Traducido por Bee
Editado por Shiro
Cuando finalmente concluyeron todas las actividades de Calle caótica, el cielo ya se teñía de naranjas crepusculares.
Qiu Qian se levantó, sacudiéndose la chaqueta, solo para encontrarse rodeado por un bosque de micrófonos. Durante el evento, el rugido del presentador había frenado los intentos de los periodistas, pero ahora era imposible contenerlos.
Bajo el destello implacable de los flashes, las preguntas lo asaltaron a gritos:
—¡Sr. Qiu! ¿Qué lo trae por aquí? ¿Fue una visita planificada?
—¡El Sr. Su fue antes a Total Entertainment! ¿Lo sabía o intentó evitarlo?
—¿Podría explicar la rescisión del contrato del Sr. Su?
—¡¿Por qué cancelar también las colaboraciones?! ¿Qué error cometió? ¿Es tan grave?
—¡Se decía que tenían una relación cercana! ¿No teme dañar esos lazos?
—¡En la cena de fin de año se los vio muy confiados! ¿Era todo apariencia?
Los micrófonos casi rozaban su barbilla. Qiu Qian, en cambio, mantenía una serenidad absoluta, incluso una sombra de indiferencia. Solo dejó escapar una ligera sorpresa y comentó:
—¿Su Quan fue hoy a la compañía? Ah… supongo que fue a recoger sus cosas.
Las palabras estallaron en los periodistas como un fogonazo de pólvora. Por fin, alguien rompía el silencio.
Las cámaras en vivo empujaron hasta colocarse frente a su rostro.
—¡Entonces no estaba al tanto de la visita! ¿Nadie se lo informó? ¡Eso no tiene sentido!
—¡Explique primero las razones de la rescisión!
—¡¿Cuánto costará la penalización?! ¿Millones?
—¡Total Entertainment representa a muchos artistas! ¿Qué impacto tendrá esto en la empresa?
—¡Circulan rumores de que cerrarán operaciones! ¿Es cierto?
—¡El Sr. Quan está convaleciente! ¿Se debe a un problema de salud?
En medio de aquel tumulto, una voz ajena se filtró clara por los altavoces de la sala:
—Ay, ¿por qué no se callan un momento y dejan que responda? Tengo que llegar a otro evento.
Todos giraron la cabeza al unísono hacia el origen: Sun Xibin, estirando el cuello para mirar, con expresión inocente.
Al sentir las miradas concentradas sobre él, protestó sin remordimiento:
—¿Qué miran? Yo también quiero saber.
Su representante ya había desistido de corregirlo y optó por ir a saludar al director, intentando suavizar el ambiente.
Qiu Qian, en cambio, sonrió y habló con calma:
—En un solo día, los rumores se han desbordado. Son increíbles. Vamos, si quieren respuestas, que sea de una vez.
Y sin esperar réplica, comenzó a caminar con paso seguro, sin importarle a quién apartara de su camino, seguido por la marea de periodistas que lo escoltaba directamente hacia el grupo que aún conversaba sobre el escenario.
Allí estaban el director, el productor, Bai Lang y algunos actores que habían decidido quedarse un poco más.
Qiu Qian se acercó a ellos con naturalidad, como si su sola presencia no hubiera trastocado ya el pulso del evento.
—Director Xu, mis disculpas. Vine a apoyar, pero parece que he terminado creando un problema.
Xu Junxi, al verlo, mostró una cordialidad que revelaba cierta familiaridad previa.
—¡Ja, ja! ¿Por qué dice eso, Sr. Qiu? Para nosotros es un honor que haya sacado tiempo. Su presencia le da brillo a este modesto acto.
—El modesto es usted, director Xu. Con usted y el productor Li al mando, Total Entertainment tiene puestas grandes expectativas en Calle caótica —respondió Qiu Qian con una sonrisa, estrechando con firmeza la mano que Xu Junxi le tendía—. No en vano conseguimos asegurar la coproducción con Full Color Pictures.
El apretón de manos desató una nueva andanada de destellos. Con ello, uno de los rumores más corrosivos —el supuesto cierre de Total Entertainment— quedaba prácticamente desmentido.
Qiu Qian continuó con voz serena:
—Lamentablemente, Su Quan y nosotros hemos decidido tomar caminos distintos. Los planes de vida divergen. Aunque es una lástima, a veces es necesario actuar con rapidez y determinación. Siento los inconvenientes que esto pueda haber causado al equipo.
El director Xu negó con la mano, mostrándose plenamente cooperativo.
—Cada cual tiene sus aspiraciones. Forzar lo que no fluye solo agrava las cosas. Lo más sensato es desearle lo mejor.
Sus palabras confirmaban tácitamente lo que todos sospechaban: Su Quan quedaba fuera de Calle caótica. El primer papel que perdería tras el anuncio.
Un murmullo excitado recorrió la prensa, pero nadie se atrevió a interrumpir el intercambio entre dos figuras de semejante peso.
—El director Xu tiene razón —asintió Qiu Qian—. Según tengo entendido, Hongkuan Pictures ya ha estado en frecuentes conversaciones con Quan Qu.
Precisamente la compañía que Hong Yu había usado antes para gestionar los proyectos del actor.
—Cuando alguien es tan famoso, la demanda se multiplica —añadió Xu Junxi, con tono casi admirativo—. Es admirable que usted, Sr. Qiu, haya sido lo bastante generoso para dejarlo marchar. ¡Ja, ja!
Ambos pintaban la escena con pinceladas de armonía y acuerdo, aunque todos sabían que aquello no era más que un discurso oficial, una máscara sobre una rescisión abrupta y unilateral.
La risa del director aún flotaba en el aire cuando los periodistas, incapaces de contenerse más, irrumpieron con preguntas a gritos:
—¡¿Qué quiso decir el Sr. Qiu con «planes de vida»?! ¿Puede ser más específico?
—¡¿El Sr. Su ha abandonado Calle caótica?! ¿Es eso lo que confirma, director Xu?
—¡¿Y qué significa exactamente «tomar decisiones rápidas»?! ¿Acaso Total Entertainment lo está boicoteando?
—¡¿Tiene todo esto que ver con Hongkuan Pictures?! ¿Qué hizo el Sr. Su para merecer una medida tan drástica?!
Aunque sabían que recibirían evasivas, cada periodista luchaba por imponer su voz.
♦ ♦ ♦
En la oficina de Total Entertainment, Su Quan y su representante, Luo Zhenan, seguían la transmisión en vivo. La voz de la locutora, apenas contenida por la prisa, narraba:
—Estas fueron las declaraciones de Qiu Qian, CEO de Total Entertainment, tras la inauguración de Calle caótica. Según él, la visita de Su Quan a las oficinas tendría como fin cerrar los trámites de rescisión. El hecho de que, tras entrar en el edificio en el distrito XX hace horas, aún no haya salido, sugiere que los asuntos son numerosos y complejos… ¿O quizá ambas partes negocian ferozmente el monto de la indemnización? Sobre este punto, Qiu Qian no ofreció detalles, limitándose a señalar que delegó todo en sus subordinados y que confía plenamente en ellos.
En ese momento, Su Quan perdió la compostura: lanzó al suelo la taza de café vacía con furia, sin importarle el estrépito. Nadie había ido a interesarse por él en todas esas horas, salvo la recepcionista que le había servido aquella taza insípida.
Y ahora, más que nunca, creía en la amarga verdad: había sido vendido a Hong Yu.
De otra forma, Qiu Qian nunca habría mencionado a Hongkuan en público; nunca habría dado una excusa tan vaga y anodina para una ruptura tan brusca.
Y detrás de todo…
Sus ojos se clavaron con fiereza en la pantalla, donde, de vez en cuando, aparecía Bai Lang en segundo plano. Estaba convencido de que él también estaba implicado hasta el cuello.
No iba a dejar que las cosas le salieran bien. Y menos aún pensaba retirarse con docilidad.
♦ ♦ ♦
En los días siguientes, el mundo del espectáculo hirvió con rumores: la verdadera razón de la rescisión, el monto de la indemnización, las consecuencias para otros proyectos. Cada titular avivaba las llamas.
Una noche, tras seguir el torbellino mediático durante días, Bai Lang tomó una tarjeta bancaria y varias carpetas de documentos y se acercó a Qiu Qian, que revisaba papeles en el sofá.
Qiu Xiaohai, a un lado, veía dibujos animados mientras garabateaba deberes a medias, balanceándose distraídamente. Difícil era esperar buenos resultados en esas condiciones.
—Toma —dijo Bai Lang, extendiendo la mano.
Qiu Qian levantó la vista, observó lo que le ofrecía, pero no lo aceptó.
—¿Para qué?
—Por lo de Su Quan. Tengo dinero para cubrir una parte —respondió Bai Lang con seriedad.
Desde la mirada de Bai Lang, la manera en que Qiu Qian había gestionado el asunto de Su Quan rozaba un abuso de poder teñido de motivos personales. Si algo salía mal, las consecuencias podrían erosionar la imagen de Qiu Qian ante los ancianos de la familia. Y Bai Lang, consciente de que no lograría disuadirlo, solo pudo decidir cubrir el mayor vacío financiero posible en Total Entertainment.
Qiu Qian arqueó una ceja con divertido escepticismo.
—¿Y cuánto piensas «cubrir»?
Bai Lang vaciló un instante.
—¿Treinta millones? ¿Será suficiente?
La sorpresa dejó a Qiu Qian sin habla.
—¿De dónde ha salido tanto dinero?
—El capital de la serie de libros ya ha ido llegando, unos ocho millones. Lo invertí todo en acciones de comercio electrónico. El mes pasado salieron oficialmente a bolsa, las acciones baratas se dispararon, triplicándose o cuadruplicándose. Sumando los dividendos de Oro y jade y otros ingresos, reuniendo de aquí y de allá, debería alcanzar —explicó Bai Lang, cálculo que en esencia comprometía casi toda su fortuna actual.
Qiu Qian comprendió enseguida. Con una chispa de diversión, atrajo a Bai Lang hacia sí y le pellizcó suavemente la barbilla.
—¿Y esas acciones que atesorabas como si fueran un relicario? Venderlas ahora es perder dinero.
—Los libros seguirán dando frutos. No me preocupa —replicó Bai Lang sin un atisbo de pesar.
Al fin y al cabo, el dinero que no se gasta cuando debe gastarse se vuelve vacío, por mucho que se acumule.
Qiu Qian volvió a enarcar una ceja. Otra rareza de Bai Lang.
Sin experiencia previa ni estudios en finanzas, sus inversiones parecían tocadas por la fortuna, siempre prodigando beneficios extraordinarios. Lo de la empresa de comercio electrónico aún era comprensible, se ajustaba a las tendencias, pero aquella serie de libros era un verdadero enigma: cada tomo superaba al anterior, con un margen de rentabilidad que hasta al propio Qiu Qian le daba pudor.
Incluso con el intrincado proyecto petrolero en el país V en el que estaba inmerso, Bai Lang, tras escuchar unos pocos detalles, había señalado varios puntos clave y ofrecido palabras de elogio. Quizás hablaba desde la despreocupación de quien no arriesga nada, pero coincidía en lo esencial: eran esos puntos exactos los que sostenían el potencial del proyecto. De no haber borrado cualquier sospecha de raíz, Qiu Qian habría llegado a pensar que Bai Lang era un espía industrial disfrazado.
La verdad era más sencilla: lo sabía por su vida pasada. En aquel entonces, un programa de televisión había expuesto los casos de éxito de compañías nacionales invirtiendo en el extranjero, destacando precisamente los campos petrolíferos del país V. El reportaje, claro y profundo, lo había impresionado tanto que se le quedó grabado.
Sin embargo, en esa otra vida, la familia Qiu nunca logró participar. La transferencia de fondos al exterior se demoró tanto que, por un cruel azar, perdieron la fecha límite de la licitación.
En esta vida, cuando Hong Yu le preguntó a Qiu Qian qué deseaba a cambio, y para no depender demasiado de él, mencionó este caso de transferencia que creía libre de obstáculos. Bajo la presión de Hong Yu, los trámites se resolvieron en pocos días, y Qiu Qian pudo dedicarse a preparar la documentación de la licitación.
Recordando aquello, Qiu Qian entrecerró los ojos.
—De nuevo, ¿no me estás ocultando nada?
—No —respondió Bai Lang con un gesto de fastidio, ocultando la verdad de su vida anterior y la causa de su muerte.
Qiu Qian no quedó del todo convencido, pero mientras Bai Lang siguiera a su lado, podía tolerar un secreto pequeño como ese.
Lo besó con fuerza, advirtiendo:
—Haz lo que quieras, pero cuida tu salud.
El corazón de Bai Lang se colmó de calor. Recordando lo que aún tenía en la mano, insistió:
—Entonces, toma esto.
—¿Tan preocupado por mí? —Rio bajo Qiu Qian, robándole más besos—. No te molestes. La indemnización no es más que una gota en el océano. Ya tengo preparado lo que viene después. Dentro y fuera de la familia, para derribar a Su Quan no es necesario que nos sacrifiquemos. Este dinero… mejor guárdalo como el «fondo para la novia» del pequeño Hai.
Al escuchar su nombre, Qiu Xiaohai levantó la cabeza de sus deberes.
—¿Qué es un «fondo para la novia»?
Qiu Qian meditó y dio la respuesta más próxima.
—Es dinero para comprarle bollitos al vapor a A-Zan.
Bai Lang le dio una palmada de advertencia.
Los ojos de Qiu Xiaohai brillaron. Dejó el lápiz y se apretujó entre ambos en el sofá.
—¡Entonces hace falta muchísimo, ¿verdad?!
—Para A-Zan, sí, bastante —asintió Qiu Qian, acariciándose la barbilla.
Y esta vez, no estaba equivocado.
♦ ♦ ♦
Ocho días después del anuncio de rescisión por parte de Total Entertainment, el silencio de Su Quan resultaba ensordecedor. Ni una sola palabra sobre la vaga excusa de los «planes de vida» ofrecida por Qiu Qian, como si la aceptara tácitamente.
Al noveno día, sin embargo, en foros de entretenimiento de tráfico colosal aparecieron dos series de fotos.
La primera mostraba a Su Quan y Qiu Qian compartiendo encuentros privados en bares y clubes, conversando o brindando.
La segunda, en cambio, exhibía imágenes recientes de Qiu Qian y Bai Lang juntos en eventos públicos.
La yuxtaposición, deliberada, destilaba una acusación silenciosa y afilada.
Y al sumarse la cuestión de la orientación sexual, la bomba terminó de estallar en el mundo del espectáculo.
