Traducido por Shisai
Editado por Lugiia
—Soy yo, Katarina Claes. ¿Puedo pasar?
—Adelante —dijo alguien desde el interior. Al entrar en la habitación, descubrí que, tal y como esperaba, la voz pertenecía a Raphael, el cual estaba sentado en un escritorio mientras trabajaba. A medida que Lahna dejaba a un lado sus obligaciones como jefa de departamento y se dedicaba a profundizar en su propia investigación mágica, era en realidad su segundo al mando, Raphael, quien mantenía el departamento en funcionamiento. Como resultado, su carga de trabajo no era ninguna broma.
Me sentía mal por pedirle que me instruyera en mi entrenamiento de Magia Oscura, incluso en esas circunstancias.
Sin embargo, Raphael siempre decía: «Por favor, no se preocupe, señorita Katarina. Pasar tiempo con usted, así, es un descanso agradable. Lejos de ser una molestia, en realidad me siento con más energía cuando vuelvo a mi otro trabajo».
Realmente es un buen mentor.
Raphael detuvo su trabajo y me miró fijamente a la cara.
Sin entender el significado de la mirada que me dirigió, le miré sin comprender.
—¿Ha cambiado de opinión sobre nuestro entrenamiento? —preguntó Raphael.
—¿Cambiar de opinión?
—Sí, señorita Katarina. Siempre parece un poco abatida antes de nuestro entrenamiento de Magia Oscura, pero hoy no tengo esa impresión.
Parecía que mis sentimientos al respecto habían sido descubiertos no solo por el señor Hart, sino también por Raphael. Pero ¿cómo? ¿Mi expresión era realmente tan fácil de leer, tal y como había afirmado Sora?
—Um, parece que le he estado preocupando todo este tiempo. Lo siento.
Sentí la necesidad de disculparme.
—No, no. En primer lugar, le obligaron a participar en este entrenamiento por órdenes de arriba, así que es comprensible que no le entusiasme —dijo Raphael.
Es verdad. Me habían dicho que participara en este entrenamiento de Magia Oscura porque, aunque descifrara el Pacto Oscuro, no podría dejar constancia de su contenido a menos que aprendiera a usar los hechizos que contiene. Por lo tanto, los altos funcionarios del Ministerio de Magia habían declarado que querían que intentara aprender a usar su magia, al menos las partes que no eran peligrosas. Solo lo estudiaba bajo esas órdenes.
En realidad, había planeado que Sora, quien también podía usar Magia Oscura, me enseñara. Sin embargo, como él no tenía ni idea de cómo enseñar a otros, la tarea recayó en Raphael, quien ya no podía usar Magia Oscura, pero había sido capaz en el pasado.
—Bueno, mi falta de entusiasmo tenía más que ver con mis sentimientos hacia la Magia Oscura en sí, que con el hecho de que me ordenen aprenderla los superiores.
Le expliqué a Raphael cómo me había parecido que la Magia Oscura no era algo bueno, y cómo había cambiado mi impresión sobre ella a raíz de lo que me había contado el señor Hart.
—¿Qué razón tuvo el creador de la Magia Oscura para crearla? Creo que nunca me lo había planteado —musitó una vez que terminé de contarle todo.
—Yo tampoco había pensado mucho en ello, aunque siempre había supuesto que quien creó la Magia Oscura tenía una razón maligna para hacerlo.
—Pero ese no es necesariamente el caso. De hecho —comentó Rafael. Después de detenerse un momento, continuó—, para la marquesa Dieke, fue el miedo a perder a su hijo, Sirius, lo que la llevó a usar la Magia Oscura. Aunque sus acciones fueron imperdonables, también correspondían a las de una madre con un poderoso deseo de salvar a su propio hijo. Tal vez no sea del todo correcto juzgar lo que hizo como puramente malvado.
Raphael es una persona increíble, capaz de considerar los sentimientos de la persona que una vez mató a su madre y le robó la vida. Si fuera yo, no sería capaz de pensar en ella de esa manera.
Insegura de cómo debía responder, permanecí un rato en silencio, buscando palabras que decir.
—Por favor, no se preocupe por mí —comentó, pareciendo darse cuenta de lo que pensaba—. Desde que empecé a trabajar en el Ministerio de Magia, me he dado cuenta de que mi trauma emocional, que me dejó tan desorientado, se ha ido curando día a día. Estoy en un punto en el que puedo hablar tranquilamente de lo que pasó entonces.
Tras decir esto, Raphael sonrió un poco.
Las heridas sufridas en el corazón eran diferentes de las cicatrices físicas, en el sentido de que no eran visibles para los demás. Por lo tanto, si el que sufría esas heridas insistía en que estaba bien, los que le rodeaban no tenían más remedio que creerlo. Aunque en realidad solo pusieran cara de valientes, sus heridas metafóricas seguían manando sangre emocional… Pero en el caso de Raphael, no creía que estuviera mintiendo o tratando de hacerse el fuerte.
—Me sentía mal por haberle pedido que me ayudara con mi entrenamiento en Magia Oscura. Pensé que podría haber sido doloroso para usted recordar las cosas horribles que sucedieron en su pasado…
—Suena como si le hubiera causado mucha preocupación. No es así como me siento, así que no se preocupe. Al contrario, estoy encantado de tenerla para mí solo por una vez, señorita Katarina —respondió generosamente.
Raphael realmente es una persona amable, diciendo tales cosas después de estar a cargo de una estudiante inútil como yo.
—Ahora bien, para que algún día pueda ayudar a alguien usando Magia Oscura, aprovechemos al máximo el entrenamiento de hoy.
—Sí, señor —respondí con entusiasmo. Entonces, comenzamos nuestro entrenamiento habitual.
♦ ♦ ♦
Mi entrenamiento de Magia Oscura por el día concluyó, y llegó la hora de mi descanso para almorzar. Después de decirle a Raphael, quien mencionó que comería el almuerzo que había traído mientras ordenaba los documentos, que no trabajara demasiado, me dirigí a la cafetería del Ministerio.
Hmmm, ¿qué debería comer hoy?
—Señorita Katarina —me llamó una voz. Reconocería esa adorable voz en cualquier parte.
—María.
Al girarme, vi a María, la cual se había convertido en mi amiga en la Academia de Magia y ahora también trabajaba en el Ministerio de Magia. Me saludó con la mano y caminó hacia mí.
María era la mujer que estaba destinada a ser la protagonista de este juego otome, y a desarrollar una serie de deslumbrantes romances con varios personajes de este mundo. Por alguna razón, al final de la historia del primer juego, cuando aún estábamos en la Academia, todas estas interacciones desembocaron en un final de amistad. Sin embargo, poco después de entrar en el Ministerio, su simpatía ya había cautivado al jefe de su departamento y a muchos de sus compañeros que se habían incorporado al mismo tiempo.
—¿Está a punto de comer?
—Sí. Me preguntaba qué debía comer hoy.
—Yo también estoy a punto de ir a comer. ¿Quiere que comamos juntas?
—Sí. Comamos juntas.
Después de que María y yo eligiéramos nuestras comidas, encontramos dos asientos libres y nos sentamos una al lado de la otra.
—Por cierto, Dewey no está con usted hoy, ¿verdad?
Dewey, una de las rutas románticas de Amante Afortunado II, trabajaba en el mismo departamento que María y ya estaba completamente bajo su esclavitud. Habían entrado en el Ministerio más o menos al mismo tiempo y a menudo se les veía juntos, pero ahora mismo no aparecía por ninguna parte.
—Dewey se ha tomado el día libre. Dijo que iba a ir de compras con su familia.
—¿En serio? Qué bien, ¿no?
Dewey era un niño genio que, tras adelantarse en la escuela, se convirtió en la persona más joven en superar el difícil examen de ingreso del Ministerio de Magia. Sus padres, en cambio, eran unas personas horribles que solo trataban a sus hijos como herramientas para ser explotadas, por lo que Dewey y sus hermanos habían sufrido terriblemente.
Pero no hace mucho, muchas cosas cambiaron y, con el apoyo del Ministerio de Magia, Dewey y sus hermanos pudieron dejar atrás a sus horribles padres. Desde que se fueron de casa, se habían mudado a una casa familiar alquilada por el Ministerio, y vivían sin tener que pasar hambre ni tiritar de frío.
Por lo que había oído, al hermano mayor de Dewey lo habían puesto a trabajar de niño y nunca había ido a la escuela. Pero ahora, mientras trabajaba en un empleo que el Ministerio le había ayudado a encontrar, iba a la escuela y parecía encontrar sus días muy satisfactorios. Me alegré mucho de oírlo.
—Señorita Katarina, ¿no está Sora hoy con usted? —preguntó María, respondiendo a mi pregunta sobre Dewey, al preguntar por mi camarada de siempre, Sora.
Es cierto. Así como María y Dewey eran conocidos en el Ministerio por trabajar juntos, Sora y yo solíamos trabajar en pareja. Ahora que lo pienso, aunque normalmente nos cruzábamos cerca de la cafetería, hoy no lo habíamos hecho. Aunque supongo que no habíamos acordado exactamente ir a comer juntos, siempre nos cruzamos.
—Hoy trabajamos por separado —respondí. En el pasado, como los dos éramos nuevos y nos daban el mismo tipo de trabajo, habíamos comido juntos, pero los días en que teníamos tareas diferentes, y, por tanto, no nos veíamos, rara vez lo hacíamos.
Por cierto, Sora, quien empezaba a ser tratado como inseparable de mí, era otra de las rutas románticas de Amante Afortunado II. Pero como generalmente era yo quien interactuaba con él, era difícil que se produjera un evento de juego entre él y María. Así que no parecía estar enamorado de ella, a diferencia de Dewey y Cyrus, los otros personajes introducidos en esta secuela. Aunque, quizá debido a la cantidad de experiencias que Sora había tenido en el pasado, era menos propenso que yo a mostrar sus emociones, por lo que podría ser difícil descubrir sus verdaderos sentimientos.
—¿Puedo sentarme aquí?
Quizá fuera porque había estado hablando de él, pero cuando me giré para averiguar quién me había hablado, vi a Sora allí de pie, con una bandeja en la mano y sonriendo.
—Ah, Sora. Lo siento. Como hoy no te encontré, comencé a comer sin ti —me disculpé por reflejo.
—No, de todas formas iba retrasado con el trabajo, así que no me importa en absoluto. Además, no es como si hubiéramos prometido comer juntos. Ah, por cierto, he traído a alguien más conmigo. El jefe de departamento, Lanchester.
Mirando por encima del hombro, Sora llamó a Cyrus, quien se acercó con los hombros ligeramente encorvados.
—¡Oh, señor Cyrus! Qué sorpresa. No le vemos a menudo en la cafetería.
El jefe de departamento, Cyrus Lanchester, dirigía el Departamento de Investigación de Magia y Poderes Mágicos, cuyos empleados eran considerados las estrellas del Ministerio de Magia. Era un hombre genial y guapo que, además, era bueno en su trabajo. Como no hablaba mucho y se mostraba distante, podía resultar difícil acercarse a él, pero aun así, dada su cara bonita y su destreza profesional, era por supuesto objeto de deseo para muchas mujeres solteras de la sociedad.
Pero Cyrus tenía otra cara. Como se había criado en un pueblo rural cerca de la frontera del Reino, no había desarrollado ninguna inmunidad específica contra las mujeres jóvenes. Así que, a menos que se tratase de trabajo, siempre se ponía nervioso con las mujeres y no podía comunicarse bien con ellas. Sus síntomas habían sido especialmente graves poco después de entrar en el Ministerio. Y empeoraron con las jóvenes nobles de la capital, que se burlaban de él sin piedad por su acento regional. Cuando me contó su historia, admitió que nunca antes se había relacionado con mujeres jóvenes fuera del trabajo.
Solo María, el objeto de su afecto, y yo —a quien consideraba una abuelita a la que le gustaba la agricultura y, por tanto, se sentía cómodo—, conocíamos a Cyrus.
Cabía la posibilidad de que Sora, el cual era muy avispado, también se hubiera dado cuenta de ello, pero no se atrevió a decir nada al respecto. De todos modos, siendo ese el caso de Cyrus, nunca venía a la cafetería, la cual estaba llena de gente… Y, sobre todo, tenía mujeres jóvenes. Así que nos sorprendió verle ahora.
Como si me hubiera leído el pensamiento, Cyrus dijo:
—Últimamente, he empezado a utilizar la cafetería. Por el bien de mi futuro, pensé que había una serie de cosas a las que debía acostumbrarme.
Me di cuenta de que, por un momento, su mirada se desvió hacia María. Cyrus se sentía atraído por su amabilidad y calidez. Recientemente, ella había empezado a participar en el trabajo de la huerta que manteníamos furtivamente en los terrenos del Ministerio. Gracias a ello, y a las clases de defensa personal que le había pedido a Cyrus, este había empezado a hacerse más amigo de María poco a poco, a paso de tortuga, y ahora era capaz de conversar un poco con ella.
Cuando María no se unía a nosotros en nuestro huerto, Cyrus me hablaba entusiasmado a mí, supuesta abuelita granjera, de lo feliz que le hacía el progreso de esta relación. Y pensar que este chico guapo, que daba la impresión de haberse cansado hace tiempo del coqueteo de las mujeres, se ponía colorado cada vez que tocaba la mano de una mujer durante las clases de defensa personal. No podía evitar pensar en él como en mi adorable hermano pequeño.
Supongo que no solo había venido a la cafetería que antes evitaba para acostumbrarse a las mujeres, sino pensando que le gustaría pasar incluso un poco más de tiempo con María si pudiera.
Aparte de eso, habiendo observado que Dewey —quien había recibido algunos consejos de Sora sobre el romance— había empezado recientemente a perseguir a María de forma más proactiva, Cyrus probablemente sentía que él mismo tenía que esforzarse más. Pero por el momento, él estaba sentado frente a mí.
¿Eh? Hay un asiento vacío frente a María, ¿por qué no aprovecha la oportunidad de sentarse frente a ella? ¿No está aquí por eso?
Miré sin pensar en dirección a Cyrus mientras pensaba esto, pero él solo apartó la mirada con torpeza. Supongo que era demasiado esperar que se sentara frente a María mientras comía.
¿De verdad es una ruta romántica en Amante Afortunado II? ¿Cómo se supone que va a acabar con María?
Como Cyrus se había sentado frente a mí, Sora se sentó frente a María. No sabía qué sentía Sora por María, pero a diferencia de Cyrus, él parecía estar bastante acostumbrado a relacionarse con mujeres. Si se sintiera atraído por María y decidiera perseguirla seriamente, apuesto a que Cyrus la perdería de inmediato.
—¿Lo has pasado mal hoy en el trabajo? —le pregunté a Sora. Antes, había admitido que se había retrasado en el trabajo más de lo habitual.
—El trabajo no es diferente del usual, pero hoy hay menos compañeros veteranos, así que me siento un poco abrumado.
—Ah, es cierto. Laura y el señor Cornish están fuera de la oficina hoy, ¿no?
Recordé haberlos visto salir esa misma mañana, con sus misteriosos… ¿disfraces?
Aunque el Ministerio de Magia era el lugar de trabajo más prestigioso del Reino, también era conocido por aceptar casi cualquier tipo de trabajo. Así que no era raro que el Ministerio recibiera peticiones de los ciudadanos para hacer trabajos sucios fuera de sus instalaciones, como el control de plagas. En particular, nuestro departamento, el Laboratorio de Herramientas Mágicas, recibía un montón de tareas diversas.
—Si estamos escasos de personal, ¿quizás debería volver a la oficina?
Después de comer, me esperaba la tarea de descifrar el Pacto Oscuro y mi interminable batalla contra la somnolencia. Si soy sincera, no era una tarea que me apeteciera especialmente —en realidad, no me apetecía para nada—, así que me ofrecí pensando que sería preferible trabajar en el departamento.
—No, no es tan abrumador —dijo Sora, antes de lanzar una mirada a Cyrus.
Cyrus asintió con firmeza, dándole la razón a Sora.
—Debe dar prioridad a descifrar el pacto, señorita Claes. Solo usted puede realizar esa tarea.
Su tono era decidido.
—Sí, señor —respondí de mala gana.
Al ver mi aspecto abatido, María, quien también trabajaría en la descodificación del Pacto de la Luz, intentó animarme:
—Hagámoslo lo mejor que podamos.
—Sí. Despiértame si empiezo a dormirme, ¿de acuerdo? —respondí, sintiéndome ya a punto de dormitar.
—Si comer te da sueño, ¿por qué no intentas comer menos? —preguntó Sora, mirando mi bandeja del almuerzo apilada de comida.
—Vamos… Si no como mucha comida sabrosa a la hora de comer, no podré trabajar duro por la tarde.
Mientras ponía una expresión de rotunda negativa, Sora sonreía irónicamente.