¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 48: Antes del punto de inflexión

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


Gracias al ligero cambio de opinión de Maryjun, Violette se sintió un poco menos pesimista. Aunque la forma de pensar de su media hermana no había cambiado del todo, había aceptado que debían mantener las apariencias. Eso era lo más importante.

Sin embargo, esto no sería suficiente para cambiar la vida de Violette. Ella seguiría siendo excluida del círculo familiar, arrastrada y tirada a su antojo. Se planteó endurecer su corazón y abandonar la idea de acercarse a Maryjun.

Aunque Violette sabía dónde quería estar después de la graduación, por ahora estaba atascada. De hecho, si alguien llegaba a notar sus intentos a medias, eso sellaría su camino hacia el convento. No era extraño que la hija de un duque buscara la Hermandad por su propia voluntad, pero ciertamente plantearía algunas preguntas. Su padre, sobre todo, tendría unas palabras muy duras para ella, y la casaría con algún noble por el bien del apellido Vahan. En realidad, Violette encontraba ese camino mucho más plausible que el de convertirse en monja.

¿Sería ese tipo de vida pacífica a su manera?

Si Maryjun cambiaba su actitud, atraería menos hostilidad de los demás. Siempre habría gente que buscara defectos, viendo los orificios de las cerezas como feas marcas de viruela, pero su malicia inflada los hacía fáciles de distinguir. Por ende, Violette decidió centrarse únicamente en evitar los peores resultados posibles en la academia. No le importaba que la gente odiara a Maryjun; su única preocupación era cómo reaccionaba Maryjun ante ellos.

—¿Hola…? Vio, ¿puedes oírme? —llamó la voz de Yulan.

—¡Oh! Em, lo siento. ¿Qué sucede? —respondió Violette.

—¿Esto está bien?

—Um… Sí, así es.

La biblioteca de la escuela era tan enorme que podía albergar a todos los estudiantes a la vez. Muchos otros espacios de la academia, algunos de los cuales eran considerados salones, funcionaban como bibliotecas, pero solo este lugar encarnaba verdaderamente el concepto. Tenía la mayor colección de libros disponible, por no hablar de la abundancia de asientos. Era como la oficina principal de todas las sucursales más pequeñas.

Hoy, tanto en los salones como en la biblioteca, se reunían multitudes de estudiantes. Solo había una razón por la que estos alumnos elegían voluntariamente quedarse después de clase para estudiar en la biblioteca, con sus libros de texto, apuntes e instrumentos de escritura esparcidos a su alrededor.

—Estoy segura de que sabes la respuesta, aunque no revise tu trabajo —dijo Violette.

—Sí, pero pensé que podrías elogiarme si lo hacía bien. Je, je —respondió su amigo con una sonrisa.

Yulan estaba de tan buen humor que uno no se habría imaginado que estaba estudiando. Ni siquiera disfrutaba especialmente del estudio, a pesar de su habilidad para ello. No, el hecho de que estuviera eufórico casi hasta el punto de tararear era solo porque Violette estaba a su lado. Ni siquiera estaba concentrado en estudiar, pero era un mal necesario, así que Violette supuso que mataría dos pájaros de un tiro ayudándole.

—Veamos… ¿Qué tal si te doy una recompensa si respondes todo correctamente?

—¡¿De verdad?! ¡Genial!

Los dos estaban estudiando como iguales, lo que significaba que no había ninguna razón real para que Violette hiciera el papel de su profesora. Sin embargo, no tenía ningún problema en invitarle a comer a algún sitio si Yulan quería. Y con su inteligencia, Yulan tenía garantizado acertar todas las preguntas.

—Entonces, será mejor que termines antes de la hora de cierre —le dijo Violette.

—De acuerdooo.

En ese momento, su expresión indiferente se tornó seria. Aunque ya no sonreía, Yulan seguía irradiando calma. Si bien sus ojos caídos no eran tan agudos como los de Violette, seguían teniendo una auténtica delicadeza, a pesar de que la forma en que miraba sus notas no era particularmente gentil.

En efecto, los exámenes se acercaban para los dos. El año escolar se dividía en trimestres, y cada uno tenía dos exámenes para un total de seis por año. Duraban tres días y ponían a prueba las habilidades académicas de los estudiantes en todas las asignaturas, por lo que eran naturalmente detestados. El examen que se avecinaba no sería tan malo, ya que era el primero del nuevo año escolar, pero las preguntas eran acumulativas; a medida que avanzaba el año, las pruebas se volvían cada vez más complicadas.

No era posible estudiar a la fuerza. Si los estudiantes absorbieran todo el material a medida que lo aprendieran en clase, no sería necesario estudiar, pero eso también era imposible. Por ello, los estudiantes descubrieron un agujero en el sistema: los alumnos de cursos superiores pasaban sus exámenes a los de cursos inferiores. No era algo tan nefasto como las trampas, sino una estrategia trivial para ayudar a los estudiantes a aprobar.

—Me alegro de que hayas conservado tus antiguos exámenes —le dijo Yulan a Violette.

—No hay manera de que los tire. Sabía que los necesitarías.

Los profesores tenían muy poco tiempo libre. Revisar esos seis exámenes anuales cada vez habría sido demasiado trabajo. Además, más importante aún, como los contenidos de las lecciones no cambiaban, modificar las preguntas del examen por sí solo habría supuesto mucho trabajo extra. Por lo tanto, los exámenes rara vez cambiaban a lo largo de los años. Aunque no fueran réplicas exactas, aproximadamente el sesenta por ciento, o incluso el setenta por ciento, de las preguntas seguían siendo las mismas. Las únicas diferencias reales se encontraban en el enunciado o los números; los métodos no cambiaban.

Solo el examen de fin de curso para los alumnos que pasaban al siguiente grado se verificaba por completo cada vez, lo que anulaba esta estrategia. Sin embargo, solo era una forma de facilitar las cosas, no una forma segura de tener éxito.

—Aun así, pensé que podrías guardarlos para… Ya sabes.

Violette había ayudado a Yulan con sus exámenes en la escuela media, pero él había asumido que ella otorgaría su bendición a otra parte. Teniendo en cuenta que él ya dominaba la materia, pensó que ella se sentiría obligada a ayudar a su hermana menor, Maryjun. La chica apenas parecía distinguir entre izquierda o derecha cuando se trataba de la escuela.

Leyendo la aprensión en su mirada, Violette dijo secamente:

—No tengo intención de presionarla si no lo pide. Además, creo que estará bien. —Luego, volvió a mirar su libro de texto.

Seguramente Violette conocía mejor el intelecto de Maryjun que la propia chica. En el pasado, Violette la había despreciado, así que había planeado sabotear a Maryjun en lugar de ayudarla. No obstante, Maryjun había brillado como la mejor alumna. Esta vez, Violette pensó en ofrecerse a ayudar a la chica si se lo pedía, pero no parecía que hubiera oportunidad de hacerlo. Maryjun no sabía lo que era tener problemas con los estudios: era un genio.

—Dejémosla por ahora y centrémonos en tus estudios. Si no obtienes buenas calificaciones, no tiene sentido que te ayude, ¿verdad?

—Sí, haré lo que pueda.

—Me alegra oír eso.

Una vez que él dijo eso, ella pudo asumir que Yulan lo haría bien. Él tampoco era de los que tenían ansiedad por los exámenes. No, la que realmente tenía que duplicar sus estudios era Violette.

—Esta puede ser un poco difícil —murmuró Yulan mientras volvía a concentrarse, con la voz lo suficientemente baja como para que nadie pudiera oírlo.

Violette estaba presentando este examen por segunda vez, pero eso no lo hacía necesariamente más fácil. Aunque había estudiado mucho la última vez, sus notas habían visto eclipsadas por el increíble rendimiento de Maryjun. Como resultado, su padre había recitado todo tipo de quejas.

Aunque Violette no era un genio, era mucho más inteligente que la media. Y había sacado una buena nota la última vez que presentó el examen, por lo que había acabado discutiendo con su padre. Esta vez, escucharía en silencio con la esperanza de que él pasara rápidamente a alabar a Maryjun. Para ello, tenía que conseguir unas notas lo suficientemente buenas. Sin embargo, nunca había imaginado que volvería a presentar este examen, y el recuerdo de su pelea disminuía sus ánimos.

El mayor obstáculo era que no tenía a nadie a quien pedirle prestado un examen antiguo. Conocía a algunos alumnos de cursos superiores, claro, pero solo eran eso: conocidos. Ninguno de ellos le explicaría las cosas, ni ella era de las que preguntaban. Por lo tanto, la estrategia de estudio que la mayoría de los estudiantes utilizaban estaba fuera de lugar para ella.

Como no era capaz de predecir lo que podría aparecer en el examen, tenía que memorizar todos los detalles de los libros de texto. Si su memoria fuera lo suficientemente buena como para recordar las preguntas del examen de un año antes de su encarcelamiento… Bueno, si eso fuera así, podría haber memorizado todo el material en clase para empezar.

A Violette le resultaba arduo incluso el primer examen del año, así que cuando cada uno de los siguientes resultaba aún peor que el anterior, se encontraba fantaseando con quemar la academia. El proceso le había dejado el cerebro absolutamente frito.

Al recordarlo ahora, se estremeció ante la inmensidad del obstáculo que tenía ante ella. Aunque ninguna de las dos hermanas podía repasar los antiguos exámenes, su padre sin duda exigiría saber por qué Violette no había llegado a ser la mejor de su clase, aunque Maryjun sí. Solo importaban los números; sus esfuerzos no significaban nada para él. Por mucho que se esforzara, él vería a Violette como inferior, más perezosa y más irresponsable que Maryjun.

Si todo el mundo tenía un talento innato, algunas cosas solo podían aprenderse con el trabajo duro. En cualquier caso, los esfuerzos de Violette no podían compararse con el genio de Maryjun. Por eso, su padre la despreció.

Creo que me regañó por “poner excusas”.

Le había dicho que no usara el talento como excusa. Los mismos labios que alababan a Maryjun como un prodigio habían reprendido a Violette por su supuesta indolencia. Violette se dio cuenta entonces de la parcialidad de este hombre. Había sido víctima de sus prejuicios en innumerables ocasiones, y con el tiempo se había acostumbrado al trato, pero en aquel momento sus palabras la habían atormentado. Había pasado aproximadamente un año desde entonces, por lo que sus recuerdos ahora eran algo borrosos.

Violette sabía que Maryjun era un genio, y hacía tiempo que era consciente de que lo que ella consideraba “esfuerzo” nunca podría estar a la altura. Por eso, ya no era pesimista respecto a su falta de talento.

—Bueno, los resultados hablarán por sí mismos —se dijo Violette.

Sin importar lo mucho que afirmara haber hecho lo mejor posible, eso no cambiaría el hecho de que Maryjun la eclipsaría. Al final, no le quedaba más remedio que seguir estudiando de una manera terriblemente ineficiente, como su yo del pasado.

Sin proponérselo, dejó escapar un largo y profundo suspiro.

Por lo general, nadie lo habría notado. Sin embargo, el chico que tenía a su lado la priorizaba por encima de cualquier otra cosa en el mundo. Aunque estuviera inmerso en sus estudios, era imposible que Yulan dejara escapar el pequeño desliz de Violette.

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