¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 38: Pensamientos, palabras y acciones (3)

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


¡Hazlo a tiempo…!

Ese fue su único deseo mientras lanzaba la semilla debajo de ellos.

Cordelia y Mick se lanzaron sobre un grueso cojín de hierba. El olor inmaduro de las hojas llegó a su nariz.

—Justo a tiempo…

Tenía un segundo y poco más de margen. Sentí una fuerte resistencia al viento, mientras caíamos, así que Ronnie puede haber usado algún tipo de magia para ayudarnos. Entonces, ¿tenía unos dos segundos? Pensó mientras miraba el acantilado desde donde habían caído. Parecía tener la misma altura que caer desde un segundo piso.

—¡Señorita!

—¡Estoy bien, Ronnie! No estoy herida.

En realidad no puedo comprobarlo, así que de seguro no lo esté.

Añadió en su mente mientras entrecerraba los ojos. Ronnie tenía una luz, por lo que su entorno era brillante, pero ella solo podía ver su silueta negra porque estaba a contraluz. Sin embargo, pudo adivinar su complexión por el tono de su voz.

—¡Yo también estoy enfadado! Espérame ahí y no te muevas. Bajaré cuando esté listo.

Sonaba preocupado en lugar de enfadado. Ronnie miró el acantilado y retiró su cara.

¿Cuándo esté listo? ¿Qué necesita para estar listo?

Me pregunto si deberíamos hacer algo aquí también, mientras esperamos… pensó, pero su cuerpo se sentía pesado, así que no preguntó. Se tumbó en la hierba, con malos modales, y pensó, ¿esta pereza es el resultado de haber canalizado toda mi magia?

—Mick, ¿estás herido en algún otro lugar además de la pierna?

—Ah, no. ¿Estás bien?

—No estoy herida.

Le costaba mover incluso un dedo, aunque podía hablar. Pero no sentía ningún dolor por estar herida. No era imposible para ella mover su cuerpo, solo era problemático, pero estaba agotada de sentirse aliviada y no tenía ganas de moverse en absoluto.

Pero no puedo dejar que Mick se ponga ansioso por la oscuridad…

Pensó Cordelia, mientras sacaba su herramienta mágica de linterna. Era pequeña, así que pudo encenderla de alguna manera, aunque su magia casi se había agotado.

—Tu pelo tiene un aspecto horrible. Está enredado.

—Ya veo.

Mick le informó de la situación cuando encendió la linterna. Ella misma no podía verlo, pero era algo consciente de que él tenía razón. Pero estaría bien no tener que cortarlo, pensó, pero siguió sin moverse.

Mick suspiró y se agachó junto a la cabeza de Cordelia. Entonces, oyó el sonido de las hojas crujiendo.

—Vaya, ¿las estás quitando por mí?

El muchacho permaneció en silencio.

—Gracias.

Mick no dijo nada, pero de seguro esa era la respuesta. Ella movió un poco su pesado cuello y lo miró.

—Mick, dijiste que no estabas herido en ninguna otra parte, pero tienes una herida en el cuerpo. ¿Te apuñalaron con una ramita? ¿O te has cortado?

Puede que estuviera ileso si se hubiera vestido, pero tiene una pequeña herida en el cuerpo.

—No es una gran herida.

—Sí, pero tienes que desinfectarla cuando vuelvas. Y tienes que hacer que te examinen la pierna izquierda.

Su silencio esta vez fue acompañado de una expresión de disgusto.

Cordelia resistió las ganas de soltar un grito y giró la cabeza hacia atrás, de modo que quedó mirando hacia arriba. Cerró despacio los ojos mientras miraba el cielo nocturno estrellado…

—¡No cierres los ojos!

Abrió los ojos cuando escuchó la fuerte voz de Mick.

—¿Eh?

—No me gusta. Me has hecho recordar algo desagradable porque estás pálida.

¿Está hablando del color de mi piel? Puede que lo parezca a la luz, pero Mick también me parece pálido. Sin embargo, pensó un poco en la palabra “desagradable” y pudo llegar a una conjetura sobre a qué se refería. Así que no cerró los ojos.

—¿Por qué has saltado…?

La vocecita de Mick llegó a los oídos de Cordelia entre el sonido de los insectos y el de las hojas al crujir.

—¿Por qué…? Sería raro ver a alguien caer. Así que salté, y habría estado bien si hubiera podido tirar de ti.

—¡No hay razón para que me salves!

—¿No es suficiente con que quisiera salvarte? —murmuró Cordelia mientras miraba al cielo y le oía aspirar su aliento.

Ella continuó;

—No tienes que preocuparte. No pienso morir. Y Mick, puede que me odies, pero no te conozco lo suficiente como para odiarte.

—No entiendo lo que quieres decir.

—Entonces, ¿hablamos hasta que lo entiendas?

—De seguro eres un bicho raro…

—No creo que lo sea, pero mi amigo sí me dice que soy rara a veces.

—¡No soy tu amigo!

—Oh, qué pena.

Cordelia movió despacio el cuello mientras se reía ante el repentino tono nervioso de Mick. Ya no se escuchaba el crujido de las hojas. Pero él, que estaba a su lado, se sentó y se dio la vuelta. Pero no parecía que fuera a salir corriendo.

—¿Qué pasa?

—¿Eres una maga…?

—No es gran cosa, pero puedo usar un poco de magia.

—No me importa escuchar historias sobre magia.

—Puff.

—¿Qué?

—Nada.

Se me ocurren muchas cosas, pero Mick se enfadará diga lo que diga… No, puede que ya esté enfadado. Sin embargo, de seguro ya no huirá.

—Oh sí, dije un poco demasiado durante la clase. Lo siento.

—No tienes que disculparte…

—Bueno,  entonces… ¿Tienes que disculparte con Toto?

—¡Ya lo sé!

Cordelia se sintió aliviada al ver que Mick no se negaba, aunque había sido un poco grosero. Se sintió aliviada de que Mick lo supiera y de que le dijera que no se había equivocado.

Entonces, oyeron el sonido del suelo alborotado mientras hablaban, Cordelia giró despacio la cabeza hacia el sonido y Ronnie estaba de pie mientras se apretaba la sien.

—Vaya, me alegro de que te diviertas, pero me gustaría que entendieras cómo me siento.

—Te he causado problemas, ¿verdad? Gracias.

Ronnie utilizó una liana cercana e hizo una cuerda improvisada con ella. Había atado la liana a un árbol del acantilado. La liana era gruesa y trenzada, y ella podía sentir con fuerza la magia de Ronnie desde las lianas. Él había usado su magia para hacer las lianas más fuertes.

—Uh… Mick, ¿puedes subir al acantilado mientras sostienes esto? Puedes agarrarte a mi espalda si te duele la pierna y no puedes trepar —dijo Ronnie, mientras se inclinaba hacia abajo.

Pero Mick negó con la cabeza y miró a Cordelia.

—Puedo hacer eso… pero ella está…

—Oh, está bien. No te preocupes. No te pasará nada horrible si nos dejas y te vas a casa.

—Entonces, subiré.

Mick agarró la cuerda y subió despacio por el acantilado. Cordelia observó en suspenso mientras se preguntaba si le dolía la pierna.

Ronnie murmuró cuando Mick llegó a la mitad del acantilado.

—Estoy un poco enfadado.

—Lo siento, lo sé. Pero no tuve tiempo de decírtelo.

—Ya me lo imaginaba… Bueno, de momento levántate y súbete a mi espalda. Por favor, aguanta el olor a sudor.

Cordelia se levantó despacio cuando Ronnie le dijo eso. Pero no pudo subirse a su espalda de inmediato. No era porque ella era vacilante para montar en la espalda de alguien, pero es que no tenía ninguna energía para hacer eso.

Ronnie parecía haberlo entendido por la forma en que actuaba y no la mimaba.

—Por favor, haz lo posible por subir. Es imposible para mí llevarte en una sujeción de princesa.

Claro que es imposible, pensó mientras ajustaba su respiración y se subía despacio a la espalda de Ronnie. Él sostenía la cuerda con ambas manos, así que no podía sostenerla. Por lo tanto, ella se aferró a él, y la cara de Ronnie se puso pálida.

—¡Gah, me estás estrangulando! Señorita, pon las manos en otro sitio.

Cordelia se sintió mal por él, parecía estar sufriendo, pero estaba desesperada. Ella no sabía cómo hacer que mejorara. Por lo tanto, Ronnie por fin creó una suave brisa con su magia y apoyó a Cordelia mientras subía al acantilado.

En el acantilado, Mick estaba tenso, mientras esperaba que los dos subieran.

Cordelia miró la pierna del niño. Podía verla mejor que antes, gracias a la luz de Ronnie, y parecía dolorosa.

—Ronnie, ¿podrías cargar a Mick?

—Bien, yo puedo. Pero entonces, ¿cómo piensas caminar señ… ah, perdón, Dilly?

—¿Con fuerza de voluntad?

Por supuesto, esa razón no era suficiente para que él aceptara. Ronnie la miró con asombro, pero no podía echarse atrás ahora que había visto la lesión de Mick. Así que se decidió y se puso de pie, pero le temblaban las piernas.

—Parece que no puedes caminar.

Era un farol, pero no era imposible. Ronnie suspiró por millonésima vez hoy cuando miró a Cordelia.

—Solo por hoy…

Ronnie murmuró un cántico y levantó a Cordelia con la mano derecha y a Mick con la izquierda. Al mismo tiempo, Cordelia sintió que el viento la empujaba hacia arriba. No creo que Ronnie sea tan fuerte. Así que, tal vez usó la misma magia del viento que la que sentí antes.

—Gracias, Ronnie.

—Sí, sí. Pero, me voy a tomar el día libre mañana. Parece que me van a doler los músculos.

Luego, recogió la remera de Mick, que había quedado al lado del manantial, y volvió a bajar por el camino por el que habían llegado. Ronnie interrogó a Mick cuando estaban cerca de la entrada del túnel.

—Dime, ¿has venido por aquí, Mick?

También sonó como si estuviera preocupado por cómo pasar por el túnel. No podía agacharse mientras seguía agarrado a nosotros.

Pero Mick respondió rápido.

—Vine aquí a través de allí. Vine a través de la hierba de allí.

Mick señaló lo que parecía un callejón sin salida a Cordelia. Ronnie separó la hierba con sus pies, y otra pared de hierba apareció ante ellos. Pasó varias veces y en realidad era un lugar por el que se podía caminar.

—Me sorprende que hayas pasado por aquí…

—¿Estás sorprendido?

—Sí, eres un mocoso malvado. Sin embargo, me alegro de que podamos pasar por aquí sin pasar por el túnel. Me preguntaba qué debería hacer ya que no puedo llevarlos a los dos mientras me arrastro por los matorrales. Al menos sería más fácil para mí si Dilly caminara.

Las palabras de Ronnie la atacaban por haber saltado del acantilado y no por su situación actual.

Cordelia se disculpó con obediencia porque sabía que lo había preocupado.

—Sé que hice algo mal y lo siento.

—Eso es obvio. Bueno, sabía que estarías bien, pero es malo para mi corazón.

La voz insatisfecha de Mick interrumpió.

—De verdad no hizo nada malo.

Él había hablado rápido, pero también sonó malhumorado. Ronnie amplió sus ojos.

—Te has vuelto tan amigable como para cubrirla.

—Yo… ¡no la estoy cubriendo!

—No bueno… No me importa.

Ronnie no dijo nada más porque pensó que era mejor no cuestionar a Mick. Sin embargo, parecía que se estaba divirtiendo, aunque dijera que no le importaba. Pero Mick no se dio cuenta porque estaba mirando al suelo.

El camino que Mick había tomado era un camino bastante empinado con una roca por la que tenían que trepar, pero las raíces del árbol hacían una escalera. Ronnie decía asombrado, cada vez que se encontraban con un obstáculo, “me sorprende que hayas pasado por aquí”, y Mick parecía orgulloso.

♦ ♦ ♦

Por fin salieron del bosque cuando la respiración de Ronnie se volvió más agitada. Llegaron a la parte trasera de una cabaña donde se guardaba el equipo agrícola, cerca de la casa de los pobres. Parte de la valle estaba rota.

—Sí. Puedo pasar por encima si la valla no está rota, pero dan ganas de ir si está rota, ¿no?

—Ahí hay una valla para que no pases, así que no puedes.

Cordelia replicó al orgulloso Mick y los tres visitaron primero la casa del jefe, que se encontraba frente a la casa de los pobres. La directora había dicho que iba a ir allí antes de que Cordelia y Ronnie se adentraran en el bosque, así que de seguro esa fuera su base para la búsqueda de Mick.

La casa del jefe parecía larga y estaba construida un poco más grande que las otras casas. El jefe estaba muy sorprendido por su repentina aparición.

—Esto… Lo siento invitados. Mick, tú también te disculpas.

—Ya lo hice.

—Jefe, Mick se ha herido la pierna. ¿Puede ocuparse de él?

Cordelia no recordaba que Mick se hubiera disculpado, pero él, que se había dado la vuelta, necesitaba tratamiento primero. Sin embargo, la acción que el jefe tomó cuando escuchó eso fue golpear la cabeza de Mick con su puño.

—¡Siempre lo mismo! ¡Eres demasiado travieso!

—¡Ay!

—Invitados, lo siento, pero voy a llevar a Mick de vuelta al asilo de pobres para que lo traten. También tengo que decirle a los aldeanos que lo hemos encontrado. ¿Podrían esperar aquí?

Dijo el jefe mientras tiraba del brazo de Mick y lo ponía de espaldas. Mick todavía llevaba una mano en la cabeza, pero cerró la puerta cuando el alcalde salió y volvió a mirar a Cordelia y Ronnie.

—Gracias…

La palabra que había pronunciado mientras parecía enfurruñado y avergonzado parecía haberse desvanecido, pero Cordelia la había oído con claridad.

El jefe volvió poco después.

—La bruja lo está tratando. Parece que sus huesos están bien.

—¿Estaban preocupados los niños del asilo?

—No, ninguno lo estaba. Todos decían, “Mick no se perdería en el bosque, de seguro solo se quedó dormido”. Entonces Mick también actuó como si lo hubiera hecho.

—Ya veo.

—Bueno, por el momento, se puede decir que Mick se quedó dormido.

El jefe bromeó un poco, pero enseguida volvió a la calma.

—Gracias, invitados. Me ha sorprendido ver que Mick se ha encariñado con ustedes. Fue abandonado por su padre tras la muerte de su madre. Así que es tímido en cuanto a conexiones inciertas debido a esas circunstancias… ¿Ya lo sabías?

Cordelia recordó lo que había dicho la directora mientras escuchaba al jefe.

“Se mantiene alejado porque es un poco sensible a la separación. Tiene miedo de no poder volver a ver a alguien de repente, así que aleja a la gente”.

Si eso se debe a que le han abandonado, me resulta difícil expresar mis pensamientos con palabras. Por otro lado, también siento que nuestra conexión no es incierta.

—Por supuesto, ya somos amigos.

—Ya veo. Eso es prometedor. De todos modos, ¿te gusta el té, señorita?

—Sí.

—Entonces, iré a preparar un poco. Por supuesto, también prepararé un poco para ti, hermano.

Cordelia vio cómo el jefe se reía y se retiraba a la parte de atrás para acercarse despacio a la ventana. Todavía sentía las piernas paralizadas, pero se sentía un poco mejor.

Miró su reflejo a través del cristal. Tenía algunos rasguños, pero ya habían dejado de sangrar. Por suerte, podía taparlos con el pelo, así que no era un problema.

Ahora, todo lo que tenemos que hacer es volver a la Capital Real. Se acordó de la Bruja cuando pensó eso.

—Dime, Ronnie. ¿Puedes ir a preguntarle a la maestra si quiere volver a la capital real con nosotros? Creo que podemos enviarla de vuelta.

—Iré a preguntarle.

Ronnie asintió a Cordelia y estaba a punto de ir a la casa de los pobres, pero se volvió y la miró.

—Señorita, no puedes irte de aquí.

—No te preocupes, no me moveré.

—Sería bueno que fueras alguien que me hiciera sentir aliviado —dijo Ronnie. De seguro  no quería más preocupaciones. Le recordó de nuevo antes de caminar hacia donde estaba la Bruja a paso rápido.

—¿Oh? ¿Tu hermano salió afuera?

—Sí.

—Espero que vuelva antes de que haga frío.

El jefe volvió con el té no mucho después de que Ronnie se hubiera ido. El té que había preparado estaba muy caliente. Se quedó mirando al exterior mientras bebía su té mientras esperaba que Ronnie volviera. El día de hoy terminará cuando el carruaje venga a recogernos. Ella se relajó más una vez que pensó eso.

Por lo tanto, no podía imaginar que se sentiría nerviosa de nuevo en el siguiente segundo.

—Discúlpame por visitarte a estas horas de la noche.

Cordelia comprendió enseguida que esa voz iba dirigida a ella.

Sin embargo, también pensó que de ninguna manera. No había mucha gente que tuviera una voz grave que ella estuviera acostumbrada a escuchar.

—¿No me digas…?

Es imposible que haya escuchado mal. Pero era difícil creerlo cuando él estaba aquí tan de repente. Pero ella no podía pensar que era un error cuando lo vio.

—P-Padre…

Ella había pedido a alguien de casa que la recogiera, pero no podía imaginar que Elvis, el Conde, vendría en persona.

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