aún me queda investigar y limpiar.

—Eso no tiene nada que ver conmigo.

—Buuh, te envidio —protesté.

Claude tenía razón, pero aun así me sentía celosa.

—Sí, sí, no te enojes. Te invitaré a comer algo después de esto.

—Crepes. Quiero crepes.

—Lo tengo. ¿Qué deberíamos hacer? Parece que nos tomará un poco más de tiempo.

A pesar de sus palabras, Claude no dejaba de moverse. Le respondí mientras me maravillaba con sus habilidades.

—Retrocede un poco. Luego, detenlo por un momento. A mi señal, haz que el Behemoth corra hacia mí.

—Bien.

Sin siquiera preguntar qué iba a hacer hizo lo que le había ordenado. Pelear junto a Claude era realmente fácil.

Tomé algo de distancia. Debido a la barrera, no había mucho espacio en la arena, pero sería suficiente.

Envainé a Sakuya.

— ¡Ahora, Claude!

A mi señal, Claude corrió hacia mí y el Behemoth se volteó para perseguirlo.

Sí, ven aquí, Behemoth.

La velocidad con la que corría el Behemoth le impediría cambiar de dirección. Di un paso adelante cuando Claude me pasó de largo. Pude ver la sorpresa en la cara del Behemoth, pero ya era demasiado tarde.

Sakuya se deslizó fuera de su vaina y atravesó al monstruo. El Behemoth dio varios pasos más detrás de mí antes de colapsar en un charco de su propia sangre.

Le quité la sangre a mi espada y la devolví a su vaina.

♦ ♦ ♦

Arena. (Lado de Conrad y Carl)

— ¡Ah!

Había cortado la cola de la quimera por la mitad con todas mis fuerzas. Esta soltó un berrido y trató de pisarme. Pero una losa de roca apareció frente a mí, bloqueando su ataque. Usando la roca como punto de apoyo, salté sobre su cabeza de león.

—Te topaste con la horma de tu zapato.

Clavé mi espada en su cabeza de león con todas mis fuerzas.

Mientras saltaba hacia atrás, la Quimera dejó escapar un aullido. Cuando el aullido cesó, la bestia gigante cayó lentamente al suelo, inmóvil.

—Uf.

Exhalé, y la barrera que dividía la arena desapareció. A juzgar por el hecho de que la comandante Chie estaba a punto de envainar su espada, parecía que habíamos terminado al mismo tiempo.

— ¡¡Sííí!! —vitoreó el público.

Eché un vistazo a la multitud que vitoreaba. Era algo que no había notado durante el combate, pero resultaba que la audiencia no había huido, sino que se había quedado a ver la pelea. Podía escuchar a mis subordinados vitoreando entre los espectadores.

—Oye, ¿no se supone que debían llevar a las personas a un lugar seguro? —escuché como preguntaba la comandante.

—Su Majestad tampoco huyó —respondió Claude.

—Oh, tienes razón, no lo hizo. Nos está saludando con la mano.

A pesar de que acababa de matar a un Behemoth, la comandante Chie seguía charlando casualmente.

Tal como había dicho, Su Majestad nos saludaba con la mano y el Primer Ministro, Raiz, sonreía satisfecho. Los dos monarcas que los rodeaban sólo podían mirar con asombro.

Hice una pequeña reverencia y me volteé hacia Carl, quien yacía en el suelo, arrodillado. Sus piernas probablemente habían perdido su fuerza por el alivio.

—Hey, ¿estás bien?

—Sí, de alguna manera —Carl respondió sin aliento.

— ¿Qué sucede? ¿Está cansado?

Claude y la comandante Chie se acercaron a nosotros.

— ¡Por supueeesto! El vice comandante Aiden luchó conmigo, ¡pero era contra una quimera! ¡Pensaba que moriría! —Carl había palidecido.

La comandante, Claude y yo nos echamos a reír.

♦ ♦ ♦

Palco Real. (POV del emperador)

—No, no hay manera —tartamudeó el rey santo.

Estaba haciendo una expresión extraña para alguien que generalmente menospreciaba a los demás. El otro monarca estaba igual.

Mientras tomaba un sorbo de mi té, les sonreí a ambos. Suponía que este sería buen momento para sacar el tema.

—Por cierto, ¿cuándo planean devolver a mis súbditos?

Habíamos enviado una solicitud por escrito, pero ellos simplemente habían respondido que sería imposible.

— ¿P-Por qué menciona eso tan repentinamente?

¿Repentinamente?

—Aah, ¿no les había dado ya mi respuesta? Sería muy difícil encontrar su paradero. Dese por vencido, emperador —respondió indignado el rey santo.

Sin embargo, esa respuesta estaba dentro de mis expectativas. Había venido preparado.

—Sobre eso. Raiz…

—Aquí está, Su Majestad.

Raiz me entregó dos rollos de papel. Le entregué uno a cada monarca.

— ¿Mm? ¿Qué es esto?

Miraron dudosamente los papeles.

Nuestros labios se curvaron en una sonrisa.

—Ese es un registro de todas las víctimas y quién las compró.

— ¿¡QUÉ!?

Los dos examinaron apresuradamente sus contenidos.

—Esto fue enviado junto con mi solicitud, pero parece que nunca les llegó. Había pensado en dárselos personalmente, así también podría agregar más detalles. ¿No es genial? Ahora no tendrán que investigar.

Reprimí mi sonrisa mientras los miraba hacer una mueca. Jajaja, esto se sentía tan bien.

—P-Pero…

El rey todavía dudaba. Démosles otro empujoncito.

— ¿Sigue siendo difícil? Entonces, supongo que no podría ofrecer ninguna ayuda en los ataques de los demonios.

El rey abrió mucho los ojos.

— ¿Qué quiere decir con eso, emperador?

—No hay un significado oculto. Es sólo que no tenemos ninguna razón para proteger a un reino que no protege a nuestros súbditos. Como han visto recientemente, el Imperio está afortunadamente bendecido con gente talentosa. Ellos son los que lideran el Ejército Imperial. —respondí calmadamente ante su reclamo.

Su rostro palideció.

El ejército del Reino no podía luchar por sí solo contra los demonios. El rey lo sabía. Y también el rey santo. No podrían prescindir del apoyo del Imperio. No ahora que los demonios se habían empezado a mover.

Había jugado mi carta de triunfo.

— ¿Nos está chantajeando? —La voz del rey santo temblaba.

Era exactamente eso. Aunque no era como si pudiera sólo decirlo en voz alta.

—Simplemente quiero que mis súbditos sean devueltos a su tierra natal. Con ellos de vuelta, estaremos encantados de ayudarlos. No puedo ponerlo más simple.

Los dos monarcas apretaron los puños y se quedaron en silencio por un momento.

—Entendemos.

—Los buscaremos y devolveremos de inmediato.

Miré al cielo. El sol casi se había puesto. La vista me trajo una sensación refrescante que nunca antes había sentido.

Con esto, el torneo y el incidente de la subasta de esclavos quedaron envueltos.

3 respuestas a “El fuerte caballero negro – Capítulo 35: Los dos monstruos”

  1. Ah… Quedé satisfecha.

    Por favor actualizen pronto!!! Deseo fervientemente leer sus trabajos ;D

    Dicho esto, muchas gracias por traducir y todos sus esfuerzos en todos sus proyectos. Sincera y honestamente desde lo profundo de mi corazón les doy mi agradecimiento.

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