¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 31: Un regalo y una invitación

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


Ha pasado un mes desde el festival de la fundación y el incidente de la seda de Flora falsificada.

Por fin ha llegado el momento de que mi arresto domiciliario termine. Por fin podré ir a montar a caballo… El día que Cordelia pensó eso, le entregaron un paquete.

Llevó lo que había recibido a su laboratorio y lo abrió, luego se rió un poco.

—Es un prototipo del jabón que pedí a la empresa Eris.

La idea de tallar el jabón se le había ocurrido aquella vez que se había quedado con Hazel Hale. Por eso, encargó jabones a la empresa Eris. Especificó que debía ser “un jabón suave que pudiera ser tallado con las manos de una dama”. Si las cosas iban bien, quería convertirlo en un pasatiempo para las damas nobles, así que el precio no importaba. La empresa Eris ideó una nueva fórmula de jabón en respuesta al deseo de Cordelia y se la envió.

—¿Es de mi casa? Pensé que tardarían un poco más en enviártelo, ya que lo habías pedido durante el festival de la fundación.

Ronnie el mago, el tercer hijo de la empresa Eris, miró a la niña con extrañeza mientras recogía el jabón.

—Sí. Yo también pensé eso… Pero agradezco que lo hayan terminado tan rápido.

—Sabía que lo terminarían rápido, porque quieren estar en términos amistosos con la casa del conde, pero el festival de la fundación es su período más ocupado. Estoy sorprendido con sinceridad.

Cordelia estuvo de acuerdo con él. Pero su compañero parecía dudoso.

—Señorita, ¿no me digas que les has ofrecido algún tipo de trato?

—¿No…? Solo les dije que les ayudaría a añadir fragancias al jabón si me gustaba.

—Lo sabía. Es un trato muy tentador.

Ronnie parecía sorprendido, Cordelia quería asegurar las rutas para distribuir la mercancía en el futuro.

Debo asegurar la distribución de mi “arma” (aromatizantes). Establecer el negocio de aromatizantes como industria distintiva del feudo Pameradia es mi prioridad.

—No deberías confiar en la empresa de mi familia todo el tiempo… Oye, ¿no te lo dije antes?

—Antes me aconsejaste y me dijiste que debía pedir presupuesto en varios sitios. Pero no te preocupes, ¿te parezco ingenua? —dijo Cordelia, un poco en broma, y Ronnie gruñó un rato.

—No puedo decir que no seas ingenua. Pero, bueno, no vas a perder nada.

¿Me esta halagando o no? No, es probable que solo este diciendo lo que piensa. Ronnie es demasiado honesto… Sus padres se enfadarían si lo vieran actuando así, pensó la niña mientras observaba los jabones uno a uno. Se sienten bien, no puedo esperar a ver lo que tallaran en ellos.

—No entiendo por qué alguien querría tallar jabón. ¿No es suficiente con poder usarlo?

—Eso puede ser cierto para ti, Ronnie. Pero estos se van a convertir en adornos, así que no se pueden medir solo por su uso personal, ¿sabes? Bueno, aún no sé si se convertirán en una moda o no…

—Me gusta más comer cosas que mirarlas.

En verdad no me imagino a Ronnie tallando algo pequeño, pero es hábil y preciso con sus manos, así que creo que es un desperdicio que su personalidad y aptitud no coincidan. Puede que le guste mucho si lo intenta una vez, pero será difícil conseguir que lo intente.

—¿Qué te gusta hacer, Ronnie?

—¿A mí? Me gusta relajarme y no hacer nada.

La respuesta fue la misma de siempre, y ella sonrió con ironía.

—Estoy segura que a la mayoría de la gente le gusta hacer eso.

—¿Eh? ¿De verdad? ¿No es usted el tipo de persona que piensa que es una pérdida de tiempo relajarse y no hacer nada, señorita? Y el Maestro definitivamente no se sentaría sin hacer nada.

¡Eso no es cierto…! No podía decir eso.

No odio ser perezosa, aunque no recuerdo haberlo sido desde que nací en este mundo.

Sí descanso. Pero sentarme y no hacer nada… Por ejemplo, nunca me he tumbado en la cama un día entero, a no ser que estuviera enferma. Pero lo que es más difícil de imaginar es que mi padre sea perezoso.

Pero sí que dedico tiempo a mis aficiones y descanso…

Es cierto, así que no debería haber ningún problema.

—¿Por qué no intentas ser perezosa por un día, señorita?

—Mmm… Voy a abordar el plan de hoy para poder sentarme y no hacer nada algún día.

Por un segundo pensó: si solo es por un día…, pero rápido cambié de opinión.

No, tengo mucho que hacer.

Las cosas que estoy haciendo hoy son cosas que me gustan hacer. Sé que si me quedo sin hacer nada van a rondar en mi cabeza molestando.

Ahora mismo, quiero intentar tallar este jabón, y quiero avanzar en el proyecto de los seguros.

Y también tengo otras cosas importantes que hacer, pensó Cordelia, mientras miraba el montón de papeles esparcidos debajo del jabón y se reía.

—Ronnie, buenas noticias. Parece que la empresa Eris está reaccionando de forma positiva a mi plan de construir un jardín de hierbas cerca de Ertiga.

—Oh… Han terminado los jabones antes de tiempo porque querían darte esta respuesta.

El muchacho se encogió de hombros porque por fin sabía por qué habían enviado el jabón tan rápido.

—La empresa Eris es bastante grande en la zona del sur de la capital real, pero de poca influencia en el feudo de Pameradia. Quieren ganar terreno llevándose bien con la familia del conde. Sería fácil para ellos ganarse la confianza de la gente si comercian con ustedes. Es una situación de toma y daca.

—Um, tengo que informar del progreso a mi padre. Ah, sí, además, como ya están trabajando en el jabón, creo que les pediré que trabajen también en el detergente. Así todos lo encargados de la lavandería estarán contentos, ¿no?

—Los sirvientes a cargo de la lavandería seguro estarán felices incluso si la ropa se mancha mucho. Creo que es una gran idea.

Oímos que llamaban a la puerta mientras hablábamos.

—Señorita, es Lara.

—Entra.

En cuanto escuchó la respuesta de Cordelia, la pequeña aprendiz, abrió la puerta sin hacer ruido.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tienes tanta prisa?

—Señorita, el joven maestro de la casa Flantheim está aquí. Y Ronnie, huye.

Ya veo. Lara vino a advertir a Ronnie ya que no tenía buenos modales. Ella le da a su maestro réplicas agudas a veces, pero es encantador ver que está preocupada por él.

—Entonces, nos vemos.

—Me voy a despedir.

Lara tiró de la túnica de Ronnie y lo molestó: “¡Y quiero que me enseñes algo!”. La amistad es tan hermosa, pensó Cordelia mientras envolvía los jabones y los ponía en el armario en preparación para la invasión de Vernoux.

Poco después, Emina, la criada, hizo pasar al niño a la habitación.

—¿Cómo está, joven Vernoux?

—No estoy mal. Pero me sentiría mucho mejor si me preparas unos dulces. Hoy quiero comer algo agridulce —dijo mientras miraba a Emina, que sonrió con suavidad.

—Entonces, prepararé algunos —dijo, y luego salió de la habitación.

—Te gustan mucho los dulces de mi casa. ¿Tienes ganas de tomar el té?

—Desde luego que sí, pero hoy tengo dos recados.

—¿Recados?

—El primer recado es sobre el ajuste del horario. Gille dijo que visitaría a la  “Bruja Verde” en cinco días, ¿cómo queda tu agenda?

—Es momento de visitar la casa de su maestra, ¿verdad?

La Bruja Verde era la persona que compartió con Cordelia un brote de Aloe Vera, el cual estaba cultivando en el invernadero. Había oído decir a Gille, antes del festival de la fundación, que su maestra sabía mucho de las plantas y que él y Vernoux la visitaban a menudo. Se alegró de ya no estar en arresto domiciliario, y la invitación había llegado en el momento perfecto.

—Bueno, seguro lo escribió en esta carta, así que hazme saber tu respuesta.

—Gracias… ¿Y este paquete?

La carta que sostenía Vernoux iba acompañada de un paquete un poco más grande.

Cordelia inclinó la cabeza en señal de curiosidad, y él respondió.

—Este es mi segundo encargo. Es un regalo de Gille. Pronto será tu cumpleaños, ¿verdad?

—Vaya.

—Sin embargo, dijo que no sabía la fecha real. No pudo precisar la fecha exacta solo con el nombre “Enna” después de todo.

El nombre oficial de Cordelia era «Cordelia Enna Pameradia». Enna era el nombre de la deidad guardiana relacionada con su fecha de nacimiento. Estas deidades eran como los signos estelares de su mundo antiguo, y cada uno se cortaba en ciertas fechas; así, se podía adivinar la fecha de nacimiento de alguien dentro de un cierto período, pero no la fecha específica. En la actualidad, estos segundos nombres se añadían a los niños nobles que habían sufrido una enfermedad importante a una edad temprana.

Ella nunca imaginó que alguien le enviaría un regalo de cumpleaños por su segundo nombre.

Y, el hecho de que sepa que mi segundo nombre es “Enna”, significa que el joven Gille conoce mi verdadero nombre y que soy la hija del conde Pameradia.

Ella no estaba ocultando su propio linaje. Vernoux la había presentado como “Dilly”, así que lo dejó así. Sabía que ella tenía un entorno en el que cultivaba aloe vera, así que no sería extraño que descubriera que era hija del conde Pameradia, ya que eran la única casa que tenía un invernadero privado. Si no era así, seguro se había enterado por Vernoux, ya que eran cercanos.

Le preocupó un poco.

Sí, así que no me importa si lo sabe pero…

—¿Qué pasa? Estás poniendo una cara extraña.

—Nada. Solo recordé que nunca le había enviado un regalo de cumpleaños al joven Gille…

Era agradable tener un amigo que celebrara tu cumpleaños. Pero aunque nunca le había preguntado por eso, se sintió mal por no haber pensado en ello. Sin embargo, Vernoux se apresuró a hablar.

—Oh, no tienes que preocuparte por eso. Gille tampoco te ha enviado un regalo hasta este año. Puedes pensar en ello el año que viene.

—Lo que significa que su cumpleaños ya ha pasado este año, ¿no? Entonces, ¿puedo preguntarte cuándo es su cumpleaños?

—Oh… te lo diré después de preguntárselo a él.

Vernoux desvió la mirada.

¿De verdad lo ha olvidado, o nunca se lo habrá preguntado? En cualquier caso, siento que sé por qué lo ha dicho de esa manera.

—Joven Vernoux…, no recuerdas su cumpleaños, ¿verdad?

—No, no puedo decirlo.

Bueno, no podrías decirlo si no lo recuerdas. Cordelia se quedó sin palabras, pero en cierto modo, como a Vernoux, no le importaba.

—De todos modos, Dilly. ¿Puedes abrir el regalo?

—De verdad quiero abrirlo… Pero tú estás aquí.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Siento que te vas a burlar de mí sin importar cómo reaccione.

Además, quiero abrirlo poco a poco cuando esté sola. Pero, el niño hizo un gran gesto en respuesta.

—Pensé en informar a Gille ya que estaba preocupado por si te gustaría o no.

¿Es eso de verdad todo? Pero no recuerdo que me haya mentido antes. Aunque sí esquivó temas y ocultó sus verdaderas intenciones.

Pero no tiene sentido que oculte sus verdaderas intenciones… Supongo que podría abrirlo si el joven Gille está preocupado.

Cordelia también quería ver lo que había dentro. Creyó a Vernoux y abrió con lentitud el paquete.

Había dos cajas dentro, una de las cuales era un estuche de joyas rojo. La niña jadeó.

No puede ser, ¿joyas? ¿Un collar?

Eso es demasiado caro. ¿Qué diablos hay aquí…? Se asomó con timidez al interior y vio una pluma de cristal dentro.

—Vaya, es preciosa.

Incluso ella sabía que estaba impresionada por este regalo porque no pudo evitar pronunciar esas palabras. Nunca había visto un artículo de papelería así.

¿La tinta estará en el interior, o tengo que sumergirla en tinta antes de escribir?

—Parece que retiene muy bien la tinta una vez la pones.

—¡Vaya! ¿De verdad está bien que use esto?

—Sí.

—Es muy bonita.

Me siento motivada solo con sostenerla. Estoy deseando usarla.

—Me alegro de que te guste, pero ¿puedes abrir el otro también?

—Lo siento, es que es muy bonita.

No había olvidado el otro regalo, pero no podía evitar estar fascinada por el bolígrafo. Cordelia volvió a meter la pluma de cristal en el joyero y abrió la otra caja.

La caja era blanca, y había un acolchado en su interior. Sacó con cuidado el material acolchado y vio un tarro de tinta. El tarro de tinta era sencillo, pero estaba bien hecho y tenía el diseño de una kikyo.

—¡Vaya! Esto también es precioso. No puedo esperar a poner tinta dentro.

—¡Sabía que dirías eso!

Le molestó el extraño orgullo de Vernoux, pero seguro sabía lo que había dentro, así que no le cuestionó más.

—También podría usar esta pluma para escribir mi respuesta.

—Sí, eso también le hará feliz. Pero lee la carta antes de responder.

Cordelia tomó rápido la carta tal y como le había indicado su amigo y la leyó.

Feliz cumpleaños. En realidad, quería decirte estas palabras directamente, pero es un poco difícil, así que se lo he confiado a Vernoux. Me haría muy feliz saber si te gustaron los regalos, pero estoy nervioso.

Voy a visitar a mi maestra, de la que te hablé, en cinco días. Si es posible, ¿te gustaría venir también? La maestra también está deseando conocerte. Estoy seguro de que será estupendo.

Leyó hasta ahí y miró a Vernoux.

—Joven Vernoux, sobre esta carta…

—¿Mm?

—¿Le quitaste la carta de nuevo mientras escribía?

Las últimas frases parecen apresuradas en comparación con su suave escritura del principio. La forma apresurada en que estaba escrita me recuerda a los jóvenes de mi vida anterior cuando entraban en pánico en un examen, garabateando con rapidez las respuestas a eso me recuerda. Seguro que hizo que el joven Gille apurara la carta, pensó, y Vernoux respondió como si no hubiera nada malo.

—Bueno, la escribió una y otra vez, así que le dije que era suficiente. Escribió lo que quería decir, ¿no?

—Me siento mal por él, por favor, no lo hagas.

—Está bien, ¿no? Después de todo, soy yo quien entrega las cartas.

No, no lo está.

¿No podía al menos darle un tiempo determinado para que escribiera con calma? Aunque de seguro Gille no captaría del todo la intención si le pido a Vernoux que diga eso.

A cordelia no le importaba el aspecto de la carta, pero sí por Gille. Pero ella podría preocuparse aún más si él escribiera “no te preocupes”.

—Me pregunto si debería escribirlo…

—Lo que sea está bien, pero ¿puedes escribir si estás libre en cinco días?

—Sí, seguro. Escribiré la respuesta… mientras comemos dulces.

Un golpe muy oportuno sonó en la puerta, y Emina apareció con tartas de limón en un carrito.

Entonces, Vernoux, que había estado esperando los dulces, engulló de inmediato, aunque con gracia, la tarta que le sirvieron. Luego, fue a por una segunda ración sin dudarlo.

Cordelia comió más despacio que él mientras pedía a Emina que le preparara papel y tinta. No estaba segura de qué tinta poner en el tarro, pero decidió elegir la tinta azul-negra que usaba con frecuencia.

—¿Vas a escribirlo ahora? Entonces me tomaré otro trozo mientras espero.

—Oh, joven Vernoux, ¿estás seguro de que quieres comer otra rebanada?

Si no consigo que vaya más despacio, puede que me quite la carta mientras la escribo como hace con el joven Gille, se advirtió a sí misma. Vernoux se rió.

—No te preocupes, disfrutaré del té.

Parece que no puedo ganar tiempo, después de todo, pensó Cordelia y resolvió terminar su respuesta lo más rápido posible.

Cordelia sumergió con lentitud la pluma en la tinta nueva que le habían entregado. Vio cómo la tinta era absorbida por la pluma y luego comenzó a escribir poco a poco.

Gracias por este maravilloso regalo. Quise usar el bolígrafo que me has enviado enseguida para escribir una respuesta. Me ha sorprendido que sea muy cómoda para escribir, aunque tenga un aspecto tan bonito como para ser un adorno. Tendré cuidado con ella para no romperla. Las flores de kikyo en el tarro de tinta también son preciosas. Me dan ganas de verlas de verdad.

Gracias por arreglar las cosas con su maestra, la Bruja Verde. Estoy deseando conocerla dentro de cinco días.

Cordelia leyó con cuidado la carta que había intentado terminar lo más rápido posible sin hacer garabatos. No encontró ningún error.

Seguro esto está bien.

—¿Ya has terminado? Eso fue rápido.

—Sí. Pensé que me la arrebatarías mientras estaba escribiendo.

—Bueno, es bueno terminar rápido.

No lo ha negado. Suspiró y tomó la taza de té.

—Ah, sí, ¿ya le has dicho al conde que vas a visitar a la Bruja Verde?

—Sí, me dio permiso. Sabe que iré contigo y con tu amigo que sabe mucho de plantas, así que quiere conocerlos a ambos. Aceptó dejarme ir cuando le dije que llevaría a Ronnie conmigo.

Su destino estaba en la Capital Real, por lo que su padre no estuvo en contra cuando ella se lo solicitó antes del festival de la fundación. Pero, el incidente con las sedas de Flora y Ghost ocurrió después de eso, así que cuando ella se lo había recordado de nuevo, él parecía amargado. Pensó que iba a negarse, pero al final accedió porque Ronnie la acompañaría. Después, el mago dijo: “Me dijo que te cuidara en muchos aspectos”, así que ella concluyó que estaría bien.

—Bueno…, es cierto que no tendría que preocuparse por los bichos extraños si ese mago está con nosotros.

—¿Has dicho algo?

—No, solo hablaba solo. De todos modos, estoy deseando ver qué pasará.

—¿Eh? Sí, yo también estoy deseando verlo.

¿A qué se refiere con lo que pasaría? Es poco probable que el joven Vernoux muestre interés por mis experimentos, así que eso significa que sacará algo bueno de mi encuentro con la Bruja Verde. Cordelia ladeó la cabeza.

—Dilly, antes de que se me olvide, sella esa carta si has terminado con ella.

—De acuerdo, enseguida.

Le pareció extraño, pero había dejado de pensar en ello porque él la estaba apurando. La forma en que habla es terrible, pero él es así. No importa si es bueno o malo, lo máximo que haría es burlarse de mí. Seguro no haría nada que llevara a un error fatal.

—Oh, sí. Puede que lo haya dicho antes, pero te voy a presentar a la Bruja Verde como «mi amiga Dilly». Así que no lleves ropa muy llamativa. Si tienes ropa para ir de incógnito, entonces esa servirá, pero si no la tienes, entonces puedes ponerte lo que tienes puesto ahora. ¿Te importa si nos encontramos en la ciudad?

—De acuerdo, no me importa.

Puedo hacer algo con mi ropa, y no tengo ningún problema en conocerla como  «Dilly» en lugar de  «la hija de Parl Pameradia».

Me emociona encontrarme con ellos en la ciudad, me parece algo que harían los amigos.

Era normal salir con amigos en Japón. Pero nunca me he encontrado con amigos en este mundo, aunque hayamos acordado una hora para vernos. Se siente nostálgico.

—Me alegro de que te apetezca. Entonces, pasemos a la otra razón por la que estoy aquí.

—Vaya, ¿necesita algo de mí, joven Vernoux?

¿Qué diablos quiere? Cordelia inclinó la cabeza con curiosidad, y el niño sacó unas barajas.

—En realidad, hoy estoy libre. Me ayudarás a matar el tiempo, ¿verdad?

Está haciendo una petición, pero ¿por qué lo dice como si ya estuviera decidido?

—No me importa… Hace tiempo que no juego, así que podría perder.

Si tenías tiempo, entonces debiste dejarme tomar el mío para escribir mi carta. Podrías habérmelo dicho, pensó mientras se encogía de hombros.

—¿Qué? ¿Tienes quejas incluso antes de empezar?

Levantó la comisura de los labios en señal de diversión, por lo que ella sabía lo que estaba tratando de decir, pero su rostro se crispó al ser notada por Vernoux.

—Hace tiempo que no juego… Pero eso no significa que mis posibilidades de ganar sean malas. Te acuerdas de nuestras partidas, ¿no?

—Entonces, solo te haré perder más.

Después, continuaron su partida de cartas hasta que se puso el sol, pero su porcentaje de victorias no varió y se mantuvo en el 50/50.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido