Traducido por Maru
Editado por Freyna
Pollyanna abrió la boca para responder, pero Sir Ainno no la esperó. Había tantas cosas que necesitaba arreglar, y necesitaba mantener esto lo más breve posible. Sir Ainno le dijo:
—¿Su alteza se enfadó contigo? ¿Te gritó? Si es así, no te enfades. Está borracho, eso es todo. ¿O su alteza te llevó a su cama? Si lo hizo, es porque estaba borracho, así que no pienses demasiado en eso. Si estás molesta, cásate con él.
Pollyanna bajó la cara. Cada vez era más difícil controlar sus lágrimas. Ella susurró:
—Yo… es todo culpa mía. Si no te hubiera encontrado ese día cuando estábamos haciendo el ritual de limpieza… Las cosas habrían estado bien. Te encontré y por eso arruiné todo. Debe ser por eso que la señorita Rebecca…
Una persona amable normal habría intentado consolar a Pollyanna, pero Sir Ainno definitivamente no era una buena persona. Era un bastardo impaciente, así que, sin pensarlo, le dio un puñetazo en el estómago por ser estúpida. Lo lamentó inmediatamente después, pero ya era demasiado tarde. Pollyanna se arrodilló en el suelo con un grito ahogado.
Sir Ainno sabía que golpearla no era lo más inteligente en este momento, pero no se arrepintió. Lo que decía Pollyanna era ridículo y se notaba claramente en su rostro. Pollyanna vio su expresión y asintió, sabiendo que tenía razón. Lo que dijo fue realmente estúpido. Sin embargo, tan pronto como se levantó, trató de patearle la espinilla. Sir Ainno evadió su ataque fácilmente y volvió a levantar el puño. Pollyanna inmediatamente se disculpó con él:
—Lo siento. Me equivoqué.
—Está bien. Siempre que sepas que estás siendo estúpida, está bien, supongo. Ahora, sea lo que sea lo que su alteza haya hecho o dicho esta noche, olvídalo.
El rostro de Pollyanna se ensombreció de nuevo ante la mención del emperador, lo que hizo que Sir Ainno se sintiera aún más molesto.
¿Por qué tengo que perder el tiempo consolando a esta mujer?
Pollyanna era la mujer que amaba su amigo, pero era poco probable que las cosas salieran bien entre ellos. Las cejas de Sir Ainno se arrugaron con enojo antes de tomar una respiración profunda para calmarse. Pensó lógicamente:
Supongo que incluso si no se convierten en pareja, al menos debería hacer todo lo posible para asegurarme de que su relación no empeore.
—Su alteza probablemente no quiso mostrarte su debilidad.
—No, no es eso. Yo soy la que cometió un error. Estaba siendo arrogante; sobreestimé mi importancia.
—¡Te estoy diciendo que no es eso! ¿Cuántas veces tengo que explicar? ¡Hasta ahora, solo has visto los mejores lados de su alteza! El emperador simplemente no quería arruinar tu percepción de él.
Ningún hombre querría que la mujer que amaba lo viera llorar como un bebé después de la muerte de su esposa. De hecho, también sería la misma situación para una mujer. Una mujer nunca querría que el hombre que amaba la viera llorar después de la muerte de su esposo.
Para Sir Ainno, Lucius era un buen amigo y su emperador que necesitaba ser protegido. Para Pollyanna, Lucius I era el emperador más grande y el gobernante al que servía.
Era probable que el emperador probablemente no quisiera que nadie lo viera así esta noche.
Sir Ainno le dijo a Pollyanna:
—Tú y su alteza sois demasiado emocionales.
Sir Ainno era realmente un idiota. Solo porque este no era su problema, hablaba como si esto no fuera gran cosa. Pollyanna se sintió amargada, sabiendo que Sir Ainno lo tenía todo. Sus dos padres aún estaban vivos; también tenía un hermano menor que tenía una esposa e hijos saludables. Además de eso, la mujer que amaba todavía estaba muy viva y sana.
Pollyanna se molestó con Sir Ainno. Dejó de llorar, pero siguió sollozando. Lo que dijo Sir Ainno fue grosero e hiriente, pero desafortunadamente, era la verdad. El problema era que el rechazo de Lucius I hirió profundamente a Pollyanna.
Estaba bien cuando sus padres y colegas la despreciaron. Ni siquiera se enojó en ese momento. Pero ser rechazada por el emperador… Se sentía demasiado devastador. Esto no pudo evitarse porque fue Lucius I quien la convirtió en la Pollyanna Winter que era hoy. El emperador hizo posible su existencia como la mujer caballero de Acreia. Sin él, Pollyanna habría muerto sin nombre en algún lugar de uno de los innumerables campos de batalla a los que se había enfrentado.
Lucius I lo era todo para Pollyanna. Para ella, él no podía equivocarse. Lo que enfureció a Pollyanna en ese momento fue el hecho de que cruzó la línea. Esto fue culpa suya; ella arruinó todo.
Sir Ainno, dándose cuenta de que no iba a poder arreglar esto, murmuró:
—Te veré mañana.
Se alejó rápidamente.
Pollyanna, sin decir palabra, regresó a donde había dejado su caballo. Al igual que entró en el castillo, salió por la puerta lateral disponible solo para las personas importantes.
¿Debería ir a casa y beber?
Odiaba estar sola. Anhelaba sentirse borracha, pero tampoco quería beber.
Aunque no quiero beber sola…
Trató de pensar en otro lugar al que ir que no fuera su propia casa vacía. Si Sir Howe y Sir Donau estuvieran aquí, ella habría ido con ellos, pero desafortunadamente, ya no estaban en Jaffa. Rebecca ya no estaba viva, por lo que tampoco podía visitarla. Sabía que la mayoría de sus guardias más cercanos debían estar de servicio, así que tampoco podía molestarlos. Los otros guardias que estaban fuera de servicio probablemente estaban en casa con sus familias, y ella ciertamente no podía molestarlos en medio de la noche.
Pollyanna pensó que había desarrollado un buen círculo social a su alrededor, pero la verdad era que no tenía a nadie. No había nadie a quien pudiera visitar esta noche para beber con ella. Ni siquiera lloró cuando Lucius I la rechazó, pero ahora, temía que sus lágrimas rodaran incontrolablemente.
¡Maldita sea! ¡Me niego a llorar!
Pollyanna se frotó la cara con fuerza y deseó con tristeza:
Debí haber aceptado al cachorro cuando tuve la oportunidad.
Ella lamentó su decisión. Ella estaba tan sola. Pollyanna deseaba tener a alguien, o incluso un perro, que le hiciera compañía esta noche.