El emperador y la mujer caballero – Capítulo 249

Traducido por Maru

Editado por Freyna


Pollyanna se volvió a poner la camisa y se puso de pie. Afortunadamente, Frau dejó de temblar y Lucius I sonrió. Ya dio un paso atrás y si perdía su sonrisa ahora, esto significaría que perdió esta ronda por completo.

Desde el momento en que entró, Lucius I apenas notó a Frau. Sus ojos estaban llenos de la mujer que amaba. Pollyanna sonreía de felicidad. No parecía que estuviera llena de una abrumadora sensación de alegría, pero era obvio que estaba complacida.

Su sonrisa una vez hizo que Sir Donau se enamorara de ella y ahora, también estaba funcionando de la misma manera en el emperador. En silencio, el emperador le entregó las flores, que ya no parecían tan frescas y animadas. ¿Fueron las flores las que se marchitaron o la confianza de Lucius I?

—Sir Pol… Pareces feliz.

—Oh, ¿es eso cierto? Mmm… supongo que está bien. Jajaja.

—Sí… te ves bien. Supongo que estás más feliz de lo que pensaba con tu próximo matrimonio.

—Jajaja.

Pollyanna se llevó las flores a la nariz para disfrutar de su aroma. Este fue uno de los cambios que se produjeron en su vida. Lucius I ocultó su tristeza y le sonrió.

—Muy bien, eso es todo lo que importa. Mientras seas feliz, yo también soy feliz, Sir Pol. Descansa ahora.

El emperador salió por la puerta. Frau le preguntó a Pollyanna:

—¿No debería pedirle que se quede un rato más?

—Bueno… creo que en realidad está huyendo porque tiene miedo de que pueda empezar a fastidiarlo. Probablemente esté cansado tanto mental como físicamente, así que será mejor que lo deje ir.

Frau y Pollyanna charlaron tranquilamente. Mientras tanto, los ojos de Lucius I comenzaron a lagrimear. Se dio cuenta de la triste verdad, que era que había llegado el momento de renunciar a Pollyanna.

Si casarse con Frau la haría feliz… El emperador sabía que era lo correcto. Si ella quería, incluso estaría dispuesto a cantar en su boda. Le daría el regalo de bodas más caro y lujoso. Le daría la boda de sus sueños. Quizás contrataría al mejor maquillador del reino para convertirla en la mujer más bella…

Lucius I se mordió el puño, tratando de no llorar. Era demasiado difícil.

Ya no soy un hombre joven, pero aquí estoy… Llorando por una mujer…

Maru
Ay Dios, ¡yo voy y lo mato!

Tanuki
¡No puedes interferir en la historia, Maru!

Maru
¿Cómo que no? Los miro todos los días. ¡Transcribo lo que les pasa! ¡¿Es que nadie va a detener esto?! ¿Es que nadie ve que ese matrimonio no puede hacerse? ¡Que ese tipo es muy raro! Si no lo hace Lucius, tendré que hacerlo yo.

Tanuki
¡No, Maru! ¡Suelta esa hacha!

Juró que hoy le iba a confesar su amor, pero volvió a fallar. ¿Qué se suponía que debía hacer? Dentro de su bolsillo, el anillo de bodas de su madre rodó solo. Su puño comenzó a sangrar un poco por la mordida cuando de repente, el emperador escuchó unos ruidos hacia las escaleras. No quería interrupciones, así que le pidió al mayordomo de Pollyanna que no dejara a nadie subir, así que esto fue extraño.

El emperador oyó al mayordomo gritar:

—¡No pueden subir!

—¿Sabes quiénes somos? ¡Cómo te atreves!

Algunos hombres estaban discutiendo con el mayordomo, molestando mucho a Lucius I. Estaba tratando de lidiar con su pérdida y tristeza, y el ruido continuo finalmente lo hizo rugir:

—Hay un paciente en esta casa, ¡así que cómo te atreves a hacer esos ruidos!

Cuando el emperador bajó las escaleras, los dos hombres, que estaban discutiendo con el mayordomo, miraron hacia arriba. Eran caras muy familiares.

—¡Su alteza!

—¡Su alteza!

Sir Howe y Sir Donau se inclinaron profundamente ante el emperador. Lucius I se sorprendió al ver a los dos hermanos en Jaffa. Fue aún más sorprendente verlos luciendo como vagabundos. El emperador preguntó:

—¿Qué diablos os pasó? ¿Por qué estáis aquí? ¿Os echaron de la familia o algo así?

El suegro de los dos jóvenes era virrey de la región sur, lo que significa que les debería ir muy bien. Pero aquí estaban, cubiertos de tierra y luciendo como si no hubieran comido en un tiempo.

La única razón por la que Lucius I los reconoció fue gracias a los diez años que pasaron juntos en el campo de batalla. El aspecto de los dos hermanos en este momento era peor que cuando estaban en la guerra. El padre de los hermanos era un firme creyente en la buena higiene y siempre se aseguraba de que sus hijos se mantuvieran limpios.

Así como Lucius I tenía curiosidad por saber qué les había pasado a los hermanos, Sir Howe y Sir Donau tenían muchas preguntas. Preguntaron rápidamente:

—Su alteza, ¿es cierto que ha encarcelado a todos los ancianos?

—Su alteza, ¿es cierto que Sir Bentier también ha sido arrestado?

—Su alteza, vinimos directamente aquí después de llegar a Jaffa, ¡así que no tenemos idea de lo que sucedió durante las últimas semanas en la capital!

—¡Estamos tan confundidos!

No parecían avergonzados por su apariencia o falta de información. El emperador pudo adivinar que los hermanos llevaban una vida cómoda en el sur. No le gustaba verlos lucir tan ridículos y ser tan ruidosos. Les ordenó que se callaran.

—Debéis estar callados. Hay un paciente arriba.

—¿Sir Pol se lesionó?

Sir Donau, sorprendido, echó a correr escaleras arriba. El mayordomo trató de detenerlo, pero Lucius I asintió con la cabeza para dejarlo subir. Sir Donau intentó correr directamente al dormitorio de Pollyanna, pero el emperador lo agarró.

—Detente, Sir Donau. Ella se lo está pasando bien con su prometido, así que no debes molestarlos. Además, estás sucio; tienes que lavarte primero antes de ir a verla de todos modos.

—¡Pero no hay tiempo, alteza!

Sir Howe intervino.

—¡¿Ese bastardo está aquí ahora mismo?!

Sir Donau también miró a la puerta del dormitorio, y Lucius I se dio cuenta de que algo extraño estaba pasando aquí. Los hermanos, normalmente tan tranquilos y amables, parecían dispuestos a cometer un asesinato.

¿Por qué Sir Donau y Sir Howe tenían aquí un aspecto tan horrible? ¿Por qué no han oído hablar del encarcelamiento de los ancianos, que debería haber conmocionado a todo el reino? ¿Por qué los hermanos parecían tan furiosos?

—¿Qué pasó? Decidme primero —preguntó el emperador.

—¡Su alteza! Ese bastardo… ¿Es cierto que nuestra hermana adoptiva se va a casar con ese perro?

—Si te refieres a Frau Sneke, entonces sí.

Esta era la triste verdad, pero era demasiado tarde para cambiarla. El plan de la boda iba bien y todos ya lo sabían. Por supuesto, la mayoría de la gente no estaba interesada porque pensaba que era un partido extraño e inadecuado. El público estaba más interesado en la boda entre Sir Ainno y Cekel.

Sir Donau y Sir Howe argumentaron:

—¡Estamos en contra de este matrimonio!

—¡No puede suceder!

El emperador pensó en silencio:

Yo también. Yo tampoco lo quiero. 

Lucius I ocultó bien sus sentimientos. Esbozó una sonrisa suave, sabiendo por qué Sir Howe y Sir Donau estaban en contra de este matrimonio. Lucius I recordó la sonrisa feliz de Pollyanna hace un momento. Si esto era lo que quería… El emperador haría cualquier cosa por ella.

—Deteneos, muchachos. Calmaos. Sé muy bien que no están bien emparejados, pero Sir Pol… Ella… Parece que le gusta ese hombre, Frau, así que… Si la vierais, lo entenderíais

—¡¿Qué?! ¡¿A Pol le gusta ese bastardo?!

—¡Eso lo hace todavía peor! ¡Ella no puede casarse con él!

—Su alteza, ¿sabía que ese bastardo fue expulsado de su familia porque se casó con una sirvienta?

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