¿Hay posibilidad de un final feliz? – Capítulo 4: En la guarida de los dragones

Traducido por Kiara

Editado por Michi


Ahora que la princesa Patricia iba a casarse con el príncipe de Vaxwald, lo arreglos para su partida estarán listos en tan sólo diez por días. No tiene sentido perder el tiempo ya que el compromiso es un asunto oficial, aunque esa es mi opinión.

Naturalmente, esto significa que, también, tengo apenas diez días para prepararme, y no puedo permitirme el lujo de perder ni un momento. Primero tengo que empacar, luego debo explicarle todo a mis padres, finalmente despedirme de todas mis amistades en Myulan.

A diferencia de Patricia, sin embargo, no estoy predestinada por ningún motivo a permanecer en Vaxwald por el resto de mi vida. La princesa también me ha dicho que no estaría en ese lugar de forma permanente. “Solo será hasta que me sienta cómoda” , había explicado. Me imagino que no le tomará un año como máximo. Así que mi plan es, vivir allí durante un año y ver cómo evoluciona la situación.

Cerca del final de nuestros últimos días en Myulan, fui convocada a la sala del trono, donde el rey y la reina practicamente me pidieron que cuidara de su pequeña niña.

Entonces, finalmente, llego el dia de nuestra partida. Durante ese claro dia de verano, una gran multitud de plebeyos y nobles por igual, así como el rey, la reina, y el príncipe se reunieron para despedir a la princesa subía en un espléndido carruaje tirado por caballos, la seguí en silencio.

A partir de ahí, la cabalgata real se organizó de la siguiente manera: dos filas de caballeros a caballo en la parte delantera para servir como guardaespaldas, nosotras iremos en el carruaje del centro, y luego cinco carros más detrás de nosotros para llevar la dote de la princesa a Su Alteza, una gran variedad de artículos como un puñado de servidores que estarían viajando con nosotros hasta la frontera y no más allá. Por último, otras dos filas de caballeros a caballo protegiendo la retaguardia.

Patricia había estado llorando en el momento en que se despidió de sus padres, y había continuado así dentro del carruaje alrededor de una hora, pasado el tiempo, ella finalmente se detuvo.

—¿Se encuentra mejor? —pregunté frotando su espalda suavemente para tranquilizarla.

—No, para nada—indicó tristemente—. La sola idea de no volver a ver mis padres, es demasiado dolorosa… Oh, simplemente no puedo dejar de llorar…

—Lo sé y la entiendo princesa, pero solo imagine toda la diversión que podría tener  Vaxwald, ya sabe como… —dije, con la esperanza de animarla un poco—. ¿No le gustaria ver como se arreglan el pelo las otras damas? Si juzgamos el estilo de los caballeros que vinieron a visitarnos junto con el príncipe Darius, casi todos tenían el mismo corte, asi que quizas ese sea el estándar para los dragonantes varones pero ¿qué estilo prefieren las damas? Tal vez se llevan su pelo largo y siempre lo mantienen atado como lo hacemos en Myulan. ¿No tiene curiosidad?

—No —negó de inmediato la princesa, mientras me miraba con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Bien, quizás mostré demasiado entusiasmo, tendré que hacer otra cosa para animarla.

Levanté mis manos y uni las puntas de mis dedos frente a mi pecho, ahuecando el aire vacío, imagine una brillante gerbera de color naranja. Entonces concentré mi maná en mi manos y en cuestión de segundo una delgada flor apareció en el espacio entre mis manos, idéntica a la de que había imaginado, y rápidamente la ofrecí a la princesa.

—Mire princesa, espero que la haga sentir un poco mejor.

A diferencia de los dragonantes, cuyos cuerpos fueron construidos para el combate o los siliades y daemon,  cuya gran capacidad de mana los hace expertos en la magia, los floseides no poseemos ningún tipo de talento especial… creo que este seria nuestra unica habilidad.

Por desgracia, una mísera flor no parece ayudar mucho es su lamentable estado de animo, asi que imagine muchas margaritas de todos los colores hasta que su regazo estuvo completamente cubierto de flores. Pronto cayeron al suelo del carruaje, cubriendo el entorno con un particular olor a jardín. Al verlas la princesa finalmente sonrió.

—¡Increible, cuantas flores! Son muy bonitas. ¡Hay más de dónde vino eso!

Me dedique a la producción de distintos tipo de flores hasta que el piso estuvo alfombrado con flores de diferentes formas y colores, y mi mana se agoto. Oh bueno al menos he conseguido hacer que sonría.

—Las rosadas son tan lindas —reflexionó Patricia, mientras tomaba una de ese color. Se la llevó a la nariz para oler su fragancia, luego se volvió hacia la ventana—. ¿Aún no llegamos a la frontera?

Miré mi reloj de bolsillo.

—Todavía no, falta mucho princesa, me temo. En nuestro ritmo actual, tomaría alrededor de cinco horas para ir desde el castillo a la frontera… y sólo hemos viajado por una hora y media.

Y una vez que crucemos la frontera, tomará otras seis llegar a la Castillo de Vaxwald.

—Vamos a estar parando para tener el almuerzo en algún punto durante el viaje, pero déjeme saber si le gustaría salir afuera y estirar las piernas. Es un día soleado, así que asegúrese de mantenerse hidratada.

Estamos a finales de agosto aunque en Myulan no hace tanto calor, debemos ser cautelosos por que es una marcha bajo el imponente sol. Además, de Patricia hay muchos otros servidores en carruaje detrás de nosotros, y una vez que crucemos la frontera, los dragonantes se unirán a nosotros para el segundo tramo de la jornada.

—Lo haré, gracias. Dios mío, viajar es siempre agotador —suspiró Patricia , girando la margarita entre sus dedos.

♦️ ♦️ ♦️

Llegamos a la frontera pasado el mediodía. Patricia y yo seríamos despedidas por los caballeros y criados que nos acompañaron desde Myulan; solo nosotras cruzaremos la frontera a pie, junto con los caballeros que entregarian la dote de Patrizia con el de Patricia dote artículos.

Llegamos a la frontera justo después del mediodía. Patricia y yo nos separaríamos de los caballeros y sirvientes que nos acompañaron desde Myulan; nosotras dos debíamos cruzar la frontera a pie, junto con los caballero que dejarían la dote de princesa lo suficiente cerca para que los caballero dragonante pudieran tomarla.

—Un carruaje de Vaxwald nos está esperando al otro lado —llamé a la princesa, que todavía estaba dentro del carruaje.

Similar a la cabalgata de Myulan, el carruaje para la princesa preparado por el reino de Vaxwald estaba en el centro flanqueado por caballeros montados a caballo en ambos lados. Parecía haber una multitud de dragonantes formados a la distancia, parece que son espectadores, debe haber más de un centenar.

—Mira princesa, parece que los ciudadanos de Vaxwald han venido a darte la bienvenida —dije en tono alentador.

—¿De verdad? —La tensión se desvaneció de su expresión ligeramente.

Al salir del carruaje, las margaritas gerberas se derramaron con ella.

—Bueno, entonces… vámonos.

—Como desee, su alteza.

Con una despedida final a los sirvientes y caballeros de Myulan, Patricia cruzó lentamente la frontera. La seguí tranquilamente, admirando mi propio trabajo desde atrás.

Hoy le había dado un peinado más refinado y pulido: todo, incluido el flequillo, estaba recogido en un moño alto en forma de abanico con una tiara posicionada en el frente. Era el tipo de imagen que combinaría bien con un vestido de novia, y también complementaba a la perfección con sus grandes aretes. En cuanto a mí, había elegido mantener mi peinado relativamente liso, sin adornos para el cabello. No quería distraer la atención de Su Alteza, después de todo.

Cuando nos acercamos al procession de Vaxwald, un caballero de mediana edad cerca del frente saltó de su caballo y se arrodilló ante Patricia.

—Desde aquí, nosotros, los caballeros de Vaxwald, juramos humildemente proteger a Su Alteza, la princesa Patricia, y llevarla con seguridad ante el príncipe Darius en el castillo. Ven por aquí, por favor.

El hombre se puso de pie y nos condujo a un hermoso carruaje blanco.

Pero antes de que Patricia entrara, la multitud de plebeyos comenzó a gritar:

—¡Anulen el matrimonio!

—¿Qué? —Asustada, me volví para mirarlos. Pensé que habían venido para apoyar a Patricia, pero luego de una inspección más profunda, las miradas en sus caras no parecían muy acogedoras.

—¡Envía a esa princesa mimada de vuelta a Myulan!

—¡No queremos que una derrochadora gaste el dinero de nuestros impuestos en vestidos bonitos!

No podía creer lo que decían. ¿Derrochadora? ¿Vestidos bonitos? ¿De dónde viene esto? Patricia ciertamente no tenía este tipo de reputación en Myulan. En todo caso, era vista como la pequeña princesa de la nación. Por supuesto, ella aun es una niña, por ende tiene los intereses de una niña, todavía tenía el sentido de interés propio de una niña, pero era amable de corazón. Y aunque era conocida por comprar vestidos y accesorios caros, ella es una princesa, por lo que es normal que gaste más que una persona común y corriente.

—¿Qué está pasando…? —Patricia preguntó, con los ojos muy abiertos y piel tan pálida como un papel.

—¡ANULEN EL MATRIMONIO!

Indignados por su presencia, la multitud comenzó a acercarse más y más rápido hasta que estuvieron casi corriendo hacia ella

—Sube al carruaje, alteza. Nos encargaremos de ellos.

El caballero de mediana edad nos hizo pasar adentro, luego cerró rápidamente la puerta detrás de nosotros.

—¡Márchate ahora! —Lo escuchamos decir al cochero, y entonces el carruaje comenzó a moverse, con caballeros protegiéndonos por todos lados.

Pero solo había avanzado un poco, cuando la procesión se detuvo nuevamente cuando la multitud de manifestantes se movió para bloquear nuestro camino.

—¡Fuera del camino! ¡No lograran nada haciendo esto! ¡El compromiso ya ha sido decidido! —gritó uno de los caballeros desde fuera.

—¡¿Te haces llamar caballero ?! ¡¿No te importa el futuro de Vaxwald?! —vociferó un manifestante—. ¡Seguramente el príncipe Darius puede encontrar una mejor reina que esa!

—¡ANULEN! ¡EL! ¡MATRIMONIO! ¡ENVIENLA A SU REINO! ANULEN EL MATRIMONIO! —La multitud cantaba al unísono a nuestro alrededor.

Al principio, esta protesta parecía relativamente pacífica, pero la discusión con el caballero había agregado leña al fuego, y el carruaje se sacudió ligeramente cuando alguien de fuera lo empujó con fuerza.

—Tengo miedo —susurró Patricia a mi lado, casi al borde de las lágrimas. Apretando los dientes, la abracé con fuerza. Solo podía imaginar cómo los caballeros y sirvientes de Myulan deben haberse sentido en este momento, impotentes para hacer otra cosa que simplemente ver el espectáculo desde el otro lado de la frontera.

—¡No toques el carruaje! ¡Arrestenlo! —gruñó un caballero.

Aunque pudieron haber detenido al único manifestante, la multitud rápidamente se convirtió en un disturbio a gran escala, y el carruaje continuó sacudiéndose y tambaleándose. ¿Las personas se toparon inadvertidamente contra el transporte en la pelea, o estaban tratando activamente de volcarnos?

—¡¿Por qué está pasando esto?! ¿Qué les he hecho? —gimió Patricia, encogiéndose en una pequeña bola.

¿Qué pasa si estos manifestantes intentan abordar el carruaje?, pensé en pánico. ¿Qué haremos entonces?

Seguramente tendrían la sensatez de mantener sus manos fuera de la princesa de otro país o eso esperaba. En cuanto a mí, sin embargo, puede que no tenga tanta suerte.

En ese momento, el rugido de una bestia sacudió el carruaje. No, no solo uno, varios. Y me di cuenta de que se acercaban.

—¡¿Qué fue eso?! —chilló Patricia, tapándose los oídos con las manos asustadas. La cabina del carruaje parecía vibrar con cada gruñido, y por un momento me pregunté si podría romper las ventanas.

—¡¿Dragones?! —grité sobre los rugidos desgarradores—. ¡Tal vez alguien se ha transformado!

¿Fueron los caballeros o los manifestantes? En cualquier caso, estábamos en peligro. Si esto se convirtiera en un choque de dragones de tamaño completo, nuestro carruaje seguramente sería aplastado bajo sus pies.

Luego, contra todo pronóstico, el silencio reino a nuestro alrededor, no quedaron rastros de los gritos bestiales del dragón.

—¿Qué pasó? —susurró Patricia, y una fracción de segundo después, la puerta del carruaje se abrió de golpe. Me levante frente a la princesa, protegiéndola.

—¡Su Alteza! ¿Están todos bi…?

¿No podía entrar al carruaje alguien mas ademas de este caballero de elegante pelo dorado? Quiero decir, Raye Aride. El tipo que me dejó.

Sabes, es irónico que un simple caballero se vea más principesco que el príncipe real, gruñí internamente.

Mientras tanto, Raye me miró y se congeló, con los ojos muy abiertos.

—Hola —lo saludé casualmente.

—¿Qué estás haciendo aquí? —gruñó.

—He venido con Su Alteza como su estilista personal.

—Solicité su compañía personalmente —explicó Patricia.

Raye la miró por el rabillo del ojo, luego me miró e insinuó.

—No decidiste… perseguirme ni nada, ¿verdad?

Generalmente no soy el tipo de persona que pierde los estribos, pero oye, ¿eso alguna vez me desanimó? Me puse de pie de un salto.

—¡Como si eso fuera a suceder! —Furiosa ante el simple pensamiento, lo fulminé con la mirada y me incline ante él—. No me importa un comino tu existencia. Vine aquí para hacer mi trabajo. ¡Supérate a ti mismo!

Kiara
ooooooooooh woooo jojojo es la mejor frase que he leido, excelente Maya *se levanta y le aplaude* pisotealo Maya, pisotea esa basura en el nombre de todas las mujeres.

—¡Raye! ¿Está segura su alteza? —Alguien nos llamó desde afuera del carruaje.

Ante esto, Raye volvió a sus sentidos. Nos acompañó afuera hacía ante un joven de cabello plateado y corto. Era más bajo que Raye, pero más bronceado y musculoso.

Su Alteza, el príncipe Darius.

—Me alegra que estés aquí, Patricia. Qué horrible bienvenida ha sido… me disculpo sinceramente.

Un puñado de manifestantes permanecían atados con una cuerda, pero apenas la necesitaban. Ahora que el príncipe estaba aquí, toda la multitud estaba quieta.

—Su Alteza… —Patricia se acercó mansamente a él, y cuando él puso una mano tranquilizadora sobre su hombro, ella continuó—. Pensé que me estabas esperando en el castillo.

—Bueno, me aburrí, así que le pedí a mis guardaespaldas que me escoltaran aquí… y me alegro de haberlo hecho.

—Entonces… esos rugidos que escuchamos ¿Eran suyos?

—Sí, me temo que sí. Vinimos a caballo, pero cuando vimos la conmoción, nos transformamos.

Detrás de la colina, a lo lejos en la colina, pude ver algunos caballos trotando en nuestra dirección para reunirnos con sus amos.

Darius miró a la multitud y luego a Patricia.

—No te preocupes. Estos alborotadores serán tratados en consecuencia. Parece que solo estaban actuando por preocupación por su país.

—Creo que tienen una idea equivocada sobre mí.

—Sí, parece que han sido engañados por rumores infundados.

—¿De dónde vendrían tales rumores?

—No estoy seguro… Haré que mis hombres continúen investigando. Por ahora, creo que es seguro decir que el verdadero culpable se encuentra en otra parte. No te preocupes demasiado, ¿de acuerdo? Estas cosas suceden cada vez que se introduce a la realeza extranjera en la dinastía gobernante. A la gente le preocupa que un extraño dañe el país, y luego comienzan a creer su propia paranoia como una realidad.

Darius sonrió, mostrando sus blancos y perlados dientes.

—Relájate. Los rumores se extinguirán una vez que los ciudadanos te conozcan. Te van a querer, lo prometo.

Para ser tan joven, Darius parecía tener una buena cabeza sobre sus hombros. Me imagine el gran rey en el que algún día se convertiría.

—Está bien —respondió Patricia, sonrojándose débilmente.

—Por cierto… —dijo el príncipe, mirando en mi dirección, luego se volvió hacia Raye—. ¿No es esta la mujer que creías que era tu alma gemela? ¿Qué está haciendo aquí?

—Ella es mi estilista. Obtuve un permiso especial para traerla —explicó Patricia.

—Oh, es cierto. Recuerdo que me hablaste de ella. Parece que nos encontramos por fin.

Raye frunció el ceño cuando Darius y Patricia continuaron su conversación. Era la primera vez que lo veía molesto, considerando que era todo sonrisas cuando éramos “almas gemelas” o lo que sea.

Cuando Darius sonrió maliciosamente a su fiel guardaespaldas dos años mayor que él, recordé cómo Raye me había dicho que respetaba a Su Alteza y que lo consideraba un hermano menor. En aquel entonces, su relación parecía bastante fraternal, pero ahora Raye parecía resentir cada fibra del ser de Darius.

—¡Oh, lo sé! —exclamó el príncipe aplaudiendo.

—No te atrevas —le respondió Raye rápidamente.

—¡Al menos déjame terminar!

—Esa expresión en tu cara me dice que no está pensando nada bueno.

—¡Disparates! ¡Dios nos libre! —Darius insistió, con una sonrisa juguetona en sus labios—. He decidido que te convertiré en uno de los guardaespaldas de Patricia.

—¿Me está degradando? Pensé que ya habíamos elegido a sus guardias —respondió Raye, arqueando una ceja.

Pero Darius no perdió el ritmo.

—No te voy a degradar. Esto es solo una colocación temporal —aclaró con una sonrisa alegre—. Y aunque ya he asignado algunos hombres a la tarea, estoy seguro de que la princesa se sentiría más segura de tener a alguien cerca que ya conoce y en quien confía. No te importa unirte a su equipo, ¿verdad? —se giró hacia Patricia—. ¿Qué opinas princesa? Apuesto a que preferirías tener al menos un rostro familiar cerca, ¿verdad?

—Sí, por favor —respondió Patricia obedientemente, mirándome por el rabillo del ojo.

Ni siquiera podía comenzar a imaginar cómo debía haberme visto en ese momento… pero estoy dispuesto a apostar que la expresión tragame tierra estaba escrito en todo mi rostro.

5 respuestas a “¿Hay posibilidad de un final feliz? – Capítulo 4: En la guarida de los dragones”

  1. ¡Ay chica! Igual tu puedes superar eso. Si eres capaz de decirle lo que se merece en su cara, eres capaz de pasar de él.😅

    ¡¡¡Muchas gracias!!!

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