La Dama del Señor Lobo – Capítulo 4: Los días del pasado, de ti y de mí

Traducido por Maru

Editado por Michi


Pronto cumplí diecisiete años, pero no me permitieron salir mucho, como cuando era pequeña.

Sin embargo, la mansión era grande y la tierra que la rodeaba era casi infinita para caminar. Había un lugar como un bosque con un arroyo dentro nuestra tierra, así que no tuve muchas quejas.

Porque solo después de que todo terminó, aprendí lo pequeño y cerrado que era mi mundo.

Me apresuré. La clase terminó más tarde de lo esperado, por lo que ya había pasado la hora de la cita. No tenía nada programado hasta la clase de baile más tarde, pero como no se sabía cuándo tendrá que regresar al trabajo, no teníamos mucho tiempo para pasar juntos.

Sin importarme que los dobladillos de mi vestido se ensuciaran, corrí por el camino de ripio. Aunque era poco, era difícil correr con tacones. Prefería correr descalza, pero cuando lo hice antes me regañó con dureza. Como prometí que no lo volvería a hacer, no podía hacerlo. En aquel entonces, trató mis pies ligeramente magullados.

Mientras lo hacía, no había rastro de su sonrisa tímida habitual, sino una fuerza que me impedía inventar excusas, que solo podía disculparme.

No había nadie en el abedul con el que nos reuníamos. Dejé caer mis hombros que subían y bajaban con fuertes jadeos.

Tenía trabajo, así que tenía que irse tan pronto como lo llamaran. Era mi culpa por llegar tarde.

Mientras me cepillaba el pelo ahora despeinado, recobré el aliento. Me pregunté si volvería si esperaba. ¿O pasaría todo el tiempo hasta que me viera obligada a regresar?

Reflexioné un poco. Esperaría incluso si era inútil. Era un período de tiempo raro en el que los dos podíamos encontrarnos. No había forma de que lo dejáramos.

Para abrir mi pañuelo sobre la roca habitual, le di la espalda al abedul. Detrás de mí, un crujido de chasquidos hizo eco.

—¡Ah!

—¡Uaaah!

Simplemente aterrizó suavemente en mi espalda, pero estaba extremadamente sorprendida. Liberado de mi alcance, el pañuelo se alejó. Lo agarró fácilmente. A veces podía ser sorprendentemente ágil.

Sin embargo, no tuve lugar para la sorpresa. Ya estaba demasiado sorprendida.

Aunque mi corazón siempre latía con fuerza cuando estaba con él, esta vez me di la vuelta cuando mi corazón latía en un sentido diferente.

—¡Helt, tú!

Mientras calmaba desesperadamente mi corazón que todavía latía con fuerza, hinché las mejillas. Helt me ​​entregó el pañuelo y se echó a reír.

—¡Me sorprendiste!

—Entonces es un éxito. Es una venganza porque mi señorita llegue tarde.

Al verlo sonreír tan felizmente por su truco trabajando, mi estado de ánimo se suavizó. Por su linda sonrisa, lo perdoné mientras sonreía irónicamente.

Porque, era él perdonándome a su manera, tratando de no hacer que me preocupara por llegar tarde. Cuando él llegó tarde, lo hice usar una guirnalda de flores que hice mientras tanto. Su castigo fue usar esa guirnalda al verse su cara tan abatida por decirle que era un hombre demasiado lindo con ella.

Sentados a la sombra, los dos conversamos sobre nada. Mientras sostenía su mano, froté suavemente mi hombro contra el suyo. Mi corazón latía demasiado, pero no podía apoyarme en su hombro como lo hacían en las novelas.

Cuando lo miré, tenía el cuello rojo brillante, pero a mí me pasaba igual, así que no podía reír. No nos reímos, pero era vergonzoso, por lo que los dos intentamos nuestro mayor esfuerzo para mantener una cara seria o fruncir el ceño.

Como no quería mostrar una expresión extraña, seguí hablando desesperadamente para no mostrar mi cara roja.

—Hey, Helt, cuéntame sobre tu tierra natal.

—¿Pero es aburrido?

—Hoy estudié sobre las tierras del norte. Como era su tierra natal, me emocioné a pesar de que era una clase en la que generalmente no podía evitar dormir… El maestro notó que estaba llena de energía, así que la clase acabó terminando tarde.

Él sonrió con ironía.

Luego, me dijo una vez más que era una historia aburrida.

—Aunque es el mismo feudo de Laius, es una tierra sumamente árida en comparación con aquí. El feudo Darrich, nuestro vecino, ha estado mirando nuestras tierras para expandir sus tierras, pero incluso ellos no quieren esa tierra. Como tal lugar está en la frontera, incluso si hay un conflicto con Darrich y Gimii, Laius no se vería muy afectado.

—He oído sobre eso.

—Bueno, es una tierra congelada, por lo que no hay mucha tierra que se pueda utilizar para la agricultura, e incluso el período de siembra es corto.

Hubo una sensación de anhelo y belleza cuando habló de su tierra natal y luego cerró los ojos cuando se perdió en sus pensamientos.

—¿Helt?

Los ojos dorados que se abrieron nuevamente me miraron en una sombra que nunca antes había visto.

—Niños, adultos e incluso ganado… el hambre es dolorosa. Tanto para quienes sufren como para quienes observan.

—Bueno, eso es… si la tierra es pobre, me pregunto si es inútil usar fertilizantes… Al igual que las personas, ¿sería inútil si hay demasiado? Si le preguntas a papá, estoy seguro de que puede preparar algunos.

Hubiera sido bueno aprender a enriquecer las tierras en lugar de bailar.

Al verlo deprimirse, me sentí triste también. Sin embargo, él agarró mis manos y apoyó su frente contra la mía. Sorprendida, terminé cerrando los ojos. Por su calidez, pude sentir el olor a tierra, caballos y hierro.

—Mi señorita, no tiene que hacer esa expresión. Está bien. No es que no estemos haciendo nada. Todos están haciendo todo lo posible para vivir bien. Entonces está bien. Entonces, mi señorita, ¿puede mantener en secreto la historia de mi patria? Seré ridiculizado por todos por venir de las ruinas.

—Es así, lo siento… Sin embargo, no creo que tal cosa suceda. Helt, eres amado por todos. De dónde vienes no es importante.

—Es usted, mi señorita, quien dice eso. Es una persona amable, criada preciosa aquí.

—Todavía creo que debería estar bien…. ¿Acabas de llamarme protegida de nuevo?

—¿S-Se podría decir?

—¡Helt!

Mientras le quitaba la mano de la molestia, se rió a carcajadas.

La forma en que su cabello recogido se balanceaba en el aire como la cola de un caballo era linda, así que terminé riéndome también a pesar de mí misma.

Tiré un poco de hierba que arranqué sin sentido y me reconcilié con él.

El viento soplaba entre los árboles y levantaba las hojas. Volando más allá de las altas cercas, los dos despegamos las hojas cuyos destinos eran desconocidos.

Había algo de suciedad pegada en las mangas de Helt. Cuando raspé un poco con mis uñas, él entró en pánico y las escondió. Dijo que lo haría él mismo, pero pensaba que sus uñas eran demasiado cortas para eso.

—Vamos, Helt.

—No, sus dedos bonitos estarán sucios, mi señorita.

—Se puede lavar fácilmente la suciedad. Y eso no es todo.

—¿Perdón?

—Esto… bueno… creo que será difícil, ya que a mi padre no le gusta que salga mucho, así que no sé cuándo será, pero…

—¿Mi señorita?

Agarré mi dedo índice y dedo medio y cerré la boca, así que me miró preocupado. Consolado por la luz dorada que era más clara y cálida que el sol, levanté la cara.

—Quiero visitar la patria de Helt.

—Mi señorita.

Me encantó cómo bailaba la luz dorada en sus ojos, así que terminé mirándola.

—Está muy lejos —dijo tras una pausa.

—Entonces puedo hablar mucho contigo en el camino.

—Hace frío allí.

—Entonces tengo una razón para comprar un abrigo nuevo.

—Solo hay una tienda que vende productos, desde vegetales hasta tocados. El único paisaje son las montañas y las rocas. No hay nada que ver allí.

—Quiero ver el árbol que escalaste y treparlo yo misma. ¿Me ayudarás?

Escuché que había un gran árbol. Escuché que se colaría en la gruta, o se sentaría a mirar el paisaje mientras estaba sentado en una de esas ramas gruesas. Escuché que los peces que nadaban en el arroyo brillaban como estrellas.

—Siempre quise ver la tierra en la que creciste. ¿Me llevarás allí alguna vez?

Cada vez que hablaba de su tierra natal, parecía más joven y mostraba cuán preciosa era la tierra para él. Cada vez que hablaba de eso, mi admiración por la tierra que lo crio aumentaba.

Algún día, algún día quería ir allí.

A la tierra del norte que era preciosa para él, con él.

Cuando lo miré en silencio, abrió la boca como para decir algo, pero la volvió a cerrar.

Entonces, él sonrió suavemente.

—Vamos alguna vez.

—¿De verdad?

—Sí, puedo llevarte allí.

—¡Estoy tan feliz!

Para mi sonrisa desbordante, me dio un suave y tierno beso

♦ ♦ ♦

Rayos de sol tenues se asomaban a través de los árboles mientras el suave viento rozaba mi cabello.

Me desperté con suave susurro de la ropa. En la cama junto a la mía, Jasmine estaba dando vueltas.

Por un momento, no pude saber dónde estaba.

Cuando miré el lugar a mi lado, parecía que se estaba moviendo demasiado porque la manta se había caído. Caminé descalza y levanté la manta. No se comparaba con lo que había estado usando en ese entonces, pero esta también era una sábana limpia y bonita.

Todos decían que esta era una buena edad. Yo también lo creía. Había tiempo libre en la vida del trabajo, y todos se llenaban de felicidad al pagar solo impuestos y proteger sus vidas.

—Mmmm…

Las manos de Jasmine vagaron por la manta en su sueño. Para no despertarla, suavemente la puse sobre ella. Las manos agarraron el borde y felizmente se volvió a dormir.

Después de comprobar que no se había despertado, en silencio regresé a mi cama y dejé caer mi peso sobre la pequeña cama crujiente.

Era un sueño cálido, pero el sudor frío fluía por mi espalda y los escalofríos no desaparecían.

Con un profundo suspiro, me cubrí la cara.

—Mentiroso.

El murmullo silencioso no fue escuchado por nadie y se derritió en la noche silenciosa y desvanecida.


1. El ripio es el conjunto de trozos de ladrillo, piedras y demás materiales de desecho de una obra de albañilería que se emplean para rellenar huecos.

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