¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 42: Intenciones reales

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


El día que sería conveniente para que Elvis y Fulvia se reunieran fue cuatro días después de que ella lo hubiera discutido con Elvis.

Se sorprendió de que fuera antes de lo que había programado, pero era una buena noticia, ya que quería que se encontraran.

Tal vez mi padre cambió su horario para esto.

No había escuchado que tendría el día libre. Tengo que estar a la altura de sus expectativas si es que cambió su horario. Hablaré del plan de la biblioteca móvil como había planeado, pero lo más importante es que ambos puedan hablar de sus situaciones recientes.

Elegí el invernadero como lugar de encuentro.

Cordelia preparó el mantel con Emina. Era lo usual que se lo dejara a Emina, pero ella había querido hacerlo.

Me pregunto si esto está bien.

Por último, Cordelia colocó las flores en la mesa y la preparó.

Ronnie entró en el invernadero como si hubiera estado esperando el momento adecuado.

—Señorita, la maestra ya está aquí.

—Ya voy. Emina, ¿puedes preparar el té? Yo haré el resto cuando llegue mi maestra, no me importa que te apartes.

—Sí, señorita.

Cordelia y Ronnie se dirigieron a la entrada. Ella le contó a Ronnie lo de Fulvia de la misma manera que se lo había contado a Vernoux. Llegó a la entrada y le hizo una reverencia a Fulvia, que había estado esperando allí.

—Siento haberte hecho esperar, maestra.

—No pasa nada. Gracias por invitarme.

—Sé que esto es repentino, pero ¿te gustaría ir al invernadero?

Fulvia había hablado en un tono diferente al habitual porque estaba en la mansión Pameradia.

También sé que la abuela no puede llamarme “Dilly” aquí. También es imposible hablar con tranquilidad aquí, en un lugar que se nota con facilidad.

La mirada del público no es el único problema…

La cosa avanzó hasta ahí porque estaba motivada para que los dos se conocieran, pero la ansiedad la recorrió al ver lo tensa que estaba Fulvia.

No he perdido porque tenía mucha prisa, ¿verdad?

Está bien, no debo ponerme ansiosa.

Le dijo a Ronnie que llamara a Elvis y guió a Fulvia hacia el invernadero mientras se lo decía a sí misma.

Fulvia murmuró.

—Hay un montón de flores brillantes aquí…

—No hay nadie aquí, así que por favor no te preocupes. Me pongo nerviosa cuando la maestra habla así.

Cordelia sonrió un poco mientras miraba a Fulvia. En realidad, había estado ansiosa desde antes de que llegara Fulvia, pero no tenía más remedio que tergiversar eso ahora mismo, y Fulvia estaba actuado de manera formal e inquieta hacia ella.

—Pero…

—Al menos hasta que llegue mi padre.. ¿Qué te parece?

Fulvia parecía un poco desconcertada.

—¿Es mejor llamarte “Dilly”?

—Sí. Porque puedo calmarme.

Fulvia no cambió su expresión, pero aceptó.

—Esta bien.

—Muchas gracias. Y… este es el invernadero. También estoy cultivando el aloe vera que tengo aquí.

—Es maravilloso y sorprendente.

—Puede que ya lo sepas, pero este es el diseño de mi padre. Además, se ha ido mejorando poco a poco desde que se construyó y el interior está hecho con cristal para que pueda ajustar los niveles de temperatura y humedad.

Cordelia mostró a Fulvia el interior del invernadero y se colocó detrás de ella para que pudiera mirar a su alrededor. Eran las únicas dos personas dentro del invernadero y Fulvia empezó a caminar despacio por el interior.

—Estás cultivando muchas hierbas.

—Las hierbas que cultivo aquí son las que recogí en las montañas, pero también he alquilado algunos campos para cultivar hierbas en el exterior. Sin embargo, investigo aquí para determinar la relación entre las hierbas medicinales y la magia de desarrollo, y así ajustar el suelo de los campos.

—Las flores de aquí son tan vibrantes como las que crecen en la naturaleza.

Cordelia miró en silencio a Fulvia, que se había arrodillado y extendía las manos hacia las flores. La entrada del invernadero no tardó en abrirse.

—Señorita, el maestro está aquí.

De pie detrás de Ronnie, Elvis tenía una cara seria como siempre. Ronnie dijo:

—Entonces, por favor, discúlpeme.

Antes de irse.

Cuando quedaron los tres, el primero en hablar fue Elvis.

—Me disculpo porque mi hija te ha llamado de manera egoísta aquí.

—Está bien, no lo menciones.

El aura era muy rígida. Y pesada. Nadie dijo nada más. Ella lo esperaba, pero los dos no habían tenido un reencuentro conmovedor cuando se encontraron… Sin embargo, Cordelia sintió más alivio que desánimo. Fulvia miraba hacia abajo, y la mirada de Elvis no abandonaba a su invitado como siempre. Sin embargo, en verdad terminaría como un encuentro entre un conde y su invitado si se comportara demasiado como un conde.

Entonces esto no tendría sentido. 

Pensó Cordelia y sonrió. Quería que se enfrentarán si quería cambiar la situación. Entonces, ella tendría que dar el primer paso.

—Por favor, vengan por aquí. Prepararé el té.

Cordelia los guió hasta la mesa y preparó los utensilios para el té de manera práctica. Colocó los dulces y el té delante de ambos y distribuyó los documentos que había hecho.

—Esta es la razón principal por la que los he convocado aquí hoy —comenzó Cordelia—. Quiero emprender un proyecto de asistencia social con el apoyo de los partidarios, encabezado por el joven Vernoux, hijo del marqués Flantheim. El objetivo es establecer un programa de entrega de libros a los niños de las aldeas remotas de las montañas, alejadas de la capital real… Aunque todavía no tiene un nombre definitivo, provisionalmente lo llamamos “Proyecto de Biblioteca Móvil”.

—¿Biblioteca móvil, dices?

—Sí. En la actualidad, es difícil para los pueblos alejados de la capital real acceder a libros —explicó Cordelia—. Por eso hemos redactado un plan para adquirir un carruaje que pueda llevar los libros a esas aldeas. Sin embargo, creemos que los habitantes podrían resistirse a pagar una tarifa, ya que muchos de ellos no están familiarizados con los libros. Por lo tanto, estamos ajustando el plan para ofrecer el servicio de forma gratuita, eliminando cualquier tarifa de uso.

He pensado en hacer un servicio de compra de libros si quieren un libro especial, pero ese no es el tema del plan. 

Elvis tampoco lo mencionó.

—¿Qué van a hacer con el capital?

—Estamos pensando en establecerlo con un estatus corporativo y obtener donaciones de los partidarios cada año. La lista de simpatizantes y las estimaciones de donaciones están incluidas en la tercera página.

—Es un gran número de personas.

—Eso es porque el joven Vernoux se puso en contacto con ellos, y Su Alteza Silvester también mostró interés en esto —añadió Cordelia, y Elvis asintió.

Fulvia abrió mucho los ojos.

—¿La familia real…?

—Vamos a comprar libros con las donaciones o hacer que los partidarios donen libros. También estableceremos una oficina en la capital real para usarla como base. Además de almacenar libros, también queremos vender especialidades de los pueblos en la base. También queremos utilizarla como fuente de información que pueda ser utilizada tanto por los pueblos como por la capital real. ¿Qué te parece este plan?

Elvis dejó caer sus ojos sobre los documentos y abrió la boca después de un rato.

—Por lo que veo, no es imposible de lograr. Sin embargo, esto es con la condición de que planifiques un poco más y hagas reuniones preliminares.

—Yo también lo creo… Porque los pueblos no pierden nada.

Fulvia continuó después de que Elvis hubiera hablado.

Cordelia se sintió aliviada de que no hubieran dicho nada negativo sobre el plan.

—No podemos alquilar una oficina en la capital real porque somos niños. Padre, ¿me ayudarías con esto?

—Puedo hacerlo.

—Muchas gracias. Entonces, me gustaría discutir el siguiente asunto, con ustedes dos. Estamos pensando en incluir libros ilustrados, cuentos de hadas y libros de historia para los niños. Además, estamos considerando también la inclusión de libros para adultos. Me gustaría escuchar sus sugerencias sobre qué tipos de libros podrían hacer que este plan sea aún más exitoso.

Elvis frunció el ceño cuando Cordelia dijo eso.

—¿Padre…?

—Deberías preguntarle al marqués Flantheim si buscas libros ilustrados o cuentos de hadas. Los prefiere bastante.

Padre, ¿no es eso pasar la tarea a otra persona…?

Aunque hubiera hecho una recomendación adecuada, por lo que he oído del joven Vernoux, el marqués Flantheim se limitaría a abuchear. Cordelia sonrió con ironía en su interior.

No, el marqués Flantheim podría estar contento con esto…

Pensé que protestaría por un momento, pero el marqués podría sonreír y decir: “¿Ese Elvis se apoya en mí?”

Padre, lo siento. solo puedo imaginar que el marqués estaría complacido sin importar cómo termine esto…

Sin embargo, eso no fue lo único que señaló Elvis.

—Además de los cuentos de hadas, sería una buena idea añadir mapas de todas partes. También es una oportunidad para que aprendan que el mundo que conocen es estrecho.

—¿Mapas…?

Ahora que lo pienso, recuerdo que hubo un tiempo en el que quería un globo terráqueo. Desde luego, no recuerdo que quería saber más sobre el mundo desconocido.

—Maestra, ¿qué te parece?

—Si vas a añadir mapas, entonces sería bueno tener también diarios de viaje. Y… no se trata de libros, pero hay muchos niños a los que les gustan los seres vivos, como los animales, los pájaros, los insectos y los reptiles. Puede que sea un poco caro, pero podría haber demanda de enciclopedias ilustradas.

—¿Enciclopedias ilustradas?

—Sí.

Los mapas y las enciclopedias ilustradas son un poco más caros que los libros normales. Pero podría haber una gran demanda de ellos aunque no existan en los pueblos. Cuando pienso así, me gustaría llegar a un compromiso.

—Maestra, ¿crees que la Aldea Oulu aceptaría estos esfuerzos?

—De seguro lo harían… Este último tiempo, la directora me preguntó si debería aceptar el apoyo.

La directora ya había discutido con Fulvia el asunto del que le había hablado a Cordelia.

De seguro estará bien; eso me hace sentir aliviada.

—¿Sabes de algo más que pueda interesar a los niños?

—A ver…

Fulvia quiso decir algo, pero se detuvo de inmediato.

Elvis también lo cuestionó, como Cordelia, y movió un poco las cejas.

—¿Sabes algo…?

—No es que no lo sepa… pero quizá no sea adecuado para un lugar como éste.

—¿Se trata de libros?

—Sí… pero ¿de verdad está bien que lo diga?

A Cordelia le surgieron más preguntas cuando vio que Fulvia estaba demasiado indecisa.

Me pregunto qué querrá decir. Frente a Cordelia, que esperaba en silencio, Fulvia se preparó y miró a Elvis y Cordelia.

—A muchos niños, en especial a los varones, les gustan las heces… o la llamada caca.

Fulvia sonaba muy seria.

Así, la reacción de Cordelia se retrasó un segundo, pero se atragantó en el momento en que comprendió el significado de las palabras de Fulvia.

Elvis también tuvo un enorme ataque de asfixia.

Era la primera vez que Cordelia veía a Elvis dar una reacción tan grande.

Esto es… no me digas… ¿incluso mi padre tuvo un período así?

¡¿Incluso mi padre lo tuvo?!

Sin hacer contacto visual con Cordelia, que lo miraba con atención, Elvis tosió y recuperó el aliento.

Esto, ¿mi padre también lo recuerda?

No me lo imagino en absoluto, pero no es extraño… si ocurrió antes de que entrara en la Casa Pameradia. Pero la verdad es que no me lo imagino, y más cuando recuerdo que mi abuela le había llamado bribón.

Pero, Fulvia no se dejó llevar por el estado de Elvis y Cordelia.

—Para saber como funciona el cuerpo, puede que no sea elegante, pero puede que les interesen los libros sobre heces. Las heces no son un residuo, sino un producto.

Fulvia estuvo seria hasta el final, y a Cordelia le pareció muy extraño.

Al final, Cordelia se echó a reír.

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—¿Qué pasa?

—Bueno, es que… ¡Nunca había visto a mi padre agitado! No pude evitar pensar que es algo que solo tú podrías hacer, abuela.

—Dill… Señorita.

Fulvia había estado a punto de llamar a Cordelia como solía hacerlo, de seguro porque había entrado en pánico.

Sin embargo, Cordelia le decía que prevería que Fulvia la llamara así.

—Abuela, por favor, llámame Dilly como siempre. Y padre, si las cosas siguen así, entonces ¿te estás resistiendo sin razón?

No era solo la actitud de Fulvia la que la había irritado, sino también las de Elvis. Ella aprovechó la oportunidad para lanzar esas palabras a Elvis.

Incluso Elvis debería saber por qué se agitaba tanto.

Cordelia no lo apuró para que respondiera, pero tampoco dijo nada más.

Elvis no tardó en abrir la boca.

—Siempre he querido pedirte disculpas.

Su voz no era en absoluto fuerte.

Sin embargo, era una voz que no podía pasar desapercibida.

—Cuando decidí convertirme en noble, decidí que utilizaría mi posición y protegería al pueblo. Decidí usar todo lo que pudiera para lograrlo, y lo he estado haciendo. Pero… las penurias que has sufrido no desaparecerán, por mucho que haga. Mi madre tuvo que sufrir por mi nacimiento. Lo siento mucho.

Sonaba como si estuviera desinteresado.

Sin embargo, a Cordelia le había sonado como si lo hubiera hecho de manera deliberada.

Fulvia, por su parte, negó rápido con la cabeza.

—Te equivocas, Elvis. No hiciste nada malo. Solo te involucraste en asuntos de adultos… De seguro te obligaron a hacer muchas cosas. Lo siento.

Cordelia interrumpió mientras el silencio fluía entre ellos.

—Padre y abuela. Nunca llegarás a un acuerdo con eso. No quieren ceder el uno al otro, de seguro porque son parecidos.

No tendría sentido que se disculparan el uno al otro si seguían diciendo que ambos estaban equivocados

Tampoco pienso unirme a esta conversación.

—Por favor, mírense el uno al otro. Creo que será difícil que me crean, diga lo que diga, pero es evidente, ¿no? ¿No dicen los dos que quieren pasar más tiempo juntos? Y eso no es todo, ¿verdad?

Elvis y Fulvia no contestaron a Cordelia. solo se miraban el uno al otro.

—Ya hablaremos de la biblioteca móvil más adelante —dijo Cordelia mientras se relajaba—. ¿No van a comer los dulces que tienen enfrente? Los he horneado yo.

Me costó mucho elegir algo que tuviera un sabor nostálgico, así que quiero que lo saboreen, pensó Cordelia, mientras tomaba la iniciativa de comer el pastel de mantequilla.

Sí, delicioso.

El acto de estirar la mano para comerlo antes que Elvis no podía ser elogiado. Pero ambos no se moverían si ella  no lo hubiera hecho.

—Tienes una hija adorable…

—También es un poco marimacho en algunas partes. ¿A quién demonios se parece?

Los dos, que se habían congelado, miraron a Cordelia y hablaron.

Me preocupa a qué partes de mí se había referido cuando había dicho “un poco marimacho”. Pero siento que estaré cavando mi propia tumba si hago esa pregunta, pensó, y Fulvia la ayudó.

—Vaya, seguro que es como tú. Eras un granuja.

Elvis no dijo nada, de seguro porque no quiso o no pudo objetar. Fulvia miró con atención a Elvis, que guardó silencio y acabó bajando la mirada.

—Muchas gracias.

—Qué…

—Creía que era suficiente con escuchar tus esfuerzos e historias sobre cómo te adora la gente de tu feudo. Pero me alegro de que ahora podamos volver a hablar.

Elvis miró con atención a Fulvia, que se había humillado de nuevo, después de haber hablado en tono informal.

—También nunca pensé que tendría la oportunidad de hablar de frente con mi madre… Me alegro de que hayamos podido hablar.

Elvis habló después de un largo silencio, y sus palabras sonaron inofensivas y sin peligro.

Pero, esto es de seguro lo más honesto que podía decir. Mi padre no es alguien que elija sus palabras para adaptarse a quien está hablando. No se había opuesto a esta reunión porque había querido verla. 

Después de eso, comieron el pastel de mantequilla y hablaron de sus situaciones actuales… por desfortuna, esto último no sucedió.

Elvis había dicho: “Es un sabor nostálgico”, cuando había probado el pastel de mantequilla de limón, pero el tema volvió pronto al plan de la biblioteca móvil. Podemos desbaratarlo ya que por fin tienen la oportunidad de hablar… pensó Cordelia, pero la tensión que habían sentido Elvis y Fulvia había desaparecido, así que decidió que había funcionado de alguna manera. De seguro esta madre y su hijo son trabajadores hasta la médula.

♦ ♦ ♦

Sin embargo, poco después, un mensajero del castillo visitó la mansión Pameradia, y Elvis fue convocado al castillo.

Cordelia no había imaginado que las arrugas de su entrecejo eran más profundas que cuando hablaba con el marqués Flantheim.

Aun así, Elvis salió del invernadero sin una señal de arrepentimiento.

Sin embargo, había dicho antes de irse que hablarían más tarde.

Cuando Elvis se fue, Cordelia le contó a Fulvia lo esencial del plan y la acompañó afuera.

Por supuesto, hay cosas que puedo hablar con ella, pero quiero darles otra oportunidad de hablar. Y como ya se conocen, será más fácil invitarla como profesora de hierbas medicinales…

Por supuesto, es necesario mantener la distancia, para que los demás no sospechen, y sé que tengo que tener en cuenta nuestras posiciones. Aun así, estoy más contenta que cuando me imaginaba que el hueco entre mis dos personas favoritas se había llenado.

Y el resto…

Cordelia pensó en otra cosa.

Llamó a Emina, que estaba limpiando, ya que no quedaban invitados, en el invernadero mientras miraba una flor cercana.

—Dime, Emina. Tengo algo que preguntarte.

—¿Sí, señorita?

—¿No podrías entregar esta flor a mi madre?

Emina frunció el ceño al escuchar la pregunta de Cordelia.

Cordelia no había mencionado a su madre para nada en estos últimos años. La relación entre las dos no había cambiado en absoluto, desde hacía mucho tiempo, así que Emina nunca esperó que Cordelia dijera eso.

Aun así, Cordelia sonrió.

—A mi madre le gustan las flores blancas, ¿verdad? Recibí este bulbo de flores de Nirupama como regalo de su feudo. Estoy segura de que mi madre lo echa de menos.

Sé que mi madre pide a las criadas que pongan flores blancas en su habitación. 

Sin embargo, la expresión de Emina no se aclaró con la explicación de Cordelia.

—Deja de mirar así. No la obligaré a reunirse conmigo. solo no quiero que me odie más de lo que ya lo hace. Ella podría aceptar las flores ya que no han hecho nada malo.

Además, pensó un poco.

La razón principal por la que había renunciado a hablar con ella era que esto no está relacionado con mi futuro incierto.

Pero… también porque no quiero que me odien.

También la evité porque no quería escuchar palabras negativas de la abuela, con quien nunca he tenido una conversación directa. 

Pero, no creo que me odien solo porque la evite.

Aprovechar la oportunidad… o por el contrario, no hay nada que perder ya que ya está rota.

—Por supuesto, si entrar en contacto conmigo le traerá estrés a mi madre, entonces no la enviaré. No quiero molestarla. Así que, ¿por favor?

—Entendido…

Por la expresión de Emina, comprendo que de seguro no le iría bien.

Mi madre y yo no tenemos una buena relación, no por un problema que haya existido entre nosotras. Aun así, no me deprimiré por ello.

Incluso si nuestra relación no mejora, si a mi madre le gustan las flores, entonces seguiré enviándolas. No creo que todos mis deseos se hagan realidad. Pero si no me esfuerzo, ninguno se hará realidad. Si me rindo, entonces ni siquiera un botón un poco extraviado volverá.

—Me conviene más arriesgarme.

Si no sirve de nada, entonces lo pensaré más tarde.

Pensó, mientras tocaba los pétalos blancos con la punta de los dedos.

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Ichigo
Si no puedes dejar la puerta abierta a alguien con quien estás distanciado, al menos abre un poco la ventana, para poder oír si dice tu nombre.

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