Traducido por Lugiia
Editado por YukiroSaori
¿Cuánto tiempo pasé en aquel mar tan blanco como la nieve, donde no podía ver ni oír?
Cuando mi visión comenzó a regresar lentamente, el interminable zumbido en mis oídos disminuyó.
Parpadeé con mis ojos borrosos. Los puntos blancos y rojos, mezclados en un patrón ondulado, finalmente encontraron su lugar.
Entre parpadeos, los colores dispersos se reunieron en uno solo, aquel mundo borroso volvió a enfocarse poco a poco.
Mientras parpadeaba por última vez, mi visión se aclaró y vi a un joven pelirrojo mirándome preocupado.
—Ah.
Le miré, sin poder hacer algo más que exclamar.
—¿Tia?
—Sein —dije, mirando los altos árboles y escuchando la brisa en mis oídos mientras el silencio envolvía mis alrededores. El emperador y el mensajero, así como los observadores, habían desaparecido de alguna manera y solo Carsein y yo estábamos de pie a la sombra de los árboles.
Carsein inclinó la cabeza, mientras me miraba desconcertado con sus ojos azules, y preguntó:
—¿Qué sucede? ¿Por qué estás de pie sin moverte?
—Ah, no es nada.
—Hmm. —Se agachó a la altura de mis ojos y de repente llevó sus manos a mis mejillas. Sus ásperas pero cálidas palmas se sentían como las de mi padre. Quizás se debía a que ambos eran caballeros que blandían espadas—. ¿Por qué pones esa cara? —me preguntó.
—¿Hmm? ¿Qué cara?
—¿De verdad lo preguntas porque no lo sabes? —Frunció el ceño y retiró sus manos de mis mejillas. Luego, las pellizcó.
¿Qué está haciendo?
Antes de que pudiera preguntar, sentí un dolor punzante. Solo entonces dejé de sentirme mareada. Sentí como si por fin hubiera pisado tierra firme después de haber estado en un barco arrastrado por las altas olas.
Cuando recobré el sentido y miré al frente, Carsein sonrió mientras me pellizcaba ambas mejillas. Sus ojos, que contenían el azul del cielo otoñal, me sonrieron mientras bailaban.
—Ay, no hagas eso —dije.
—¿Qué has dicho, pequeña?
—No hagas eso. —Aparté sus grandes manos que seguían pellizcando mis mejillas.
Enderezó su espalda doblada y me dio unas palmaditas en la cara con su dedo índice.
Arrugué la frente y hablé con voz malhumorada.
—¿Qué te pasa?
—Pequeña, ¿por qué estás tan nerviosa hoy? Estás actuando igual que tu gata.
Cuando entrecerré los ojos hacia él, sonrió y estiró una mano hacia mi barbilla.
No va a hacer cosquillas, ¿verdad? De repente, pensé en Luna y en cómo ronroneaba cuando le rascaba ligeramente bajo la barbilla.
¿Ahora me trataba como a un gato? Entonces, ¿debería ronronear como Luna?
Me eché a reír de repente, imaginándome ronroneando. Luego, detuve su mano con suavidad, riendo y él me miró con atención.
—Hmm, parece que ya estás bien.
—¿Qué?
—Hace un momento parecía que tu mente se había perdido en algún lugar.
—¿De verdad?
—Sí. ¿Por qué? ¿Sucedió algo?
Dudé antes de responder. No tenía ni idea de qué contarle. No podía decirle lo que había sucedido antes de que regresara en el tiempo. Tampoco podía hablarle de Jieun.
Él sonrió como si se diera cuenta de que yo dudaba.
—La razón por la que no creces es porque te preocupas demasiado, pequeña. —Crucé los brazos sobre el pecho y entrecerré los ojos hacia él—. ¿Cuándo crecerás y te casarás? Últimamente, me preocupo mucho por ti.
—Lo que sea.
Hablaba como si me hubiera criado.
Cuando hice un puchero y salí del jardín, apareció un guardia real y se inclinó respetuosamente.
—Gloria al Imperio. Saludos, escudera Aristia.
—Lealtad al León. ¿Qué ocurre?
—El emperador le busca con urgencia.
—¿El emperador? ¿Por qué no ha enviado a un sirviente…?
—No lo sé.
¿Por qué me busca? ¿Se debe a lo que pasó antes? Parecía que solo lo averiguaría cuando llegara allí, así que le eché una mirada a Carsein y seguí a la guardia real.
♦ ♦ ♦
—Bienvenida, señorita Aristia.
—Su Majestad, El Único Sol del Imperio.
—Le he llamado para tomar una taza de té.
—Es un honor. —Dudaba que me hubiera llamado simplemente para tomar el té, pero levanté sin palabras la tetera que me trajo la doncella.
La tetera de plata, que estaba tallada con elaborados grabados de un león rugiente, el emblema real, era muy hermosa. El mismo león estaba también grabado en los juegos de tazas y cucharas de plata. Apreciando la elegante belleza de los juegos de té que solo la familia imperial podía utilizar, saqué la rosa mosqueta de la caja que había pedido a una doncella que me trajera, y preparé una taza.
—Nunca había visto esa caja. ¿Es suya?
—Sí, Su Majestad.
—Hmm.
¿Qué está mirando con tanto cuidado? Es solo una caja de té ordinaria. Cuando seguí su mirada con duda, noté el sello de la familia imperial estampado en la caja.
Oh, vaya. Aunque no había cometido ningún delito, me sentí culpable, así que por reflejo puse una excusa.
—El príncipe heredero lo envió, no hace mucho.
—¿Oh, lo hizo? —Sus ojos azules brillaron con fuerza. Mientras una ligera sonrisa adornaba sus labios, fijó su mirada en la caja y dijo—: Me sorprendió cuando me confió antes una tiara hecha para usted, pero no sabía que también le hacía regalos.
—Me disculpo, Su Majestad.
—No quiero culparle. Solo pensé que esto era un poco fascinante. Hace unos años, me preocupaba que ustedes dos no se llevaran bien, pero parece que ambos han cambiado mucho.
¿Tenía razón? Parece que no soy la única que siente que el príncipe heredero ha cambiado mucho. Pero ¿de qué sirve ahora? Jieun ya ha llegado.
La noticia me había tomado por sorpresa, tanto que solo había escuchado la primera línea del mensajero. No sabía los detalles de lo que pasó después de su llegada.
¿Ya conoció a Jieun, justo como sucedió en el pasado cuando encontró a la chica que cayó en el lago del palacio?
—¿Señorita Aristia?
—¿Sí, Su Majestad?
—Para ser honesto, le llamé aquí porque tenía algo que decir.
—Por favor, adelante.
Así que, ha llegado el momento. Tragué saliva y apreté con la mano mi corazón que latía irregular.
Después de mandar a la guardia real y a las doncellas fuera de la habitación para que no pudieran escuchar, el emperador se inclinó hacia mí y susurró suavemente:
—Para ser sincero, no me siento bien desde ayer. Estoy muy cansado y sigo sintiéndome débil.
—Llamaré ahora mismo al médico real.
Aunque no era lo que esperaba, me sorprendió escucharlo. Pensé que había mejorado después de llegar a la villa de verano. ¿Por qué me estaba diciendo esto?
El emperador se levantó rápidamente y me detuvo cuando iba a llamar al médico real. Chasqueando la lengua, dijo:
—Tsk, ¿cómo es tan parecida al marqués Monique? Si hubiera querido llamar al médico real, no habría necesitado decírselo.
—Pero, Su Majestad…
—No deseo que los demás lo sepan. Entonces, ¿puede ayudarme, por favor?
—¿Cómo puedo…?
Mientras consideraba cuidadosamente qué decir, el emperador tocó la mesa y habló:
—Solo quédese a mi lado y ayúdeme a manejar cosas pequeñas. No se sienta insultada porque le diga que haga cosas normalmente reservadas a los sirvientes. Solo quiero tener a mi lado a alguien en quien pueda confiar.
—¿Qué quiere decir con “sentirme insultada”? Por supuesto que no lo estaré. No obstante, Su Majestad, ¿realmente está bien no llamar al médico real?
—No quiero hacer un escándalo por nada. Si las cosas empeoran, entonces llamaré al médico.
—Lo tomaré como una promesa.
Sin importar la situación, sería mejor llamar al médico real. Aunque no me trataba tan amablemente como antes de regresar en el tiempo, me afligía ver que su salud se debilitaba.
Como sabía que ahora él también se preocupaba por mí, me sentí peor al saber que no le quedaba mucho tiempo.
—Su Majestad —dije.
—¿Qué ocurre?
—Por favor, manténgase sano. Usted es el padre de todos en el Imperio.
—Gracias.
Me miró fijamente y sus ojos me sonrieron con suavidad mientras levantaba su taza de té. Mirando el emblema grabado en la taza de plata, me llevé con tranquilidad mi propia taza a los labios.
♦ ♦ ♦
Aunque había venido definitivamente a descansar, el emperador no dejó de lado sus obligaciones; siguió teniendo reuniones durante todo el día. El príncipe heredero había estado trabajando duro en la capital, pero el Imperio sufría una grave sequía en todos los ámbitos. Nunca había suficientes manos para ocuparse del trabajo.
Hace tres días comencé a asistir a las reuniones para ayudar al emperador. Había pensado que habría una fuerte oposición, pero, para mi sorpresa, nadie se opuso firmemente a que asistiera a las reuniones. Quizá fuera porque muchos de los nobles que habían acudido a la villa de verano eran de la facción imperial.
—Por favor, tome un poco, Su Majestad.
—Gracias. —Sus ojos azules, caídos por la fatiga, se curvaron suavemente en una sonrisa.
Mientras saboreaba el sutil y único aroma de la lavanda, reflexionaba sobre las reuniones políticas de los últimos tres días. Supuse que el emperador sacaría el tema de Jieun, pero no lo hizo, para mi sorpresa. En su lugar, se discutieron principalmente temas como la sequía y las medidas para hacer frente al empeoramiento del sentimiento público.
Oh, es verdad, también se habló de los impactos de los incendios provocados en toda la capital.
Según lo que había oído en las reuniones, últimamente se habían producido una serie de incendios provocados en las mansiones del distrito de los nobles en la capital, pero no pudieron atrapar al culpable, por mucho que lo intentaran.
Esto había empeorado el sentimiento público. Aunque era preocupante que fuera un acto para expresar el descontento hacia la familia imperial y los nobles, el emperador se mostró inesperadamente tranquilo. Solo pasó al siguiente tema.
¿Cree que la sequía es más importante? ¿O hay algo más?
Mientras estaba perdida en mis pensamientos bajo la sombra de un árbol, el emperador, quien también parecía haber caído en sus preocupaciones, habló de repente:
—Qué dolor de cabeza. No puedo creer que la sequía sea tan grave. Hay rumores de que se debe a la ira de Dios.
—Desde la antigüedad, se refieren a las inundaciones, la sequía y los terremotos como desastres naturales —respondí—. Como la religión del pueblo en el Imperio es fuerte, considero que lo asumen naturalmente. ¿Ha oído algo en particular de los representantes de Dios?
Ante mi pregunta, el emperador suspiró, frotó las profundas arrugas de su frente.
—Al templo solo le interesa el poder. No creo que piensen en soluciones. Parece que tampoco ha habido nuevas profecías.
—He oído que se están tomando medidas. El príncipe heredero está haciendo todo lo posible en la capital, y todos los señores en sus propiedades están en contacto, distribuyendo agua y cuidando de los enfermos. Los rumores solo durarán un momento y todo el mundo está haciendo lo posible por ayudar, así que creo que el sentimiento público se calmará pronto. Por favor, no se preocupe demasiado. Su salud ya está muy deteriorada.
El emperador, quien había estado escuchando en silencio mis prudentes palabras, sonrió. Me miró con una mirada extraña pero cálida.
Desde mi viaje en el tiempo, casi nunca había actuado así; por lo tanto, me sorprendió. ¿Por qué lo hace ahora?
—No importa lo que se diga, a usted le sienta mejor la corona de emperatriz que el título de marquesa —dijo.
Me quedé en silencio ante sus palabras.
—Debe pensar que soy muy terco, pero digo esto como un gobernante que tiene que desplegar a las personas adecuadas para cada trabajo.
¿Cree que soy simplemente una persona con talento? ¿Qué parte de las palabras que acabo de decir le ha hecho pensar así?
De repente, el sonido de un alboroto sonó desde algún lugar de los jardines. Al girar la mirada hacia el lugar de donde provenía el sonido, vi que los caballeros reales se abrían paso para dejar pasar a un hombre que corría a toda prisa.
Olvidé que estaba junto al emperador y me puse rápidamente de pie.
Brillante cabello plateado y un uniforme azul marino moteado de blanco por el polvo.
¿Padre?
—¿P-Papá?
—Tía. —Me examinó con una mirada ansiosa. Vi que su mirada temblaba con inquietud. Sus anchos hombros se agitaban de una manera apenas perceptible. Al estar ante el emperador, dejó escapar un suspiro sin que se notara. Sonriendo torpemente, apenas consiguió apartar su mirada de mí y solo entonces se inclinó profundamente ante el emperador—. Su Majestad, el Único Sol del Imperio.
—Ha pasado mucho tiempo, marqués Monique, pero ¿por qué está aquí? ¿Y por qué está cubierto de polvo?
—He venido a informar de algo.
—¿Usted, personalmente? —Miró a mi padre con interés—. No puede ser por eso… Bueno, de todos modos, es bueno que esté aquí. Me he estado preguntando qué está pasando en la capital. He oído la noticia de que ha aparecido una mujer de cabello negro dentro de un charco de luz.
—Bueno… —Después de informar al emperador sobre la situación en la capital, mi padre comenzó a explicar poco a poco cómo había aparecido Jieun.
El día en que Jieun había aparecido, el príncipe heredero había sugerido que los miembros del gabinete salieran a tomar un respiro. Habían estado enfrascados en un debate sobre la sequía y necesitaban un descanso. Mi padre, los guardias reales, el duque Verita, el marqués Enethil, quien había heredado recientemente el cargo, el duque Zena y algunos otros nobles habían estado dando un paseo juntos por los jardines del palacio Ver. No obstante, desde que se habían reunido los miembros principales de los dos poderes opuestos, el ambiente no era definitivamente bueno. A medida que la animosidad en el aire se profundizaba, el príncipe heredero había intentado mediar cuando, de repente, una luz resplandeciente había envuelto su entorno. Poco después, al recuperar la visión, vieron a una extraña mujer de pie. Aunque estaba rodeada de guardias reales, había mirado directamente al príncipe heredero y fue arrastrada a la cárcel. Eso fue todo lo que ocurrió.
—Hmm, ¿qué dijo la facción noble?
—Bueno, el duque Zena y los otros miembros principales de la facción noble fueron testigos. Por lo tanto, afirman que fue enviada por Dios, debido a su inusual apariencia.
—Por supuesto. Eso es lo que me preocupaba cuando recibí el mensaje por primera vez, pero esto lo confirma. ¿Qué dijo Ruve?
Mi corazón latía con rapidez ante los nervios. Al igual que en el pasado, él fue el primero en descubrir a Jieun.
Dios dijo que los dos tenían sus destinos atados con un hilo, ¿verdad? Para afirmar eso, tan pronto como Jieun apareció, solo lo había mirado a él.
¿Cómo reaccionó el príncipe heredero? ¿Se enamoró de ella a primera vista como en el pasado? ¿Se dio cuenta de que ella es su compañera? ¿Acaso… sintió una atracción a causa del destino? Para calmar mi corazón palpitante, respiré profundamente y escuché con atención la respuesta de mi padre.
—Ordenó que la encarcelaran porque era una intrusa desconocida y dijo que esperaría la decisión del emperador.
—Ya veo.
—Sin embargo, tanto la facción noble como el templo se enteraron del asunto y protestaron por mantenerla encerrada. Así que, antes de venir aquí, se decidió que se le permitiría quedarse en el palacio Rose.
Apreté los dientes para centrar mis sentidos menguantes. Es exactamente igual que en el pasado.
En ese momento, cuando ella había aparecido, el palacio Rose también fue su estadía inicial. Aunque sentí que mi presente había cambiado con respecto al pasado, poco a poco, sentí que volvía al mismo con la repentina aparición de Jieun.
Mis manos y mis pies empezaron a enfriarse y mi corazón latía con fuerza mientras mi respiración se acortaba. Levanté la taza de té de plata para intentar calmar mi corazón, pero mi mano temblaba tanto que no podía llevarla a mis labios.
El emperador me miró y se dirigió a mi padre.
—Buen trabajo, marqués Monique. Es suficiente por ahora. Debe haber sido duro venir hasta aquí.
—Le estoy muy agradecido, Su Majestad. Entonces, ¿está bien si me llevo a mi hija?
Cuando le miré llena de dudas, el emperador sonrió y me dijo que me retirara.
No recuerdo haber hecho una reverencia al emperador. Solo seguí instintivamente a mi padre y recobré el sentido cuando él, quien llevaba un rato caminando delante, se detuvo en seco y me puso ambas manos sobre los hombros.
Mientras parpadeaba sin comprender la sensación de pesadez, vi que sus ojos azul marino se llenaban de preocupación al mirarme.
—¿Papá?
—¿Estás bien?
—¿Perdón?
—Debes haber pasado por muchas cosas —dijo mientras me abrazaba.
En su confiable abrazo, sentí como todas mis preocupaciones se desvanecieron, y una sensación de tranquilidad me invadió. Solo entonces me di cuenta de que todo mi cuerpo había estado temblando. Mientras susurraba que todo estaba bien y que me ayudaría, me acarició el cabello con cariño. Ante su cálido contacto, mi sangre helada empezó a fluir de nuevo. Fue como un rayo de luz en la oscuridad que me ataba con fuerza.
—¿Padre?
—¿Sí?
—¿Por qué has venido? Estás a cargo de la defensa en la capital.
—Cuando vi aparecer de repente a la mujer de cabello negro, recordé tu sueño. Como era un sueño que dejó un trauma tan grande, fui cauteloso con ella, por si acaso. El momento de su aparición fue diferente, pero temí que recibieras un gran impacto emocional si te enterabas de la noticia. Cuando el mensajero se marchó, había querido venir en ese momento, pero tenía que reunir antes algún tipo de información. He encomendado al marqués Enethil la defensa de la capital mientras yo no estoy, así que no hay que preocuparse. Más importante aún, ¿estás bien, Tia? —Su suave voz estaba llena de preocupación al preguntar por mí. También lo estaban su cálido abrazo y sus dedos que barrían mi cabello hacia atrás.
¿Mi padre vino hasta aquí, en un viaje que dura una semana, solo porque pensó que yo podría estar conmocionada? Como Jieun realmente había aparecido, podría haber supuesto que mi sueño no era solo un sueño, sino una visión profética. Sin embargo, habría sido difícil para él confiar en mis palabras. ¿Estaba mi padre tan preocupado por mí que incluso confió sus funciones al marqués Enethil?
—No estaba bien… —dije. Al oír eso, mi padre solo me abrazó más fuerte—. Pero ahora estoy bien. Tú estás aquí y todo se solucionará.
—Tia.
—Gracias, padre.
Para mi sorpresa, mi corazón, que había estado dolorosamente tenso durante los últimos tres días, se relajó. Mientras me acurrucaba en su abrazo como una niña, él se aferraba a mí con más fuerza.
Me dio unas palmaditas en la espalda sin decir nada mientras intercambiábamos miradas durante un tiempo.
—Tia.
—¿Sí, padre?
—Lo sabrás porque lo has oído antes, pero la facción noble y el templo se han unido y empiezan a afirmar que la mujer de cabello negro es la Dama de la Profecía. Por lo tanto, si vuelves a la capital, oirás a la gente decir que debería ser la próxima emperatriz. —Sus ojos azul marino me miraron con seriedad. Su voz cortante estaba llena de resolución—. Aunque no creo que el príncipe heredero sea preso de esos rumores, respetaré lo que decidas hacer.
Esperé a que continuara, sin saber qué podía decir en ese momento.
—¿Seguirás por el camino de ser mi sucesora, tal y como lo has hecho desde que eras más joven? ¿O quieres mi ayuda junto con la facción imperial para colocar la corona de emperatriz sobre tu cabeza? Sea cual sea tu deseo, haré todo lo posible para que se haga realidad.
—Yo…
Había pensado que si alguien me lo preguntaba, elegiría ser la sucesora de mi familia sin dudarlo. Sin embargo, cuando finalmente llegó la pregunta, la respuesta se atascó en mi lengua y no pude expresarla de inmediato.
Aunque no lo había presenciado directamente, sentía que el pasado se repetía. Sabía que seguir el camino de una sucesora era la mejor opción, pero aun así, no podía mover mi estúpida boca.
—Lo siento —dijo.
—¿Perdón?
—Creo que te he apresurado a tomar una decisión por mi propio deseo de una respuesta inmediata. —Miré a mi padre y me mordí el labio—. Tú también debes estar muy confundida. Vamos a pensarlo despacio juntos.
—Gracias. —Sentí los labios secos mientras me pasaba la lengua por ellos. La consideración de mi padre era tan grande que me abrumaba.
Enderezando su espalda, me palmeó el hombro.
—Deberíamos prepararnos para volver a la capital.
—¿Um, padre?
—¿Qué pasa?
—El emperador parece estar bastante enfermo. ¿Podrá llegar hasta la capital?
—¿El emperador? Es extraño. No parecía así cuando lo vimos antes.
Al verle desconcertado, le expliqué brevemente lo que había ocurrido en los últimos tres días.
Mi padre parecía estar pensando algo con mucho cuidado antes de sonreír y decir:
—El emperador debe haberte engañado.
—¿Perdón?
—¿No dijiste que te llamó en cuanto se enteró de la noticia? Probablemente, montó un espectáculo para mantenerte cerca.
—Eso es… —Me quedé boquiabierta, sin palabras.
Solo cuando mi padre dijo que debíamos volver, recobré el sentido y comencé a caminar.
¿Era realmente un acto? Cuando volví en sí tras la conversación con mi padre, el emperador ya estaba dando órdenes para preparar el regreso a la capital. Aunque la decisión fue apresurada, aquellos que conocían los acontecimientos en la ciudad no protestaron y se dedicaron a trabajar con diligencia. Pasó una semana mientras todos organizaban su equipaje. Finalmente, el emperador y su séquito dejaron atrás la villa de verano y los días frescos, emprendiendo el camino hacia la capital.