Traducido por Lugiia
Editado por Freyna
Yulan comprendió por completo lo que la gente quería decir cuando llamaba a los ojos “las ventanas del alma”. Observar a alguien era señal de interés, así que si ocurría más a menudo, eso demostraba que vivía en tu mente. Además, mirar a esa persona fijamente ayudaba a grabar su imagen en la memoria. Yulan sabía a ciencia cierta que el corazón de Klaude estaba concentrado en Violette, aunque no sabía si los sentimientos que lo acompañaban eran buenos o malos.
Aun así, él es fácil de leer.
Hace un momento, Yulan había notado que la mirada de alguien se detenía en ellos dos —o, más bien, solo en Violette— y pudo identificar de inmediato a la persona en cuestión. Estaba acostumbrado a que Klaude tuviera esa expresión en la cara, como si estuviera a punto de decir algo, siempre que estaban cerca el uno del otro.
Si Yulan hubiera sido el centro de esa mirada, podría haberlo ignorado fácilmente. Sin embargo, la mirada de Klaude no iba dirigida a él, sino directamente a Violette.
—Me pregunto si tendré tiempo libre el último día de los exámenes —dijo Violette.
—Tal vez… ¿Quieres hacer una celebración después de los exámenes, solo nosotros dos?
—Sí. Suena divertido.
La sonrisa de Violette disolvió las ganas de Yulan de chasquear la lengua en señal de frustración. No importaba si la mente de Klaude seguía fija en ella, siempre y cuando Violette estuviera feliz. Y, por suerte, parecía que ella aún no era consciente de su mirada.
—Podemos ir a algún sitio a comer… ¿Hay algo que quieras hacer? —preguntó Violette.
—Yo… Bueno, no se me ocurre nada en particular, je, je.
El mero hecho de estar con Violette satisfacía el noventa por ciento de los deseos de Yulan. El otro diez por ciento era merecer su amor, pero sabía que aún no era el momento. Por ahora, al menos, estaba completamente satisfecho.
—Entonces, piensa a dónde te gustaría ir —respondió Violette.
—Deberías elegir tú…
—De ninguna manera. Quiero recompensarte por todo lo que has hecho.
A pesar de su insistencia, Yulan ya había recibido su recompensa solo por tener a Violette acompañándole. Como alguien que normalmente no quería mucho, no se le ocurría nada. Los deseos de Yulan siempre giraban en torno a Violette. O, más exactamente, las necesidades de Yulan eran inseparables de su existencia. Si ella no estuviera, Yulan ni siquiera desearía respirar.
—Um…
Él se sintió complicado. No quería molestar a Violette, y aunque quería aceptar su recompensa, no tenía ni idea de qué podía ser esa “recompensa”. Debería haber sido un enigma bienvenido, pero a él le parecía incluso más difícil que hacer exámenes.
—Déjame pensarlo hasta entonces —dijo, desconcertado.
La verdad es que no se le ocurría nada, pero idearía algún plan por el bien de ella. Era una confianza infundada, pero tenía convicción mientras desviaba el problema hacia su yo futuro. Pensó que estaría bien.
—No tienes que hacerlo si no quieres.
—No es eso —respondió rápidamente—. Desde luego que quiero.
Su negación fue tan vehemente que la cara de inquietud de Violette se transformó en una de sorpresa. Allí sentada, parpadeando y con los ojos saltones, a los ojos de él parecía casi una niña. Sin embargo, tuvo que objetar, de lo contrario Violette lo habría malinterpretado. Podría haber pensado que estaba siendo una molestia o que a él realmente no le gustaba la idea.
Yulan se preguntó cuánta gente sabía que Violette era hipersensible a las expresiones y el lenguaje corporal de los demás. Probablemente, ella misma no era consciente de ello; de hecho, Yulan pensaba que era un poco densa en lo que a esto se refería. No obstante, se limitó a fingir que no veía su reacción y se concentró en mantener la calma. Si se descuidaba un poco, ella notaría el más mínimo cambio en su comportamiento.
No es que su percepción interior fuera buena; al contrario, estaba estropeada y no distinguía las señales importantes de las que no lo eran. Había nacido y crecido en un mundo en el que necesitaba esa hipervigilancia para sobrevivir. Por eso, lo mejor para él era ser sincero con ella.
—Estoy muy emocionado con esto, te lo juro. Pero no se me ocurre nada —admitió Yulan.
—Ya veo. Perdona por soltarlo de repente.
—No. Es que nunca me había dado cuenta de lo poco que quiero en realidad.
—Cierto, rara vez te oigo decir que te gusta algo o que quieres algo.
—Sí.
Deseaba tanto a la chica que tenía delante que se sacrificaría en el proceso, pero sabía que se arrepentiría si atacaba demasiado pronto. El fracaso puede ser considerado la madre del éxito por algunas personas, pero Yulan solo tenía una oportunidad de tener éxito en esto. Si fracasaba, no tendría otra. Y si fracasaba, no solo él sería desgraciado, sino también Violette, y eso no se lo permitiría jamás. Un mundo que tenía un futuro oscuro para Violette era fundamentalmente erróneo. Yulan haría cualquier cosa para hacerla feliz, aunque eso significara hacer sufrir a otra persona.
Incluso si eso hacía sufrir a otra persona…
Sí, eso era cierto, incluso si esa persona era el propio Yulan.
Se sentó un momento en silenciosa contemplación.
—¿Yulan? —Violette preguntó.
—Oye, Vio.
—¿Eh?
Sus ojos grandes y redondos adquirieron un color peculiar al reflejar el rostro de Yulan. Brillaban tanto que Yulan llegó a jurar que eran joyas. Aunque desde entonces había visto todo tipo de joyas reales, seguía valorando los ojos de Violette por encima de todo. Eran dos hermosas gemas que lo eran aún más cuando ella sonreía. No importaba cuándo ni dónde, Violette era la parte más hermosa y preciosa del mundo de Yulan. Se dejaría arrojar a las profundidades del infierno, y ni siquiera le importaría mientras Violette pudiera sonreír feliz.
O eso había pensado.
—Si no puedo decidir algo para entonces, propongamos algo juntos.
—Por supuesto. Iré donde quieras.
¿Estaba realmente enamorada? ¿Quería que él la amara?
El día que se enamoró por primera vez, Yulan había deseado la felicidad de su diosa desde su lugar en el infierno. Y cuando ese deseo se hizo pedazos y se lo llevó el viento, juró que nunca más confiaría la felicidad de Violette a nadie.
Su amor era demasiado valioso para desperdiciarlo en un hombre que no pensaba en ella, un tonto que no sabía nada de la nobleza de su diosa. Ese hombre había desechado a Violette porque no la necesitaba. Era demasiado tarde para que él la codiciara ahora. Klaude podría maldecir su pasado en las mismas profundidades del infierno que Yulan ya había experimentado.
Sus ojos se nublaron de puro odio, de maldiciones tácitas. Yulan prefirió fingir que no se había percatado en absoluto de la mirada de Klaude.
Si ella conociera mis sentimientos ahora mismo…
Si Violette supiera que era el objeto de la mirada de Klaude, si supiera que había encantado a aquel hombre, si llegara el día en que su deseo de ser amada se cumpliera…
¿A quién elegiría Violette? ¿Quién podría hacerla feliz?
AME 💕💕💕, pero, como me puso nerviosa de alguna manera el final.