El gran deseo – Capítulo 6: La investigación (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


Evita creía que no habría razón para volver a verlo, pero el líder de Kaligo le hizo una visita inesperada. A pesar de que estaba temblando por dentro, puso una sonrisa amistosa.

—Hoy has venido solo.

—¿Qué? ¿Te parezco más manejable cuando estoy solo?

Kuhn estaba siendo arrogante a propósito. Este tipo de personas tenía la tendencia a aprovecharse de ti si les mostrabas alguna debilidad.

Qué imbécil.

Evita se abstuvo de maldecir.

Ah, me está haciendo hervir la sangre.

En este mundo sucio, el cliente era el rey. Hubo un tiempo en que Olga había dominado este mundo. Sin embargo, esa gloria estaba en el pasado. En vez de agarrarse la nuca, Evita le sonrió a su invitado de honor.

—Estás bastante a la defensiva. No es necesario. Sabemos que no saldremos vivos si agraviamos el nombre de Kaligo. No somos tan imprudentes.

Cada rosa tenía sus espinas. En cuanto a la apariencia, era definitivamente su tipo, pero no le gustaban los hombres rudos.

—¿Hubo algún problema con lo que te vendimos la última vez? —Le preguntó a Kuhn.

—No, no hubo ningún problema.

—¿Entonces por qué estás tan molesto?

—¿Molesto? Nadie me ha visto así antes.

—Ah… Entonces eres bastante hábil para controlar tus emociones.

—Lo que quiero decir es… Cualquiera que me haya visto molesto ya no está vivo.

Evita añadió otra descripción a la lista.

Lunático loco.

—¿Por qué estás aquí entonces?

Debido a que las palabras de Kuhn fueron cortas y groseras, la voz de Evita también perdió su gracia al preguntar eso.

—Se trata de entrar al palacio imperial.

—¿Necesitas un pase de entrada?

—Yo no. Tú.

¿De qué demonios estaba hablando?

—¿Por qué necesito entrar en el palacio?

—Has oído que la princesa ha sido promovida recientemente a Rey de Plata después de la coronación, ¿verdad? Ella quiere comprar algo de información. Te recomendé, así que ve y hazlo bien.

¿De acuerdo con quién? Olga era una organización turbia. Necesitaban estar lo más lejos posible de la nobleza. ¿Pero este hombre quería que ella fuera al palacio imperial? ¿Para conocer a un miembro de la familia imperial?

—Ahora, escucha. Parece que has entendido algo mal, pero Olga no es tu subordinada. ¿El palacio imperial? Si crees que nos estás asustando al decir eso, estás equivocado.

—Pensé que estabas buscando trabajo. No creo que estés en posición de ser exigente.

—Trabajo es trabajo. Histórica y tradicionalmente, Olga ha sido una organización que existía en las partes más bajas del Imperio. Si crees que aceptaremos el “honor” de convertirnos en una agencia de la familia imperial… —Mientras Evita levantaba la voz e incluso sacudía su dedo hacia Kuhn, sus ojos se abrieron de par en par cuando él le lanzó un gran diamante—. ¡H-Haremos cualquier cosa por dinero!

Otro diamante vino volando hacia ella. Evita se arrodilló ante el suelo.

—Lo haremos. Sea lo que sea, lo haremos. Solo da la orden.

La situación financiera de la organización estaba en sus últimos momentos. No importa cuánto lo intentaran, siempre se estaban quedando sin dinero. ¿Cómo había llegado Olga, que una vez había dominado este espacio, a este estado? El hombre cruzó las piernas y se rió. Ella quería arañarle ese hermoso rostro suyo y dejarle diez cicatrices rojas en sus mejillas.

Sin embargo, la vida del jefe de una gran familia era dura. Evita derramó lágrimas de sangre en el interior, pero sonrió brillantemente en el exterior.

—Todo lo que tienes que hacer es responder a todas las preguntas que te hará el Rey de Plata. No hagas algo extraño dentro del palacio imperial y consigas que te encarcelen.

—Me aseguraré de elegir a una excelente persona para enviarla dentro.

—No. Hazlo tú.

—¿Qué? ¡Escucha! Soy el maestro de Olga. ¿Y me estás diciendo que entre al palacio imperial?

—Sí. ¿Qué? ¿No puedes hacerlo?

Cuando el hombre le preguntó eso con una expresión en blanco, Evita sintió que era mucho más aterrador que una amenaza real.

—No digo que no pueda… Pero necesitaré más compensación por mis problemas…

Otra joya rodó hacia ella, y Evita la tomó en sus manos rápidamente. Ahora se dio cuenta de que iba a tener que entrar en un nido de serpientes.

—¿Y qué tengo que hacer? ¿Quieres que te diga qué tipo de información está buscando?

—No vas a entrar ahí como espía. Ni siquiera tienes que decirle que eres de Olga. Invéntate una identidad si quieres. Solo ve y responde a cualquier cosa que ella te pregunte.

—¿Y si me pregunta algo que no sé?

—¿Necesito decirte qué hacer palabra por palabra? ¿Es la primera vez que haces negocios?

Ugh.

Evita se mordió los labios en lugar de estallar en furia. Ella era una belleza. Se suponía que los hombres eran amables con las bellezas. Nunca había conocido a un hombre que la hubiera molestado tanto antes.

—¿Hay algo en lo que deba tener cuidado?

—No hables de mí. El Rey de Plata te compensará por separado. Puedes tomar lo que te dé.

Iba a haber incluso más dinero. El corazón hirviente de Evita se asentó de alguna manera.

—Si entro en el palacio y algo sucede, me ayudarás, ¿verdad?

—¿Por qué debería hacerlo?

Evita trató de sonreír mientras temblaba.

Hijo de perra.

♦ ♦ ♦

Emma habló con una expresión seria en su rostro.

—Su Majestad, hay algo que necesito decirle.

Sienna simplemente miró la bolsa de seda que Emma puso sobre la mesa y no la tocó.

—¿Te reuniste con el Rey Rojo? —Le preguntó Sienna.

—Sí, lo hice por la mañana.

—¿Y ella te dio otra?

—Sí.

—Cuando te dije que la guardaras antes, quise decir que puedes seguir tomándola sin pedirme permiso cada vez.

Cuando Emma recibió la bolsa de Patricia la primera vez, pensó que era para Sienna y se la trajo. Sienna le explicó a Emma, riéndose, que era para ella. Pensando en ese momento, Emma se sentía aún más culpable y tenía una expresión llorosa en su rostro.

—Por favor, perdóneme. No fui capaz de cuidarla apropiadamente la última vez. Me temo que haré lo mismo con esta, así que pensé en dársela antes de volver a estropearlo.

—¿La perdiste? —Al no obtener respuesta de Emma, volvió a preguntar—. ¿Dónde? ¿Dentro del palacio? Llamemos a la oficina del fiscal y…

—¡No! Su Majestad, no la perdí… —El rostro de Emma se enrojeció mientras tartamudeaba su respuesta—. Yo… la vendí. Lo siento, Su Majestad.

—¿Por qué te disculpas?

—Me atreví a vender algo valioso que usted me había dado a la casa de empeños…

—Técnicamente, no te la di. El Rey Rojo lo hizo. Era tuyo, así que no importa si la vendiste o la regalaste. Pero de todos modos, ¿qué es una casa de empeños?

—Una casa de empeño es un lugar donde dejas tus bienes usados a cambio de dinero.

—Si aceptan bienes usados a cambio de dinero, ¿no significa que la persona que compra los bienes sufre una pérdida?

—El propietario de una casa de empeños evalúa el objeto que se trae y solo le da una parte de su valor. Si la persona que pidió prestado el dinero no lo devuelve, el propietario se quedará con el objeto. Debe pagarle el préstamo sin falta si quiere ese objeto de vuelta.

Mientras Emma explicaba lo que era una casa de empeños, su cara volvió gradualmente a su color normal.

—¿La gente va a menudo a una casa de empeños?

—Creo que todo el mundo visita una, al menos, una vez en su vida.

—¿Tú también?

—Sí. Cuando vivía en mi ciudad natal, iba muy a menudo. Viendo lo difícil que era salir adelante…

—He oído hablar de corporaciones que a menudo prestan dinero a la gente. Y creo que hay una oficina del gobierno que también lo hace. Entonces, ¿por qué irían a ese tipo de lugar?

—No todo el mundo es capaz de recurrir a los lugares que ha mencionado. Escuché que son muy quisquillosos cuando se trata de la gente a la que prestan dinero.

Sienna pensó que la idea de una casa de empeños era extraña. Según Emma, la mayoría de sus súbditos frecuentaban una, pero era la primera vez que oía hablar de una.

—Puedes devolver esto. Es tuyo. Si quieres venderlo, véndelo. Ah, ¿eso significa que dejaste el último en una casa de empeños y pediste dinero prestado?

—Sí… —respondió Emma con una voz chillona. Si su majestad le preguntaba por qué la vendía, por qué necesitaba dinero, Emma no sabía cómo responder. En su ciudad natal, su padre había tenido un accidente con sus finanzas. No quería tener que explicar una situación tan patética y embarazosa.

—Te daré la cantidad exacta de dinero a cambio de esto.

—¡No, Su Majestad! No tiene que darme nada.

—¿Por qué iba a tomar algo que es tuyo? Me quedaré con esto por ahora. Te daré dinero a cambio. ¿Necesitas el dinero inmediatamente?

—No tengo prisa.

Después de decirle a Emma que puede retirarse, Sienna sacó un anillo de la bolsa. El anillo de oro tenía una gran joya incrustada en él. No se parecía en nada a las joyas que Sienna solía llevar.

La mano de obra era pobre, y la calidad era baja. Tan pronto como Sienna vio el anillo, supo que este no tenía la calidad habitual a la que estaba acostumbrada. Se preguntó cuánto valdría este tipo de cosas en dinero. Sin embargo, no fue capaz de encontrar una respuesta. No tenía ni idea.

La moneda del Imperio tenía cuatro grupos. Todas estaban grabadas en plata, y solo los tamaños diferían, así que todos las llamaban “monedas de plata”. Sin embargo, no estaban hechas de plata. En su lugar, se hacían aplicando técnicas especiales que eran únicas en el imperio.

Nunca hubo un problema con el dinero falso. Si los criminales trataban de usar la plata para hacer moneda falsa, al final, solo perderían dinero.

Las monedas de plata eran muy fiables. Duraban mucho tiempo como el hierro, así que eran muy prácticas. Se podían usar en cualquier parte del continente, e incluso se prefería al oro en algunos lugares.

Sienna, actualmente, estaba memorizando todo sobre las monedas de plata. Su historia, sus transformaciones, sus formas, e incluso su circulación anual. Toda esta información estaba dentro de su cabeza.

Los súbditos del Imperio usaban monedas de plata. Se decía que una moneda del grupo más valioso de los 4 grupos podía comprar un saco de harina. Sin embargo, eso es todo lo que Sienna sabía cuando se trataba del valor de la moneda de plata.

Cuánto valía realmente un saco de harina, cuánto tiempo podía alimentar a una persona… Los detalles eran interminables.

—Hm…

Cruzó sus brazos y miró con desprecio el anillo. ¿Por qué no había pensado en estas cosas antes?

Las monedas de plata no valían mucho. Por eso la nobleza no las usaba. Un artículo lujoso, propiedad de los nobles, requeriría un carro lleno de monedas de plata. Por eso los nobles solían usar joyas o un cheque.

La moneda de plata no aparecía en ningún documento oficial del Imperio. Incluso en el presupuesto nacional se usaba el peso del oro como estándar.

Sienna solo había visto la moneda de plata una vez en su vida. Mientras estaba en clase, su instructor le había mostrado una serie de monedas de plata. Eso fue hace más de diez años.

Necesito a alguien que me enseñe las cosas que no sé.

Después del sueño que tuvo hace un par de días, se las arregló para resolver el problema de sus nombramientos de personal.

Nombró a Gilbert como capitán de sus guardias. Él fue el primer instructor de espada de Sienna. La había ayudado con lo básico durante un año. Después de eso, Sienna había sido recomendada a otro instructor que era conocido por tener mejores habilidades, así que Gilbert fue reemplazado.

Debido a esa conexión, Sienna siempre buscaba a Gilbert cuando tenía asuntos con los caballeros. Sin embargo, como mucho, eso ocurría un par de veces al año. Nunca antes le había dado una tarea importante.

Cuando llamó a Gilbert y le dijo que le iba a dar el puesto de capitán de su guardia, parecía sorprendido. También dejó que Gilbert encontrara a los caballeros apropiados para ser sus escoltas.

Y así, Sienna no pensó mucho en ello y eligió a su personal. Ella solo tenía una cosa en mente: No elegir a nadie de la lista de recomendaciones de Patricia.

Ahora solo tenía un puesto por llenar. Todavía necesitaba una secretaria personal. Su secretaria personal será la persona con la que más se reuniría y a la que le asignaría más tareas. Quería ser cuidadosa cuando llenara ese puesto. Y ahora… sabía cómo elegir a su secretaria.

Se oyó un golpe en la puerta. Unos momentos después, la condesa Pope entró en la habitación. Como antes, la condesa Pope debía permanecer como dama de honor de Sienna.

Solo porque Sienna había sido coronada como el Rey de Plata no significaba que su título de princesa se fuera a perder. Ella todavía era un miembro de la familia imperial, y seguía siendo la princesa.

—Su Majestad, la persona que ha solicitado verla está aquí ahora y la espera. No me dijeron nada más, así que se lo haré saber.

—¿He conocido a esta persona antes?

—No. Dice que es una comerciante. Que vende cosas triviales, pero que usted estaría satisfecha con lo que tienen.

—¿Una comerciante?

Sienna tenía el presentimiento de que sabía quién era si decía estar vendiendo “cosas triviales”.

—Déjala entrar.

—Sí, Su Majestad.

—Condesa. —Sienna detuvo a la condesa justo cuando estaba a punto de irse—. ¿Puedo pedirle un favor?

Los ojos de la condesa se abrieron ligeramente antes de reírse suavemente.

—Por supuesto. Haré todo lo que pueda.

Mientras Sienna la miraba sin decir nada, Beth barrió su cara con su mano, avergonzada.

—¿Tengo algo en mi rostro?

Sienna había visto cómo se vería veinte años en el futuro. Sonrió mientras recordaba el sueño.

Para la futura Sienna, la condesa sería una persona preciosa en su solitaria vida. Estaba agradecida de que la condesa se quedara a su lado como siempre lo había hecho.

—Digo esto ahora porque se me acaba de ocurrir. Condesa, usted ha estado a mi lado durante mucho tiempo.

—Sí, han pasado más de diez años. No puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo.

—Tuve más de diez niñeras cuando era niña. Pero siento que tú eras más como una niñera para mí que cualquiera de ellas.

—Ha sido una alegría y un honor ser testigo de su crecimiento, Su Majestad.

—Recordé algo que había sucedido en el pasado. Hubo un momento en que no te vi en un tiempo. Me dijeron que la dama de honor iba a ser reemplazada. Ordené tu regreso inmediatamente. ¿Recuerdas eso?

—Sí, Su Majestad.

Esto sucedió cuando Sienna tenía ocho años. El Rey Rojo había intentado quitarle a Beth.

—Parece que contigo como excepción, nadie más se queda por mucho tiempo. ¿Están huyendo? ¿Es porque soy demasiado complicada?

—Eso no es cierto, Su Majestad.

—Entonces, ¿están siendo expulsados?

El rostro de Beth se endureció.

—Su Majestad.

—Estoy al tanto.

—¿Perdón…?

—Estoy diciendo que sé de quién es la culpa.

El Rey Rojo era increíblemente meticulosa. Cuanto más tiempo pasaba, más se daba cuenta Sienna de lo lejos que había llegado la mano de su madre.

Una vez que comenzó a tener sus sueños, Sienna no confiaba en nadie. Incluso mantuvo una distancia entre ella y la condesa. Sin embargo, tenían una década de historia, y continuaría por veinte años más. Si esta persona estaba constantemente a su lado durante treinta años, Sienna sentía que podía confiar en ella.

—Por favor, recomiéndeme a alguien. Esta persona no necesita haber tenido un puesto en el gobierno o un talento increíble. Solo necesito que sea leal y que sepa mantener la boca cerrada. Sería bueno que también tuviera alguna experiencia en administración de negocios.

La expresión de Beth se hizo más brillante cuando Sienna cambió de tema. No esperando que Sienna le pidiera una recomendación para el puesto de su secretaria personal, Beth respondió rápidamente.

—Sí, Su Majestad. No debería ser difícil encontrar a alguien con esas características.

Parecía que la princesa requería a alguien que se ocupara de tareas diversas. Beth rápidamente pensó en algunas personas.

—Investigaré a ciertas personas y se lo haré saber, Su Majestad. Me llevará un par de días.

—Gracias.

—No hay ningún problema, Su Majestad. Por favor, hágame saber si hay algo que pueda hacer para ayudar.

♦ ♦ ♦

Cuando alguien entra en el palacio por primera vez, siempre se sentía abrumado por la extravagancia y el tamaño del mismo. Evita no fue la excepción.

Sin embargo, ella fue un paso más allá y notó dónde estaba todo dentro de su cabeza. Se daba por hecho que ella buscaría posibles rutas de escape en caso de que necesitara usar una. Venía con el trabajo.

Mientras esperaba el llamado del Rey de Plata, los ojos de Evita captaron todo. El interior del palacio, el diseño de los muebles, el color del uniforme de las damas de honor. Todo era valioso. Esta información podría valer dinero.

Después de que ella tomó toda la información que quería, se aburrió. Empezó a recordar al hombre de cabello negro que la había metido en esta situación y casi lo maldijo en voz alta.

La señora que entró en la habitación volvió a salir.

—Puede entrar. Su Majestad está esperando.

—Sí, milady.

Pensó que alguien la acompañaría a entrar. Sin embargo, Evita fue enviada adentro sola, y las puertas se cerraron detrás de ella. Desconcertada, se dio cuenta de que no podía entrar y salir por las puertas a voluntad.

—Acérquese más.

No era la voz delgada y elegante que ella esperaba. Era aguda y fuerte, y también sonaba un poco fría.

Evita apretó sus puños. Sintió un escalofrío en su cuerpo, como si se estuviera preparando contra un viento frío. Bajó la cabeza y caminó en la dirección de la voz.

Cuando se trataba de Evita, su corazonada era a menudo correcta. Era casi una habilidad en este punto. Especialmente sus primeras impresiones. Nunca se había equivocado con sus primeras impresiones de los demás. Ella sentía que evaluar a las personas era increíblemente importante. Su “corazonada” le había salvado la vida en más de una ocasión.

Basó sus primeras impresiones en la apariencia de uno y, a veces, en sus voces. Incluso, llegó a observar sus disposiciones. Sin embargo, hubo momentos en los que se sintió completamente abrumada.

Al igual que ahora.

Tuvo una experiencia similar no hace mucho tiempo. Se sintió de la misma manera cuando conoció al líder de Kaligo por primera vez.

¿Necesito hacer un exorcismo?

Aunque era raro encontrarse con este tipo de personas en la vida, Evita había conocido a dos en un año. No sabía si era afortunada o desafortunada.

—Escuché que eras una comerciante.

—Sí, Su Majestad.

—¿Qué es lo que vende?

—Vendo lo que no puede ver.

—Venga y siéntese.

Sin conocer la etiqueta apropiada para rechazar tal pedido, Evita no dudó y se sentó en el sofá. Una vez que se sentó, levantó furtivamente su cabeza.

Increíble…

Cuando oyó hablar por primera vez de la familia imperial, que había heredado la sangre de los dioses, resopló con incredulidad. Evita estaba muy segura de su propia belleza. Cuando vio a las mujeres nobles que se rumoreaba que eran bellas, Evita pensó: ¿Quién no sería bello si se vistieran así?

Sin embargo, la princesa estaba en otro nivel cuando se la comparaba con esas mujeres nobles. Era como si fueran especies totalmente diferentes. Era casi como si “hermosa” no fuera suficiente para describirla. Tenía un aura sagrada.

Si los dioses hicieran una muñeca, se parecería a ella.

Mientras Evita se perdía en la belleza de Sienna, Sienna también observaba a Evita.

Es bastante joven.

Era lo contrario de lo que Sienna esperaba cuando Kuhn le dijo que le enviaría un informante. Esperaba un hombre mayor y de aspecto sombrío, pero en cambio había llegado una mujer bonita y encantadora.

Su aura era similar a la de Patricia. Si Patricia era una gata elegante, esta mujer era como un gato salvaje, libre.

Patricia tenía una belleza que era completamente opuesta a la de su hija. Su cuerpo era pequeño y perfectamente adecuado para el abrazo de un hombre. También tenía ojos sonrientes y una dulce sonrisa. La gente la describía como una belleza voluptuosa.

Los humanos no podían evitar querer las cosas que no tenían, pero no quería decir que Sienna tuviera un complejo de inferioridad.

Sienna estaba orgullosa de lo que tenía, pero también reconocía las fortalezas de los demás. Por lo tanto, ella pensaba que Evita era “encantadora”. Si tuviera que decir si tenía un buen presentimiento sobre Evita o no, Sienna se habría ido con la primera.

Sin embargo, algo sobre el encanto de Evita le molestaba a Sienna. Por alguna razón, no le gustaba esta mujer.

—¿Por cuánto tiempo más seguirás mirando la habitación?

Sienna pensaba que su disgusto provenía del comportamiento grosero de Evita. Evita se sobresaltó y rápidamente bajó la cabeza.

—Me disculpo, Rey de Plata. No estoy muy familiarizada con la etiqueta, así que, por favor, perdóneme.

No fue una sorpresa descubrir que un sujeto ignorante no conocía la etiqueta adecuada. A pesar de que Sienna lo sabía, todavía se sentía molesta.

—Su nombre… No, no importa. Eso no es importante. ¿Cómo haces negocios?

—Es lo mismo que cualquier otro negocio. Si actualmente tengo lo que buscas, puedo dártelo inmediatamente. Si no lo tengo, puedo encontrarlo y dártelo más tarde.

—¿Y el precio?

—Como con cualquier otra cosa, si me dices lo que estás buscando, calcularemos el precio. Si los dos estamos de acuerdo, la transacción comenzará.

—¿Puedes conseguirme lo que quiero si lo pido?

—Haremos todo lo posible, pero solo soy una comerciante. No puedo obtener todos los objetos del mundo.

Sienna quería probar a la mujer. ¿Sería capaz de obtener la información secreta que solo estaba al alcance del servicio de inteligencia del imperio? Sin embargo, rápidamente descartó esa idea.

No la llamé aquí para poder atraparla.

Le dijo a Kuhn que estaba buscando información trivial. Por lo tanto, Kuhn habría escogido a esta mujer específicamente y la habría enviado aquí. Si ella hacía que la mujer se sintiera incómoda, también lo haría él.

¿Alguien se la recomendó? ¿O ya se conocían?

Mientras Sienna reflexionaba sobre la conexión entre Kuhn y esta mujer, sintió que su humor bajaba de nuevo.

Probablemente, no es una mujer honesta.

Por eso se sentía tan repelida por ella. Esta fue la conclusión a la que Sienna llegó después de mucho pensar.

Sienna sacó el anillo que Emma había dejado.

—Quiero saber el precio de este artículo.

—Su Majestad, debería preguntarle eso a un tasador…

—No estoy buscando un precio exacto. Solo quiero saber cuánto crees que costaría esto de un vistazo.

Evita tomó el anillo y lo levantó mientras lo observaba aquí y allá. Incluso si no era una experta en joyas, todavía tenía un ojo para ellas. A menudo recibía joyas como compensación, así que, si no sabía su precio, sufriría una gran pérdida.

—Creo que serán unas tres monedas de oro.

—¿Tres monedas de oro? ¿Qué clase de moneda es esa? No hay monedas de oro usadas como moneda en el Imperio.

—No se utiliza como moneda. Lo usamos como estándar cuando comerciamos. Dicen que el imperio produjo monedas de oro conmemorativas en el pasado. Creo que fue hace mucho tiempo…

—Así es. Fue hace 186 años para ser exactos. El emperador de esa época quería producirlas para celebrar su victoria y mandó hacer treinta y siete de ellas. Y en esas monedas, se grabaron los nombres de los treinta y siete caballeros que habían entregado sus vidas en la guerra. Dieciséis de ellas se han perdido hoy en día, y el resto se guarda en los cofres imperiales.

Evita asintió con la cabeza, desconcertada. No conocía esos detalles, así que estaba aprendiendo sobre las monedas de oro conmemorativas por primera vez.

—¿Cómo es que estas monedas de oro conmemorativas están siendo usadas como un estándar de comercio?

—La cantidad de oro que se necesita para hacer una de las monedas de oro conmemorativas se considera una unidad. Por lo tanto, solo lo llamamos “moneda de oro”.

—¿Y por qué usan un sistema tan complicado?

—Es porque la moneda de plata es muy pequeña en situaciones en las que se mueve una gran suma de dinero.

—¿Y cómo se comercia con esto si no tiene una forma específica?

—Solo lo llamamos “moneda de oro” en papel, pero en su lugar intercambiamos billetes.

—Eso es bastante asombroso…

Nadie sabía quién fue el primero en establecer este sistema. Sin embargo, esta persona no era un líder de este imperio, y aun así se ofreció para crear un sistema tan claro y simple.

—¿Y la gente usa frecuentemente este sistema?

—En realidad no. La mayoría de la gente ni siquiera ve una gran suma de dinero tan grande como una moneda de oro en sus vidas.

—¿Tienes algún billete?

—No en este momento.

—Quiero ver cómo son. Esa será mi comisión para usted, así que tráigalo la próxima vez y muéstremelo.

—Ah… Sí, Su Majestad.

Esto va de forma diferente a lo que esperaba.

Evita se había preguntado qué tipo de información querría el Rey de Plata, pero ahora que estaba aquí, ni siquiera era información que valiera la pena vender.

Sienna le preguntó a Evita las cosas por las que había sentido curiosidad. El valor de una moneda de plata, cómo era hacer negocios en el mercado, el costo de las necesidades diarias y más. Desde el punto de vista de Evita, se preguntaba si el Rey de la Plata realmente le preguntaba estas cosas porque ella no las conocía.

La boca de Evita se secó mientras continuaba contestando las preguntas. En cierto momento, se confundió en cuanto a si la llamaban para vender información o si venía a charlar.

Llamaron a la puerta y una dama de compañía entró en la habitación. Ella no dijo nada y simplemente se paró frente a la puerta. Sin embargo, Sienna pareció entender lo que la dama de honor estaba diciendo y asintió con la cabeza.

—Tengo otra cita esperando, así que creo que deberíamos terminar las cosas aquí. Gracias por su duro trabajo.

—Solo espero haberle sido de ayuda, Su Majestad.

—¿El anillo que le mostré antes será suficiente para su compensación?

—Más que suficiente. Gracias, Su Majestad.

Habiendo hablado hasta que le dolía la garganta, Evita bajó la cabeza y sonrió en secreto. Si la princesa le daba tanto para hablar con ella de esta manera, vendría corriendo todos los días si pudiera.

—La próxima vez…

Sienna calculó la próxima vez que estaría libre para otra reunión. Su agenda estaba completamente reservada para los próximos tres días. ¿Qué tal cinco días…?

Será mejor que encuentre una secretaria personal lo antes posible.

—¿Qué tal dentro de diez días? ¿A esta hora exacta?

—Sí, Su Majestad.

—Le compraré algo. Tráelo contigo la próxima vez.

—Sí, Su Majestad. ¿Qué te gustaría que trajera?

—El líder de Kaligo. Quiero saber más sobre esa persona.

La boca de Evita se endureció.

♦ ♦ ♦

Unos días más tarde, una dama de compañía entregó un documento a Sienna tan pronto como despertó.

—Su Majestad, sir Gilbert dejó esto anoche.

El sobre era delgado. Con la intención de echarle un vistazo antes de desayunar, sacó los documentos que había dentro. El título le llamó la atención desde el principio.

[Compañía Kaligo].

Sienna se sentó en una silla y comenzó a leer el documento seriamente.

Después de que el comerciante de información la visitara hace unos días, Sienna llamó a Gilbert y le ordenó que investigara al líder de Kaligo por ella. Le ordenó a estas dos personas que le dieran la misma información para comparar los dos informes.

Sienna olvidó que solo iba a echar un vistazo y se sumergió en el contenido del informe. Canceló sus citas de la mañana y estudió el informe, casi memorizándolo.

Pensar que una fuerza militar como ésta existía.

Cuando escuchó que eran mercenarios, pensó que no eran mejores que los rufianes. Sin embargo, en este momento, Sienna se dio cuenta de lo superficial de su comprensión.

Aunque no eran muy conocidos entre los súbditos del Imperio, la compañía de mercenarios de Kaligo era básicamente considerada una leyenda en el resto del continente. La razón por la que no operaban dentro del Imperio era bastante sencilla. El imperio ya estaba asegurado, así que no había necesidad de mercenarios aquí.

Mantuvieron el mismo nombre y solo cambiaron a sus líderes a través de los años.

Al igual que un rey de un país cambió con cada generación.

¿Dos de los hombres de Kaligo pueden cazar a una Mantis del Desierto? Se necesitan al menos cuatro caballeros hábiles para derribar a una. ¿Puede ser esto cierto?

Los mercenarios de Kaligo eran los mejores en su campo. Comparado con muchas otras organizaciones de mercenarios en el continente, la compañía Kaligo era un adulto entre los niños. Así de grande era la brecha entre ellos.

Más importante aún, la caza de una Mantis del Desierto no era una broma. Otros luchaban contra una Mantis del Desierto. Esta gente las “cazaba”.

[La espada negra es un símbolo de los mercenarios de Kaligo].

Esta parte del informe le interesó mucho a Sienna. Ella había visto personalmente una espada negra antes. En ese momento, no se había dado cuenta de lo famosa que era.

[Todos los mercenarios de Kaligo blandían una espada negra. Sin embargo, dicen que el líder posee una clase única].

¿Qué tiene de único? No podía decir si la espada que había visto era normal o única. La identidad de ese hombre era todavía ambigua para ella. Cuando ella mencionó a la compañía Kaligo para medir su reacción, él se quedó en silencio. Nunca dijo ser un mercenario con su propia boca.

Sin embargo, aunque fuera un mercenario, definitivamente, no estaba en una unidad normal. Probablemente era uno de los capitanes. No podía verlo como alguien que recibía órdenes. Esa fue su suposición.

—Su Majestad, Gilbert ha llegado.

—Déjalo pasar.

Cuando Gilbert entró y la saludó, Sienna sostuvo el informe en sus manos.

—Esta fue una lectura interesante. Buen trabajo. Sin embargo, parece que le falta algo que estaba buscando. Si le doy más tiempo, ¿podrá averiguar más?

Lo que Sienna quería saber era información sobre el líder de Kaligo. Las habilidades de esa persona, apariencia, edad, y cualquier otra cosa que pudiera ayudarla a identificar a este escurridizo líder de Kaligo.

Sin embargo, lo que Gilbert le había dado era un informe general sobre la propia compañía de mercenarios. Y el informe no evaluaba objetivamente las habilidades y la popularidad del grupo. En cambio, parecía que estaba leyendo un folleto promocional sobre ellos.

—Me disculpo, Su Majestad. Aunque me dé más tiempo, no creo que pueda averiguar nada más.

—Entonces, ¿puede enviar a alguien que esté más cualificado para este tipo de misión?

—Su Majestad, no quiero ser grosero, pero…

Gilbert dudó y no terminó su pensamiento.

—No voy a retorcer sus palabras, así que adelante.

—No importará a quién envíe. La información sobre este tema es limitada, así que será difícil averiguar algo más.

—¿Hay un límite? Tu informe decía que no están afiliados a ningún país. ¿Tienen algún otro tipo de apoyo detrás de ellos?

—La propia compañía Kaligo monitorea el tipo de información que se publica. Aparte de la información que ellos dejan salir intencionalmente, no hay nada más que podamos encontrar.

—¿Y quién está haciendo cumplir esto?

—Es un entendimiento tácito entre la gente. Quien revele cualquier información sin permiso será castigado.

—Un castigo. ¿Significa eso que pondrían sus vidas en peligro?

—Hay rumores de que es una forma de represalia, pero no se ha probado. Dicen que, si rompes una promesa con ellos, ya no harán ningún negocio contigo.

Sienna frunció el ceño.

—¿Eso es todo? ¿Así es como se han estado protegiendo?

—Hubo muchas cosas que aprendí mientras investigaba esto también. Tienen una considerable cantidad de influencia. Dicen que hay líneas de señores y reyes que desean usar el poder que tiene la compañía Kaligo.

—Parece que “considerable” ni siquiera empieza a cubrirlo.

¿En qué se diferencia esto de la diplomacia internacional? De una manera no bárbara, se las arreglaron para presionar a otros con sus desventajas y evitar que se comportaran mal.

Era sofisticado. Y este método no podía usarse a menos que se tuviera una ventaja significativa sobre la otra parte.

—Sin embargo, no hay razón para que el Imperio se sienta intimidado por ellos.

—Sí, eso también significa que no tenemos nada que ver con ellos. Solo operan en el continente. Nuestro departamento de inteligencia no tiene mucha información sobre ellos.

—¿Entonces de dónde sacaron esta información?

—Utilicé otro método.

—¿Un comerciante de información? —Los ojos de Gilbert temblaron de sorpresa—. Debe haberte costado. Asegúrate de dejar un reclamo.

—Ah… No, no fue nada, Su Majestad.

—Fue algo que le ordené hacer, así que puede ser considerado trabajo del gobierno. No debe ser pagado con fondos personales. Reclámelo.

—Sí, Su Majestad…

Sienna cerró el informe y se levantó.

—¿Está usted listo?

—Sí. Preparé el carruaje de acuerdo a sus instrucciones. Su Majestad, por favor reconsidere. Aún no he llenado completamente su unidad de escoltas. Me preocupa que algo malo le suceda mientras está fuera.

Para esta tarde, Sienna le ordenó a Gilbert que se preparara para una salida. A diferencia de la última vez, no iban a viajar en un espléndido despliegue de carruajes. Hoy, ella quería viajar en secreto para mantener su identidad oculta. Ordenó un carruaje que no tuviera la insignia imperial blasonada.

—Sir Gilbert, ¿es la capital un lugar sin ley? ¿Siente que su vida está en peligro cuando anda por ahí?

—No, Su Majestad. La capital se enorgullece de ser conocida como un lugar de paz pública.

La capital del Imperio era conocida por su seguridad. Una mujer podía caminar por las calles a altas horas de la noche y no tener que preocuparse por ningún peligro.

—Entonces no hay necesidad de preocuparse. Vámonos.

Sienna pasó al lado de Gilbert y salió por las puertas que las damas de honor le abrieron. Gilbert suspiró y la siguió.

Gilbert era sencillo y leal. Hizo lo mejor que pudo con cada tarea que se le dio, pero era lento para pensar por sí mismo. Dependiendo de su maestro, podía ser un instrumento útil o uno malvado.

Una respuesta en “El gran deseo – Capítulo 6: La investigación (2)”

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