Felicidades Emperatriz – Capítulo 45: Jugando en el pabellón


—Tu hijo le da los respetos a su Madre.

Yu Yan, vestido con un rojo intenso, se inclinó ante la emperatriz, Si Tu Min.

Si Tu Min ya tenía cuarenta años, sin embargo, debido a su cuidadoso mantenimiento, no parecía de su edad.

El Imperio Yue tenía un total de cinco príncipes y princesas. El príncipe de la corona Chun Yu Rong, así como el tercer príncipe Chun Yu Yan y la princesa Chun Yu Ru, fueron sus hijos. El segundo príncipe Chun Yu Zhuang y el cuarto príncipe Chun Yu Shang fueron los hijos de la concubina Xiang Yi.

—Mi hijo, por favor toma asiento.

Si Tu Min dio instrucciones a la sirvienta que estaba a su lado para preparar una taza de té.

—¿Cuál es el motivo hoy? Tomando tu tiempo para acompañarme.

Yu Yan sonrió.

—Si todavía no vengo, podría haber alguien que difundiera rumores que podría manchar sus oídos.

La mano de la sirvienta tembló mientras servía té, derramando varias gotas sobre la mesa.

—Su Mo, puedes retirarte.

Si Tu Min sonrió con gracia, luego miró a Yu Yan.

—De todos los niños, eres el mejor contando chistes.

Los ojos de Yu Yan se estrecharon y se centraron en Si Tu Min.

—Como dice el refrán, un rumor repetido se convertirá en un hecho. Sin embargo, Madre, nunca antes le ha prestado atención a los rumores. ¿Por qué es esta vez es diferente?

Si Tu Min sabía que él venía a verla para que ella convenciera al Emperador que cambiara el Decreto que se ha extendido, el que habla sobre terminar con su matrimonio.

Tomó un sorbo de té y sonrió.

—Hijo mío, ¿debes casarte con la chica de la familia Hua?

—Sólo quiero a Hua Jin Lan, si no, no me voy a casar.

La expresión de Yu Yan se relajó y se calmó, pero Si Tu Min sabía que era extremadamente serio.

Ella dejó escapar un suspiro.

—En mi opinión, la tercera hija de la familia Hua no está mal, qué tal…

—Madre.

Yu Yan la llamó y sacudió ligeramente la cabeza.

Los labios de Si Tu Min se curvaron y guardaron silencio. Yu Yan no era de los que abrían fácilmente la boca para hacer una petición… Parece que esta chica de la familia Hua, merecía que ella le hiciera una visitada.

Yu Yan salió del Palacio Kun Ning y fue detenido por Yu Rong, quien estaba jugando contra Yu Zhuang un juego de ajedrez en el Pabellón Yi Yue.

—¿Una discusión inútil?

Preguntó Yu Rong mientras llenó una taza de té y lo empujó delante de él.

Yu Yan se tocó la punta de la nariz y se rió.

—¿Lo parece?

Yu Zhuang hizo una pausa por un momento antes de responder.

—Me parece que a mí, a Madre generalmente no les gusta ser quisquillosa, pero la persona que elegiste…. Mmm, es demasiado inusual.

—Para ser honesto, Tercer Hermano, ¿con que parte de Hua Jin Lan te encaprichaste?

Yu Rong dijo burlonamente.

—Sus historias de amor no pierden contra las tuyas.

Yu Rong estaba seguro de que Yu Yan no estaba realmente enamorado de Hua Jin, por lo tanto, cuando habló fue muy directo y sin ninguna capa azúcar. No notó el desagrado en los ojos del Yu Yan.

—Hermano Mayor —Yu Zhuang cambió el tema— Es tu culpa por no prestar atención, no me arrepiento, este juego va a ser mío.

—¡Aiya!

Yu Rong se golpeó el corazón y sonrió irónicamente.

—Fue la culpa del Tercer Hermano, que me distrajo. ¡Permíteme retractar mi movimiento!

—¡Eso no está permitido! —Yu Zhuang apresuradamente dijo— Después de jugar contra ti tantas veces, esta es la primera vez que te ganaré.

—Tienes que entrenar mucho más —Yu Yan alegremente bromeó— La habilidad del Hermano Mayor en el ajedrez ya ha superado a Padre.

—Todavía recuerdo que durante la coronación del Tercer Hermano ese año, jugó contra el padre, a día de hoy todavía es una masacre. Desde entonces, han pasado cuatro años, ¿las habilidades del Tercer Hermano en el ajedrez mejoraron?

Los ojos de Yu Rong se oscurecieron ligeramente, la luz de la profundidad de sus ojos desapareció cuando su párpado cayó.

—Cuatro años han pasado, pero he descuidado mis estudios. ¿Qué tal si algún otro día aprendo del hermano mayor al jugar contra ti?

Yu Yan calmadamente dijo.

Los ojos de Yu Zhuang se centraron en el tablero de ajedrez, una débil sonrisa se reflejó en su rostro.

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