Traducido por Ichigo
Editado por YukiroSaori
Unos días después de la primera visita de Cordelia a la aldea de Oulu.
Cordelia decidió volver a visitar la casa de los pobres con dos libros. Por supuesto, iría a visitar a la Bruja y a Ronnie. Por desgracia, Vernoux y Gille estaban ocupados, así que solo pudieron despedirlos y no irían a la Aldea Oulu con ellos.
El regalo que Cordelia eligió para Toto fue un cuento sobre una princesa que vivió unos cien años antes. La historia trataba de la hija menor del rey de aquella época. Decidió estudiar medicina, lo que no era habitual en una princesa, y construyó muchas instalaciones médicas. A Toto le gustaría este libro si le interesan las princesas.
El otro libro fue elegido para Lana y los demás y era el diario de una dama de la corte que trabajaba en el castillo real. Aunque era un poco antiguo, la dama de la corte, que acompañó a la reina cuando se casó y empezó a trabajar en el palacio real, escribía sobre las costumbres del reino y cómo surgieron; también escribía sobre la historia y otras cosas sorprendentes. No había muchas palabras difíciles en el libro, por lo que sería fácil de leer para los niños, incluso si no tenían conocimientos previos.
—A Toto le gusta mucho Dilly. Cuando fui al pueblo el otro día, me preguntó muchas veces si estabas allí.
—Eso… me hace muy feliz, pero lo siento.
—No tienes que sentirlo. Pero habla más con ella.
Cordelia se rió y asintió.
—¿Con qué frecuencia visita el pueblo, maestra?
—Depende de la temporada, ya que la visito por las hierbas medicinales que se cultivan en los campos de la aldea. Por supuesto, cultivo las hierbas difíciles en la parte trasera de mi tienda, y pago por las hierbas que me proporcionan. Ah, pero hay muchos niños que se resfrían en invierno, así que los visito bastante. Así que supongo que el número de visitas no cambia mucho a lo largo del año.
La Bruja se rió.
—Creo que la capital también es un lugar conveniente, y es maravilloso conocer a mucha gente, pero me gusta el aire del campo. El sonido de los árboles meciéndose y el piar de los pájaros es diferente al de la capital real, ¿no?
—Sí, a mí también me gusta.
—Dilly, ¿dejas la capital real a menudo?
—No voy lejos, pero a menudo visito el bosque. He estado en el bosque de Schiwiel desde que era pequeña.
—¿El bosque? No esperaba que fueras una marimacho. —La bruja, sorprendida, dijo preocupada—: No hagas nada peligroso.
Y Ronnie siguió:
—Sí.
Mientras tanto, el carruaje llegó al pueblo.
El cielo estaba claro ahora, pero todo el pueblo estaba húmedo, tal vez debido a la ligera lluvia de la mañana. Las gotas de agua de los árboles y las flores brillaban con fuerza bajo la luz.
Cordelia, Ronnie y la Bruja se dirigieron por el mismo camino que la última vez para llegar al albergue.
Tan pronto como llegaron, Toto se acercó corriendo a Cordelia mientras gritaba feliz.
—¡Es Dilly!
—Hola, Toto.
—¡Hola!
El enérgico saludo de Toto se dirigió también a la Bruja y a Ronnie. Su actitud era muy diferente a lo asustada que se había mostrado cuando se habían conocido. Después de sus saludos, Toto se quedó mirando la bolsa de tela que sostenía Cordelia.
—¿Está el libro de ilustraciones ahí?
—Sí. Vamos a leerlo juntos.
—¡Bien! Hoy Toto quería hablar con Dilly, así que hizo lo que pudo en la casa.
—Gracias —dijo Cordelia a Toto. Se alegró de que estuviera deseando su visita.
Cordelia fue arrastrada por Toto hasta una mesa un poco baja en el fondo de la sala. No había sillas y se sentaron sobre la tela extendida. Nunca había visto nada parecido en este mundo, y se parecía a una mesa de comedor baja.
Qué nostalgia, pensó mientras Toto la instaba a sentarse. Abrió el libro de ilustraciones. Los ojos de Toto brillaban, y Cordelia podía incluso sentir la presión de los mismos.
Tengo que tener cuidado de no torcer mientras leo, se rió de manera amarga por dentro. Pero tres chicas se acercaron a ellas antes de que pudiera empezar a leer.
Eran Lana y las otras chicas que le hablaron mientras hacía las coronas de flores.
—Dilly, gracias por la bolsita del otro día. Me sorprendió porque olía como si las flores estuvieran floreciendo. La maestra me dijo que lo habías hecho tú.
—Hola, Lana. Estoy satisfecha si te gusta.
—Sí, y… ¿es un libro de imágenes de la capital real?
—Sí, le prometí a Toto que se lo traería. ¿Quieres leer con nosotros, Lana?
También había traído un libro para Lana y las otras dos niñas e iba a dárselo, pero estaban tan concentradas en el libro de imágenes, que decidió invitarlas a leer el libro. Sin embargo, Lana se echó atrás con rapidez ante la invitación de Cordelia.
—¡Ya me he graduado de los libros ilustrados! Pero… es uno muy bonito.
Lana parecía interesada en el libro aunque lo negaba con toda su fuerza.
Me pregunto… si está en la edad de querer actuar como una hermana mayor.
Podría pasarle ahora el diario de la dama de la corte, pero Lana podría arrepentirse de no haber leído el libro de ilustraciones. Cordelia se movió de donde estaba sentada e instó a Lana y a las demás a sentarse con las manos.
—¿Se les da bien leer en voz alta? No estoy muy acostumbrada.
—¡Yo sí!
Lana se deslizó de inmediato en el lugar cuando Cordelia la tentó. Tina, y la otra chica que la acompañaba, se sentaron frente a Toto.
—¡Yo leeré cuando Lana se canse!
—¡Yo también!
Cordelia se sintió aliviada al verlas actuar así y observó como Lana leía en voz alta. La lectura de Lana era un poco teatral, pero leía tan bien que no se diría que era el primer libro que había leído. Cordelia llegó a la conclusión de que su elección había sido acertada cuando vio que los niños se inclinaban hacia el libro ilustrado.
Cuando el libro llegó al final, Toto lloró.
—¡Toto quiere ser médico!
—Idiota, no puedes convertirte en médico si no eres inteligente.
—¡Entonces, Toto se hará inteligente!
Cordelia iba a quitarle el libro ilustrado a Lana mientras escuchaba la interacción de los niños… pero el libro fue retirado antes de que pudiera poner sus manos en él.
—Mm, ¿puedo leerlo una vez más?
—Sí, por supuesto. Pero en realidad tengo otro libro para ti.
—¿Eh?
—En realidad también he traído un libro para Lana. Parecía interesada en la capital real y el palacio así que…
—¡Oh, préstamelo! Lo leeré cuando Dilly tenga que volver a casa.
Las chicas se sintieron atraídas por la voz de Lana, y cambiaron sus ojos de Toto a Lana.
—Eso no es justo, Lana. Yo también lo leeré.
—¡Yo también!
Las chicas rodearon el libro en un abrir y cerrar de ojos, juntaron sus cabezas y empezaron a leer juntas en voz alta. Mientras tanto, Cordelia también fue acosada por Toto para que leyera el primer libro ilustrado que había visto. Estaba preocupada por si lo había hecho bien, pero Toto se mostró satisfecho y dijo: “Una vez más”, y pidió a Cordelia que leyera una segunda vez. Además, Toto le pidió que lo leyera una vez más después de haber terminado la segunda vez, y cuando terminó de leer el libro tres veces, Lana le tiró del brazo.
—Dime, Dilly. ¿Se te da bien estudiar?
—¿Eh?
—Este libro es fascinante. Si lees libros como éste en tu rutina, quiero que me enseñes. La mujer de este libro es de un reino extranjero, ¿no es así? Pero ni siquiera yo sabía las cosas de las que se sorprendía.
—Por casualidad… ¿me estás pidiendo que sea una maestra?
—Sí. Porque no tengo la oportunidad de aprender sobre estas cosas. Si es posible, prefiero aprender sobre cosas más recientes… pero también me interesan los viejos tiempos.
—¡Oh, yo también quiero oír hablar de ellos! Parece muy divertido que Dilly de una clase como los otros profesores.
Las chicas también rodearon a Cordelia y le transmitieron su deseo. Las tres chicas se entusiasmaron y hablaron de lo que querían aprender. Pero, para bien o para mal, Cordelia no sabía si podía enseñarles sin permiso.
Se preocupó por cómo decírselo, y una vez suave las interrumpió:
—No pidan demasiado.
Era la directora.
—Dilly vive en la capital real. No es fácil para ella venir aquí, y no es una adulta, aunque sea un poco mayor que ustedes.
Dijo la directora, y Lana y las chicas parecían deprimidas. Cordelia entró en pánico.
—No me importa si la directora dice que está bien. Por supuesto, no puedo visitarlas todos los días, pero sí cuando sea conveniente.
Sí, no iba a rechazarlas. Cordelia se apresuró a hablar, y la directora se sorprendió.
—¿Está segura?
—Sí. Iba a revisarlo yo misma, y no dejaré que Lana y las niñas sufran ninguna pérdida.
El conocimiento se convierte en poder. El conocimiento puede ampliar tu forma de pensar sobre las cosas,y ellas quieren aprender.
Quiero ayudarlas si puedo.
Puede que haya encontrado lo que puedo hacer.
—Ya veo.
El director bajó la mirada y luego miró a Cordelia a los ojos.
—Hay una pizarra en la sala del fondo. Utilizamos esa sala para enseñar a los niños las letras y la aritmética. Puedes usar esa sala como quieras.
—Muchas gracias. Pero hay algo que me preocupa…
—¿Qué es?
—Nunca he enseñado a nadie. Me da vergüenza hablar en grande, creo que no se me daría muy bien.
El director abrió los ojos ante Cordelia y luego se rió.
—Habrá que enseñarte, aun si no se te da bien desde el principio no te preocupes. Después de todo, puede que termine apasionandote —bromeó la directora—. Entonces tendré que contarte nuestro horario —dijo mientras le contaba a Cordelia un horario aproximado que manejaban en el albergue.
Por lo general, los niños limpiaban, hacían la colada y el trabajo de campo por la mañana. Luego, almorzaban. Había muchos niños pequeños, así que también hacían la siesta, sobre todo en los días de calor. Por otro lado, los niños en edad de tener más resistencia estudiaban letras y aritmética, y también tenían tiempo para jugar.
Los niños mayores hacían prácticas, para el trabajo que deseaban tener, una vez cada dos días… Trabajaban a tiempo parcial. Los trabajos abarcaban muchos aspectos, como ayudar en el campo de un aldeano, cuidar de los animales o coser. También iban a la capital real, los días que no trabajaban, para vender verduras en el mercado.
—Además de ir a vender verduras, también van a la capital real a hacer recados en la tienda de Green. Consiguen estirar un poco más sus alas, porque algunos aldeanos van con ellos, a diferencia de los chicos que venden verduras.
—Entonces, Mick debe haber estado haciendo un recado cuando lo conocí.
—Sí. Las tres chicas que te acosaron también tuvieron la oportunidad de ir a la capital real… pero tienen miedo cuando no están juntas, así que no han ido todavía. Es difícil para los aldeanos que guíen a tres de ellas —se rió con nerviosismo la directora.
Quieren ir a la capital real, pero tal vez les preocupaba ir a un lugar desconocido. No es que no pueda entender cómo se sienten. Si es así, quiero enseñarles un poco más sobre la capital real para aliviar sus temores…
—Me pondré en contacto con usted más adelante. ¿Está bien?
Cordelia, al menos, conocía su propio horario.
Sin embargo, era mejor obtener la aprobación de Elvis. Apenas necesitaba su consentimiento para una lección, y no se le ocurría una razón para que él se negara.
Pero si hago un buen trabajo enseñando, entonces Lana y las chicas podrían querer que enseñara más.
Una clase podría no ser suficiente para algunas materias que voy a enseñar en un estilo de clase. Puede que tenga que continuar. Por fin he encontrado algo que puedo hacer. Así que también quiero hacerlo con una estructura adecuada. He estudiado antes, pero nunca he enseñado. Tendré que prepararme con cuidado si voy a enseñar en estas circunstancias.
—Por supuesto. Gracias.
Dijo la directora, y Cordelia se dio una palmadita en el pecho.