Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 37: Charla de chicas

Traducido por Shiro

Editado por Sharon


Lilia tosía sin poder parar. La personas se sorprendían cuando les decía que anhelaba al señor Wilhelm, pero su reacción no había sido como las otras. ¿Era de verdad tan sorprendente?

Mientras tosía, Lilia me miró con ojos acuosos.

—¿Quién es realmente?

—Es tal como dije.

—No, ¡de verdad! Er… Por capitán Wilhelm te refieres al capitán de los caballeros, Wilhelm Aibringer, ¿cierto?

—Así es.

¿Por qué preguntaba algo tan obvio? Aunque otras personas podían llevar Wilhelm por nombre, sólo había un capitán de los caballeros que se llamaba así.

—E-Eh… um… ¡Pero, C-Carol! El capitán Wilhelm es… un anciano, uhh… ¡Una persona muy entrada en edad, ¿no te parece?!

—No puedes evitar hablar con franqueza, ¿no es así?

—¡Pues claro! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué te corteja alguien como él?!

—He querido esto desde que tenía siete años.

—¡¿Más de la mitad de tu vida?!

La sorpresa de Lilia no conocía límites. Aunque otros se habían asombrado, nunca nadie hasta ahora me había exigido razones. Sin embargo, a Lilia debo decírselo, así termine llorando en el proceso.

—Pero yo…

—¿Eh?

—El señor Wilhelm me rechazó.

—¡No puede ser!

Recordar el severo rechazo por su parte hizo que me sintiera miserable. Por poco lloro. Sin embargo, no derramaré lágrimas. Porque una mujer que llora es de tercera, pero una que aprieta sus dientes y soporta el dolor es de primera clase.

—E-Ehh… ¿Por qué te rechazaron?

—Aún soy muy joven. Al hablar, no supe distinguir algo bueno de algo malo. Por lo que, lo que dije hizo que el señor Wilhelm se enfureciera.

—¿Ah? Eh, entonces, ¿te dijo que te odiaba?

—No… Pero me dijo con mucha frialdad que regresara a casa.

—Regresa a casa.

Sí, eso fue lo que dijo el señor Wilhem con tono frío, y luego se dio la vuelta. Sólo el recordar su figura de espalda hace que quiere llorar. En ese momento, fui completamente rechazada.

—Te dijo… ¿que regresaras a casa?

—Sí… Fue la primera vez que me trataron con tanta frialdad.

—¿Y entonces? ¿Te dijo que no volvieras? ¿Que no te le acercaras de nuevo?

—No, no dijo nada similar.

Si me hubiese dicho algo así habría muerto allí mismo. Sólo con decirme eso rompió mi corazón.

—Eh… ¿Sólo te dijo que regresaras a casa?

—Así es.

—Eh… Entonces, ¿cuándo te rechazó?

—Eh…

Levanté mi rostro por reflejo al escuchar sus palabras. Ciertamente, no me dijo más aparte de que regresara a casa. Me pidió que no fuera hoy porque la Orden de Caballeros estaría patrullando. Sin embargo, el día de mañana y los que siguieran no estaban incluidos en sus palabras. Era como Lilia decía. No me dijo nada parecido a «No vuelvas».

¡Qué maravilloso! ¡No me rechazó!

—¡Lilia, muchísimas gracias!

—¿Eh? ¿Qué hice?

—Tienes razón. Después de todo no me rechazó. Sólo me pidió que regresara a casa. ¡Lo que significa que puedo volver de mañana en adelante!

—Lo siento. No entiendo de lo que hablas.

Lilia estaba confundida. Bueno, no era nada extraño, no le había explicado nada.

Decidí explicarle primero las circunstancias. Que le expresara mis sentimientos al señor Wilhelm durante la fiesta nocturna. Después, la visita que hice a la Orden de Caballeros y nuestro almuerzo juntos.  Y por último, el rechazo.

También le hablé acerca del asunto de Zack y Robert, por lo que terminó convirtiéndose en un largo discurso.

Mirando todo en retrospectiva, parecía que hubiese ocurrido hace mucho tiempo, cuando en realidad han pasado sólo cuatro días desde que dejé de estar comprometida con Su Alteza. Estos últimos días los había sentido sumamente largos. Probablemente, como antes me consumía la idea de estudiar en cada oportunidad que se me presentaba, ahora que no tengo nada que hacer los días se me hacen eternos.

—Divertido~ Bueno, según lo que me dices, no fuiste rechazada.

—¿No…?

Parecía que había creído erróneamente que había sido rechazada. El señor Wilhelm puede que se haya comportado con frialdad a causa de mis atrevidas palabras. Qué persona tan amable.

—Bueno, si de verdad te gusta, ¿por qué no comienzas a llevarle el almuerzo a partir de mañana? El acuerdo parece seguir en vigencia.

—Sí, esa es mi intención.

—Y… Zach, ¿era?

—Sí.

—¿No te gusta él, Carol?

—¿Pareciera que me gusta?

No lo había visto desde que era una niña, y los recuerdos que tengo de él no son muy agradables. En primer lugar, contribuyó en mi secuestro. Aunque luego, me dijo que reflexionó al respecto y se convirtió en mi caballero.

—Hmm… Ahora irás a menudo a la Orden, ¿no verás a Zack de nuevo?

—No lo sé. Él es un caballero de primer rango, aún no es un oficial.

—Si la otra persona quiere verte, se encontrarán. Quizás…

La verdad es que no quiero verlo. Lloré frente a él al pensar equivocadamente que el señor Wilhelm me había rechazado. Aunque todo se debió a mi malentendido.

—Entonces, Carol, ¿qué planeas hacer ahora?

—¿Qué planeo?

—¿No regresarás a la escuela? Lo ocurrido con la señorita Mary se hizo muy conocido, y su reputación es bastante mala. Puede que no lo digan en presencia de Su Alteza, pero se dice que probablemente te tendió una trampa. Carol, los nobles aparte de Su Alteza la evitan tanto como pueden.

—No tengo intenciones de regresar a la escuela.

—Si es por tu compromiso con Su Alteza, estás equivocada. Profesores me han dicho, «Dile a Ambrose que vuelva» y «Carol era una estudiante excelente».

—¿Te han dicho eso?

Me sentía mal por los profesores. Con frecuencia discutía acerca de cinemática con la profesora de física, McDonald. También conduje muchos experimentos con la profesora de química, Normandy. Ahora que pienso en ello, además de Lilia, los profesores eran los únicos con quienes me llevaba bien. Especialmente con la de matemáticas, Golbeza, con quien estudiaba después de clase y por lo general decía, «Revolucionaré el mundo de las matemáticas cuando complete mi teoría». Por mi parte, hice lo que estuvo a mi alcance para ayudarla. Casualmente, las tres eran mujeres, siendo la profesora Golbeza quien se lamentaba a causa de lo ostentosa que era su familia.

—Si no tienes nada qué hacer, te contaré algo. Parece que la solicitud que hiciste para retirarte aún no ha sido aceptada. Debería estar bien si regresas pronto.

—Oh, ya veo…

Me siento en conflicto. Podría regresar a la escuela. Me alegraba que esperaran mi regreso, pero me avergonzaría volver habiendo solicitado retirarme.

—Qué problema.

—No tienes que regresar si no quieres. ¿Qué? ¿Tienes algo que hacer? —preguntó Lilia.

—De hecho, sí.

Quizás lo mejor sea que no diga nada antes de tiempo, ya que aún no se sabe si pasaré o fallaré; pero si paso, no podré volver a la escuela.

—Presenté la examinación para ingresar a la Orden de Caballeros.

Entonces, por segunda vez ese día, Lilia escupió el té que tenía en su boca.

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