Traducido por Kiara
Editado por Ayanami
—Riley.
—¿Sí?
—¿Es difícil para ti?
Después de salir de Solia Derecha, la pareja de madre e hijo se dirigía al hotel de Solia Izquierda. Mantuvieron una conversación mientras cruzaban la plaza principal.
—¿No? No es exactamente así… ¿Por qué?
Acarició la mano de su madre que sostenía mientras negaba con la cabeza.
No era difícil, no exactamente.
—Parece que hay muchas cosas interesantes, pero no parece que muestres ningún interés, así que por eso te pregunto.
Debido al torneo de esgrima que se iba a inaugurar al día siguiente, la plaza principal bullía de gente. Estaba más concurrida que durante el día. Como para restar importancia al oscuro cielo nocturno, había luces de tonos anaranjados o amarillos por todas partes en la calle para iluminar a la gente que pasaba.
—Es que…
Riley se detuvo al final de su frase, mientras miraba a cada vendedor ambulante, pero finalmente respondió a la pregunta de su madre.
—Siento que han pasado muchas cosas.
Fue como dijo. El día de hoy estuvo bastante lleno de incidentes y eventos diversos.
—Incluso fui a un templo por primera vez en mi vida.
En el Templo Solia, se encontró con un ser que llamaban sacerdotisa, una moza que no quería conocer. Cuando fue allí, Riley estaba realmente preocupado de que pudiera recibir otro mensaje divino como en su vida pasada. Afortunadamente, no ocurrió nada de eso.
—También fui a la Torre Mágica.
En la Torre Mágica, incluso se hizo la medición de maná a petición de todos, incluida su madre.
Debido a la bendición del manejo de espada que recibió en su vida pasada, Riley fue capaz de reunir maná de una manera un poco diferente al método que otros usaban.
A Riley le preocupaba que la cantidad de maná que realmente acumulaba pudiera ser descubierta por ese pequeño orbe, pero, quizás, gracias a que se preocupaba por esto, pudo acabar con ello y no mostrar su verdadera capacidad de maná a todo el mundo.
—Bueno, de todos modos, no pasó nada en particular, así que fue una suerte.
—No es que hayas estado yendo a lugares donde podría pasar algo, ¿verdad? Ian y Sera también te acompañaban —preguntó Iris mientras ladeaba la cabeza.
Riley actuó como si estuviera ocupado en otra cosa y dejó caer su sonrisa falsa.
Ahora que lo pensaba, no es que haya ido a la Baja Solia de la que le habían avisado, así que habría sido raro que hoy pasará algo extraño.
—¡Señor Ian, por favor, contrólese!
—¿Cómo puede ser esto? No es posible que sólo estuviera viendo cosas…
La pareja de madre e hijo, que estaban cogidos de la mano y disfrutando de su tiempo juntos, giraron la cabeza tras escuchar voces detrás.
Una joven doncella se acercaba con un anciano mientras se esforzaba por sostenerlo. Tenía la mirada perdida, como si acabara de perder el alma.
—Parece que Ian fue el más decepcionado por el resultado de antes —Expresó Iris mientras reprimía una risa.
—Madre, ¿no estabas decepcionada? ¿Por qué tu hijo es ordinario? —Preguntó Riley al verla sonreír.
—Riley, me alivia saber que eres ordinario.
La boca de Riley se abrió de par en par, como si estuviera aturdido.
Se había imaginado varias veces su respuesta, porque no quería decepcionarla, pero al haber recibido la respuesta que quería tan rápidamente, parecía que Riley no podía ocultar su alegría. Con cara de satisfacción, preguntó a su madre, —¿De verdad?
—¿De verdad? Por supuesto.
El dúo de madre e hijo se rió mientras continuaban su paseo.
—Madre, ¿te gustaría pasar y entrar a ese lugar? Puedo oler algo delicioso.
—De acuerdo.
♦ ♦ ♦
—Oye, Beta, ¿y si nos atrapan por seguir haciendo esto?
—¡Sé que se está volviendo más arriesgado! Por eso he dicho que vamos a dejar de realizar el plan “¡Príncipe! Por favor, sálvame!”. Ahora es el momento de volver a nuestro oficio original, el original.
—¿Nuestro oficio original? Pero si somos ladrones, así que es lo mismo.
—¿Y si sale mal?
—Todo irá bien. No te preocupes. Todavía no es medianoche, ¿verdad? Además, ¿te das cuenta de qué día es hoy? Si perdemos este día, ¡tendremos que quedarnos sin comer hasta el próximo festival!
En la plaza principal de Solia, estos dos vagabundos, que eran bastante famosos en la Baja Solia, la pareja Hamil y Beta, estaban merodeando para encontrar una presa.
—Oh, ese tipo tiene buena pinta. Hasta el color de su ropa parece diferente, ¿no crees?
—¿No ves la gran cantidad de caballeros que lo acompañan? Como mínimo, esos tipos son de la casa de un conde. Si tratas de tocarlo, te destrozarás el puño. Elige otro.
De entre toda la gente que caminaba por la zona, Beta no paraba de mover los ojos en busca de una presa que tuviera el tamaño adecuado para ella. Abrió mucho los ojos y dijo,
—¡Eh, Hamil! ¿Qué pasa con ese de ahí?
—¿Eh?
Hamil miró con atención hacia la dirección que señalaba Beta y luego se encogió.
—¿No son esos los tipos de anteayer?
—¡Sí! ¡Esos malditos! ¡Los que nos ignoraron por completo! actuaron como si no fuera de su incumbencia cuando había una joven niña que estaba a punto de ser arrastrada por un grupo de hombres y ser violada!
—Parecen una pareja de madre e hijo nobles, —una débil doncella y un viejo mayordomo que arrastraba los pies para caminar se habían sumado al grupo. Son sólo cuatro en total.
Parecía que Beta había encontrado su objetivo, se humedeció los labios mientras chasqueaba la lengua.
—Entonces, ¿vas a ir a por esa gente? —Preguntó Hamil
—¡Por supuesto! ¡A esos desalmados hay que darles un castigo! ¡No se trata de una mala acción, sino de enviar un castigo divino desde los cielos! Incluso la diosa Irenetsa nos perdonaría.
Hamil miró al grupo que señalaba Beta.
A simple vista, parecía que nada podía salir mal.
Sólo eran una dama noble y un joven maestro que venían a ver el Torneo de Espadas de la Capital. Además, sólo había dos escoltas.
Era pan comido.
A primera vista, eso parecía.
—De alguna manera, tengo un mal presentimiento sobre esto.
Hamil puso los ojos en blanco para echar una rápida mirada a Beta.
Beta parecía estar totalmente decidida a llevar a cabo el plan. Sus dedos se retorcían.
—Si le digo que tengo un mal presentimiento sobre esto, sólo dirá que la intuición de una mujer es mejor que la de un hombre y demás, y se pondrá descarada conmigo.
Observando a la cariñosa madre y a su hijo, Beta los miraba con ojos llenos de deseo. Parecía que no podía aguantar más.
—De acuerdo. Hagámoslo —aceptó Hamil.
—¡Vamos!
Calmaron su respiración y comprobaron sus dedos practicando movimientos, se acercaron al objetivo pasando con cuidado por entre la corriente de gente.
Su objetivo era el dinero que el grupo debía llevar.
—Si fallamos, salimos corriendo de inmediato, ¿entendido?
—Entendido.
Los dos intercambiaron miradas. Tenían un punto de encuentro elegido por si el intento fallaba.
Se habían preparado para todo tipo de posibilidades. Aun así, Hamil sintió que la garganta le ardía. Realmente tenía un mal presentimiento.
—Uno, dos…
Fueron tres pasos al frente.
Ahora, el objetivo estaba delante de sus narices. Beta eligió al joven maestro y a la noble dama.
Hamil eligió a la doncella y al mayordomo.
Era en caso de que la doncella y el mayordomo tuvieran la cartera u otros objetos de valor, y también para ganar tiempo para Beta cuando cogiera los objetos.
—¡¿Tres?!
Hamil, que estaba contando los números en su cabeza, de repente, abrió los ojos de par en par.
Antes de que pudiera adelantar la mano, el mayordomo, que se veía tan débil que parecía que iba a morir pronto, miraba a Hamil con ojos llenos de intención asesina.
—Oh no… nos descubrieron…
Hamil jadeaba. Antes de que pudiera terminar de pensar en el hecho de que los habían descubierto, su cuerpo fue doblado rápidamente hacia adelante por algun tipo de fuerza.
A diferencia de la parte superior de su cuerpo, que estaba doblada por un dolor contundente en su estómago, su boca estaba abierta de par en par.
Uno de sus ojos fue golpeado y se cerró por sí solo. Con el ojo izquierdo, que apenas había conseguido abrir, Hamil buscó la causa del dolor.
Era un codo.
Pertenecía al anciano que llevaba un traje negro de mayordomo. Su codo estaba plantado en la boca del estómago de Hamil.
Antes de que Hamil pudiera controlarse, se vio obligado a enderezar la espalda, y su brazo derecho fue levantado de repente. Fue el viejo mayordomo, con una mirada violenta, quien lo agarró del brazo y tiró de él hacia arriba.
—¡Maldita sea!
Por desesperación, Hamil apretó los dientes y, mientras trataba de ignorar el dolor, intentó dar una patada.
Sin embargo, un signo de interrogación flotó en la cara de Hamil. Era porque sus piernas no se movían por él.
¿Qué? ¿Mis piernas?
Mientras su brazo derecho estaba constreñido, parecía que la parte trasera de sus rodillas estaba pateada. Las piernas de Hamil colgaban sin vida. No podía poner ninguna fuerza en ellas.
—Ustedes, ratas. ¿Quiénes son?
El anciano lanzó una mirada agresiva a los ojos de Hamil mientras preguntaba.
Abrumado por el anciano, los ojos de Hamil se movieron de un lado a otro. Intentaba encontrar una salida.
—Maldita sea…
Mirando a un lado, antes de darse cuenta, la doncella que estaba junto al mayordomo había desaparecido.
La doncella que desapareció, estaba un poco más lejos y había terminado de neutralizar a Beta.
El estado de Beta era aún más miserable que la situación de Hamil. Tal vez, fuera una retribución por haber intentado ponerle las manos encima al joven maestro y a la noble dama. La mano derecha de Beta estaba doblada de una forma extraña, y ni siquiera podía gritar porque la doncella había utilizado su mano para tapar la boca de Beta.
—Y yo que tenía un mal presentimiento sobre esto.
Hamil cerró los ojos con firmeza.
Tal y como pensaba, al final, los atraparon.
—¿De dónde son? —indagó Ian.
—Se han atrevido a ponerle las manos encima a nuestro Joven Maestro Iphelleta —indico Sera
—¿Acaba de decir Iphelleta?
La cara de Hamil se puso completamente pálida. Si se trataba de la familia Iphelleta, el nombre pertenecía a la familia noble que se había ganado el rango de Conde sólo por su habilidad con la espada.
♦ ♦ ♦
—Me pareció ver tu cara en alguna parte. Así que eras parte de ese grupo de maleantes de hace unos días. El Joven Maestro tenía razón.
En el callejón trasero de la plaza principal de Solia, dos mujeres entraron en este lugar donde apenas había nadie.
Una era Sera.
La otra era Beta.
—¿Quiénes son? —Preguntó Sera, mientras tiraba a Beta al suelo. Ella todavía tenía la muñeca doblada de forma incómoda.
En la fría mirada de Sera, parecía haber una pizca de intención asesina. Para una persona normal, su mirada era suficiente para infundir miedo en la mente de alguien.
Como si sus labios estuvieran congelados por el miedo, o quizás fuera para mantener el código entre los ladrones por el bien de su compañero, Beta no pudo expresar nada.
Sera se agacho hacia Beta, que estaba en el suelo boca abajo, y olfateó el aire para captar su olor.
Como si se hubiera dado cuenta, Sera volvió a abrir los ojos que había cerrado hacía un momento. Sera preguntó, —¿Eres de Solia Baja? —Pregunto Sera —Parece que te estás preguntando cómo lo he averiguado. Es porque hueles a podrido.
—¡No puede ser! ¡Lo he enmascarado con perfumes!
Beta, con una mirada que mostraba fuertemente su estado de pánico, enterró la nariz en su brazo.
No importaba cuántas veces se olfateara a sí misma, sólo podía oler el aroma del perfume. No había nada parecido al olor a cloaca podrida procedente de ella.
—Como estoy en deuda con ese lugar por mi infancia, por los viejos tiempos, te dejaré vivir esta vez. Sin embargo… debes pagar el precio por intentar poner tus manos sobre mi amo y mi señora.
El tacón de la bota de Sera se levantó.
—N… ¡No! ¡Por favor!
La bota de Sera se dirigió hacia la mano izquierda de Beta. La mano derecha de Beta ya estaba retorcida y destrozada.
Si se lastimaba la mano izquierda también, Beta iba a perder su capacidad de ganarse la vida.
El tacón de la bota de Sera, que estaba recubierto de maná, aplastó los dedos izquierdos de Beta.
Con ese sonido, que haría estremecerse a cualquiera, Beta se mordió los labios y cerró los ojos con fuerza.
—No vamos a darte sermones por robar a otros nobles, pero la próxima vez, te serviría más si eliges tu objetivo con más cuidado.
Beta se revolvió en el suelo de dolor.
Ante Beta, que dejaba que su cara se raspará contra el suelo por no poder usar las manos, Sera continuó con sus palabras y luego se apartó.
—Mi amo desprecia que lo molesten.
♦ ♦ ♦
—¿Eh?
Riley, que tenía las manos llenas de varios alimentos del vendedor ambulante, giró la cabeza. Mientras lamía la salsa que tenía en los labios, Riley le preguntó a Ian, que lo seguía por detrás.
—Ian, ¿dónde está Sera?
Ya que desde hace un rato no podía verla. Ian se encogió de hombros y contestó despreocupadamente.
—Dijo que iba al baño. Probablemente volverá pronto.
—¿De verdad?
—Joven Maestro, ¿necesita ir también?
—No, no exactamente. Sólo tenía curiosidad porque había desaparecido de repente.
Sabiendo que había conseguido que el maestro no se enterara, Ian suspiró aliviado y miró a su alrededor.
Y es que, por su forma de atacar, era posible que algún compañero de los ladrones que acababan de golpear Ian y Sera, los tuvieran como objetivo.
—Ya que estamos en ello, tal vez, sería mejor asegurarse… —murmuró Riley.
Ian, que estaba en medio de la observación de los alrededores y no podía escuchar bien lo que Riley acababa de decir, ladeó la cabeza confundido.
—¿Podría repetir lo que dijo, joven maestro?
—No, no es nada. ¡Ah, madre! ¡Eso parece delicioso!
—De acuerdo. Puedes comer. Pero primero, por favor, límpiate bien las migas de la boca.
Exasperada, Iris sonrió hacia su hijo. Estaba a punto de limpiar la cara de Riley alrededor de su boca. En ese momento, pudieron oír cómo se disparaba algo.
—¿Eh?
Un rayo de luz rojo, que fue disparado desde el suelo, explotó espléndidamente, y comenzó a tomar la forma de una hermosa flor.
—Finalmente, parece que esto es el principio.
Sera murmuró mientras observaba los fuegos artificiales que decoraban el cielo nocturno. Como si acabara de volver de sus asuntos, antes de que nadie se diera cuenta, Sera estaba de pie junto a Riley e Iris.
—Ah, Sera. Bienvenida de nuevo. Pero… ¿qué está sucediendo?
Iris le dio la bienvenida a Sera que acababa de regresar y le preguntó como si estuviera confundida.
Sera sonrió mucho y respondió —¡Es el inicio del Torneo de Esgrima de la Capital!