Traducido por Dea
Editado por Lugiia
Pobrecito, simpatizo con él. ¡Vamos, tú puedes! ¡La vida no es tan triste! Si no me crees, mírame. Mi padre se enamoró de mi encanto, ¡y ahora no puede vivir sin mí!
Por supuesto, sé que ese es en realidad mi sueño, pero… bueno, ¡algún día lo lograré!
Después de que ambos se miraran fijamente por un momento, Ferdel dejó la habitación. Al mismo tiempo, la puerta de la oficina se volvió a abrir y un sirviente entró con noticias.
—Su majestad, el conde Sesskullo solicitó una reunión con usted.
Oh, mi padre siempre está ocupado.
Sacudí mi mano en forma de saludo.
Adiós, papá.
Kaitel se rió entre dientes cuando escuchó las palabras del sirviente. Aún así, me colocó en la cuna y me dio algunas palmaditas en la cabeza por un momento. Era un toque muy diferente al de hace unos meses.
—Volveré pronto, así que no salgas.
Después del intento de asesinato, ni siquiera las criadas eran capaces de entrar al salón sin la autorización de Kaitel. Además, también se encargó de abrir la puerta que comunica con el salón y el ángulo de la habitación se ajustó para que se me pudiera ver jugando con solo girar la cabeza. Escuché que la gente reorganizó la oficina solo por eso.
De todos modos, mi papá está loco.
Me arrastré dentro de la cuna, me di la vuelta y me arrodillé tan pronto como caí sobre mi estómago. No fui capaz de hacer eso bien el mes pasado, pero resultó bastante bien ahora. Así de misterioso es el cuerpo humano.
No puedo esperar a caminar. Tengo mucho trabajo por hacer. Ejercicio y más ejercicio.
Hmm, espera. ¿Qué es ese sonido?
Mientras seguía arrastrándome en la cuna, la puerta se abrió una vez más. Miré en su dirección con una mirada nerviosa, pero no fue el asesino quien entró.
Era Ferdel.
Caminó con mucho cuidado y se agarró a la barandilla de la cuna. Dirigió su mirada hacia la oficina al otro lado de la puerta y se escondió en un punto ciego. En ese instante, sonrió y lo escuché soltar una risita.
Espera. Pensé que volvería a su trabajo.
Me eché un poco hacia atrás. Sin embargo, él tomó mi mano y me observó mientras le brillaban los ojos.
¿Eh? ¿Eh?
—¡Tan linda!
Luego de decir eso, volvió a reír. No pude evitar sentir un poco de pánico.
¿Era así de estúpido?
♦ ♦ ♦
El clima era agradable. Después de haber estado mucho tiempo encerrada, me sentí muy feliz al ver un extraño templo frente a mis ojos.
¡Estamos afuera! ¡Es un paseo! ¡Un picnic!
—¡Bababa! —En medio de todo eso, solté un balbuceo.
Estaba de buen humor, así que estaba diciendo muchas tonterías. Sin embargo, aunque para mí solo era un sonido sin sentido con el movimiento de mi lengua, era diferente para las dos personas que me miraban fijamente.
Al parecer, les gustaban las tonterías que salían de mis labios. Cuando traté de decir algo antes, pensaron que era una idiotez. Y ahora, cuando dije algo sin sentido, ¿les gustó?
¡No me agradan ustedes dos! ¡¿Lo saben?!
—¿Donde está el bebé…? ¡Aquí está!
—¡Baba! —respondí a su juego con otro balbuceo.
—Oh, qué tierna.
¿Te gusta?
Era molesto y quería detenerme, pero este era el momento más feliz del día de Elena, así que no pude. Selena, por otro lado, nos observó a las dos con una expresión cálida.
—Vamos, princesa.
Cuando repetí el simple acto de golpear la palma de mi mano con mi dedo índice, Elena sonrió y gritó. Selena, por su parte, solo sonrió de forma agradable.
Mamá, ¿lo hice bien?
Mis pequeñas manos se cerraron y se volvieron a abrir. Aunque fue un acto diminuto, era difícil de repetir. No me había movido demasiado, pero mis brazos ya se sentían cansados.
Oh, bueno, todavía soy joven, así que es genial hacer esto.
—¡Wow, eso es bueno! ¡Oh, eso también…!
Sonriendo alegremente ante el sonido de los elogios, Selena me dio unas palmaditas en la cabeza. Fue una reacción que se asemejaba a la de un gato, pero el cumplido fue tan bueno que la golpeé en los brazos sin darme cuenta.
¡Uf, mamá, un poco más! ¡Elogiame más!
Los elogios son geniales. Soy bonita y encantadora, ¿verdad? ¿No creen que vale la pena decirmelos?
—Tienes aún más encanto, mi princesa.
¿De verdad? ¿De verdad?
Mi niñera sonrió tan pronto como fijé mi mirada en ella. Esa sonrisa me hizo sentir mucho mejor.
—¡Sela!
Mi pronunciación no era demasiado clara debido a que mis dientes aún no habían crecido por completo, pero Selena reconoció que la llamé por su nombre. Tenía los ojos bien abiertos y estaba realmente bonita hoy.
¡Oh, y no es solo bonita por ser mi niñera!
Con una gran sonrisa, me arrastré y golpeé las piernas de Selena, sentándome de rodillas. Me abrazó con el rostro empapado de emoción y las lágrimas comenzando a derramarse en sus ojos.
—¡Elena!
Elena, quien estaba sentada a mi lado sintiéndose feliz, abrió sus ojos como platos cuando la llamé por su nombre.
En ese instante, les sonreí.
Quizás tenga más sirvientas cuando sea mayor. Sin embargo, no importa cuántas sean ni lo bien que me traten, estas dos seguirán siendo especiales para mí.
La pequeña Elena giró su rostro. Incliné mi cabeza ante su acción. Entonces, empezó a llorar, secándose las lágrimas con el delantal.
Estoy asustada. Elena, ¿por qué estás llorando de repente?
—Creo que nuestra princesa ya ha crecido. ¿Qué pasa si ella dice que se va a casar?
—Sí, creció. El tiempo realmente vuela.
Disculpen, ustedes dos. Aún tengo diez meses. Falta demasiado para casarme.
Estoy cansada de pensar en crecer, y ahora ellas ya están planeando mi vida, e incluso mi boda. Ja, al parecer hacemos lo mismo pero con un propósito diferente.
Quiero crecer, al menos hasta tener cuatro años.
En ese entonces, podría caminar, hablar el idioma humano y, sobre todo, ¡no tendría que estudiar! Sí, quiero tener esa edad el resto de mi vida.
—Princesa…
Elena, quien se estaba limpiando los ojos, me llamó. Mientras me encontraba en los brazos de Selena, miré en su dirección. Al ver que su mirada todavía estaba enrojecida, me hizo estremecer otra vez.
Aunque en el pasado la odiaba, a ella le agradaba. Debió atraparme en sus encantos en algún momento, ya que ahora no me gustaba ver llorar a Elena.
Me acerqué a ella y la abracé. Me miró y parecía no saber qué hacer. Su rostro estaba lleno de ansiedad.
—¿Qué debería hacer? Ella es tan linda que no quiero dejarla ir. Deseo tenerla en mis brazos por el resto de mi vida.
Oye, eso es un crimen.
—Yo cuidaré a la princesa, así que ve a lavarte la cara. Te ves terrible.
—¿De verdad?
—Sí, bastante.
Elena sonrió mientras yo asentía ante la gravedad de su rostro.
Cuando una persona llora y sonríe al mismo tiempo, se crea un conflicto en su interior. Oh, me odio por preocuparme por eso… Pero de igual forma estoy seriamente preocupada.
—Entonces, princesa, volveré luego.
Asentí con la cabeza y me arrastré fuera de los brazos de Elena. Ambas me miraron, sorprendidas por mi acción.
¡Je, je, ahora soy buena en esto sin ayuda!
Al ver a Elena correr para regresar pronto, me arrastré hasta el lugar donde estaba mi juguete. Selena se aseguró de que mis rodillas no se resbalaran en ningún momento.
Cuando llegué al final de la alfombra en el césped del templo y me senté, mi niñera me sonrió. Hace siete meses, ella era una mujer sombría, pero ahora lucía como una persona completamente diferente. Era un poco extraño.
—Sena…
Ella volteó su mirada ante mi voz y sus ojos se entrecerraron al sonreír. Le devolví la sonrisa.
Selena confirmó que estaba jugando sin problemas y se sentó cerca de mí, dándole una mirada al libro que ella había traído.
Una fresca brisa sopló a nuestro alrededor. No era fría, sino fresca y serena como si estuviera sumergida bajo el agua. Selena soltó una risa cuando nuestros ojos se encontraron otra vez por un momento. Obviamente, yo también me reí.
Me gustaba que ella hiciera su trabajo mientras me cuidaba como una madre normal. En algún momento, cuando fui capaz de jugar por mi cuenta sin su mirada, Selena empezó a tejer, bordar y leer. Aunque era un pequeño trabajo el tener que cuidarme, era bonito decir que ella no vivía enteramente para mí. Claro que, si yo fuera una bebé real, estaría gritando por atención.
¿Uh?
Espera, juguete, ¿a dónde vas?
El juguete circular, que accidentalmente dejé caer, empezó a rodar. Estaba tan avergonzada que mantuve mi boca cerrada.
¿Qué debería hacer? Creo que puedo alcanzarlo si gateo un poco. Hmm…
Volví a mirar a Selena por un momento, pero no quería interrumpirla cuando la vi tan absorta en el libro.
Bueno, no soy una bebé ordinaria, y solo estaría gateando un poco, ¿verdad?
Me recosté sobre mi estómago de inmediato y empecé a gatear.
Bonita pelota amarilla, ¿a dónde vas? ¡Juega conmigo!
El juguete rodó con rapidez y pronto la aceleración de su rodadura empezó a ralentizarse hasta que por fin se detuvo. Gateé hasta donde estaba la pelota. La sensación de tocar el césped con mi mano me picaba.
Me senté, limpié la pelota en mis manos, y miré a mi alrededor. No me di cuenta antes porque solo me interesaba la pelota, pero el paisaje había cambiado.
¿Me alejé demasiado? ¿Dónde estoy?
—Entonces, lo que estoy diciendo es que él está creando problemas que podría no ser capaz de detener.
—¿Es así? Yo no lo siento de esa manera.
Uh, son las voces de dos hombres. ¿Eh? Uno de ellos suena familiar.
¿Quién será?
Al estirar la cabeza, noté que dos personas caminaban por el sendero del templo.
¡Es Ferdel!
Por eso sonaba familiar. En realidad era alguien a quien conocía.
—No has olvidado a quien juraron lealtad los nobles del norte, ¿verdad? No me importa cuánto me digas que eres el jefe de la aristocracia sureña, hay un límite en la cantidad de reacción pública que podemos contener. Si seguimos así, algún día…
—El régimen caerá. ¿Es eso lo que estás tratando de decir?
Su respuesta fue tan astuta como su sonrisa. Eso me causó confusión al recordar la parte de él que vi la semana pasada. Me preguntaba si era realmente la misma persona que se había escabullido detrás de la espalda de mi padre para tomarme la mano y sonreír como tonto.
—Fue la esfera imperial quien derramó sangre primero de todas formas.
La persona con la que hablaba era un hombre que nunca había visto antes. Un hombre de cabello rubio pálido, quien estaba hablando con nubes negras sobre su cabeza.
—No.
Por otro lado, el rostro de Ferdel estaba lleno de alegría. Obviamente, sus sonrisas eran siempre las mismas cuando me miraba, pero ahora, era diferente.
Esta sonrisa tenía su lado agudo.
—Para empezar, era un trono manchado de sangre. No había ni un poco de honor en él.
Lo que había en el rostro de Ferdel era desprecio, el mismo sentimiento que vi una sola vez en mi padre.
Tal vez, en realidad esa expresión es de repugnancia.
El otro hombre no pudo agregar nada más. Me sentía asfixiada por la expresión fría de Ferdel y lo sofocado que estaba su oponente.
Aunque supuse que esta escena era algo innecesario de ver, de igual forma lamenté haber estado presente.
Solo vine aquí en busca de una pelota. ¿Qué pasa con esta situación?