El emperador y la mujer caballero – Capítulo 87

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


Los ojos de Sir Ainno y Pollyanna se agrandaron ante las firmes palabras de su emperador. Esto confirmó la sospecha de Sir Ainno; definitivamente algo estaba pasando con Lucius I. Pollyanna simplemente pensó que tal vez había un tema que su emperador quería discutir solo con otros hombres.

Tal vez su alteza quiera hablar de algo sucio…

Tanto Lucius I como Sir Ainno eran jóvenes maestros de alta cuna. Cualesquiera que fueran las historias sucias que quisieran compartir entre ellos… Pollyanna sabía que no se compararía con lo que escuchó o incluso tuvo que pasar, pero si les señalaba esto, sabía que los dos hombres lo negarían y la harían parecer una mujer de mente sucia. Pollyanna sabía que si se entrometía, solo avergonzaría a Lucius I, así que decidió no hacerlo.

Decidió dejar que los hombres se divirtieran.

—Entonces, iré a beber con los otros caballeros, alteza. Que tenga una buena tarde.

—Espera, sir Pol, asegúrate de no beber demasiado. En realidad, no deberías beber nada. Vete a la cama por esta noche.

—¿Perdón?

Los ojos de Pollyanna se abrieron cuando el emperador explicó:

—Realmente creo que bebes demasiado y con demasiada frecuencia, Sir Pol. Tenemos una maravillosa casa de baños con agua termal, así que, ¿por qué no la disfrutas antes de acostarte esta noche? Vas a ser la nueva propietaria de este castillo, por lo que sería una gran idea que exploraras todos los aspectos de este lugar.

Parecía que Lucius I realmente se preocupaba por su salud. Pollyanna asintió con la cabeza. Dejó el vino y los bocadillos y salió de la habitación.

El emperador suspiró aliviado. Por esta noche, pudo evitar que ella bebiera y pasara demasiado tiempo con otros hombres.

Sir Ainno preguntó entonces:

—¿Tienes algo que quieras decirme? ¿Algo que Sir Pollyanna no debería oír?

—No, no es nada de eso, Inno. Adelante, descansa tú también.

—Su alteza, por favor dime qué te está molestando. Yo lo arreglaré.

Sir Ainno se tomó en serio su oferta. Desde su punto de vista, Sir Ainno no podía entender lo que podía preocupar al emperador. Todos sus sueños se hicieron realidad. El continente estaba unido y el emperador no perdió a ninguno de sus hombres cercanos. Ninguna de las colonias se rebelaba y la gente les arrojaba flores y les daba la bienvenida con los brazos abiertos.

Pero el emperador se veía desamparado como si estuviera solo en este mundo. ¿Lucius I estaba pasando por otra pubertad?

—Inno, estoy bien.

—Su alteza, sé que no me estás diciendo la verdad.

—Yo…

Lucius I se frotó la frente. Se estaba volviendo aún más claro que algo lo estaba molestando. Suspiró profundamente. Lucius I sabía que no podía ocultarle este secreto a Sir Ainno por mucho tiempo. Al final, el emperador le dijo a su caballero:

—Hay una mujer en la que estoy interesado…

—¿Quién es ella? Te la traeré de inmediato.

Los nombres y las familias de todas las mujeres que se ofrecieron al emperador quedaron registrados en un documento oficial. Todo lo que sir Ainno tuvo que hacer fue pedirle al criado el nombre y la dirección, y podría encontrar a la dama esta noche.

Lucius I negó con la cabeza.

—No, no es necesario.

—¿Por qué no? ¡Te sientes así por esta mujer!

—Es solo una atracción temporal y menor. Pasará pronto, por lo que no es necesario que te ocupes de ello.

—Si fuera a pasar pronto, no estarías aquí con este aspecto.

—Supongo… que tienes razón, Inno.

Lucius I sonrió amargamente. Sir Ainno parecía decidido. Estaba claro que no iba a salir de la habitación sin descubrir la verdad.

—¡Su alteza, por favor háblame de ella! ¿De dónde es? La razón por la que no me lo dirás… ¿Es porque esta mujer está casada? ¿O es demasiado joven? ¿Demasiado vieja? ¿Está viuda y tiene un hijo? ¿Es una plebeya?

—No…

Todo estaba mal. Sir Ainno se volvió aún más curioso. ¿Cuál era entonces el problema?

—Su alteza, ¿entonces por qué dudas? Trae a esa mujer aquí y dile cómo te sientes. Estoy seguro de que estará encantada.

Sir Ainno estaba seguro de ello. Su amigo, el emperador, era hermoso y amable. Tenía un gran cuerpo y, sobre todo, era el emperador de todo el continente. ¿Quién se atrevería o querría negar a un hombre así?

Supuso que un corazón querría lo que quiere un corazón. Por supuesto, no todas las mujeres se enamorarían de inmediato del emperador, pero ¿quién se negaría a sí mismas de tal honor de convertirse en la mujer del emperador? El amor no era un requisito aquí.

Además de eso, Lucius I no estaba casado. Si esta mujer en cuestión provenía de una familia decente, había muchas posibilidades de que pudiera convertirse en la próxima emperatriz.

Esto era especialmente posible porque el emperador estaba claramente enamorado de ella. Sir Ainno nunca había visto a Lucius I actuar de esta manera.

—Su alteza, si esta mujer es extranjera, supongo que los ancianos en casa pueden protestar, pero esto en realidad podría ser algo bueno. Tener a una extranjera como esposa podría unir a todas las colonias como una sola. ¡Su alteza! ¿Qué es lo que te preocupa tanto? Incluso si esta mujer está casada, si le damos a su esposo una compensación adecuada, podemos hacer que esto funcione.

—Inno, una mujer no es una propiedad. No compramos mujeres.

Sir Ainno se quedó sin habla. Sabía que las mujeres no eran ganado, pero ciertamente las trataban como tal. Lucius I era un hombre amable y justo, pero Sir Ainno sabía que el emperador no era un hombre ingenuo. Lucius I sabía perfectamente cómo funcionaba el mundo, así que para él decir algo como esto… De repente, Sir Ainno se dio cuenta de la verdad.

—Ah, ¿estás enamorado, alteza?

Esto no puede ser solo un interés. Este joven estaba enamorado y por eso parecía tan preocupado.

Escucharlo en voz alta de otra persona confirmó lo que temía Lucius I.

Su corazón comenzó a latir con fuerza de nuevo. Lucius I cerró los ojos y asintió.

—Sí, es amor.

—Entonces, ¿quién es esta mujer? ¿Dónde está? Si estás enamorado de esta persona, ¿por qué acogerías a una mujer diferente cada noche? Si realmente amas a esta chica, entonces tenemos que traerla aquí de inmediato…

—Solo detente, Inno. Es solo ahora que lo he admitido. Intenté ignorarlo y negarlo… pero no funcionó.

—¿Negar el amor? ¿Por qué harías algo tan tonto?

Sir Ainno frunció el ceño. Sabía que Lucius I podía hacer casi cualquier cosa si se lo proponía, pero aun así, había cosas en este mundo que simplemente no se podían hacer.

Amor… Sir Ainno nunca se había enamorado, pero incluso él sabía que no podía detenerse.

¿Por qué el emperador se esforzaba tanto por ignorar sus sentimientos? Tenía que ser porque esta mujer era alguien a quien no podía tener. ¿Una mujer casada? ¿Una viuda?

—¿Quién es, su alteza? ¡Dime!

Los claros ojos verdes de Lucius I parecían inquietos. No estaba acostumbrado a preocuparse tanto. Estaba en su límite. Necesitaba contárselo a alguien.

El corazón del emperador latía con entusiasmo, esta sería la primera vez que lo admitía ante otra persona. No se estaba confesando a ella en persona, pero ciertamente se sintió como una confesión.

Finalmente, Lucius I abrió la boca y le dijo a su amigo:

—Pollyanna Winter.

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