¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 50: La chica soñadora (2)

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


Cordelia tragó saliva.

Estaba sorprendida, ella solo había querido investigar la situación en secreto primero, pero Shelley terminó discutiendo con Mick frente a ella.

—Empezó a decir tonterías cuando le dijimos que íbamos a comprar más caramelos. Empezó a gritar cuando la ignoramos —dijo Mick y suspiró. Luego, volvió a morder el caramelo que tenía en la mano.

—Hay mucha luz fuera, así que no lloverá.

Mick no sabe que Shelley es la Chica Soñadora. Cordelia ni siquiera sabe si él sabe que alguien así existe.

—¿Dilly?

—Oh… Lo siento. ¿Qué tiempo hacía?

Reflexionando sobre por qué Mick estaba tan molesto, Cordelia miró al cielo para calmarse.

—Puede que llueva. Hay nubes finas en el cielo y están tapando el sol. Y, un pájaro negro está volando bajo por allí, ¿verdad? Los insectos que comen vuelan bajo porque sus alas son pesadas.

A ella no le importaba mucho, pero si prestaba atención, podía sentir que el aire de alrededor estaba un poco húmedo.

—¿Un pájaro…? Entonces, ¿cómo sabes que va a llover?

—Bueno, puedo explicártelo, pero si quieres comprar dulces, entonces por qué no te adelantas. Me dirijo a la casa de la maestra, así que te lo explicaré allí si tengo tiempo.

—Qué demonio, eres pomposa. Bueno, si tú lo dices, te escucharé, pero luego me lo tienes que explicar bien. Dijo que vio llover en sus sueños, como si yo pudiera entender algo así.

—Sabes, Mick. Eso no es algo que le dices a alguien cuando le pides algo, ¿verdad?

—Je, je. Bueno, adiós. Vámonos. ¡Nos vemos luego, Dilly!

Cordelia se despidió de Mick y de sus amigos que salían corriendo y respiró hondo.

Sin embargo, las palabras que escuchó justo después le helaron la sangre.

—Esos chicos no escucharon mi advertencia…

Cordelia miró a la chica que había dicho aquello con un deje de fastidio.

Shelley se mordió los labios como si no pudiera aceptarlo.

—Gracias por decirles lo de la lluvia.

Cordelia le sonrió a Shelley, intentando disimular la tensión en su voz.

Aunque le intimidaba hablar con ella, sabía que debía hacerlo si quería investigarla, y no quería causarle una mala impresión.

Sin embargo, Shelley se giró hacia ella con expresión de descontento.

—¿Por qué me das las gracias? No hay razón para que me des las gracias. Solo creyeron que llovería porque tú lo dijiste.

—Pero, si no hubieras dicho nada, entonces no habría podido decírselo.

No creía que sus palabras hubieran disipado por completo la frustración de Shelley, pero sintió que su ceño se había suavizado y que su hostilidad había disminuido.

Bueno, por supuesto. Es nuestro primer encuentro. Si “Cordelia” no hubiera hecho cosas innecesarias, no habrían tenido conflicto en el juego, y fue “Cordelia” quien mostró hostilidad hacia Shelley.

“Cordelia” perdió la vida porque perdió el control de su magia por celos hacia el Príncipe y Shelley, pensó. Pero eso no me pasará a mí, ya que he estado evitando al Príncipe.

Si resuelvo esto y me alejo de Shelley, podré volver a vivir en paz.

Sabía que sería difícil no involucrarse con Shelley, ya que ambas pertenecían a casas de condes notables. Sin embargo, no había razón para que se llevaran bien. Su padre no tenía buena relación con el conde Clydereine, así que bastaba con mantener una relación cordial sin entrometerse en su camino.

Aunque en el juego las cosas fueran distintas, pensaba que no habría peligro si evitaba cualquier interferencia.

La idea logró calmarla un poco, pero su corazón seguía latiendo con fuerza.

—Bueno, ya no me importa si se mojan o no. No creyeron en mis sueños para nada —dijo Shelley, haciendo un mohín.

A pesar del tono enfurruñado, Cordelia se sintió aliviada al escuchar sus palabras.

Es de carácter muy fuerte, pero me pregunto si en el fondo tiene buen corazón…

Hay un problema con su forma de hablar, pero su personalidad y lo que dice difiere de la heroína del juego, pero lo había dicho porque no quería que Mick y los otros dos se mojaran. Siendo ese el caso, me gustaría creer que mientras tenga cuidado, como lo he tenido, no habrá ningún problema.

—Shelley, deberías entrar antes de que llueva. Y, por favor, no salgas más por los setos. Avisa a alguien cuando salgas, y sal por la puerta —le pidió Clarice.

—Pero, oí las voces de los niños… —susurró Shelley, dandose la vuelta.

Sin embargo, parecía haber admitido que era culpa suya por no salir por la verja, aunque sus acciones fueran infantiles.

—Estabas preocupada por ellos, ¿verdad?

Los ojos de Shelley brillaron cuando Cordelia dijo esto.

—¡Porque se supone que mi poder hace feliz a todo el mundo! Y si ayudo a todo el mundo, algún día podré servir a Su Alteza. Si puedo serle útil, ¡entonces él me devolverá el favor!

Justo cuando empezaba a sentirse aliviada, las palabras de Shelley la dejaron helada.

¿Qué es esta sensación incómoda…?

No le habría sorprendido que se hubieran encontrado en algún momento, pero dudaba que Shelley se hubiera dado cuenta.

¿Y por qué siente ya algo por el príncipe? ¿Le reveló el príncipe su identidad cuando se conocieron? No, no creo que lo hubiera hecho.

Como si el príncipe fuera alguien que hablara sin pensar, no creía que Vernoux fuera su amigo. Después de todo, Vernoux parecía demasiado perezoso como para acercarse a alguien como ella.

Además, ¿que el príncipe devuelva el favor…? Esto es diferente al juego.

En el juego, Shelley usaba su poder para la gente que conocía, no era el tipo de persona que le hablaba a extraños de su poder, como hizo con Mick. Y, lo más importante, nunca pensó en utilizar sus propias habilidades como arma.

—Pero los niños así todavía no conocen mis poderes. Tengo que esforzarme más para que el príncipe se entere de mis poderes.

—Shelley, si no vuelves pronto, todos se preocuparán de que te hayas escapado a algún sitio otra vez.

—De acuerdo.

Shelley se animó mientras hablaban, y respondió con brevedad a Clarice, antes de caminar de regreso a la iglesia.

Sin embargo, mientras caminaba, se volvió para mirar a Cordelia.

—Dime, ¿sabes quién soy?

Lo hizo como una pregunta, pero su voz estaba llena de confianza.

Shelley rió con satisfacción cuando vio a Cordelia asentir antes de volver a entrar en la iglesia.

—Me sorprende que la señorita Cordelia también sea amiga de los niños del pueblo.

Cordelia se sorprendió cuando Clarice le habló.

No se había dado cuenta de que había estado mirando las puertas cerradas de la iglesia hasta que Clarice le habló.

—Los niños de antes son de un pueblo vecino. Me relaciono con ellos a través de proyectos asistenciales.

—Ya veo. Es maravilloso ver que son tan queridos.

Clarice sonrió comprensiva, pero al cabo de un rato, bajó la mirada y susurró.

—Señorita Cordelia, tú también sabes lo de la Chica Soñadora, ¿verdad?

—Sí. No creía que fuera tan enérgica…

No era extraño que Cordelia oyera los rumores que circulaban por la capital, pero no quería que pensaran que había ido a la iglesia para conocer la suerte soñada de Shelley. Había ido a verla en persona, no a que le adivinaran el futuro. Aunque esta idea le preocupaba, Clarice no pareció notarlo.

—No he hablado mucho con Shelley, pero parece que se involucra con los demás y los dirige en una dirección mejor. También les dice lo que les conviene. Sin embargo, a la gente que la rodea le preocupa que pueda estar utilizando su extraño poder de forma descuidada. De momento, solo adivina el tiempo, pero les preocupa que alguien la utilice para sus propios intereses.

—¿Sus predicciones son correctas?

Clarice asintió en silencio a la pregunta de Cordelia. Había preocupación en su rostro.

—Está tratando de extender su fama aumentando sus habilidades y usándolas, y está tratando de ser útil a mucha gente para poder apoyar a Su Alteza algún día. Pero incluso si su deseo se hace realidad… si continúa siendo demasiado confiada, entonces se convertirá en veneno algún día.

—Veneno…

—Pero esto es solo mi opinión personal. Algunos creen que ella es la segunda venida de la Santa y que se convertirá en una guía para la prosperidad de este reino.

—Es un problema difícil, ¿no?

—Sí. Aún no puedo saber cuáles son sus verdaderos poderes, y todavía está creciendo. Así que puede que me esté preocupando sin motivo.

Clarice se relajó un poco después de decir eso y sonrió.

—Pero sus poderes son muy raros ahora mismo, así que la gente sospechosa tendrá los ojos puestos en ella. Así que los sacerdotes la vigilan para que no escape sola. Por suerte, los caballeros estamos cerca, así que podemos ayudarles.

Clarice se preocupaba por Shelley en su papel de caballero, y Cordelia compartía esa inquietud. Si Clarice tenía razón, entonces Shelley estaba utilizando sus poderes para ayudar a los demás, y eso hacía comprensibles tanto sus temores como sus reservas.

Pero los caballeros están más preocupados por sus poderes que por la persona misma.

Cordelia deseaba que Shelley pudiera pasar sus días en paz hasta que el conde Clydereine la recibiera en casa. Sin embargo, había demasiadas cosas que la inquietaban. Aunque era poco probable que alguien intentara secuestrarla con los caballeros cerca y atentos a sus poderes, también los sacerdotes creían que algo podría sucederle, lo que aumentaba aún más su preocupación.

¿Qué demonios sabe Ghost?

Conseguir ayuda desde dentro parecía difícil, ya que los sacerdotes estaban siempre atentos. Cordelia se preguntaba si Ghost había considerado la posibilidad de que ocurriera algo y, aun así, decidía disfrutar observando la situación desde lejos.

—Pero, este último tiempo, las cosas pintan bien.

—¿Eh?

Cordelia levantó la vista y siguió la mirada de Clarice. Un carruaje se acercaba lentamente y, al detenerse frente a la iglesia, apareció un hombre delgado con un bastón.

Cuando el hombre vio a Clarice sonrió con amabilidad.

—Vaya, hola, señorita Keighley. Gracias también por tu duro trabajo de hoy.

—Siempre tan digno y confiable.

El hombre que saludó a Clarice, el conde Zakharov, sonrió con amabilidad.

¿El conde Zakharov…? Mm, ¿se llamaba Boris?

Cordelia solo conocía el nombre del conde lo suficiente como para señalar su feudo en un mapa. Sin embargo, no había aprendido mucho sobre él, ya que sus tierras no destacaban y el conde no participaba en la política. Además, era la primera vez que se encontraba con él, pues no tenía relación alguna con su casa Pameradia.

He conocido a alguien inesperado, pensó mientras buscaba el momento adecuado para presentarse. De repente, el conde Zakharov la miró.

—Esta señorita de ojos rojos… ¿eres la hija del conde Pameradia?

—Encantada de conocerle, conde Zakharov. Mi nombre es Cordelia Enna Pameradia.

—Oh, qué grosero por mi parte. Soy Boris Zakharov. No soy tan famoso como tu padre, pero soy conde.

Él podría haber estado bromeando, pero era difícil para Cordelia responder a eso. No podía confirmarlo, pero negarlo era una mentira. No supo qué contestar y sonrió. El conde Zakharov no esperó a que ella respondiera y continuó hablando.

—He oído rumores de que has lanzado una obra de caridad con el hijo del marqués Flantheim. Yo también apoyo a varios lugares, pero me gustaría intercambiar ideas con usted si tenemos la oportunidad.

—Muchas gracias.

Sorprendida por sus inesperadas palabras, Cordelia le dio las gracias. El conde Zakharov sonrió de manera más amplia, y se volvió hacia Clarice.

—¿Está esa niña aquí hoy?

—Sí. Hoy también está llena de energía, e intentó escapar hace un rato.

—Ya veo. Estoy deseando verla —dijo, antes de desaparecer despacio en la iglesia. Caminaba ligero a pesar de llevar bastón. Clarice le vio alejarse y susurró con una expresión amable en el rostro.

—El conde Zakharov ve la imagen de su difunta esposa en Shelley.

—¿La imagen de su esposa…?

—Sí. Está buscando pistas para saber si está emparentada con él, y la iglesia también los observa con atención. La iglesia confía mucho en el conde porque les ha aportado mucho, pero aunque no fuera así, de seguro podría adoptarla si ella está de acuerdo.

El conde Zakharov de verdad parece un hombre amable a primera vista. Y sabía lo de la biblioteca móvil aunque no tiene hijos de mi edad, así que está familiarizado con las obras de caridad.

Pero estoy segura de que no están relacionadas. Claro que este mundo no tiene por qué ser igual al del juego…

Aun así, me molesta ya que hay muchas cosas en este mundo que sucedieron igual que en el juego.

Espera. Hubo algo que hizo que el conde Clydereine concluyera que ella era su hija. ¿Qué fue…?

Si Shelley tuviera algo relacionado con algún escudo familiar, la gente lo sabría enseguida. Pero si fuera el caso, la gente de la iglesia ya lo habría descubierto.

Buscaré al conde Zakharov cuando llegue a casa.

Mientras los caballeros estén cerca, habrá una conmoción si alguien intenta entrar sin invitación. Si es así, entonces la situación no es tan mala como imaginaba por ahora.

—Pero, ¿lluvia, dijo…? Señorita Cordelia, vas a visitar a la farmacéutica después de esto, ¿no?

—Sí, ese es el plan.

—Entonces, deberías terminar tus asuntos antes de que llueva. ¿Por qué no te enseño la iglesia otro día? Mañana estoy libre todo el día, ¿te parece bien?

—Por supuesto.

Cordelia agradeció el ofrecimiento de Claire.

En cualquier caso, tengo que venir aquí otra vez.

Tengo suerte de haber encontrado una razón para estar aquí. Primero, debo investigar lo que necesito para mañana. Ahora no puedo decir qué está bien o mal, pensó Cordelia mientras se separaba de Clarice y salía de la iglesia.


Ichigo
Qué esperabas, muchacha? Algo tan ilógico como decirle que lloverá basándose en su sueño a una persona que piensa con lógica. Su comportamiento es una decepción, ¿por qué los mocosos aquí son molestos? ¿Y acaso el llamado conde Clydereine es el villano?

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