La hija del Emperador – Capítulo 13

Traducido por Lily

Editado por Sakuya y Herijo


—Salado.

¿Qué esperabas? ¿Que fuera dulce?

Siempre dice cosas que me provocan querer reprenderlo. Me salvaste la vida, así que considérate afortunado esta vez.

—Cada bebé es diferente, Su Majestad Imperial, pero en promedio, los recuerdos de la infancia suelen olvidarse a medida que crecen. Sin embargo, las experiencias pueden afectarla a un nivel subconsciente…

Kaitel no dijo nada en respuesta a Serira. Simplemente me miró con curiosidad.

Le devolví la mirada y tragué silenciosamente un quejido.

Ah, ahora lo entiendo. Veo de dónde viene esa intención asesina u hostilidad. Era la imagen persistente de haber vivido como lo había hecho toda su vida. Aunque fue un momento fugaz, recordé la mirada en los ojos de Kaitel cuando desenvainó su espada y la blandió hacia abajo sin vacilar. Era…

¿Cómo decirlo? Una mirada que ni siquiera podía explicar.

En cualquier caso, no era la misma mirada que estaba viendo ahora.

—A nivel subconsciente…

¿Y qué con eso?

Contuve el aliento, esperando que continuara, pero eso fue todo. Oh, ¡por el amor de Dios! ¡No empieces a decir algo para luego dejarme toda emocionada! Fue tan anticlimático.

Hice un puchero de frustración y estaba apretando las manos en puños cuando la Guardia Imperial entró en la habitación.

¡Oh! ¡Caballeros!

Era la primera vez que veía a la Guardia Imperial. Y a su capitán también. El caballero del centro, que guiaba al resto, llevaba una armadura plateada. Oh, usted debe ser el capitán, ¿eh, señor? Brilla diferente al resto. Muy bien. De diez, mi calificación para usted es…

—Su Majestad.

El capitán hizo todo lo posible por mantener la compostura, pero era evidente que estaba muy angustiado. Se arrodilló para mostrar la cortesía de un caballero y esperó a que Kaitel hablara.

Miré a Kaitel. Observó al capitán arrodillarse, y entonces vi un rastro de diversión contenida en lo profundo de sus ojos.

¿Qué demonios…?

Me asustó un poco.

—Había un invitado… —comenzó, luego hizo una pausa. Escuché el sonido del hielo tintineando en el vaso que Kaitel sostenía. El suave sonido del hielo era refrescante y agradable al oído—. En mi habitación.

Ah, ese sonido me está dando sed, aunque ya tengo sed porque lloré mucho. Gimoteé suavemente a mi niñera.

¡Agua, agua!

Escuchar ese sonido refrescante empeoró aún más mi sed.

—Un invitado que no invité.

La aguda mirada de Kaitel se posó directamente en el capitán. El capitán se estremeció, y los ojos de Kaitel se volvieron aún más oscuros y hundidos. Esa sonrisa oscura y siniestra en su rostro hacía que a cualquiera le costara respirar.

Seguía siendo una belleza deslumbrante, pero no una que quisieras tocar o a la que quisieras acercarte. ¿Quién sino una polilla se lanzaría a la llama negra?

Sus ojos carmesí, que usualmente brillaban tanto que eran hirientes a la vista, se habían oscurecido terriblemente. Contuve el aliento sin siquiera darme cuenta.

Era la primera vez que veía su verdadera ira.

—Perdóneme, Su Majestad Imperial. ¡He cometido un grave pecado! Todo se debió a mi descuido.

Tengo miedo. Pero era un tipo de miedo diferente al de antes. Antes había temido por mi vida, pero ahora sentía como si me hubieran llamado a la oficina del director para ser castigada.

No hice nada malo. ¿Por qué estoy tan asustada?

Después de haber llorado todas mis lágrimas, ya ni siquiera moqueaba. Solo me ardían los ojos. Intenté frotármelos, pero Serira me lo impidió, así que gimoteé en señal de protesta.

¡Me duelen los ojos!

El rostro de Kaitel se suavizó al escuchar mis gimoteos. Pero fue tan breve que nadie más pareció notarlo.

Tomó un sorbo de su vino y volvió a colocar el vaso sobre la mesa. Luego comenzó a caminar muy lentamente de regreso hacia el capitán, tan lento que era una burla aterradora. Se detuvo justo frente a él.

—Tres días.

Su voz era fría y arrogante. El capitán inclinó la cabeza aún más.

—Averigua quién lo envió.

El agudo sonido de una espada al ser desenvainada atravesó la habitación. Kaitel había desenvainado la espada del capitán. Relució bajo la luz del fastuoso candelabro. Blandió la espada ligeramente como si fuera un juguete, luego miró hacia abajo a su capitán.

Siguió un leve sonido cortante. El sonido era tan fino y agudo que me hizo encogerme.

Agg, odio ese sonido.

Afortunadamente, lo que había sido cortado era solo la manga del uniforme del capitán. Pero ahora la larga y reluciente hoja estaba presionada contra su garganta.

—Si no, será tu vida.

El leve corte en el cuello del capitán pronto se convirtió en una línea roja de sangre. Su extraño olor me trajo el recuerdo del fuerte y abrumador hedor de antes.

El capitán se inclinó una vez más.

—Sí, Su Majestad Imperial.

Luego se levantó y recibió respetuosamente la espada que Kaitel le devolvió. Kaitel entonces se dio la vuelta inmediatamente, como si ya no le interesara si el capitán se quedaba o se iba. Miró en mi dirección, luego se acercó a Serira, que me sostenía.

Sin un momento de vacilación, extendió los brazos. Un gesto claro. Una orden para que me entregara.

Papá, no somos tan cercanos. ¿Por qué de repente actúas como si fuéramos tan íntimos?

Quise decir algo, pero mi garganta estaba tan irritada que no salió nada. Serira parecía reacia a entregarme, pero considerando con quién estaba tratando, finalmente tuvo que ceder.

¡Sigues traicionándome, Serira! ¡Qué injusto!

Tan pronto como me tomó en sus brazos, la expresión del rostro de Kaitel cambió de nuevo. Lo miré con mis ojos hinchados. La oscuridad en sus ojos se había desvanecido a su carmesí habitual, y podía ver claramente mi propio reflejo en ellos una vez más.

Sonrió de nuevo.

¿Eh? ¿Por qué sonríes?

—Ariadna dormirá conmigo por el momento.

Eh… ¿Qué?

Lo miré fijamente, estupefacta, luego comencé a parpadear rápidamente. ¿Eh? ¡¿Qué acabas de decir?!

—Haz los preparativos.

¡¿Dormir contigo?!

Mientras estaba demasiado conmocionada y horrorizada para decir algo, Serira inclinó la cabeza.

—Sí, Su Majestad Imperial.

♦♦♦

La alcoba de Kaitel era más sencilla de lo que esperaba. Estaba lista para presenciar el epítome de la extravagancia, pero me sorprendió la decoración inesperadamente modesta.

¿No se supone que todos los tiranos son indulgentes y extravagantes? Mi papá es un emperador y, sin embargo, no sabe cómo gastar el dinero… Mm.

Quiero decir, no es que eso cambie nada sobre la forma en que me mira. Maldición. Por supuesto, mi realidad es una porquería.

—Acueste a la princesa y puede retirarse.

Escuché la voz de la jefa de doncellas que administraba el Palacio Soleil. Técnicamente, su rango en la corte era más alto que el de Serira, pero parecía usar un lenguaje honorífico debido a la diferencia en sus estatus.

Serira entró cautelosamente en la habitación conmigo en brazos. ¿Por qué está tan nerviosa? Solo estamos entrando en la habitación de otra persona. No es como si fuéramos ladronas ni nada. Bueno, supongo que ese “alguien más” es el emperador.

Pero vamos, ves al emperador todos los días.

Más que lástima, sentí fastidio. ¿Cómo sucedió esto? ¡¿Por qué yo?! ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿No es suficiente atormentarme durante el día, que también necesitas atormentarme por la noche? ¡¿Quién va a garantizar mi comodidad?! ¡Tengo derecho a dormir tranquilamente, sabes!

¡Este mundo podrido! ¡Este mundo está condenado! ¡Mi papá no me ha dado más que porquerías!

—Muy bien, mi princesa.

Mientras me retorcía en sus brazos, Serira me acarició la espalda suavemente con la mano. Aun así, no quería esto.

¡No quiero, buaaaa! ¡Este mundo podrido siempre se pliega a la voluntad de los adultos!

Una decoración moderadamente cara llenaba la habitación lo suficiente como para que no se sintiera vacía. La habitación era cinco veces más grande que la mía. El objeto más grande era una cama gigantesca que parecía poder acomodar a cuatro hombres adultos.

Mi lugar era una cuna bastante grande junto a esa cama. Había pensado que traerían la cuna de mi habitación, pero era una que nunca había visto antes.

Hola, soy Ariadna. ¿Y tú?

—Princesa, dormirá aquí esta noche.

¿No podría no hacerlo?

Hice un puchero con mis pequeños labios y miré a Serira con expresión triste. Ella suspiró con impotencia.

Entiendo, mamá… No tienes ninguna autoridad aquí, ¿verdad? Y por eso no tienes más remedio que entregarme.

Pero, ¿por qué parecemos una madre con su hija que está siendo vendida?

De repente me recordó el cuento de Chunhyang[1]. “Tú, tú me servirás esta noche.” “¡Me niego, mi señor!” “Oh, pero lo harás.” “¡Cállate! ¡Dijo que no quiere!” Ella intentó resistir, y entonces el mundo se acabó.

Nunca debería escribir historias.

¿Cómo es que todo lo que se me ocurre tiene un final terrible? Fruncí el ceño ante la extraña e incómoda sensación que tenía.

Serira me dio un beso en la frente después de acostarme en la cuna. Luego susurró suavemente en mi oído como si estuviera rezando.

—Maa…

—Todo va a estar bien. Nuestra princesa es tan dulce y buena, va a tener una excelente noche de sueño.

¿Cómo sabes si soy dulce o si soy sensible? ¡Estar en una cama nueva es un asunto completamente diferente! ¡Esta es una situación muy importante y delicada! ¿Qué hay de mis derechos de sueño? ¿Quién? ¡¿Quién los va a garantizar?! Ese desgraciado de mi padre definitivamente me molestará toda la noche. Lo sé. Buaaah.

—Señora.

—Ah, sí. Me voy.

Serira finalmente salió de la habitación ante la severa orden de la jefa de doncellas. Y todo lo que me queda es una pequeña muñeca. Maldita sea.

¿Cómo pudieron dejar a una bebé tan sensible y dulce completamente sola?

Esta gente no tiene ninguna consideración en absoluto. ¡La consideración ha muerto! ¡Muerto!

—¡Jo-je-jooo!

La habitación que podía ver desde mi cuna era cinco veces más grande. Era tan grande que daba miedo. Era una habitación en la que nunca había estado, pero la parte más aterradora era que todo lo que podía hacer era sentarme.

Si al menos pudiera caminar o correr, o gatear por el amor de Dios, podría ser capaz de…

Ah, pero podrían atraparme si lo intento.

Puaj.

—Maje-chu.

Apoyé la mejilla contra la barandilla de seguridad y procedí simplemente a observar la habitación. Mejor disfrutar de la vista en lugar de enloquecer. Mantén la calma.

Ah, sí. Tómalo como lo que es.

Tal como mi primera impresión, la habitación no estaba ridículamente cubierta de oro y joyas. Pero tampoco era demasiado modesta para un emperador.

Era la cantidad justa de lujo, elegancia y refinamiento. Especialmente la mesa de té intrincadamente tallada, el sofá individual, el diseño de la chimenea que ocupaba una pared y el tapiz que colgaba sobre ella; todo se mezclaban en perfecta armonía. Maldición.

—¿No estás dormida?

Dios, cómo odio lo familiar que es esa voz. Levanté la cabeza de la barandilla.

—Sigues despierta, ya veo.

No era una pregunta. Era una afirmación.

Kaitel se acercó a la cuna y acercó su rostro al mío. Pensé que me iba a quedar sin aliento.

¡Gah! ¡Me asustaste!

Vale, pero más importante, ¿qué le pasa últimamente?

Sutilmente traté de evitar a mi papá. Era muy consciente de que mi único padre era excepcionalmente guapo. No tenía dudas de que si entraba en un concurso de belleza, ganaría el primer lugar por votación unánime, pero… ¡Pero!

—¿Qué ocurre?

Su voz baja era seductora. Sentí escalofríos por un momento. Oh, Dios mío, ¿qué es esto?

Papá, no hagas esto. ¡Papá! ¡No podemos! ¡Esto está mal! ¡Papá!

Al final, no pude evitar que me tomara en sus brazos.

Agh.

Con los labios apretados, giré de mala gana la cabeza para encontrarme con los ojos de Kaitel. El movimiento fue tan mecánico que pude imaginar mi cuello haciendo un chirrido.

Todavía había gotas de agua adheridas a las puntas de su cabello rojo plateado recién lavado. Cabello mojado… El fresco aroma de su baño me hizo cosquillas en la nariz. Quería morir.

¡Ugh!

Sí, es una fantasía. ¡Una fantasía para hombres y mujeres por igual! ¡Pero no así! ¡Esto no está bien! ¡Este hombre es mi padre!¡¡Maldición!! ¡¿Por qué! ¡Hay! ¡Un tipo guapo! ¡Frente a mí! ¡¿Pero no puedo coquetear con él?!

—¿Estás indispuesta?

¿Indispuesta? No. Pero mi corazón definitivamente está enfermo.

Dios mío, ¿por qué este hombre tuvo que nacer con tanta belleza?

Querida niña, ni siquiera yo sé la respuesta a eso.

Solo dame una cucharadita de su belleza, ¿por favor?

—Pareces un monstruo.

Resulta que ya no te molesta una vez que te acostumbras a esto.

Las palabras que me dijo mientras acariciaba mis ojos hinchados eran toda una obra de arte. Quería decirle algo, pero parecía que de verdad había alcanzado la iluminación espiritual. Vaya, no puedo creer que esto no me esté molestando.

—Ya un intento de asesinato… No estoy seguro de si considerarlo tardío o más temprano de lo esperado.

¿Eh? Entonces, papá, ¿estás diciendo que ya sabías que alguien iba a intentar asesinarme? ¿Y aun así me dejaste sola?

¿Acaso… quieres morir?

—En cualquier caso, parece que las cosas se han vuelto un poco problemáticas para mi hija.

¿”Un poco problemáticas”? ¡Esta es mi vida la que está en juego! No hables de ello tan a la ligera, maldita sea. ¿En qué lugar me deja eso a mí por estar tan preocupada por todo? Me estás haciendo quedar como una idiota. ¡Gaaah!

Pero mientras bajaba la cabeza, sus ojos me siguieron, haciendo imposible apartar la mirada.

Ni siquiera puedo girar la cabeza cuando quiero. Qué vida tan triste.

Me encontré con sus dos ojos carmesí. Miradas, aspectos y emociones entrelazadas.

Y al final, no quedó nada. Absolutamente nada.


[1] El “Cuento de Chunhyang” es un famoso relato folclórico coreano sobre el amor entre Chunhyang, hija de una artista, y Lee Mongryong, un joven noble. Se casan en secreto, pero Mongryong parte a la capital. Un nuevo magistrado corrupto intenta forzar a Chunhyang a ser su concubina; ella se niega, invocando su lealtad, y es encarcelada. Mongryong regresa como inspector real, castiga al tirano y rescata a Chunhyang. La historia exalta la fidelidad, la resistencia y la justicia.

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