Traducido por Ichigo
Editado por YukiroSaori
También era la primera vez que Cordelia hacía una corona de flores en este mundo, así que la hizo con cuidado mientras trazaba sus recuerdos. La mirada de Gille sobre sus manos también la ponía nerviosa.
Fue capaz de completar la corona sin perder ante la presión. También se elogió a sí misma, la hice bastante bien, y la alegría de Toto fue deslumbrante. Incluso fue a enseñársela a los otros niños que también querían una. Así, Cordelia siguió haciendo más coronas de flores para los demás niños. Por suerte, Gille aprendió a hacer una solo con verla, así que ayudó a hacer la otra mitad.
Mientras los dos hacían coronas de flores, niñas más grandes que Toto rodeaban a la jovencita y la miraban con curiosidad.
—Eh, Dilly. ¿Es verdad que el príncipe va de incógnito? ¿Puedes encontrarte con él allá donde vaya? No hemos estado antes en la Capital Real.
Espero que no lo haga, y tendría que obtener información de antemano para poder evitarlo si lo hace… Cordelia se resistió a decir eso. Pero incluso sin su respuesta, la pregunta fue con rapidez desechada por otra chica.
—¡Argh, Lana siempre eres así! Dime, ¿es cierto que en la Capital Real hay una bola de cristal que te permite ir a cualquier parte con solo mirarla? ¿Puedes hacerlo si consigues un trabajo en el castillo? ¿Has oído hablar de esto Dilly?
—Lana y Tina… miren la realidad. Es imposible, ¿no? Lo extraño de la Capital Real es que algunas tiendas permanecen abiertas hasta el día siguiente, ¿verdad? He oído que la gente bebe alcohol allí.
—¿Por qué están abiertos hasta tan tarde? La Capital Real es un lugar tan misterioso.
—No lo sé, pero hay mucha gente allí, ¡y seguro es un gran lugar! También hay ladrones caballerosos[1], que tiran el dinero en las calles, ¿verdad?
—No los hay. Los ladrones caballerescos son ladrones. Los caballeros de la Capital Real son increíbles, así que los ladrones serían atrapados incluso antes de que pudieran robar dinero.
Sus conversaciones no se detuvieron. Cordelia ni siquiera tuvo tiempo de intervenir antes de que el tema cambiara de nuevo. Siempre tenían conversaciones así.
Pero los cuentos infantiles son una mezcla de ficción y realidad.
“Una bola de cristal que te permite ir a cualquier parte”, era una obra de teatro representada en la Capital Real. No sé qué relación tiene con un ladrón caballeresco, pero me parece que el narrador podría haber mencionado a alguien así. Si nunca han estado allí, todo es de oídas; así que seguro no puedan juzgar qué es realidad y qué es ficción.
—¿Dilly?
—Ah, lo siento. ¿Qué pasa?
Toto la llamó, mientras estaba perdida en la conversación.
—Dilly, Toto también quiere saber sobre la Capital Real. He leído muchos libros ilustrados.
—Toto, ¿ya sabes leer?
—Sí puedo. Pero no los difíciles. ¿Increíble, no? Todo el mundo tiene que aprender a leer y a escribir y a hacer cálculos antes de graduarse aquí. Toto también hace lo que puede.
—Es increíble.
Toto cruzó ambas manos con vergüenza y la miró cuando escuchó la respuesta de ésta. Cordelia colocó la corona de flores que estaba haciendo sobre su rodilla y acarició su cabeza.
—La próxima vez te traeré un libro de imágenes.
—¿Lo harás? ¿De Dilly? ¿Volverás a venir?
—Sí.
—¡Bien, te estaré esperando!
Toto asintió al oír la respuesta de Cordelia y sonrió. Ella la miró y se preguntó qué libro debería traer.
¿Debería llevar un simple libro de dibujos de historia?
Por lo que veo, Lana y las demás, que son mayores, parecen interesadas en la Capital Real. Si ella también será así algún día, entonces es una buena idea enseñarles primero la historia simple. Deberíamos tener un libro ilustrado sobre la fundación de este reino en la biblioteca Pameradia.
Los libros ilustrados relacionados con las fiestas nacionales también serán útiles. La mayoría de los eventos de la Capital Real están bastante relacionados con la historia del reino.
Estoy segura de que parte de la información le será útil a Toto en el futuro. Incluso Lana y las demás podrían entender mejor el estado de la Capital Real si leyeran esos libros.
No, es posible que Lana y las demás no se conformen con libros ilustrados. Me pregunto si les gustarán los libros de drama histórico como los que mi hermana dejó en la biblioteca.
Seguro puedo sacar los libros que dejó si consigo el permiso de mi padre. Siendo sincera, deberían elegir sus propios libros, pero por desgracia, no pueden.
Sería rápido y fácil si compro un montón de libros y los dono al albergue, pero no se sabe qué pasaría después de donar una vez. No hay ninguna razón para que una hija noble los apoye tanto. Y el asilo de pobres no acepta ninguna ayuda externa.
Pero debe ser difícil alquilar libros en la Capital Real. Además de los gastos de préstamo, también tendrán que pagar el pasaje, ya que está un poco lejos de aquí. ¿Cómo puedo deshacerme de eso? El tiempo pasó rápido mientras reflexionaba.
♦ ♦ ♦
Al final, Cordelia siguió reflexionando en el viaje a casa. Gille preguntó en su nombre, que estaba demasiado ocupada cavilando para hablar mucho.
—La directora llama a nuestra maestra “Green”, ¿no es así?
Cordelia no pudo evitar levantar la cara y mirar fijo a la Bruja cuando escuchó eso. No había más pasajeros en el viaje de vuelta, aparte de ella y los demás, y en esencia estaban sentados cara a cara. La mujer contestó con suavidad.
—Me llama así desde antes de ser directora.
—¿Te llama Green por las hierbas medicinales?
—Sí. Ya han pasado casi treinta años, pero entonces había una enfermedad muy contagiosa. Esa enfermedad tuvo menos muertes que el “Invierno Oscuro” diez años atrás, pero los precios de las medicinas se dispararon, y era algo que no podíamos conseguir.
—Maestra… ¿acaso desarrolló una nueva medicina?
Ella sonrió ante la pregunta de Gille.
—En realidad vivía un poco más al sur durante esos tiempos. Pero cuando descubrí que la medicina que había fabricado era eficaz contra la enfermedad, viajé por distintos lugares. Y cuando la enfermedad llegó a su fin, estuve en Oulu. Después, me trasladé a la capital real para montar mi tienda.
—Así que por eso todavía tienes una relación amistosa con el pueblo.
—Así es. Cuando llegué a Oulu, la gente me llamaba señorita Green y era muy embarazoso. Les dije, que de ser así, entonces “Bruja” sería mejor, y solo la directora dijo: “¡Bruja no te queda bien…!” Por ello, se comprometió y me llamó “Green” en su lugar.
La bruja habló con alegría, pero la mente de Cordelia ya se había desviado de su conversación.
Una farmacéutica que crea sustitutos para los medicamentos existentes. El nombre que se le dio por respeto fue “Bruja Verde”. No dudo de ella, pero si su historia es cierta, entonces es una persona hábil que ha trabajado en todas partes… Se atrevió a ponerse al margen de la autoridad.
Si no, entonces no debería haber ninguna razón para que ella viva con tranquilidad en la ciudad.
La gente seguro se acercaría a ella si supiera que existe una persona con tanto talento. ¿También tiene que ver el hecho de que mantenga las distancias con el hecho de que no le gusten tanto los nobles? Reflexionó y se encontró con la mirada de la bruja.
—¿Has tenido una idea de ese lugar?
—Ah, sí. Tal vez solo un poco…
—¿De verdad? Eso es bueno.
La bruja apenas asintió ante la sincera respuesta de Cordelia.
—El asilo de pobres está lleno de niños que han perdido a sus padres por una enfermedad, no importa de dónde sean. Desde enfermedades graves hasta algunas que podrían curarse si tuvieran un médico… Por eso quiero reducir las cifras y también ayudar a los niños que se quedan atrás.
La voz de la Bruja era clara, y también le recordó lo que la directora había dicho sobre Mick.
Sin embargo, al mismo tiempo, se sintió incómoda con el tono de la Bruja. Su voz sonaba extraña; como si se estuviera presionando. Y la mirada de ella había caído a sus pies antes de que se diera cuenta.
—¿Maestra…?
—Oh, lo siento. Estaba un poco aturdida. Ustedes también tienen que mantener un cuerpo sano para no enfermar, ¿de acuerdo?
El aura que Cordelia había sentido antes de la sonriente Bruja ya había desaparecido. No pudo preguntarle más al respecto.
♦ ♦ ♦
Cuando regresaron a la Capital Real, el cielo ya se había pintado de rojo.
—Pueden venir conmigo a la villa de Oulu de nuevo si no les importa. Pero está un poco lejos, así que no los obligaré.
Les informó la Bruja cuando bajaron del carruaje, y se separaron.
Cordelia, Vernoux, Gille y Ronnie se dirigían al frente de su lugar de encuentro, la fuente, antes de separarse e ir a las mansiones de Pameradia y Flantheim, así que no dijeron nada y comenzaron a caminar.
Entonces, Vernoux murmuró.
—Hablando de hace treinta años, la situación con el Norte también se puso bastante mal. Incluso los precios de los bienes generales se dispararon.
—Así es.
Gille estuvo de acuerdo con él y continuó hablando.
—También investigué un poco al antiguo Barón que apoyaba a la villa de Oulu. En conclusión, utilizaba varias formas de hacer dinero, para poder comprar el poder político. Casi no dio apoyo real al albergue de los pobres, y falsificó los gastos. Lo usaba como camuflaje para que la gente no pensara que era un Barón codicioso.
—Es una escoria.
—Pero parece que su caída no fue causada por los gastos falsificados. Al parecer, alguien se quejó de forma anónima.
Vernoux frunció el ceño mientras él continuaba. Cordenia al final entendió después de escuchar todo esto.
—Así que por eso no aceptaron el apoyo externo, aunque el barón haya encontrado su caída.
—Es lo más probable. Los nobles que los usaron como fondos de escasez no son dignos de creer. Las voces que vienen del reino también podrían sonarles igual.
—Si encuentran una papa podrida, entonces tratarán de encontrar si hay otras por ahí también. Pero si se trata de un noble podrido, entonces ese pueblo no tiene medios para confirmar si hay otros. Es natural que desconfíen de todos los nobles.
Sin embargo, la voz de Vernoux no sonaba como si hubieran aceptado eso; en cambio, sonaba irritado. Su aura era diferente a su habitual despreocupación.
Pero su apariencia era confiable como un amigo.
—Pero la maestra nos invitó allí aunque se había dado cuenta de que somos nobles. No creo que esperara que aceptáramos, pero tampoco creo que sea sin sentido. Si es así, debe querer que pensemos en lo que podemos hacer… ¿no?
Cordelia sonrió a los dos. Gille asintió, y Vernoux se encogió de hombros.
—Eres de verdad excéntrica…
—Sí, pero también lo es el joven Vernoux que me acompaña.
Todavía no sé qué puedo hacer, pero no pasará nada si no lo pienso. Cordelia decidió que primero tenía que entenderlo y pensar en lo que podía hacer. Entonces, recordó de repente.
—Lo que me recuerda que hoy he descubierto algo sorprendente…
—¿Qué es?
—El joven Gille parece demasiado acostumbrado a seducir a las mujeres.
Con esas palabras, Gille y Vernoux dejaron de moverse. Ella sintió como si pudiera escuchar el sonido de una aguja al caer. Sin embargo, Vernoux fue el primero en romper el silencio. Se echó a reír ante su amigo, que seguía congelado, y se sujetó el estómago mientras reía.
—Eh… ¿Por qué te ríes, Vernoux? Niégalo.
—P-Porque… si no me rio ahora, ¡¿cuándo me voy a reír?! ¡Hey! Dilly, ¿dónde has visto eso?
—Mm… Cuando estaba hablando con Toto. Dijo con naturalidad “princesa”. Es una palabra que no se usa en la conversación diaria, ¿verdad?
—¿Dijo eso? Ah, qué pena que no estuviera allí. Pero, ju, ju… no te preocupes, nunca ha seducido a nadie.
—Si lo dijo sin querer, entonces me hace sentir incómoda…
¿Y si se convierte en un rompe-corazones? No, ¿qué pasa si sin querer enamora a las chicas? Es bueno, para ser honesta, pero estoy ansiosa. Solo rezaré para que no sufra el rencor de una mujer y sea apuñalado.
Pero la respuesta de Cordelia hizo que Vernoux se riera más.
Al final, Gille hizo un mohín y abrió la boca.
—Esa es la frase favorita de mi madre…Tendré cuidado.
Así que es normal que diga eso. No quería decir nada malo, pero me da un poco de pena, ya que parece un poco deprimido.
—Pero has hecho sonreír a Toto con tus palabras.
—Qué astuta eres al decir eso…
Gille aún parecía un poco deprimido, pero sonrió de forma preocupada. Entonces, intercambió miradas con ella y alzó la vez como si de repente hubiera recordado.
—Ah… Ah, sí, te daré esto.
—¿Un libro? ¿Para mí?
—No, es mi cuaderno… Pero no es el cuaderno, he puesto esto dentro —dijo mientras hojeaba el cuaderno. Entonces, sus manos se detuvieron—: Lo he encontrado.
Mientras tomaba algo de la página, ella ladeó la cabeza y se preguntaba qué era. Él le tendió la mano.
—Toma, esto.
—Esto es… ¿un trébol de cuatro hojas?
—Dilly, puede que ya lo sepas, pero trae suerte. Pero si tomas la hoja, entonces se dañará, asi que llévatela a casa junto con mi cuaderno.
—Muchas gracias.
Gille, que estaba disfrutando de la luz del sol enrojecido, parecía amable. Ella recibió el cuaderno mientras sentía que estaba un poco inquieta, luego volvió a mirarlo y pensó.
La cabeza hueca del joven Gille podría empeorar.
Ella miró su rostro, y él estaba sonriendo con felicidad. ¿Qué es esto? Se sintió demasiado avergonzada.
Sin embargo, Vernoux destruyó esos sentimientos de inquietud.
—Por cierto, se rumorea que si lo tiras, serás infeliz.
—Vernoux…, no tienes que decir eso ahora.
—No, se escandalizaría si lo supiera después de haberlo tirado.
—No te preocupes…, no lo tiraré. Lo convertiré en un marcapáginas cuando llegue a casa.
—Me lo imaginaba. ¿No estás contento, Gille?
Vernoux salió corriendo mientras se burlaba de él.
—Hasta luego, Dilly.
Gille también le persiguió con rapidez, pero enseguida se dio la vuelta.
—¡Nos vemos!
—Cuídate.
Cordelia saludó con la mano mientras los veía partir.
Cuando se fueron, se dio la vuelta.
—Ronnie, ¿nos vamos a casa también?
—Sí.
—Oh sí, estuviste muy callado hoy.
—Mi turno nunca llegó. Bueno, es algo bueno como acompañante —dijo él mientras caminaba con rapidez a casa con Cordelia.
El atardecer ya estaba cayendo.
[1] Como Robin Hood.