El emperador y la mujer caballero – Capítulo 82

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


La sonrisa de Pollyanna…

Era una sonrisa que provenía de una auténtica felicidad y certeza.

Qué hermosa, era más asombroso y más fuerte que el sol que desaparecía en el océano.

Cuando miraba hacia atrás, siempre era así. Pollyanna siempre había tratado a Lucius I con honestidad. Ella le sirvió con todo lo que tenía. Lo veía como su emperador, su maestro, su compañero de lucha y su amigo. Ella nunca cambió ni vaciló en su fe y confianza en él.

Lucius I sabía que ella nunca cambiaría en el futuro, pero… era él quien estaba cambiando. De repente, su calma y lógica habituales se rompieron frente a esta mujer. Incluso el futuro con el que soñaba parecía pálido en comparación con este momento.

La flecha de Cupido entró directamente en el corazón de Lucius I. Fue injusto y cruel porque el emperador nunca tuvo la oportunidad. No se le dio una advertencia ni tiempo para prepararse para ello.

Y lo peor fue… La mujer en cuestión ni siquiera se dio cuenta de lo que le había hecho.

¿Por qué?

Lucius I se desesperó, no creía en el amor. Incluso cuando pensaba en su futura esposa, nunca había amor en su corazón. Todo lo que esperaba era mantener una buena relación con su esposa. El amor habría sido una gran ventaja, pero nada necesario. El amor existía principalmente en canciones y poemas.

Entonces, para que él se enamorara así… ¿Cómo podría ser esto?

¿Qué significaba esto? Para darse cuenta de que se había enamorado de alguien a quien conocía desde hace diez años… ¿No debería haberlo notado mucho antes?

Las creencias y opiniones del emperador colapsaron a su alrededor. Esto no tenía ningún sentido, lo que significaba… Tenía que ser un error. Tenía que ser un malentendido. Lucius I no podría estar enamorado de esa “mujer”.

Mujer…

Así es, Pollyanna Winter era una mujer. Una mujer que también era caballero.

La gente la llamaba la caballero. Debido a que era una mujer en este mundo de hombres, tuvo que pasar por tantas dificultades. Debió haber sentido una desesperación y desesperanza increíbles. Fue mucho más difícil, casi imposible, para ella ser reconocida y aceptada. Rumores inmundos e injustos la seguían a todas partes. Hasta su muerte, estaría rodeada de estos prejuicios.

Casi muere, pero Lucius I la acogió. No estaba siendo arrogante. Ésta era la verdad. Cometió muchos errores que requirieron que se disculpara con ella, pero al final del día, Lucius I salvó a Pollyanna Winter.

—Su alteza.

Pollyanna lo llamó con un tono afectuoso. Sabía que ella le mostraba el mayor respeto y consideración a él que a cualquier otra persona en este mundo.

La forma en que lo miró fue cálida. Era un amor incondicional, pero no el amor que una mujer sentía por un hombre. Era un amor por su emperador como su amo. Fue una devoción a su gobernante.

Era lealtad y nada más.

—Su alteza, ¿está bien? ¿Hay algo mal?

—No.

Pollyanna lo miró preocupada y Lucius I se estremeció. Fue como si alguien le arrojara agua fría.

Todos sabían lo fea que era Pollyanna. Incluso la propia Pollyanna estaba de acuerdo. Ahora se veía mucho mejor y más limpia, pero ciertamente no era una belleza. En el mejor de los casos, era una mujer de apariencia normal.

Pero ahora mismo, en este momento… Ella le parecía bonita.

El emperador no podía respirar. Su corazón comenzó a latir incontrolablemente. No tuvo más remedio que admitir y aceptar que estaba enamorado.

Rápidamente, volvió a poner su cara de póquer. Él le dio la “generosa sonrisa del emperador”. No fue difícil porque, después de todo, lo había hecho toda su vida.

Aunque era un hombre recién enamorado, primero era un emperador. No podía dejarse llevar por sus emociones. Quizás, por eso no creía en el amor. Al menos, no era para él.

Lucius I miró a Pollyanna Winter. Tenía una espada colgando de su cintura. En algún lugar de su cuerpo, había varias dagas y otras armas. Ella nunca lo hizo, y nunca dudaría en usarlos para matar. No tenía reparos en utilizar la violencia. No era una luchadora talentosa, pero tenía suficiente experiencia para hacer un trabajo adecuado. Por él, ella haría cualquier cosa.

El uniforme azul le quedaba bien. Como jefa de la división de la guardia, también se le dio el honor de llevar una franja dorada. Lucius I sabía lo mucho que trataba de lucir limpia y presentable para él.

El sol ya no se veía por ningún lado, pero el cielo todavía estaba brillante. Ahora podía ver algunas estrellas apareciendo en el cielo.

—Tu uniforme te queda bien, sir Pol.

—¡Gracias por el cumplido!

—Esa espada también te queda bien.

—¡Me halaga, su alteza!

—¡Y también te veías bien con el pelo corto!

—Su alteza, debe estar muy feliz en este momento.

—Es solo que hoy te ves bonita, Sir Pol.

—¿Está… bien, alteza? ¿Está enfermo quizás?

Lucius I sonrió. Casi cometió un error al confesarle su amor por ella en este momento, pero se recuperó rápidamente. Tenía que reprimir sus sentimientos. No era un simple hombre, era el emperador.

El emperador.

Lucius I imaginó a Pollyanna de pie junto a él como su emperatriz. Parecía tan ridículo que se rio. Se sintió un poco mejor.

Quizá me haya equivocado. Tal vez solo estoy confundido.

Este era un momento emotivo para él después de todo.

Tenía tanto que hacer ahora, y no importaba lo que sintiera, no importaba.

Olvídalo por ahora.

Un amor ahora podría convertirse en algo diferente mañana. Por ahora… decidió ignorarlo. No lo estaba abandonando, pero lo enterraría profundamente dentro de él, y cuando tuviera más tiempo, lo reevaluaría.

Mientras cabalgaban por el acantilado, todo le resultaba desconocido. De alguna manera, Lucius I sabía que recordaría este momento para siempre.

Es amor…

El emperador sonrió impotente. Sabía que el futuro era incierto, pero por ahora, quería disfrutar de este momento.

El ejército de Acreia finalmente se dio la vuelta para regresar al norte.

De vuelta a casa en Acreia…

Ningún obstáculo detuvo al emperador esta vez.


Maru
Estoy emocionada, me río y siento pena ajena por Lucius. Ah... cómo me va a gustar que intentes conquistar a alguien que no piensa para nada en ti de esa forma.

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