Traducido por Selena
Editado por Meli
En el palacio del Otoño Prolongado, Yue Lan Zhi se desmayó por el dolor.
—¡No es bueno! —Wanyan Lie sacó un silbato y sopló.
El sonido imperceptible para los humanos, activó a la madre gu que, bufó irritada cuando su hermoso sueño fue perturbado por la fuerza. Mostró sus colmillos; desgarró el vientre y se comió la carne de Yue Lan Zhi haciéndola gritar de dolor.
Sus brazos habían sido cortados, pero ahora estaba siendo torturada.
El sonido de los dientes al devorarla hicieron temblar al eunuco Jing De, quien, a pesar de que la miserable escena le era familiar, no se atrevió a mirar.
También estaba presente la nueva sustituta de Wanyan Ming Yue, a ella, el miedo la abrumó y cayó sin fuerzas al suelo.
¡Era tan aterrador! ¿Por qué el gusano rojo estaba pegado a la piel de Yue Lan Zhi?
—¡Yue’er, no tengas miedo! Zhen, está aquí. —gritó la mujer.
Wanyan Lie, observaba con una tranquila sonrisa. Ayudó a la joven a levantarse. La abrazó fuertemente por la cintura para evitar que cayera al suelo una vez más.
—Emperador, ¿qué es eso? ¡Qué miedo! —Levantó la cabeza y lo miró con lástima.
El pánico que vio en su rostro mejoró el humor de Wanyan Lie.
—Yue’er. ¡No tengas miedo! Ella no era buena. Si tú me obedeces, no te dejaré sufrir ninguna amargura. —dijo con voz cautivadora.
—Emperador… —Se acurrucó en sus abrazos.
Su acción molestó a Wanyan Lie. Su Yue’er definitivamente no habría cedido tan fácilmente frente a un hombre, ellas se parecían, pero no había punto de comparación.
La joven no sabía que su acto había determinado ya, su vida y su muerte.
Los gritos de Yue Lan Zhi se apaciguaron. Sus ojos se habían vuelto borrosos por el sudor que le pegaba el cabello a la frente. La madre gu le arrancó los órganos internos y se los comió, dejando a su paso solo una fina y traslúcida capa de piel. Subió por las vértebras hasta su corazón y lo mordió.
Su rostro se distorsionó y se mordió los labios para aguantar el dolor. El pelo de la frente estaba mojado.
—Emp… emperador… —Miró al hombre que alguna vez la trató con delicadeza y la convirtió en el canario dorado más envidiado dentro de esta jaula dorada—. Emperador…
—Su majestad, niangniang parece tener algo que decirle —dijo Jing De en voz baja después de llegar al lado de Wanyan Lie.
—¿Oh? —Wanyan Lie sujetó a la joven y se acercó a Yue Lan Zhi. En su cara no había ni una pizca de pena—. ¿Llamaste a Zhen?
—Emperador… ¿Alguna vez… le gusté… aunque sea un poco…? —preguntó entre sollozos.
—Nunca le gustaste a Zhen, nunca… —le susurró al oído mientras hacía una mueca.
Yue Lan Zhi no terminó de reírse cuando giró la cabeza. Mordió la oreja izquierda de Wanyan Lie con toda la fuerza de su cuerpo.
—¡Ah! —gritó, su oreja podría desgarrarse si luchaba—. ¡Rápido, rápido, mátala! —le ordenó a Jing De.