La chica que sostiene el anillo – Capítulo 30: Esperanza del sol

Traducido por Rencov

Editado por Michi


Después de quemar Carness, el ejército de Noel logró regresar con seguridad a territorio coimbrano gracias a que el plan de frenar el avance de Bahar había funcionado, se pudo mover sin una persecución directa. No obstante, la situación dentro del territorio de Coimbra había cambiado drásticamente en el último mes. La mayoría de los lores locales habían desertado, y su número aumentaba día a día. Gran parte de las aldeas habían comenzado a comprender la situación y habían empezado a bajar de forma voluntaria sus propias banderas de Coimbra. En cuanto a Noel y compañía, cualquier cosa que se pareciera a una zona de seguridad ya había desaparecido. Además de eso, el ejército baharanse de cincuenta mil efectivos que lideraba Amil había reconquistado todo el territorio de Bahar y había invadido las tierras coimbranas con el objetivo de conquistar la ciudad capital de Madress; todo mientras portaba la venerable bandera del sol que le había sido otorgada por el propio Befnam. Asimismo, todos aquellos que se le se oponían eran considerados rebeldes. Amil había comenzado su majestuosa marcha hacia el oeste como si proclamara que él era el sucesor del Imperio del Sol. 

—Riglette hará sonar el ataque con su corneta como de costumbre. Claro, no sería bueno tener una confrontación.

—Es… insignificante si hacemos esto, sabes. Pero bueno, es un gran lugar para hacer algunos esfuerzos fútiles.

—Ya estás otra vez con esa mierda. Eres un verdadero genio para bajar la moral, sabes.

Al oír esto, el tono de Riglette comenzó a elevarse:

—¡Silencio! Con un ejército tan grande contra nosotros, todo lo que podemos hacer es confiar en estos pequeños trucos día tras día. ¡Solo quiero saber si tiene sentido hacer todo esto!

Al principio, Riglette había aprobado el golpe, esperando que fuera exitoso, pero ahora al ponerlo en práctica la había estado agotando. Y así pues se quejó. Con la forma en que iban las cosas, su opinión sobre la capacidad de comando de Noel estaba volviendo a donde comenzó. Riglette era del tipo que no podía implementar los planes que en teoría le habían gustado. Naturalmente, Noel no mencionaría ese punto directamente, ya que heriría sus sentimientos. Lo importante era poner a la persona correcta en el lugar correcto. La implementación era su propia especialidad, por lo que arrastraría a la siempre quejumbrosa Riglette por la fuerza. Dado que a veces tenía algo interesante que decir después de ser arrastrada, y también así era como se supone debía trabajar un comandante y su ayudante.

—Tenemos que hacer lo que podamos. Además, la guerra se trata de hacer enojar al enemigo. Aun cuando se rían en un principio, los haremos retorcerse.

—Hmph, sería bueno si funcionara. Ya que somos nosotros los que nos estamos retorciendo en este momento.

Barbas miró mal a Riglette cuando ella chasqueó la lengua, mientras Kai estaba tratando de no involucrarse. Todo iba como siempre.

Noel posicionó a sus soldados en las zonas particularmente montañosas y boscosas a lo largo del camino que el ejército baharanse estaba usando. Luego soplarían la orden de ataque con sus cornetas o tocarían sus tambores de guerra, independientemente de si era de día o de noche. Las tropas que habían presenciado el incidente en Carness tomarían rápidamente posiciones en preparación para una emboscada. Ellas habían desarrollado ansiedad y miedo por lo que el demonio estaba haciendo, así que siempre estaban en alerta máxima. El otro día, la verdad sobre la pérdida de los veinte soldados de caballería se había extendido a la milicia y se estaba difundiendo a través de los rangos, pero nunca veían al enemigo. Los ataques sonarían, y las banderas de los martillos gemelos revolotearían, pero ni una sola vez se producía un ataque. Las tropas que habían sido cautelosas al principio lentamente se acostumbraron con el tiempo, a pesar de sus mejores esfuerzos. Poco a poco, bajaron la guardia, comenzaron a ignorar el sonido de la corneta y empezaron a mostrar compostura cuando se extendió la idea de que el demonio era un rumor después de todo.

Tras esperar por ese exacto momento, Noel condujo al Bloque de la Hormiga Blanca hacia un ataque contra el vagón lento de carga, luego de quemarlo,

desaparecieron antes de que el enemigo llegara a la escena. Esa clase de tácticas en una mina era la especialidad del Bloque de la Hormiga Blanca, y combinado con la altamente letal Noel como su líder arrasaron en todas las direcciones. En respuesta a dichas tácticas de guerrilla, el ejército de Bahar decidió colocar una guardia en su vagón, instruyéndole a los hombres a que nunca se fueran a descuidar y amenazándolos con la decapitación si alguna vez lo hicieran. Como los soldados baharanses se vieron obligados a mantener la precaución, y Noel había dado dos fuertes golpes, su fuerza de voluntad se vio mermada drásticamente.

—Han reunido toda la defensa, pero el enemigo parece bastante cansado, ¿no? Eso dice mucho, ¿no lo crees, Riglette?

—Hmph… Me pregunto.

Barbas se mofó mientras miraba a través de su telescopio:

—En verdad que no sabes cómo callarte. Está funcionando, no importa cómo lo mires. Ya todos están muriendo de cansancio, carajo. No se ven como el ejército justo y glorioso que ese estandarte de ellos sugiere.

Él podía ver que sus pisadas caían pesadas y sus caras se ponían pálidas, probablemente debido a la gran presión que sentían de un ataque inminente. Noel complacida daba golpes con los dedos porque las cosas habían salido según lo planeado.

—Si estuviera en la posición del enemigo, no creo que pudiera cambiar mucho las cosas. Es difícil prepararse contra un oponente invisible. Ya que, si se preparan todos los días, se cansarían, y si bajaran la guardia, serían atacados por el demonio. Si nos persiguieran, deberíamos evadirlos a toda velocidad… no serías de casualidad un verdadero demonio, ¿verdad? —preguntó Kai con una expresión seria.

—¿Qué harías si fuera uno? —respondió Noel mientras reía alegremente.

—Veamos. Creo que me gustaría saber el secreto detrás de cómo te volviste así. Yo también deseo proteger a mi país convirtiéndome en un demonio.

—¡Ajaja, si te pegas unos cuernos en la cabeza, cualquiera puede convertirse en uno! Te enseñaré cómo hacerlos más tarde. Riglette hasta se hizo pi…

—¡¿En verdad ahora es el momento de continuar con semejante tontería?! Si bien es cierto que el enemigo está cansado, todavía están avanzando hacia el territorio coimbrano. ¡Tenemos que considerar en cómo podemos darles un golpe devastador!

Pese a que Riglette decía la verdad, si hubiera un plan para darles un golpe duro, ya habría estado en progreso. Era por eso que estaban poniendo un señuelo. Solo necesitaban tal vez una buena oportunidad más. Si la dejaran pasar, sus posibilidades de ganar se escaparían.

—Aunque digas eso, no hay nada más que podamos hacer. Contamos con menos de mil y el enemigo con más de cincuenta mil, ¿verdad? Nuestra ventaja es nuestra movilidad, así que creo que está bien por ahora.

—Lamento interrumpir, pero ahora podría ser un buen momento, Capitana.

—Así parece…

Noel levantó la mano en señal de uno de los miembros del Bloques de la Hormiga Blanca mientras hablaba. Era una señal para encender al ejército de Bahar en llamas. Ellos habían colocado hierba seca y la prenderían con simples flechas de fuego empapadas de aceite. El enemigo tenía miedo de los ataques incendiarios, por lo que tenían que asegurarse de estar a la altura de su reputación de vez en cuando, aunque dado a que la escala sería pequeña, no causaría mucho daño. Sin embargo, en lo que respecta a bajar la moral, no habría ningún problema. Los arqueros del Bloque de la Hormiga Blanca, y Noel con el arco en la mano, comenzaron a encender sus flechas, no solo prenderían el lugar, sino que también estarían tratando de derribar a la mayor cantidad de caballería baharanse en la vanguardia. De repente, en un alboroto, las tropas enemigas se volvieron para enfrentarlos, pero debido a su posición en los árboles, no sería fácil cargar contra ellos. No obstante, su oponente aún tenía que moverse en respuesta a la emboscada.

—Eso es suficiente por hoy, preparémonos para la próxima vez. El enemigo puede pudrirse un poco más.

—¡Sí señora!

A la señal de Noel, comenzaron a desaparecer en la maleza.

♦♦♦

Al ser capaz de moverse libremente, Noel podía implementar todo lo que podía pensar. Anteriormente siempre había tenido que obtener permiso, o al menos tentativamente preguntar o informar a su oficial superior sobre sus intenciones, pero ahora liberada de sus limitaciones, Noel era tan libre como sentía que debía ser. En cuanto a su plan para tomar los asentamientos era simple. Mostrarían los estandartes capturados y le harían una visita a los pequeños poblados que habían desertado. Aunque sus equipamientos eran coimbranos, si decían ser de los hombres de Wilm, las puertas se abrirían sin ninguna duda. Pues era natural, casi no había nadie del lado de Coimbra. Wilm tenía una deuda bastante grande que necesitaba ser saldada.

—¿Cómo es la situación con los lugareños?

—Al principio estaban asustados, pero ahora están cooperando. Al final todos somos coimbranos, así que se sienten aliviados —respondió Barbas.

Después de haber entrado fácilmente en la ciudad, Noel había retenido en el acto al lord local que había venido a recibirla. Luego se habían apoderado de las armas de los temblorosos guardias y rápidamente tomaron el control de la ciudad. Continuando con la misma estratagema de hacerse pasar por los soldados baharanses, Noel había tomado otras ciudades rebeldes al mismo tiempo. Ahora se podían adquirir suministros y se podían establecer lugares de descanso en las ciudades, y no había un solo hombre que no pensara en sacarle ventaja a eso. Ya no eran aliados, por lo que podían hacer lo que quisieran con ellos. Por cierto, con esta última ya eran cinco ciudades que habían conquistado. A primera vista podría parecer ridículo, pero las mentiras eran herramientas efectivas. En tiempos en donde era imposible distinguir a un amigo de un enemigo, las únicas formas de identificarlos eran por medio de los estandartes que mostraban, pero daban a luz a una negligencia que se pensaba que probablemente estaría bien y que al final todo saldría bien. No había ni una pizca de tensión en las guarniciones de los lores que no partieron hacia el frente. Para ellos, cuando se enfrentaban a la opción de luchar contra el ejército de Bahar, la elección era obvia.

—Ya veo. Eso es bueno. Sería un dolor si se resistieran.

Por lo que ella podía ver, la gente simplemente se había encerrado en sus casas, negándose a salir. Nunca había sido particularmente próspero allí, pero ahora el lugar parecía tan abandonado como una ruina.

—No tienen mucho coraje. A lo mejor están orando desesperadamente al dios del sol para que las cosas no salgan terriblemente mal en este momento.

—Si rezar fuera suficiente para ser salvado por dios, el mundo seguramente sería un lugar más feliz.

Los hombres del Bloque de la Hormiga Blanca que estaban cerca asintieron de acuerdo con el murmullo de Noel.

—A propósito, el lord está atado ahora, ¿qué debemos hacer con él?

—¿Mn? Tenemos que matar a los traidores. Si se escapa, solo se agregará al número de nuestro enemigo. Tomaremos su cabeza y la pondremos en una pica como de costumbre.

—Él está llorando mientras suplica por su vida, así que, ¿está bien? Dice que hará cualquier cosa.

—Por supuesto. Estoy cansada de escuchar los lloriqueos de estos lores, y no veo motivo para hablar con él ahora. No hay razón para perdonar a un enemigo. Además, no puedo pensar en nada en que pueda hacerme de utilidad, así que acábalo de una vez.

Noel se pasó el pulgar por el cuello. Dirk también lo había dicho, que las regulaciones militares tenían que ser respetadas. La traición era una pena capital, por lo que matarlos era lo correcto. Pese a que el propio Dirk había muerto, ella pensó que al menos podría proteger sus palabras. Bueno, tanto como pudiera.

No obstante, Riglette parecía haber pensado en algo:

—Bueno, si vas a ejecutarlo, ¿podrías dejármelo a mí? Tengo una idea.

—No hay problema. ¿Qué vas a hacer?

—Se trata de las historias del demonio que finalmente se han extendido. Pensé que podríamos hacer algo práctico con ellas. Hay mérito en intentarlo.

—Está bien, supongo. Estoy un poco preocupada por eso, pero adelante. Lo siento, Barbas.

—No, no pasa nada. En ese caso, liberaré a la guarnición después de darles un buen susto.

—Bien. Asegúrate de que ni siquiera piensen en volver a tomar la espada, ¿de acuerdo? No estaría mal si les llegas a romper alguna que otra extremidad.

—Ese es el plan… pensar que fuimos aliados solo hace un mes… es un mundo duro, ¿eh? Seré minucioso.

—Tal es la forma del mundo. Si lo piensas demasiado, tal vez sería mejor morir para quitártelo de encima.

Noel aceptó la petaca que Barbas le entregó y se la llevó a los labios. El contenido era vino. Ella no bebería mucho, pero un poco no podría doler.

—Me gustaría reponer nuestras reservas en algún lugar. Intentar arrastrarlas así me hace no querer beberlas.

—Ajaja, cuando la guerra termine, bebamos lo suficiente para bañarnos. Invitaré a Cynthia.

—Si la invitas, ella se enojará contigo de nuevo. Le molestaba lo inútil que te volvías cuando bebías demasiao antes.

—Sí, seguramente se enojará… es un poco molesta, pero si no está cerca me siento sola. Ahhh, continuar luchando es realmente agotador, ¿no?

—Así son las guerras. Puede que no entiendas esto bien Capitana, pero la guerra es generalmente dolorosa y trágica. Pasé mucho tiempo en las minas de Bolk, así que lo he visto todo.

—Sí, es una experiencia, ¿verdad? Aprendí algo nuevo —respondió Noel de forma a apropiada.

En lo que respecta a la gente del pueblo, Noel adoptó una postura tolerante. No iba a ir tan lejos como para matarlos a todos. Los guardias serían liberados después de recibir algún castigo, y la ciudad no sería saqueada. Ella no se consideraba su aliada, pero tampoco su enemiga.

—Ahh, quiero más vino.

Noel se sirvió la última copa de vino de la reserva del lord y de un solo trago se la acabó, el sabor era astringente y se extendió a través de su boca, ella había pensado que sería más dulce, por lo que estaba un poco decepcionada. Tal vez lucía caro, pero el contenido no era tan bueno, por lo que mejor se enjuagó con un poco de agua.

—Capitana, tampoco quememos este pueblo.

—Lo sé, ya lo dijiste muchas veces. Recuerda que prometí que no lo haría, así que nunca lo haré. Siempre cumplo mi palabra.

La expresión de Noel se agrió. A ella no le gustaba que le dijeran lo mismo una y otra vez. Le hacía sentir que no era de confianza, aunque era algo que no podía hacer nada al respecto. Barbas se enfureció cuando Noel ejecutó a todos los guardias de un poblado y lo quemó junto a sus campos. Él se había enojado tanto que podría haberla matado. Ella se preguntaba qué haría si sus compañeros fueran decapitados. No queriendo ser asesinada ella misma, probablemente iría al ataque como se esperaba, y luego se afligiría después, o eso pensó.

—Lo siento. Solo quiero dejarlo bien en claro.

—Eres un buen hombre, Barbas. Estoy segura de que serás un gran padre.

Barbas escupió un poco de su vino cuando la escuchó:

—No bromees así, es malo para mi corazón.

—A pesar de que tu cabello es blanco, tu cara se puso toda roja, ¡qué divertido!

—¡Capitana! ¡Ya es suficiente!

—Ajaja, lo siento, fui un poco demasiado lejos.

—Sheesh, yo también me puse un poco nervioso. Lo siento por eso.

—Jeje, pops, te estás poniendo nervioso.

—¡Callate!

Al principio, Noel pensó que, si el lord los había traicionado, la ciudad también lo había hecho, y siempre era mejor tener un enemigo menos. Naturalmente, todos los guardias tenían que morir. Asimismo, habría sido un desperdicio dejar los suministros allí para el enemigo. Ella pensó que era mejor dar un ejemplo de lo que les sucede a los traidores, tal vez dejar a un solo sobreviviente para que difundiera la historia del demonio, pero como su compañero Barbas se había opuesto rotundamente, se había detenido propiamente.

Barbas le había dicho que la traición del lord no tenía nada que ver con la gente. Que quemar sus casas no cambiará nada y que solo crearía más enemigos. Además, le había recordado que ella había mencionado que Coimbra era su castillo, por lo que sería un problema si las personas que vivieran allí sufrieran.

Habiendo entendido su punto de vista, o al menos pensando que ella lo había hecho, Noel había prometido que dejaría de quemar los pueblos capturados.

—Entonces, una vez que hayamos tomado solo lo que necesitemos, puedes distribuirles el resto a los lugareños. Al fin y al cabo, no podemos llevarlo todo, y ellos son los que lo hicieron.

—Digo esto siempre, pero ¿realmente está bien entregarlo todo? Una vez hecho, no podremos recuperarlo.

—Digo esto siempre, pero está bien. El ejército de Bahar pasará por aquí pronto, y no tienen nada que darles.

Noel estaba distribuyendo lo que el lord había recaudado como impuesto en lugar de quemar el poblado porque no podían llevárselo todo y Bahar volvería a apropiarse de todo lo que dejaran. Siendo ese el caso, regalarlo sonaba a una buena idea. Si Bahar todavía se reapropiaba de lo distribuido, seguramente sembraría las semillas del resentimiento. Esas semillas brotarían en algo útil y, lo que es más importante, Noel no tenía nada que perder. No solo se tenía que tener en cuenta el presente, sino también el futuro. Esa fue una de las enseñanzas del emperador del sol. Ella no tenía ninguna intención de honrar al imperio del sol, pero finalmente lo recordó, así que lo iba a poner en práctica.

—Ya es hora, ¿no?

Ante la pregunta de Barbas, Noel sacó sus preciados lentes del bolsillo de su pecho y comenzó a actuar como si fuera buena con la cabeza:

—Sí, casi. Si va a ser una emboscada, tendremos que tomar esa posición. Ahí hay muchos lugares para esconderse, y el camino es muy delgado, por lo que tendrán que extender sus tropas. Además, su problemática caballería no podrá moverse. Es claramente la mejor ubicación.

Cuando se ponía los lentes, sentía como si sus pensamientos realmente se aclararan. También sentía como si estuviera escuchando los sermones de Cynthia, y esa parte le parecía divertida, pero sería un problema si se rompieran, por lo que generalmente los mantenía seguros.

El objetivo de Noel era a la cabeza de Amil, no, era más preciso decir que si no podía matarlo, nunca sería capaz de superar la diferencia en números. Ella planeaba luchar hasta el final de cualquier manera, pero sería una tontería pensar que con eso, podría cambiar las situación. Noel había pensado en todo tipo de cosas. El campo de batalla sería en una zona montañosa por la carretera Kanan a mitad de camino. Allí se esconderían a la espera, si podían atraer y derrotar a la vanguardia, sembrarían el caos, entonces la fuerza principal de Noel podría moverse y atacar a donde sea que se encontrara el propio Amil. Por aquel tiempo en que Noel continuara empleando sus tácticas de perturbación. Su guardia estaría alta, pero mantenerla los haría cansar. Lo que ella quería era que su moral se viera afectada por la fatiga porque con la baja moral les haría ignorar órdenes y provocar negligencia. Ella lo había confirmado con la policía militar, por lo que no había error. Se había fomentado el miedo al fuego en el enemigo después de todos los ataques incendiarios. Si las tropas que estaban allí para atraerlos usaran lo que parecía otro plan de fuego, no cabalgarían. Todo era una operación a pequeña escala, pero en el área confinada, podría infligir un golpe mortal. Aun cuando no quisieran, el enemigo sería desbaratado y obligado a perseguir mientras Amil se detendría en medio de la procesión. Allí yacía su objetivo.

—Se necesitará algo de habilidad. Si va bien, esta será la hazaña de las hazañas. ¡Obtendrás una promoción masiva, capitana Noel, y te convertirás en un héroe de Coimbra de un tirón!

—Oye, pops, ¿n-no nos haría eso compañeros del héroe?

—Así es. Si matamos a Amil, todo saldrá bien. No sé qué pasará con ese Grohl, pero Bahar caerá en el caos con seguridad, y les llevará un tiempo arreglarlo todo.

Parecía un poco optimista, pero Noel pensó que era la mejor manera. Por el momento, obligaría a los baharanses a retroceder. Grohl iba a tener que responder absolutamente por todas las cosas, pero a ella no le importaba de todas formas siempre y cuando Cynthia y Elgar estuvieran bien.

—Mmm, pero me pregunto qué pasará.

—¿Qué?

—¿Realmente irá tan bien? Nuestros enemigos no son tontos.

—¿Por qué tan tímida? Hemos hecho todo lo que podemos. Ahora lo que queda es hacerlo. Haz que esa perra sople su corneta más de lo habitual y no habrá nada de qué preocuparse.

Era justo como dijo Barbas: Noel había hecho todo lo que podía; todo lo que ella pretendía hacer. Había puesto todos sus esfuerzos en los cinco minutos que le tomaría reclamar la cabeza de Amil. Nada podría limpiar la infamia de Grohl, pero si Amil no pudiera ser subido al trono, la guerra perdería todo sentido. La muerte de Amil era necesaria para la victoria de Noel, pero el clima no era muy bueno. Por lo general, la poca visibilidad sería útil, pero ella era un caso especial. Los problemas alzaban sus cabezas en días lluviosos. En ese momento el clima estaba nublado y no podía decir dónde caería la lluvia. Noel esperaba que se despejara.

—Pero no se puede evitar ahora que hemos hecho todo lo podemos. Sin poder recibir ayuda. No hay nada que hacer sino ir por ello.

Noel se levantó, se quitó los lentes y le informó a Barbas que atacarían mañana. Este era su descanso final antes de la batalla decisiva. Entusiasta, Barbas condujo a sus hombres fuera de la habitación, Riglette estaba a cargo de la ejecución y Kai estaba revisando sus suministros. Noel estaba sola en su habitación.

—Parece que estoy libre, pero necesito guardar mi fuerza.

Golpeándose para aclarar sus pensamientos, Noel juntó las manos y lanzó un grito para mentalizarse. Las cosas tenían que ir bien. Tenía que darlo todo. Ella atacaría al comandante supremo del enemigo, Amil; para todos; para ella.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido