Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (4)

Traducido por Lugiia

Editado por YukiroSaori


♦ ♦ ♦

Como habíamos llegado mucho tiempo después de que empezara la fiesta, la casa estaba bastante tranquila. Tal vez había escuchado las noticias, ya que el señor Rass estaba de pie en la entrada haciendo una reverencia en señal de saludo.

—Su Alteza, es un honor para nuestra familia que visite este humilde lugar.

—Ha pasado mucho tiempo, señor Rass. ¿Ha estado bien?

—Sí, lo he estado. Gracias por su preocupación, Su Alteza. Le acompañaré al interior.

Inclinó la cabeza en señal de gratitud y pronto nos condujo a la sala de banquetes. De pie, frente a la puerta, un nervioso sirviente gritó con voz temblorosa:

—Su Alteza, el Futuro Sol del Imperio, Ruveliss Kamaludin Shana Castina, y la señorita Aristia La Monique van a entrar.

La música se detuvo momentáneamente y se hizo el silencio. Todos los presentes se inclinaron hacia el príncipe heredero. Ese era el respeto que se mostraba al próximo dueño del Imperio.

—Por favor, levanten la cabeza.

Cuando las personas se enderezaron, vi a la familia del duque Rass acercarse apresuradamente.

—Su Alteza, no sabía que iba a visitarnos. Es un infinito honor para nuestra familia.

—Me decepciona que no lo supiera. Tengo una conexión especial con su familia.

Ante sus palabras, miré a la duquesa involuntariamente. La duquesa, de abundante cabellera azul cielo, parecía un poco asustada, a diferencia de su habitual frialdad, mientras lo miraba.

—Aunque su relación con la familia imperial se haya cortado al casarse, seguimos siendo parientes. ¿No es así, tía?

—S-Su Alteza, por favor, no diga esas cosas. Como usted ha dicho, nuestra relación se cortó con mi matrimonio. ¿Por qué me llama así? —preguntó la duquesa con voz temblorosa.

Su nombre completo era Ernia Shana De Rass. «Shana», era el segundo nombre utilizado por la familia real, lo que significaba que, antes de su matrimonio, era una princesa.

En los comienzos del Imperio, el poder de una princesa era fuerte, pero después de que experimentaran varias disputas de sucesión y se cambiara la ley del Imperio, su poder disminuyó drásticamente. A raíz de las nuevas leyes, con su matrimonio, ella tuvo que renunciar a todo el poder que suponía ser miembro de la familia real. Solo podía utilizar el estatus de su marido. Así que aunque fuera la única hermana menor del emperador, ahora era simplemente una duquesa.

Si una princesa que había cortado sus lazos con la familia imperial enfatizaba tales vínculos personales, podía ser acusada de traición, por lo que la mayoría de las princesas apenas visitaban el palacio una vez casadas.

Aunque la duquesa supervisaba los asuntos internos del palacio con la esposa del duque Verita en ausencia de la esposa del emperador, solo lo hacía como esposa del duque Rass. Siempre había vivido cuidadosamente bajo la sombra del actual emperador; era lógico que se asustara ante lo que acababa de decir el príncipe heredero.

El joven de cabello azul chasqueó la lengua y dijo:

—No hay necesidad de asustarse tanto, duquesa. Solo digo que aprecio la casa Rass tanto como usted, y que me alegro por el asombroso logro del joven Carsein.

—Yo… estoy muy agradecida, Su Alteza.

—Me gustaría felicitarle en persona.

—Carsein De Rass saluda a Su Alteza, el Futuro Sol del Imperio.

El príncipe heredero observó en silencio el saludo de Carsein, vestido de uniforme, antes de abrir la boca.

—Joven Carsein, no, ¿debo llamarle ahora señor Carsein? Siempre le he estado agradecido, pero ahora que ha demostrado un logro tan asombroso, no sé cómo debo elogiarle.

—Estoy muy agradecido, Su Alteza.

—¿Fue el año pasado? En aquel entonces, le dije que anticiparía sus logros después de dos años, y no puedo creer que se haya convertido en caballero a los dieciséis años. Esto es una bendición para el Imperio. Mi padre también se alegró mucho de sus logros.

Se adelantó unos pasos y abrazó ligeramente a Carsein.

En ese instante, oí susurros aquí y allá. Una señal de confianza. Como los miembros de la familia imperial estaban siempre vigilados, ponerse en un estado indefenso, aunque fuera por un momento, era una señal de ello. En ese momento, estaba demostrando a todos que confiaba en Carsein.

Carsein se había quedado rígido. El joven de cabello azul le dio unas ligeras palmaditas en la espalda y levantó la comisura de los labios.

—Aunque me preocupa que la duquesa vuelva a malinterpretarlo, personalmente, eres mi primo. Siempre he confiado en ti y te he apreciado.

—Es un honor, Su Alteza.

—Ah, ahora que lo pienso, hay algo más que debo agradecerle.

Se volvió hacia mí, que estaba unos pasos por detrás de él, y me tendió una mano. Cuando me acerqué sin ganas y puse mi mano sobre la suya, sonrió ligeramente y añadió:

—Mi prometida es una persona solitaria. Al haber sido elegida como mi consorte a una edad temprana, no es fácil para ella encontrar un amigo con el que pueda expresarse de verdad. Siempre lo he lamentado y he sentido que era una pena.

»Sin embargo, en los últimos años, se la ve evidentemente más radiante a los ojos, y al preguntar la razón, parece que es porque usted y el joven Allendis se han convertido en sus amigos íntimos. Siempre me ha preocupado no poder cuidar de ella, así que le agradezco que se haya convertido en su amigo en mi lugar.

—Estoy muy agradecido, Su Alteza.

Carsein habló con una voz un poco quebrada. Mirando a mi lado con ojos temblorosos, vi la sonrisa en los labios del príncipe heredero que solía hacer solo por cortesía. Mi corazón se heló en un segundo.

—Aunque ya lo sabe, estoy muy ocupado, por lo que no puedo atender bien a mi prometida. Como es mi culpa, siempre me siento mal. Por suerte, ella los tiene a usted y al joven Allendis, así que puedo sentirme un poco más tranquilo. Espero que pueda seguir siendo su amigo íntimo en el futuro.

—Por supuesto, Su Alteza.

—Gracias. Hmm, ¿está el joven Allendis presente? —preguntó, sonriendo ante la respuesta de Carsein y mirando a su alrededor. Aunque había pensado que Allendis no vendría, ya que él y Carsein no estaban en buenos términos, sorprendentemente, parecía que había asistido. Vi a un joven de cabello verde claro salir de entre la multitud de gente que se había reunido.

—Yo, Allendis De Verita, saludo a Su Alteza, el Futuro Sol del Imperio —saludó Allendis.

—Me alegro de verle, joven Allendis. Nunca he hablado con usted directamente. —Miró a Allendis sin palabras durante un momento antes de dirigirse a Carsein—. Aunque no sea apropiado que diga esto cuando la estrella del evento está presente, espero que pase por alto mi descortesía.

—Por supuesto, Su Alteza.

Ante la respuesta de Carsein, el príncipe asintió levemente.

—Gracias. Le he llamado porque quería darle también mi enhorabuena. Le llaman un genio poco común. He oído que solo tiene diecisiete años, pero ya es un burócrata oficial en la oficina de administración. Qué increíble. Con talentos tan sobresalientes, el futuro del Imperio es bastante brillante.

—Estoy muy agradecido, Su Alteza.

—Quisiera decirle que yo también. Cuide bien de mi prometida. Por favor, siga siendo su amiga íntima en el futuro.

Después de decirle lo mismo a Allendis, miró en silencio hacia la multitud que nos había estado observando.

—He perturbado su disfrute durante demasiado tiempo. Entonces, reanudemos el banquete.

—Es un honor, Su Alteza.

El duque Rass, que tenía la cabeza baja, hizo un gesto y la música volvió a sonar. Las miradas que se habían centrado en nosotros empezaron a alejarse.

Después de que el duque y la duquesa hicieran una reverencia y se fueran a mezclar con la multitud, un extraño silencio se apoderó de los cuatro que quedábamos. Aunque no estaba segura de lo que estaba pensando, se quedó en silencio durante un rato antes de mirarme de repente con las comisuras de los labios levantadas.

—¿Tus habilidades de baile siguen siendo las mismas?

—¿Perdón, Su Alteza?

—Me sorprendió tu destreza cuando bailamos en mi ceremonia de la mayoría de edad. Quiero ver si sigue siendo la misma.

Dudé de mis oídos por un segundo. Definitivamente, parecía que me estaba pidiendo un baile, pero no podía creerlo. Antes de retroceder en el tiempo, aunque había bailado muchas veces durante mi estancia en la sociedad con otras personas, solo había bailado con él unas pocas veces. Después del baile en la ceremonia de la mayoría de edad, aparte de cuando tenía que tomar la iniciativa en los actos oficiales, nunca me había pedido un baile. Por supuesto, después de la aparición de Jieun, nunca más lo hizo.

Sin embargo, este no era un evento oficial, y él no tenía que tomar el liderazgo, pero aun así me invitó a bailar.

—¿Y bien?

—Es un honor, Su Alteza.

Ante su voz, que parecía presionarme, apenas logré sonreírle débilmente. Nos acercamos a la pista de baile y los nobles que habían estado bailando se detuvieron y nos dieron espacio. La banda comenzó una nueva canción.

Sentí que su mano me rodeaba la cintura. Aunque la mano que agarraba la mía estaba bastante fría, no lo estaba tanto como en mis recuerdos. Seguí sus movimientos y ejecuté los pasos, sumiéndome en mis pensamientos.

¿Por qué me había sacado a bailar de repente? ¿Y qué significaba lo que había dicho a Allendis y Carsein?

Al compás de la música, nos separamos durante un rato antes de que me atrajera de nuevo hacia él y le mirara a los ojos. No pude leer sus profundos ojos azul marino.

De repente, recordé la vez que sus ojos se habían llenado de anhelo el otro día. Era el día del aniversario de la muerte de mi madre. Ante la repentina pregunta que se me ocurrió, dudé un poco antes de abrir la boca con cautela.

—Su Alteza.

—¿Qué pasa?

—Bueno…

En el momento en que reuní el valor para preguntarle, la música se detuvo. Me miró momentáneamente, se inclinó al final del baile y me tendió la mano. Me tragué la pregunta y coloqué poco a poco mi mano sobre la suya. Tal vez fuera porque el flujo se había cortado una vez, pero no pude encontrar el valor en mí para preguntar de nuevo.

—Señor Carsein.

—Sí, Su Alteza.

—Estoy ocupado, así que debo irme ahora. Le confío a mi prometida. Como está disfrutando en esta rara ocasión, no deseo quitarle la diversión.

—Por supuesto, Su Alteza.

Tras asentir a la respuesta de Carsein, se volvió para mirarnos a mí y a Allendis.

—Joven Allendis, permítame hacerle la misma petición. Por favor, cuide de mi prometida.

—Así lo haré, Su Alteza.

—Entonces, espero que disfrute un poco más antes de regresar. Hasta la próxima.

—Sí, Su Alteza.

—No es necesario que me despidan. No quiero romper el ambiente de alegría. Por favor, haga saber al duque y a la duquesa que me he ido. Entonces, me retiro.

Nos impidió seguirle y se alejó sin vacilar. Los guardias reales, quienes habían estado esperando cerca, no tardaron en seguirle. El punto azul parpadeante se alejó lentamente y desapareció de la vista de la multitud.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido