Emperatriz Abandonada – Capítulo 10: El joven y la señorita (2)

Traducido por Lugiia

Editado por YukiroSaori


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—¿Es usted la escudera Aristia?

—Ah, así. Esa soy yo.

Por un momento, dudé ante el desconocido título. Como escudera, era justo que se dirigieran a mí como tal, pero como aún no me había acostumbrado, era bastante incómodo.

Durante el reinado del anterior emperador, había hasta cinco escuadrones de caballeros, pero desde entonces se habían reducido a tres con la ascensión del actual. Hace diez años, cuando las familias del duque Hydel y del duque Laurel fueron destruidas, se disolvieron el segundo y el tercer escuadrón bajo su mando. El cuarto escuadrón, del que nuestra familia estaba a cargo, terminó siendo ascendido al actual Segundo Escuadrón de Caballeros.

Después de que el emperador diera la orden de disolver aquellos dos escuadrones, había elegido a los que le eran leales y los había unido al primer y al nuevo segundo escuadrón de caballeros.

Aunque el número de caballeros en cada uno de los dos escuadrones había aumentado, el número total de caballeros había disminuido. Cada vez era más difícil ser nombrado caballero formal en el Imperio, ya que los requisitos de selección eran estrictos y el cupo total se había reducido.

Para llegar a ser escudera del Primer Escuadrón de Caballeros, primero tenía que convertirme en caballero, así que había hecho la prueba hace un tiempo. Aunque todavía no podía compararme con un caballero formal, tal vez mis esfuerzos durante todo este tiempo no habían sido en vano, ya que, por fortuna, pude convertirme en un caballero en formación. Eso me había permitido convertirme en la escudera del duque Rass.

—Encantado de conocerle. Me llamo Sudyn ro Dillon.

YukiroSaori
No es un error, je. Por si lo pensaste. Sudyn ro Dillon; el ‘ro’ es puesto es minúscula para indicar que proviene de una casa menor.

El señor Dillon me saludó con una expresión muy acogedora. Me había preocupado de que no le agradara como persona por haberle robado su trabajo, debido a mi género o incluso al hecho de ser joven, pero no me dio esa impresión en absoluto con su actitud amable.

—Gracias por darme la bienvenida en lugar de tratarme mal, señor Dillon.

—¿Qué quiere decir con tratarle mal? Escudera Aristia, usted es mi salvadora.

—¿Perdón? —pregunté, ladeando la cabeza.

—Sabrá lo que quiero decir cuando trabaje bajo las órdenes del comandante —respondió con una sonrisa.

—Ah…

De repente, recordé una escena que había olvidado. En el pasado, el duque Rass había sido uno de los profesores encargados de mis lecciones de emperatriz. A diferencia de su aspecto despreocupado, daba importancia a las reglas y era una persona muy meticulosa. Siempre me había puesto nerviosa cuando recibía sus lecciones.

Asentí con la cabeza, pudiendo entender más las palabras del señor Dillon.

—Ahora que lo pienso, no parece un superior con el que me sentiría cómoda.

—Así que ya lo sabe. Bueno, viendo que su padre es un amigo íntimo del comandante, lo habrá visto a menudo.

—Sí, le veía de vez en cuando.

—Ya veo. Eso es un alivio. Entonces, ¿empezamos?

Dejé a un lado un pequeño dolor de cabeza y anoté lo que el señor Dillon me decía en un pequeño cuaderno. Aunque había estado aprendiendo de mi padre, organizar las muchas cosas que el señor Dillon me estaba contando era más difícil de lo esperado.

El Primer Escuadrón de Caballeros se encargaba de una gran variedad de trabajos. Teníamos que vigilar el palacio, entrenar en grupos para batallas simuladas, entrenar de forma individual, y también mantener la seguridad de la capital y supervisar los entrenamientos de los soldados. A veces, incluso se les enviaba a las provincias.

Como yo era tanto miembro del escuadrón como escudera del comandante, tenía que analizar todo este trabajo. Tenía mucho más trabajo que un miembro normal. Quizás esta era una de las razones por las que el señor Dillon me había llamado su salvadora.

—Escudera Aristia, esta es probablemente su primera vez, pero está entendiendo todo bastante rápido. Creo que es seguro decir que ha terminado de absorber lo que involucra su posición.

—¿Ah, en serio? Muchas gracias.

—De nada. La verdad es que ha sido bastante cómodo para mí, ya que lo ha entendido con más facilidad de la que esperaba. Si hay algo que no entienda, puede preguntarme cuando quiera.

—Sí, lo haré. Gracias.

Suspiré aliviada y sonreí avergonzada al joven caballero que me miraba con asombro.

Justo entonces, oí que la puerta se abría de repente y vi entrar a dos hombres con cabello rojo. El duque Rass, y…

—Ah, padre, así que… ¿Eh?

Carsein, quien había estado diciendo algo con el ceño ligeramente fruncido, abrió sus ojos al verme. Solo habían pasado unos meses desde que lo había visto por última vez, pero había cambiado mucho. El cabello le había crecido hasta los hombros y se extendía en todas direcciones. También parecía haberse vuelto más alto.

—Ha pasado mucho tiempo.

—Hola, Carsein.

Se acercó con paso firme, me tomó de la mano y se dio la vuelta.

—Padre, podemos hablar más tarde. ¿Puedo tomarla prestada un momento primero?

—De acuerdo. Hablemos más tarde, señorita Aristia. Ha trabajado mucho hoy.

Mientras dudaba, él ya me había sacado del despacho. Cuando lo miré confundida, sonrió y me preguntó:

—¿Has estado bien?

—Sí. ¿Y tú, Carsein?

—Bueno, solo bien.

—¿Qué quieres decir?

Hice un puchero ante su respuesta poco sincera. En ese momento, Carsein sonrió y me dio un golpecito en la frente. Fruncí las cejas por el dolor y lo fulminé con la mirada.

—¡Oye, Carsein!

—¿Cómo te atreves a actuar de forma tan grosera con tu superior?

—¿Eh? ¿Qué quieres decir con «superior»?

—Ah, ¿no lo sabías? Seré nombrado caballero oficial el próximo mes.

—¿Caballero oficial? —pregunté, observándolo con sorpresa.

Aunque lo había olvidado durante nuestro tiempo juntos, Carsein era un genio de la espada que solo aparecía «una vez cada siglo». Aun así, esto era demasiado rápido. En mis recuerdos del pasado, solo se había convertido en un caballero oficial alrededor de los dieciocho años, después de su ceremonia de mayoría de edad. Eso ya era un récord nunca visto en el Imperio.

No obstante, ahora solo tenía dieciséis años. Recordando que esa edad la había alcanzado hace unos meses, se trataba de un récord que se adelantaba dos años al pasado.

—Sí. ¿No sabes que no importa cuánto tiempo hayas sido un caballero en formación, sigues siendo un rango inferior en comparación con cualquier caballero oficial? Por eso digo que en el futuro, yo voy a ser tu superior —dijo Carsein en tono de broma mientras me acariciaba el cabello—. Entonces, llámame «superior», mi linda aprendiz. —Ante su broma, me limité a observarlo—. Oye, te van a regañar si no me haces caso.

—Hmph, todavía no lo eres. Serás nombrado el próximo mes.

Aunque nunca supe que podía actuar de esa manera, de repente me puse de mal humor ante sus palabras burlonas que parecían tratarme como a una niña. Me di la vuelta como si estuviera enfadada y caminé unos pasos antes de oír una voz llena de pánico a mi espalda, diciendo:

—¿Eh? ¡Oye, espérame!

Sonreí mientras ocultaba mis risitas. Me fascinaba estar actuando de una manera que no sabía que podía. Era algo agradable. Cuando estaba con Allendis, no era así, pero extrañamente, cada vez que me encontraba con Carsein, sentía que rejuvenecía.

Lugiia
Eso es porque él es el indicado, Aristia T.T

—Hmm, Carsein, te has dejado el cabello más largo.

—Sí. ¿Por qué, es raro?

—Hmm…

Incliné la cabeza y lo miré lentamente. Siempre había mantenido una longitud que no era ni demasiado larga ni demasiado corta, pero su cabello rojo ahora le cubría los hombros; parecía reflejar la personalidad de su dueño, se extendía aquí y allá libremente. En otros, podría parecer desordenado, pero a él le sentaba extrañamente bien. Parecía que las llamas se balanceaban con la brisa.

—No, te queda bien.

—¿De verdad? Entonces, eso es algo bueno.

Carsein se echó el cabello largo hacia atrás y sonrió. Después de dar unos pasos, se detuvo para preguntarme:

—Oye, ¿ya comiste?

—No, todavía no.

—¿De verdad? Qué bien. Consideré la posibilidad de entrenar juntos, pero como estás vestida tan hermosa el día de hoy, te dejaré libre. La comida viene de mi parte para celebrar que me he convertido en tu superior.

Lugiia
Nooo, sálvenme de este hombre tan bello T.T

Sin darme la oportunidad de hablar, Carsein me arrastró. Diciéndome que me diera prisa, caminó con paso firme y me llevó hacia el restaurante más popular de la capital.

♦ ♦ ♦

Alrededor de la hora en que empezaba a oscurecer, finalmente volví a casa. Carsein me había retenido con él, diciendo que no podía soportar despedirme sin más, ya que por fin podía pasar tiempo conmigo después de tanto tiempo.

Sin embargo, mi entusiasmo por el agradable encuentro solo duró un momento. Tan pronto como me acosté en la cama, todo tipo de pensamientos me invadieron. El incómodo encuentro con el príncipe heredero, así como la expresión llorosa de mi padre cuando llegué a casa cansada y fatigada.

Más importante aún, las palabras de Carsein no salían de mi cabeza. Carsein, quien solo tenía dieciséis años, sería nombrado caballero oficial, algo que era muy difícil. Aunque todavía era más joven que él, comparada con eso, no había conseguido nada.

Había prometido dedicarme al presente y no quedarme atrapada en el pasado. Sentía mucha envidia de su brillante talento en comparación con el mío. No dejaba de pensar que sería genial si yo tuviera un talento tan brillante como el de Carsein.

Me levanté, pensando que podría quedarme dormida después de pasear un rato por los jardines.

Agarrando un candelabro, abrí la puerta en silencio. Solo Lina, mi padre y su sirviente vivían en el mismo piso que yo. Probablemente, ya estarían durmiendo, así que intenté tener cuidado para no despertarlos y recorrer en silencio los oscuros pasillos, pero vi una débil luz que se filtraba desde algún lugar a mitad del pasillo.

Incliné la cabeza y me dirigí hacia la luz.

¿Quién podrá ser? ¿Había alguien más despierto a estas horas?

Vi la oscura sombra de alguien que no pude reconocer entre una puerta ligeramente abierta. Por reflejo, me apreté contra la pared y me escondí. El corazón me latía con fuerza en el pecho.

¿Podría ser un intruso?

Aunque no habría nadie que se atreviera a escabullirse en la casa Monique, nunca se sabía. Apagué la vela que llevaba en la mano y me deslicé en la habitación, escondiéndome bajo la sombra de una mesita.

Intenté permanecer inmóvil mientras buscaba en la habitación. No podía ver bien debido a la oscuridad, pero aun así vi un gran retrato en la pared y un ramo de flores blancas debajo de él, así como la sombra oscura que miraba el retrato.

¿Quién podría ser?

Abriendo bien los ojos, no pude identificar fácilmente la sombra envuelta en la oscuridad. Solo pude adivinar que era un hombre por la débil silueta que podía ver.

—Jeremia.

Mi corazón se calmó ante la voz familiar de mi padre. Estaba a punto de levantarme aliviada cuando me detuve. De repente, pensé en las palabras que acababa de pronunciar. Jeremia. ¿Jeremia?

—¿Han pasado siete años desde que te fuiste?

Jeremia La Monique. Mi madre.

—El tiempo que estuvimos juntos fue tan corto, pero ¿cómo es posible que el tiempo sin ti sea tan largo? ¿Estás pendiente de nosotros? Nuestra hija ha crecido tanto.

Su cabello plateado brillaba a la luz vacilante de las velas. Con las sombras, parecía aún más triste por lo que podía ver de su espalda.

—Lo siento. Mañana es el aniversario de tu muerte, pero no creo que pueda mostrarte a Tia todavía. Todavía es joven y no quiero recordarle los recuerdos tuyos. Eso haría las cosas más difíciles para ella. Por favor, comprende mi egoísmo.

Nunca había considerado profundamente la razón por la que mi padre no había hablado de mi madre hasta ahora. Solo había pensado que aún podía dolerle hablar cómodamente de ella, pero nunca imaginé que sería porque estaba preocupado por mí.

—¿Te sientes cómoda allí? Nunca viviste un día a gusto mientras estuviste conmigo, así que espero que estés viviendo a gusto allí arriba. Quería darle a nuestra hija una vida cómoda para compensarte, pero… Lo siento, no creo que eso sea posible.

Mi corazón comenzó a sentirse pesado.

—No quería transmitir esta maldición que corre por mi sangre, pero parece que ella la quiere. No puedo detener a Tia si insiste en ello. Aun así, estoy pensando en detenerla en la medida de mis posibilidades. Si alguien me escuchara, dudaría de mi lealtad al Imperio. ¿Harías tú lo mismo?

¿Una maldición que corre por su sangre?

Tal vez se refería a la lealtad de la familia Monique a la familia imperial. Había pensado que era un arma de doble filo para mi padre y esperaba que no le gustara, pero nunca supe que la odiaba tanto.

—El emperador es una buena persona. Como estoy de acuerdo con sus ideales políticos, siempre he hecho lo que me ha ordenado. Sin embargo, no deseo que Tia se vea afectada por esto. Espero que al menos pueda vivir libremente.

Pude sentir lo pesado que era su profundo suspiro. Mi corazón, de alguna manera, se volvió más pesado que antes.

—Siento haber hablado solo de cosas tan sombrías. ¿Te gusta mi regalo? Estas son las flores que más te han gustado.

Miré una vez más el ramo blanco colocado bajo el retrato. Como la habitación estaba a oscuras, no pude distinguir qué flores eran, pero el ramo era lo único que brillaba en la oscuridad, mostrando su existencia.

—Tal vez sea porque se parece a ti. Nuestra Tia ha crecido muy bonita. Ya hay hombres que se han interesado en ella, pero para mí sigue siendo una niña pequeña. Incluso hoy me ha abandonado y se ha ido a jugar con uno de esos hombres. Aunque quería decir algo, a la luz del asunto anterior, no quería parecer mezquino, así que lo dejé pasar. No puedo creer que ya me esté poniendo celoso. Me preocupa si podré soportar despedirla cuando se case más adelante. El señor Lieg también dijo algo parecido.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar su grave voz llena de anhelo.

—Lo siento. He venido aquí porque no podía conciliar el sueño, pero solo me he quejado. Ahora debo irme. Volveré mañana.

Oí sus pasos acercándose. Aunque no había cometido ningún delito, mi corazón latía con rapidez. Me tapé la boca para que mi respiración no me delatara. Cuando la sombra oscura pasó por delante de la mesa, pronto oí el sonido de la puerta al cerrarse.

Después de que pasara mucho tiempo, finalmente salí. Como mi padre había sacado la vela con él, tanteé mi entorno para acercarme al retrato. Hice lo posible por entrecerrar los ojos y captarlo, pero estaba demasiado oscuro. No pude ver con claridad. En cambio, vi el ramo blanco que brillaba únicamente en la oscuridad. Eran camelias blancas.

Mi madre había fallecido menos de medio año después de mi sexto cumpleaños. Aunque debería haber sido capaz de recordar su fallecimiento a esa edad, por mucho que lo intentara, solo recordaba haber llorado con tristeza. Tal vez fuera porque había retrocedido en el tiempo, así que en realidad habían pasado mucho más de diez años para mí desde su muerte.

Aun así, ni siquiera sabía que mañana era el aniversario de la muerte de mi madre. En el pasado, había estado trabajando duro en las lecciones de la emperatriz, y en la actualidad seguía igual de ocupada, pero me sentía terrible de todos modos. Después de acariciar las camelias blancas, me escabullí con mucho cuidado de la habitación.

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