¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 50: La chica soñadora (4)

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


Al día siguiente, Cordelia fue a la iglesia con Ronnie y se encontró con Clarice.

Clarice había dicho que hoy tenía el día libre y llevaba un atuendo sencillo: una blusa con broche, una falda negra y una espada.

—Gracias por acompañarme hoy, señorita Clarice.

—Me hace mucha ilusión, señorita Cordelia. Y, Eris.

—Hola.

—Bueno, vamos a empezar con el vitral y dejar la estatua de piedra para más tarde. Hay muchas cosas que ver, desde sillas hasta candelabros.

Clarice comenzó su explicación sin charla ociosa porque ayer las habían interrumpido. Cordelia miró alrededor de la iglesia mientras se dirigían a la vidriera frente a la iglesia. Ayer había estado nerviosa, pero además de sillas y candelabros, como Clarice había dicho, también había piedras raras en el suelo.

De verdad hay muchos objetos raros. Agradezco que la señorita Clarice me lo enseñe todo, pero ¿tenemos suficiente tiempo para que me lo explique todo?

Cordelia sintió un poco de pánico ante todos los bienes culturales. ¿Cuánto tiempo le llevaría explicarlo todo? Puede que no tenga tiempo de ver a Shelley.

Pero debería ser fácil para mí notar algo extraño si estoy cerca.

Además de los caballeros de guardia, Clarice y Ronnie también se encontraban allí, lo que bastaba para garantizar una mínima prevención del crimen. Cordelia sabía que debía reunirse con Shelley, pero consideraba imprudente decirlo en ese momento. Si se apresuraba, podía despertar sospechas de que tramaba algo.

—Señorita Cordelia, dijiste que lo habías leído en un libro, así que no creo que necesite explicarte lo básico, pero el nombre de este vitral es «El Descenso de Su Santidad». Representa a quien descendió del cielo para ayudar al primer rey a construir este reino.

Cordelia también conocía la historia de la que hablaba Clarice.

Al igual que en Japón, el reino estaba lleno de mitos desde sus inicios. Aunque tenía una historia de mil años, seguía mil años por detrás en comparación con el Japón moderno, donde la gente usaba teléfonos inteligentes con total libertad. No era raro, entonces, que en ese mundo creyeran en la aparición de fantasmas. Cordelia, que poseía recuerdos de una vida anterior, incluso pensaba que la existencia de fantasmas era posible, especialmente en un mundo donde la magia existía. Para alguien como ella, tampoco resultaba extraño imaginar que un santo pudiera descender del cielo.

—Ahora entonces, hablaré de la estatua de piedra…

Solo pretendía reflexionar un rato, pero había reflexionado tanto que el tema cambió. Cordelia reflexionó porque había hecho una grosería.

—Esta estatua de piedra es del evangelista que veló por el primer rey y Su Santidad.

—¿El evangelista…?

—No sabemos el nombre ni el sexo del evangelista. Sin embargo, se dice que los registros oficiales de la época en que vivió el evangelista fueron escritos en su mayoría por la propia persona.

—Ya veo.

—He oído que el evangelista tenía un diario, aparte de los registros oficiales que escribía. Sin embargo, su diario no se cuenta como un registro oficial, y no se imprimieron muchos manuscritos porque escribieron muchas cosas malas sobre la iglesia, pero tal vez puedas encontrar una copia en la Gran Librería. Nunca lo he visto, pero he oído que escribieron mucho sobre las interacciones entre el primer rey y Su Santidad.

A Cordelia no le interesaba mucho esa leyenda; le bastaba con saber cómo se había fundado el reino, aunque no conociera los detalles. Sin embargo, si ese diario contenía mucha información sobre el poder del Soñador, tal vez podría encontrar pistas sobre el poder de Shelley y comprender lo que Ghost quiso decir con “el ominoso fina”.

Dejando a un lado el poder de la heroína, ese ominoso final quizá no debería afectarme tanto… pero aún así me inquieta.

Como escuché que Shelley podría ser secuestrada, quiero prevenir este ominoso final si puedo.

Mi prioridad es garantizar mi propia seguridad, pero no quiero fingir que no veo las desgracias ajenas solo para mantenerme a salvo. Y si la persona que tuvo el poder de ver sueños en el pasado se destruyó a sí misma y murió, entonces no puedo ignorarlo. No sé si Shelley me escuchará, pero creo que debo contárselo, dependiendo de lo que descubra.

Estoy segura de que Shelley querría evitar cualquier cosa que pudiera causarle la muerte, como yo.

Cordelia se quedó mirando despacio la estatua de piedra del evangelista y decidió que sin duda buscaría su diario la próxima vez que fuera a la Gran Librería. Entonces, oyó abrirse la puerta principal.

Miró hacia la puerta y vio al conde Zakharov y su ayudante.

—Conde Zakharov. Es raro que venga dos días seguidos —dijo Clarice sorprendida, antes de que Cordelia pudiera hablar.

El conde Zakharov sonrió de manera amistosa, como lo había hecho ayer, y levantó la mano.

—Hoy tengo algo raro, así que he venido a invitar a Shelley a salir.

—¿Algo raro?

—Sí, una entrada para el circo. He oído que muestran animales, pájaros y acróbatas que no se ven por esta zona. ¿Le gustaría venir, Cordelia y señorita Keighley?

A Cordelia le sorprendió un poco oír la palabra “circo” y miró la entrada que tenía en la mano. Seguramente pertenecía a la misma compañía del espectáculo que Lara había mencionado el día anterior. El boleto era lujoso y, sin duda, para un asiento privilegiado.

Sin embargo, la expresión de Clarice se ensombreció ante la invitación del conde Zakharov.

—Señorita Keighley, ¿no te gustan los animales?

—No es eso. Me alegro de que me hayas invitado… pero, no quiero acercarme a los animales de la familia de los gatos.

—Ah, es una pena. He oído que tienen muchos felinos grandes.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes. Mi amigo iba a ir al circo con su familia, pero no pudo, así que me dio estas entradas.

El conde Zakharov miró a Clarice como si fuera una pena, y Cordelia negó con la cabeza.

—Mm, Conde. Si vas con Shelley, ¿no se pondrían celosos los otros niños?

Sé que ve a su difunta esposa en ella, pero ¿de verdad está bien que le dé un trato especial? Si la entrada era para la familia de su amigo, entonces no alcanza para todos los niños que viven en esta iglesia.

Si puedo evitarlo, no quiero que Shelley vaya a un lugar con tanta gente…

Pero el conde siguió sonriendo.

—El otro día recibí un maravilloso regalo de cumpleaños de Shelley. Esto es para agradécerselo, así que debería estar bien.

—¿Regalo de cumpleaños, dices?

—Recibí una flor preciosa. Los sacerdotes de seguro escucharán mi egoísmo esta vez. Pero creo que ella se divertirá más si estuviera con alguien de su edad. La señorita Keighley no puede venir, pero ¿qué tal tú, Cordelia?

El conde Zakharov había mantenido una estrecha relación con la iglesia durante años, así que si él lo decía, debía de ser cierto. Sin embargo, resultaba inquietante que mostrara un trato especial hacia una sola niña. Esa atención particular a Shelley podía generar discordia entre los demás niños de la iglesia y provocar desavenencias innecesarias.

En cualquier caso… no puedo ignorar esto.

El deseo de Cordelia no se hará realidad si él quiere llevarse a Shelley.

Ella miró a Ronnie, y él parecía como si no le importara de cualquier manera.

Mi padre no me dijo que tengo que tener cuidado alrededor de la casa Zakharov.

Entonces, solo había una respuesta.

—Entonces… si Shelley va, entonces yo también.

El conde Zakharov sonrió feliz ante la respuesta de Cordelia.

♦ ♦ ♦

Como había dicho el conde Zakharov, Shelley recibió permiso para salir. Cordelia sintió que le había causado una molestia a Clarice, quien le había mostrado la iglesia en su día libre, pero Clarice simplemente le dijo que se alegraba de que estuviera con ellos. Aunque Clarice podía tener sus razones, quizá también se sintiera incómoda por haber rechazado una invitación de un conde. Poco después, Shelley se despidió rápidamente de todos antes de correr hacia el conde Zakharov.

—¡Conde Zakharov! ¿De verdad me va a llevar al circo? Nunca he estado en un circo.

—Hola, Shelley.

Cordelia se enteró de que Shelley había recibido algo de ropa de segunda mano que el conde había donado a los niños de la iglesia. Sin embargo, cuando el conde le explicó que, en realidad, la ropa de Shelley era nueva, Cordelia comprendió que él tenía una clara preferencia por ella. Aunque podría entender que el conde pensara en ella como su posible hija o quisiera adoptarla, no podía evitar sentirse molesta por la situación.

—¿Tienes ganas de ir al circo?

—¡Por supuesto! Pero lo siento. Hoy no tengo ningún sueño que contarte.

—He venido a verte, así que no tienes que preocuparte por tus sueños. Los niños deberían sonreír.

Shelley era igual que Cordelia y ya no se la podía considerar una niña, pero seguía pareciendole joven al conde Zakharov.

Así parece una niña inocente.

Cordelia no podía dejar de sentirse molesta por las muchas cosas que involucraban al conde y a Shelley, y no lograba relajarse. A medida que sus sentimientos se volvían más intensos, finalmente Shelley se dio cuenta de su presencia.

—Oh, eres la chica de ayer.

—Hola.

—Llovió, ¿verdad?

Cordelia asintió a la chica, que se mostraba inflexible. Parecía que su ánimo estaba amargado después de que Mick y los demás la hubieran enfadado. Mientras los cuatro se sentaban en el carruaje y se dirigían al circo, Shelley no dejaba de hablar. Comentaba sobre su habilidad para cantar bien, para dibujar, y cómo podía encontrar objetos perdidos gracias a sus sueños, a cambio de dulces. No paraba de hablar, y Cordelia no encontraba ni un momento para intervenir. Cada vez que intentaba decir algo, Shelley la miraba como si le pidiera que se callara.

Pero ella no se cree para nada la hija del conde Clydereine, con su forma de actuar.

Quiere que su fama llegue hasta el príncipe, así que si sabe que el conde Clydereine es su padre, entonces se iría encantada con él.

¿Es Shelley de verdad la hija del conde Clydereine, como en el juego, o es la hija del conde Zakharov?

Cordelia esperaba que fuera la hija del conde Clydereine, ya que el conde Zakharov no tenía suficiente poder para proteger a Shelley.

—¡Eh… Eh, he dicho!

—¿Eh?

¿Cuánto tiempo lleva llamándome? Cordelia levantó la cara al oír la voz de Shelley, Shelley rió con alegría.

—Oye, ¿sabías que la iglesia tiene una vidriera?

—Sí. Representa el encuentro entre el primer rey y Su Santidad. Es mágica.

—Oh, la verdad es que sabes mucho.

Cordelia se rió un poco de Shelley, que había pronunciado unas palabras que demostraban que miraba con desprecio a Cordelia.

Aunque Shelley no fuera la heroína, no se me daría bien tratar con ella.

Sin embargo, a Shelley no le importó cómo actuaba Cordelia y habló en voz alta.

—He estado pensando. Estoy segura de que el encuentro entre el primer rey y Su Santidad fue un milagro, pero sus fuertes sentimientos crearon este reino. Es maravilloso que yo tenga el mismo poder que Su Santidad.

Shelley juntó las manos y pareció seducida, lo que hizo que Cordelia se estremeciera.

¿Ya se cree una santa?

Aunque la gente ha estado hablando de esto en la calle, Cordelia nunca imaginó que la propia persona se considerara a sí misma como una santa. Tampoco se imaginaba que Shelley adoraría al príncipe.

—Dime, Shelley. ¿Por qué quieres serle útil al príncipe? ¿Es porque tienes el mismo poder que Su Santidad?

—¡Por supuesto! Pero el príncipe me salvó una vez cuando era pequeña. Nunca pensé que la persona que me salvó fue el príncipe, pero después lo vi en un sueño. Así que estoy segura de que era él.


Ichigo
Oh, aún no ha sido declarada santa y ni siquiera es noble, pero se hace la importante. Es muy irritante. Si yo fuera Dilly, me importaría una mierda que la secuestrara un noble loco o que la matara Ghost. De seguro estaría de fiesta toda la noche si supiera que esta chica Shelly va a ser asesinada. Ella es una de las razones por las que Dilly encontró su perdición en la línea temporal original. Maldita sea, si lo pienso de nuevo, las voluntades y acciones de Dilly son contradictorias y es irritante.

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