El caos de la Belleza – Capítulo 9: La belleza en la pintura

Traducido por Ichigo

Editado por Yusuke y Anyi


—Primer Ministro Lou… Primer Ministro Lou…

El sonido de alguien llamándolo llegó a sus oídos. Lou Che detuvo sus pasos, al tiempo que giraba su cabeza en dirección a los gritos. Un anciano vestido con una túnica azul corría de manera apresurada hacia él. Parecía ser el viejo ministro de tres generaciones, el Ministro de Personal de extrema confianza del difunto emperador, Yan Gang. Con una sonrisa amable, inmóvil como una montaña, Lou Che esperó a que se acercara.

Una vez que lo alcanzó, sin aliento, el rostro de Yan Gang parecía rojo debido a la carrera de velocidad, pero aún así habló con mucha alegría.

—Primer Ministro Lou, ¿he oído que el nuevo Erudito de Primer Rango es su alumno estrella?

Lou Che asintió con una sonrisa, al ver que su respiración se calmaba, caminó hacia la corte imperial con pasos orgullosos. Detrás de él, Yan Gang le seguía de manera apresurada, continuando sus exagerados elogios.

—Un hombre dotado de talentos tan extraordinarios, es bastante parecido a tí de aquel entonces, de verdad un héroe entre la juventud.

Pensando en la apariencia de este nuevo Erudito de Primer Rango, de forma típica comparable a ninguno, Yan Gang se llenó de emociones, esta era la edad de los jóvenes con talento…

Al escucharlo suspirar, Lou Che entendió sus pensamientos, y habló:

—Yan es todavía tan capaz [1], ¿por qué el suspiro?

Al escuchar sus palabras , Yan Gang no pudo evitar alegrarse.

—¿Qué dice? Este es el mundo de la nueva generación ahora… —suspiró de nuevo, al tiempo que recordaba de repente un asunto de importancia crucial y se apresuró a continuar—. Primer Ministro Lou, ¿sabe por casualidad que el emisario de Nu llegó a la Capital ayer? Hoy entrará en el palacio para reunirse con Su Majestad.

Lou Che levantó un poco las cejas, dejando escapar un simple sonido.

—¿Oh?

Al ver que parecía desconocer este asunto, Yan Ge se apresuró a explicar.

—Los Nu y nuestro país han luchado durante muchos años, y la guerra nunca ha cesado de verdad, pero esta vez, es demasiado extraño. Los Nu en realidad han enviado aquí a un emisario con buenas intenciones, ¿hay algún tipo de significado oculto en esto?

No había dormido en toda la noche, todo debido a sus preocupaciones hacia este asunto. El día de hoy se había apresurado a la corte imperial, buscando de manera apresurada a Lou Che para discutir esto.

Lou Che también se sorprendió. Los Nu nunca antes habían solicitado un tratado de paz, pero como capturaron a su príncipe hace medio año, la mayoría pensaba que ejecutarían su venganza sin contenerse. ¿Quién habría pensado que, después de tan largo silencio, intentarían conseguir la paz? Sentía que algo no estaba bien, pero como ahora era incapaz de captar sus verdaderas intenciones, Lou Che solo sonrió.

—Este asunto llegará a un claro entendimiento cuando veamos a Su Majestad en la corte.

Yan Gang asintió con la cabeza, y ambos entraron en la sala principal al mismo tiempo.

Casi todos los funcionarios civiles y militares ya estaban presentes, por lo que la corte bullía de discusiones. Antes de la llegada del emperador, todos hablaban con libertad, pero al ver llegar a Lou Che, las discusiones se calmaron mucho. Algunos asintieron con la cabeza en señal de saludo, mientras que otros se inclinaron con profundidad hacia él.

Lou Che se dirigió a la zona más cercana al Trono del Dragón [2], cuando vislumbró una figura de color rojo carmesí de pie justo en el lado más norte de la gran sala. Era el nuevo erudito de primer rango, Guan Xiu Wen, quien pareció haber sentido su mirada, porque se giró hacia él. Al verlo, bajó la cabeza de manera respetuosa, saludando a su “Maestro”. Su voz no era fuerte ni tranquila, apenas lo suficiente para que él lo escuchara.

Lou Che pronunció un “Sí”, sin agregar una sola palabra más, sus pasos no vacilaban mientras se dirigía hacia el centro de la sala, situándose debajo del trono del dragón, en el lado izquierdo, de pie junto al príncipe Duan.

—He oído que el Estado del Primer Ministro ha reclutado de manera reciente a varias personas contemporáneas de gran capacidad y talento —habló con una carcajada el príncipe Duan cuando vio a Lou Che—. El Primer Ministro Lou está tan ansioso por aprender, de verdad me hace admirarlo.

—¿Cómo es eso? El príncipe Duan es un alto erudito, ¿cómo podría Lou Che atreverse a compararse?

Lou Che respondió sarcásticamente, pero no pensó que el príncipe Duan estuviera al tanto, y ahora se sentía muy preocupado.

La invitación a los maestros dentro de la finca fue obra de Gui Wan. Desde el caso del “Templo Hu Guo”, la emperatriz pudo haber salvado su posición, pero ahora está bajo arresto domiciliario. Durante el último mes, Gui Wan no volvió a mencionar lo ocurrido dentro de la tienda, y su comportamiento era el mismo que antes, pero él seguía sintiendo que algo había cambiado. Esta vez, ella invitó repentinamente a varios profesores de todas partes del país, todos ellos famosos educadores contemporáneos, intrigantes, y tácticos. Lou Che se sentía bastante inquieto en el fondo.

Con respecto a ello, él estuvo con Gui Wan la mayor parte del tiempo. Era preocupante pensar que ella se había estado recuperando por más de medio mes. No deseaba arrastrar a Gui Wan a este vórtice de poder, y prefería protegerla por toda la vida, si no fuera por la emperatriz… Sonrió con amargura. Lou Che sentía impotencia; “Nada permanece igual en este mundo”, esa frase era correcta. No pensó que entre todo esto, él podría en realidad escoger tantas relaciones completas. ¿Qué era con exactitud lo que quería Gui Wan?

Al ver que Lou Che esbozó una suave sonrisa, y que aunque su rostro no parecía diferente se veía un poco distraído, el príncipe Duan rió con frialdad, y estaba a punto de hablar de nuevo, cuando una voz resonó desde el exterior.

—Su Majestad el emperador ha llegado…

Todos en la sala se callaron. Los funcionarios se inclinaron al suelo, y junto al sonido de unos pasos, sonó una cálida voz:

—Todos los ministros pueden levantarse.

Todos en la gran sala se levantaron de inmediato, alineados de forma ordenada en dos filas.

Lou Che se situó en el primer lugar de la izquierda, observando con indiferencia a los funcionarios que informaban de los asuntos de la corte. Su rostro apuesto llevaba una sonrisa inmóvil como la de la brisa primaveral. Después de un rato, el informe casi había llegado a su fin, sin ningún acontecimiento importante. Cuando la corte imperial se quedó en silencio, un ministro salió de la derecha, informando:

—El emisario de Nu solicita la audiencia de Su Majestad. Parece que busca solicitar un tratado de paz.

La corte imperial se alborotó. Los Nu eran una etnia militante, era extraño que estuvieran buscando un tratado de paz.

El emperador también se sorprendió. Bastante indeciso, como era habitual se giró a la izquierda, y preguntó:.

—¿Qué piensa el Ministro Lou?

—Primero permita al emisario exponer con claridad su propósito —respondió Lou Che, adoptando una actitud respetuosa—. No sería demasiado tarde para tomar una decisión después.

Una brisa primaveral sopló, trayendo un calor que calmó los corazones de las personas.

El emperador asintió, aceptando el planteamiento, y agitó la mano, dando permiso al emisario Nu para entrar, que ya llevaba mucho tiempo esperando fuera.

El hombre Nu entró con lentitud. Tenía un cuerpo bien construido, un rostro resuelto, una mirada que indicaba que era considerado una figura heroica. Su actitud no era odiosa ni humilde, y con pasos vigorosos, caminó hacia el centro de la sala, haciendo una pequeña reverencia hacia el emperador.

A su lado, Yan Gang no pudo seguir mirando sin decir nada.

—¿Por qué no se arrodilla estando frente a Su Majestad? —le reprendió.

El rostro del emisario permaneció estoico. Su voz impotente y profunda, resonó de manera poderosa.

—No es mi majestad, ¿por qué debería arrodillarme? —replicó, haciendo muestra de una actitud poderosa, de manera que los presentes no se atrevieran a menospreciarlo.

Yan Gang estaba a punto de decir algo, cuando fue cortado por un gesto de la mano del emperador.

—¿Por qué razón has venido aquí desde lejos? —le preguntó al emisario.

—Estoy aquí bajo las órdenes específicas del príncipe para solicitar un acuerdo.

Las conjeturas de antes no eran más que eso. Que el emisario lo confirmase en persona era diferente.

Un alboroto se levantó de inmediato, y distintas voces opinando sonaban por todas partes.

El emisario vio a los funcionarios murmurar entre ellos, y la mirada atónita del emperador, por lo que continuó hablando:

—El príncipe ha preparado tres regalos para el emperador del Imperio Celestial, como muestra de sinceridad hacia un acuerdo.

Su voz resonó en toda la sala, atrayendo la atención de todos. El emperador, por su parte, estaba algo desconcertado y dudoso. Los Nu siempre habían sido un gran problema y sufrimiento para el Imperio Celestial, al igual que un tumor maligno que no se podía cortar. Ellos eran quienes saqueaban las zonas fronterizas; el Imperio Celestial nunca tomó nada de los Nu.

Mirando con indecisión hacia Lou Che de nuevo, vio que él asentía con firmeza, y como ninguno de los otros oficiales se opuso, volvió a hablar:

—Sirvan los regalos, entonces.

Al oír esto, el emisario se puso a un lado, llamando en voz alta al exterior de la sala en la lengua de Nu. Bajo la mirada sorprendida de los funcionarios, entraron cuatro cajas.

La primera caja era demasiado grande, requiriendo de ocho personas de cada lado para llevarla al interior de la sala, a diferencia de la segunda, que era del tamaño de la palma de la mano. El fuerte contraste hizo que todos sintieran curiosidad. La tercera era un objeto de forma cuadrada, cubierto con una tela gruesa, y la cuarta era una caja de un pie de largo y seis pulgadas de ancho.

¿No eran tres regalos? ¿Por qué hay cuatro cajas?, pensaron los ministros.

Sin esperar a las especulaciones de todos, el emisario ordenó que se abriera la primera caja. Tan pronto como se abrió, salió un aroma un poco fresco. Los presentes miraron hacia la caja, en la cual se encontraba el tronco de un árbol. La gente de la sala soltó un silbido de decepción, seguido de otra ronda de silencio.

La expresión del emisario permaneció inalterable, declarando con orgullo.

—Esta es la madera de Tong Xian de mil años.

Una vez aclarado, un jadeo sonó en toda la gran sala.

La madera de Tong Xian era uno de los hallazgos más raros del mundo, también era una pieza rara en la vida de los Nu. Este tipo de árbol ayudaba a la circulación de la sangre, trataba la estasis sanguínea, podía retrasar el envejecimiento, y también desintoxicaba el cuerpo. Si se usaba esta madera para crear sillas y cuencos de madera, se volverían tesoros difíciles de conseguir.

Nadie habló. Al ver que el primer regalo era un tesoro tan valioso, creyeron que la petición era sincera, pero todavía había alguna falta de comprensión. El Imperio Celestial de los Nu no tenía superioridad militar, por lo que la solicitud de asentamiento de los Nu era en realidad inconcebible.

Sin esperar a que los funcionarios se calmaran, la segunda caja, ya estaba abierta, y en su interior había una pequeña flauta de color rojo. Al ver esto, se quedaron perplejos una vez más, pero nadie hizo ruidos extraños. Suponían que este objeto de apariencia ordinaria también sería algo notable.

El primero en reaccionar fue el General Lin Rui En, en el momento en que se abrió la caja, quedó impactado, mostrando una expresión de incredulidad. Este instrumento se llamaba Flauta Wan Xiao [3] , y podía controlar a los insectos. Para el Imperio Celestial, el factor más formidable de los Nu era su conocimiento en insectos venenosos. Cuando luchaban contra ellos, a menudo se encontraban con individuos capaces de controlar a los insectos venenosos, y era imposible protegerse contra ellos. Solo el efecto de tal flauta podía evitarlo: mientras sonara, todos los insectos se retirarían. Era en realidad un tesoro.

Al escuchar la explicación sobre la Flauta Wan Xiao, todos se alegraron. Nunca habían pensado que un instrumento tan pequeño fuera capaz de resolver un problema que provocaba migraña.

En medio del ruido, la tercera caja fue abierta. Primero levantaron la tela que la cubría, y luego la abrieron. Los pocos ministros que estaban cerca de la caja vieron con claridad lo que estaba dentro, y retrocedieron asustados. Incluso uno de ellos gritó con fuerza. Dentro de la caja yacía un escorpión de aspecto horrible: todo su cuerpo brillaba de un color verde.

Entre la gente, los únicos sin miedo eran Lou Che, el príncipe Duan, Lin Rui En, y algunos otros comandantes militares. También Guan Xiu Wen estaba tan inmóvil como el Monte Tai. El emisario dejó escapar una risa despectiva.

—Este es el rey del veneno de nuestro Nu del año pasado, llamado Bi Xue Xie [4]. Ningún veneno afectará a quien lo ingiera —dijo, y cerró la caja despreocupadamente.

Todos se sintieron aliviados, levantando sus cabezas hacia el emperador, quien tenía una expresión ecuánime.

—Agradezco a su príncipe su amabilidad, lo aceptaré en agradecimiento —dijo con una voz suave y los labios curvados en una sonrisa. Dicho esto, permitió que la gente aceptara las cajas. El pobre eunuco que cogió la caja del escorpión venenoso le temblaban hasta las piernas.

Una vez retiradas las cajas, la sala se volvió más abierta y luminosa de nuevo. Los funcionarios también se relajaron, con sonrisas en sus rostros, mientras miraban un poco desconcertados hacia la cuarta caja.

Viendo que todos evaluaban la cuarta caja, el emisario habló:

—Emperador del Imperio Celestial, para expresar su sinceridad, nuestro príncipe ha regalado tres tesoros de los Nu, ¿podría el emperador hacer un regalo a los Nu, en expresión de su sinceridad?

—Por supuesto —asintió el emperador. Y viendo que el emisario todavía tenía algo que decir, dejó de hablar, esperando que continuara.

—Nuestro príncipe Nu desea solicitar a alguien del Imperio Celestial —pronunció con cuidado el hombre, levantando su puño y haciendo una reverencia formal.

El emperador y los oficiales se congelaron, pensando si estaba a punto de pedirles a Lin Rui En, su mayor enemigo, y si deberían dárselo.

Mientras todos especulaban inquietos, el emisario explicó:

—Es una mujer.

Al oír estas palabras, el rostro de todos se iluminó.

—¡Sea una o cien, si busca una mujer, no habrá problemas! —rió con fuerza un comandante militar del lado derecho.

Al escuchar estas palabras, la gran sala estalló en una carcajada.

Incluso en tiempos antiguos no era extraño sellar acuerdos utilizando a las mujeres, sobre todo cuando el resultado final era la paz. Al escuchar al hombre Nu pedir por una mujer, todos en la sala suspiraron de alivio. Habían estado preocupados por la condición que podrían exigirles.

El emisario se acercó a la cuarta caja, extendiendo su mano para abrirla. Comparada con las tres cajas anteriores, era mucho más preciosa, hecha con la madera de alta calidad de Yu Lin, los bordes estaban incluso incrustados con perlas. Solo con la caja se podía ver cuánto ansiaban a esa mujer.

La caja se abrió, mostrando un rollo de pergamino. El emisario lo sacó con mucho cuidado, y lo desenrolló con lentitud. Los ojos de todos estaban fijos en el papel.

Una dulzura inconfundible atravesó la asamblea, los colores terrenales se convirtieron en nada más que polvo.

Esas dos frases describían a la persona en el cuadro. Era una hermosa mujer vestida de hombre, con una sonrisa ligera y graciosa, su postura era parecida a la del jade y parecía un hada. Tenía una mirada cegadora y brillante, y unos encantos ilimitados.

Todos se quedaron sorprendidos, no pudieron evitar deleitarse con la belleza del cuadro. De repente, al escuchar un susurro, los funcionarios volvieron a la realidad; a la izquierda, la expresión de Lou Che cambió, nublado e imprevisible; y a la derecha, el príncipe Duan esbozaba una sonrisa de interés. Lin Rui En también mostraba una expresión de realización. En una situación tan compleja, una extraña atmósfera cayó de repente sobre la sala.

Los ministros más inteligentes y experimentados percibieron que algo no estaba del todo bien. Y los ministros con mejores ojos, debido a la familiaridad de tan incomparable belleza, fueron capaces de adivinar la identidad de la persona en el cuadro. Gui Wan…

Cuando el pergamino se presentó por completo ante sus ojos, Lou Che reconoció de inmediato a la belleza en la pintura, y su rostro no pudo evitar mostrar su sorpresa. Su mente se volvió un caos, y su temperamento alcanzó el límite al instante. Viendo el pergamino, no pudo contener su claro desagrado.

La incesante charla en la corte imperial no cesaba. Todos los funcionarios susurraban entre sí, maravillándose por la belleza del cuadro y expresando su curiosidad por su identidad. Un pequeño número de ministros permanecía en silencio. Entre ellos estaban los que por casualidad habían visto a la persona en cuestión durante el banquete imperial. Esa persona era de verdad inolvidable, pero al ver el rostro de Lou Che, nadie se atrevía a decir nada.

Un comandante militar que estaba parado cerca del pergamino, miraba la pintura fijamente, incapaz de apartar la mirada.

—El Nu de verdad tiene buenos ojos para querer una belleza tan impresionante —dijo asombrado. Luego, se giró con una risa hacia el emisario, alabando los grandes ojos del príncipe Nu.

Al verlo hablar sin darse cuenta de su error, el alto funcionario militar que se encontraba al frente, lo amonestó con ligereza:

—No hablen en la corte.

Solo entonces los oficiales se callaron poco a poco.

En ese preciso momento de quietud, el príncipe Duan soltó una carcajada. Ante la mirada curiosa de los demás, habló:

—No solo el Príncipe Nu tiene unos ojos tan grandes, los ojos de nuestro Primer Ministro Lou también son asombrosos.

Al escuchar su comentario, todos miraron a un lado, observando el rostro del Primer Ministro Lou, y luego se volvieron para mirar la expresión del príncipe Duan. Ambos eran personas con las que no se podía jugar, por lo que los ministros conocedores y con tacto optaron por no decir nada.

Sentado en el trono del dragón, el emperador también tenía mucha curiosidad. Al ver que los funcionarios no mostraron ninguna respuesta, lamento estar demasiado lejos de la pintura como para obtener una visión clara de ella, e hizo una señal, permitiendo que el emisario llevará la pintura más cerca.

—¿No es, del Ministro Lou…? —soltó, sorprendido, pero cerró de inmediato la boca, mirando hacia la primera persona de la izquierda.

Lou Che sonrió como la brisa primaveral. Su rostro se iluminó con calidez, y dándose la vuelta, le habló al emisario:

—Que el emisario Nu deje el pergamino de pintura. Nuestra corte ponderará y considerará nuestra respuesta. Puede descansar en la Capital durante dos días.

Una vez dicho esto, agitó la mano, sin dar a la persona la oportunidad de responder.

El hombre Nu se quedó un poco atónito, sin saber qué decir en el momento. Al ver que los guardias se acercaron a tomar el cuadro, vaciló durante un largo rato, y recogió el cuadro.

—Este cuadro es el más querido por el príncipe… Ha ordenado que el cuadro no se aleje de mí. Si el Imperio Celestial quiere encontrar a la persona del cuadro, pueden hacer que los pintores hagan unas cuantas copias.

Dicho esto, colocó el cuadro de nuevo en la caja con mucho cuidado.

El príncipe Duan no pudo contener la risa. Parecía estar muy alegre.

—Su príncipe es en verdad atento —dijo, mirando a Lou Che.

El emperador también percibió el ambiente tenso, a punto de estallar, y le hizo una seña a un eunuco cercano, hablando en voz baja:

—Primero envía al emisario a descansar. Que un pintor copie el cuadro.

Al ver salir al emisario con largas zancadas, el ambiente dentro de la sala cambió por completo, y se hizo un silencio imprevisible.

El emperador tosió con ligereza, rompiendo el bajo ánimo. Sin embargo, aún después de haber atraído la atención de los presentes, no supo qué decir, y sólo pudo sonreír débilmente.

El oficial militar de la derecha no entendía sus acciones, así que decidió tomar la palabra.

—Su Majestad, solo necesitamos encontrar a la persona del cuadro, podemos pegar de inmediato un aviso imperial para buscarla.

Después de haber luchado en las fronteras durante muchos años, por fin había esperanza de un acuerdo pacífico. La emoción se estaba gestando dentro de su corazón, y odiaba que no hubieran llegado a un acuerdo de inmediato.

Al escuchar esto, todos los conocedores mostraron un cambio de expresión. Incluso el emperador fue incapaz de responder. Sólo el príncipe Duan habló juguetonamente:

—Jo, jo, eso dependerá de las intenciones del Primer Ministro Lou. La persona del cuadro, ¿no le resulta familiar al Primer Ministro Lou?

Todos guardaron silencio. Una parte de los funcionarios que nunca habían visto a Gui Wan antes se agitaron, mirando hacia Lou Che, quien les mostró la misma sonrisa tranquila de siempre.

—Hay cosas en el mundo que son similares en apariencia, incluso las personas. ¿Por qué deberíamos encontrar a la misma mujer? Basta con encontrar a alguien que se parezca.

—Por lo que sé, esta pintura se parece por casualidad a la persona real —insistió el príncipe Duan, negándose a dejar el asunto por finalizado.

Nadie dijo nada, solo el comandante militar de la derecha estaba por completo sorprendido, y preguntó de manera tonta:

—¿Quién es?

El príncipe Duan se dio la vuelta, y respondió sin quitarle los ojos a Lou Che.

—Aparte de la encantadora belleza de la casa del Primer Ministro Lou, ¿qué otra familia podría tener una mujer de tal gracia?

Sus palabras rasgaron por completo la actitud de negación de la sala, y a pesar de desencadenar inquietud, nadie se atrevió a hablar. Todos los funcionarios se miraron entre sí. En especial el comandante militar que había hablado sin contenerse hasta ahora. Su rostro se había vuelto pálido, y al recordar lo que había dicho antes, comenzó a sudar frío.

Lou Che no mostró ningún cambio y continuó hablando con esa voz que traía consuelo y calidez a los demás.

—¿Puede Lou Che no reconocer ahora ni siquiera a su propia esposa? Necesito que el príncipe Duan me lo recuerde.

Todos se dieron cuenta que Lou Che, el joven Primer Ministro famoso por sus sonrisas afiladas, se había enfadado. Su rostro era como la brisa de la primavera, sin embargo su sonrisa era una sentencia a muerte a sus enemigos. Dentro de esta enorme sala, eran pocos los que se atrevían a hablar con franqueza delante suyo; entre los presentes, solo era el príncipe Duan. Él se rió fríamente, y en lugar de responderle, se giró hacia el trono imperial.

—Aquellos que han visto a la esposa de Lou Che, siéntanse libres de decirme si es la persona del cuadro —dijo, mirando con cuidado a los presentes.

Un aire impresionante llenó toda la sala. Los funcionarios bajaron la cabeza, evitando la pregunta; nadie se atrevía a hablar. Lin Rui En frunció el ceño, pensando con profundidad por un momento, pero al final mantuvo los labios sellados, sin decir nada.

—La persona del cuadro resulta que se parece un poco a la señora Lou, sólo hubo una confusión hace un momento —dijo una voz suave de repente. Al notar que Lou Che lo miró, se apresuró a explicarse—: A partir de ahora nadie volverá a cometer el mismo error.

—¿Cómo podría el cuadro de la señora Lou caer en manos de los bárbaros?

—Eso mismo.

—He visto a la señora Lou antes, su aspecto es por completo diferente al de la persona del cuadro.

Al escuchar tales comentarios, Lou Che sonrió sin comentar nada, y se giró para mirar al emperador, quien se sorprendió de tal reacción.

—Ministros, ¿cómo creen que se debe tratar este asunto? —les preguntó con calma; una expresión extraña en el rostro.

Otra pregunta complicada se lanzó. Habiendo pasado por el incidente de hace un momento, ¿quién se atrevería a dar un paso al frente en este momento? El silencio cayó, y se creó una atmósfera incómoda.

En esa atmósfera, una figura de color rojo carmesí salió desde el fondo del lado derecho, inclinando la parte superior de su cuerpo. Su voz clara llevaba una especie de textura clara, vigorizando los espíritus de la gente.

—Su Majestad, permita que este sujeto se encargue de este asunto.

Era una figura muy esbelta y atractiva, con un temperamento cristalino. El nuevo becario de primer rango era como un soplo de aire fresco dentro de la corte imperial. Al verlo salir, los funcionarios dejaron escapar un suspiro de alivio; considerando que era el alumno estrella del Primer Ministro Lou, no debería haber mucho problema.

Lou Che giró la cabeza; al ver a Guan Xiu Wen, se sorprendió por encontrarlo de nuevo, y tuvo una sensación extraña. Parecía que no había visto a través de él, y nunca se había dado cuenta de que también llevaba el aire oculto dentro de él.

El emperador le hizo un gesto de elogio. Mirando al joven talento, él también estaba en extremo satisfecho. Giró hacia la izquierda, pidiendo la opinión de Lou Che.

Lou Che asintió, y la mitad de la gente suspiró aliviada. El emperador ordenó de inmediato a Guan Xiu Wen que se encargara del asunto. Pensándolo bien, solo necesitaba encontrar a alguien que se parezca seis o siete puntos al cuadro para enviarla, y así el asunto puede considerarse resuelto.

La asamblea de la corte de hoy se sintió muy larga, pero al menos se podía considerar que habían sobrevivido sin problemas. Una vez que el emperador se retiró, los funcionarios también se dispersaron. Lou Che estaba a punto de salir, cuando escuchó una voz desde atrás:

—Esa belleza en la pintura seguro que es extraordinaria, con una elegancia sin igual, no es de extrañar que los Nu vinieran hasta la Capital en busca de alguien.

Lou Che se detuvo, giró la cabeza y miró en silencio al príncipe Duan. Ninguna emoción se mostraba dentro de sus profundos orbes.

—¿Será que el Primer Ministro Lou no cree que la persona del cuadro sea extraordinaria? Digna de ser comparada con la Señora Lou —dijo el príncipe Duan, riendo con frialdad.

Aún había algunos funcionarios que no se habían ido, y tenían sus ojos puestos en ellos. Lou Che y el príncipe Duan nunca se habían llevado bien. Los dos siempre mantenían la postura de una montaña que no podía tener dos tigres, y esta vez, la provocación del príncipe Duan se consideraba excusable.

Lou Che sonrió con indiferencia, y sin decir nada, miró con frialdad al príncipe Duan, antes de girar para irse. Todos los oficiales que estaban de pie sin entender la situación se sintieron decepcionados por dentro, pues habían pensado que el dragón y el tigre [5] se enfrentarían allí mismo.

Solo el príncipe Duan permanecía en su lugar original con un espíritu sombrío y sus emociones inestables. Mientras observaba a Lou Che marcharse, una sensación de inquietud se elevó dentro de él. De verdad había sentido la fuerza amenazante de Lou Che. Esa impecable y cálida sonrisa, le había hecho estallar de terror; sin dejar de lado la mirada que le dio antes de irse, que no ocultaba sus sentimientos.


[1] La frase utilizada aquí era en realidad bǎo dāo wèi lǎo / 宝刀未老 , su significado se refiere a alguien (normalmente un anciano o senior o algún tipo) que sigue siendo tan capaz como cuando era joven; su talento y la capacidad no se ha deteriorado con la edad.

[2] Trono del Dragón: en el original lóng yǐ / 龙椅, se refiere al trono del emperador, que a menudo es representado como un dragón, el gobernante de los Cielos.

[3] Flauta Wan Xiao: Flauta de Eliminación Absoluta.

[4] Bi Xue Xie: (Escorpión de Nieve de Jade)

[5] El dragón y el tigre luchando o long zhēng hǔ dòu / 龙争虎斗 es una frase que se utiliza para referirse a una lucha feroz entre dos oponentes igualados.

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