La hija del Emperador – Capítulo 29

Traducido por Lily

Editado por Herijo


En cuanto estuve en brazos de Kaitel, consideré qué decirle a mi inexpresivo padre.

¿Debería sonreír? Ugh, pero ¿por qué te ves más irritable que de costumbre? ¿Exceso de trabajo? ¿Necesitas una dosis de mis monerías para animarte? ¡Agh, ni que fuera tu payaso personal!

—¡Cito!

—¿Cito?

No, esto no está bien. De todas las cosas posibles, ¿cómo se me pudo escapar eso?

Serira se turbó de repente ante mis palabras. Nunca la había visto tan desamparada.

¿Eh?

—Oh, eso es…

Serira se mordió el labio, reacia a responder. En ese momento, distinguí a Graecito y a la anciana noble que pasaban por allí.

¡Ahí está, el niño que rechazó mi mano!

—¡Cito, allí!

A mis palabras, Kaitel se giró. Les lanzó una mirada breve y seca, y pareció que eso fue suficiente para reconocerlos.

—¿No es tu hijo?

—Sí, Su Majestad. Muchas gracias por recordarlo. —Serira inclinó la cabeza, como si hubiera cometido un pecado terrible.

Yo estaba confundida. ¿Por qué actúa como una criminal? Entonces, caí en la cuenta de su situación.

Ah, claro. Es mi niñera.

Seguramente temía que la despidieran si parecía que favorecía a su propio hijo por encima de la niña que debía cuidar. ¿O no? Qué más da.

—Ya veo.

¿Ya ves? ¿Ver qué, imbécil?

Le lancé una mirada agria, y él me dedicó una sonrisita burlona.

¿Por qué sonríes? ¿Te hace gracia mi cara? ¿Eh?

—¿Le has tomado cariño?

No sabía cómo responder a esa pregunta. No era que me cayera especialmente bien ni mal.

Mmm, qué pregunta tan difícil. Decidí usar mi movimiento estrella: ¡mi sonrisa! Eh, papá. ¡Mírame! ¡Estoy sonriendo! ¡Así que no me hagas preguntas difíciles!

—¡Princesa!

Afortunadamente, antes de que Kaitel pudiera decir algo más, alguien apareció para salvarme. Giré la cabeza al oír la voz familiar y, una vez más, me maravillé de mis geniales instintos.

—¡Sil!

—¡Oh, cielos! ¿Me reconoce, Alteza? —me saludó Silvia con una sonrisa radiante. Estaba exactamente igual de hermosa que la última vez.

Escuché que tiene veinte años. ¿Qué hacía yo a los veinte? ¡Maldita sea! ¿Por qué es tan guapa?

Su cabello, del color de la flor de cerezo, ondeaba con suma delicadeza. Su belleza era verdaderamente inigualable.

—¡Sil, Sil!

—Feliz cumpleaños, Princesa.

Su felicitación me levantó el ánimo al instante.

¡Guau! Te quiero, Silvia.

Perdel también me saludó, pero ni siquiera lo oí. ¡Estaba demasiado concentrada en mi ángel!

—No es gran cosa, pero quería expresarle mi aprecio.

¿Eh?

Era claramente mi regalo, pero quien lo recibió fue Kaitel. Mi mano quedó flotando en el aire de forma vergonzosa. Me volví para fulminar a mi padre con la mirada.

¡Eh! ¡Eso es mío! ¡Quiero abrirlo yo! Pero esta abominación de padre ya estaba rasgando el regalo de cumpleaños de su propia hija. ¡¿Dónde demonios están tus modales?!

—Es bastante radiante.

Dentro de la caja que Kaitel había desenvuelto tan brutalmente, había una gema: una joya de un pálido azul celeste.

Oh, ¿es jade? Definitivamente es una joya, pero… para ser sincera, nunca había visto una así. ¿Qué es?

De repente, Silvia tomó el collar de la mano de Kaitel con gran audacia. Luego, procedió a abrochármelo alrededor del cuello.

Vaya.

—Es una joya rara que solo se puede encontrar en Aquileya. —dijo Silvia sonriendo mientras tomaba mi mano.

¿Cómo puedes ser más bonita que esta joya, Sil? Por cierto, esta cosa es muy suave. Tiene un tacto agradable. Era del tamaño de mi pulgar.

—Se llama “larimar”. Se dice que trae paz, amor y sanación. Lo mandé a hacer especialmente para usted, para desearle a nuestra princesa la mayor de las felicidades.

—¡Prechioso!

¡Es tan bonito! Y su significado es igual de hermoso. Como Silvia. ¡Qué cara tan bonita, y qué corazón aún más bonito! Haaa, eres un verdadero ángel. Silvia me sonrió radiante. Su sonrisa era tan deslumbrante que sentí como si mi corazón se estuviera purificando.

Está brillando…

—Me alegro mucho de que le guste.

—¡Silvia!

—Cielo santo, qué niña tan lista.

¡Realmente me gusta Silvia! Sil, ¿quieres ser mi mamá? ¿Te interesa el puesto? Es decir, como emperatriz. Mi papá puede actuar como un perro rabioso a veces, pero tiene su lado tierno…

Un momento, no, no lo tiene. Perdón. Eso fue una sarta de mentiras que estuve a punto de venderte. ¡Lo siento! Esto no funcionará. Al menos por tu bien, jamás funcionaría. ¡Perdóname!

Lily
Aquí Ria quiso hacer de Silvia su madre sustituta, pero luego recuerda todo lo que ha sucedido con las mujeres del Harén de Kaitel y todas las cosas que pasan en el Palacio Soleil que se le quitaron las ganas xD

—¿Lo ve? Mi esposa tiene un don para estas cosas. —Perdel intentaba aprovechar la oportunidad para presumir de Silvia, pero Kaitel lo ignoró por completo.

Tsk, tsk. En fin.

Incluso Silvia le lanzó una mirada fría, lo que provocó que a Perdel se le borrara esa sonrisa idiota de la cara.

—Perdón. Me callo.

Buena idea.

Con expresión hosca, me tendió una pequeña caja. La miré, intrigada.

—Princesa, este es mi regalo para usted.

Pero el regalo salió volando antes de que pudiera ponerle las manos encima.

¿Eh? ¿Mmm? ¿Qué? ¿Qué está pasando ahora?

—¡Oye!

—No necesito tu regalo.

Oye, uh, ¿papá? Pero yo sí…

Perdel hizo un gesto y un sirviente recogió el regalo del suelo. Furioso, Perdel se pasó una mano por el pelo.

—¡Oye! ¡Si sigues así, me voy a enfadar de verdad!

Sí, papá. Estás siendo un poco duro. Aun así, era un regalo que había preparado con cariño… Y juro que no lo digo solo porque sea mi cumpleaños… Mmm. Sí.

—Entonces, lárgate.

La furia de Perdel fue recibida con la fría y cortante respuesta de Kaitel. Kaitel se dio la vuelta rápidamente, y ese descarado desdén enfureció aún más a Perdel. Ah, pobre tipo.

—¡Vaya! ¡Hay que ver a este bastardo!

Perdel se aferró inmediatamente a Silvia y empezó a lloriquear.

—Silviaaa. Ese imbécil es muy malo conmigo.

—Seguro que has hecho algo para merecerlo.

Silvia fue sorprendentemente serena y objetiva. No podía creer que pudiera decir esas cosas con esa dulce sonrisa. Quedé desconcertada por esta otra faceta de Silvia que nunca había visto.

Perdel también pareció sorprendido, con los ojos bien abiertos.

—¡Silvia! ¡¿Tú también?! —Luego se desplomó en el suelo—. ¡Dicen que no se puede confiar en nadie! ¡Qué mundo tan podrido!

No pude evitar sentir lástima por su ingenuidad.

¿Y te das cuenta ahora?

♦ ♦ ♦

Siendo la fiesta de cumpleaños de una bebé, terminó bastante rápido. Claro que eso solo aplicaba para mí y para Kaitel. Los que quisieran quedarse a disfrutar eran más que bienvenidos.

Normalmente, las fiestas duraban hasta la mañana siguiente. Uf. ¿De dónde saca la gente tanta energía?

Era hora de que me lavara y me fuera a la cama.

—Princesa, venga aquí —me llamó Serira mientras yo estaba en brazos de Kaitel.

Instintivamente, extendí los brazos hacia ella para que me tomara, pero, por alguna razón, Kaitel no me entregó.

¿Eh? ¿Qué pasa, papi? Sé que estás obsesionado conmigo, pero esto no puede ser. ¡Necesito lavarme!

—Yo la bañaré esta noche.

—¿Su Majestad Imperial?

¿Eh? ¿Qué acaba de decir?

Serira parecía estupefacta. Yo tenía la misma cara de asombro. ¿De verdad acaba de…?

—¿Necesito repetirme?

La voz de Kaitel tenía un tono más afilado esta vez. Un poco asustada, Serira retrocedió.

—Perdóneme, Su Majestad. Entonces iré a preparar el baño… —Salió apresuradamente de la habitación con la cabeza gacha. No podía arriesgarse a quedarse más tiempo. ¿Quién sabe qué podría pasar?

Kaitel me miró satisfecho, y una abrumadora sensación de pavor me invadió.

Por favor, no, papi. ¡No tenemos la confianza suficiente para esto! ¡Todavía no puedes bañarme y esas cosas! ¿Acaso quieres morir? ¡¿Cómo te atreves a querer bañarme?! ¿O es que quiere “lavar mi vida” para eliminarla? ¡¿No estará pensando en serio en ahogarme, o sí?!

Vaya, ¡esto es totalmente inesperado! Con razón estuve tan feliz hoy. Era porque mi vida estaba a punto de terminar. ¡Mi padre finalmente va a acabar conmigo!

Pero no podía negarme a la oferta de Kaitel, así que entré temblando en la bañera a regañadientes. Kaitel podía haberse ablandado conmigo, pero estaba segura de que no sería tan indulgente si rechazaba de plano su oferta. Y… tenía razón.

La pequeña bañera, del tamaño justo para mí, estaba llena de agua a la temperatura perfecta. Ni demasiado caliente, ni demasiado fría. Ah, qué agradable y calentita.

—¿Se hace así?

—Sí, sí, Su Majestad.

¿Es que nunca has visto a nadie bañarse? Puede que tenga cuerpo de bebé, pero no puedo creer que un hombre me esté bañando… bueno, no es un hombre cualquiera, es mi padre. Pero aun así… ¡Aaaargh, qué vergüenza!

—¡Su Majestad!

—¿Qué?

¡Ay! ¡Creía que intentabas matarme, animal!

Serira se mordió el labio al ver lo roja que se había puesto mi piel. Casi parecía a punto de llorar. Menos mal que no era un bebé normal. Si lo fuera, ya estaría gritando y llorando como una loca. ¿Por qué frotas tan fuerte?

Ay, el brazo me escuece de verdad. Duele un poco.

—No debería frotarla así. S-si me permite, podría probar primero en mi brazo…

Kaitel pareció confundido al principio, pero al ver mi brazo enrojecido, se dio cuenta de que algo iba mal. Hizo lo que Serira le dijo sin más discusión.

—¿Así?

—Un poco menos de fuerza.

En su mente, intentaba ser delicado, pero seguía siendo bastante brusco. Serira no parecía nada contenta.

¿Y qué hay de mi pobre brazo? ¡Mi brazo! ¡¿Quién va a compensarme por mi sacrificio?!

—¿Qué tal así?

—Menos fuerza, Su Majestad.

Kaitel parecía frustrado.

—¿Y esto realmente la limpia?

Sí que limpia, bastardo.

Y yo no era la única frustrada. —Los bebés son más delicados de lo que cree, Su Majestad —respondió Serira en un tono un poco cortante. Casi sonaba como si se estuviera enfadando—. Si hubiera seguido frotándola con la misma intensidad, le habría arrancado toda la piel.

¡Eso es! ¡O sea, mira cómo tengo el brazo!

Aunque estaba enfadada, esbocé una sonrisa radiante en cuanto Kaitel me miró. ¡Maldita sea! Sí, quiero vivir.

—Esto no es fácil.

Parecía un poco atormentado.

¿Qué tiene de difícil? Es de sentido común.

Pero parecía que las cosas que para mí eran obvias, para Kaitel eran increíblemente difíciles. Por un momento, sus ojos carmesí se oscurecieron ligeramente, y luego los cerró. Oí cómo un suave suspiro se escapaba de sus labios.

Después de eso, Kaitel aprendió bastante rápido a bañarme correctamente. Por supuesto, fue gracias a Serira, que constantemente lo instruía y regañaba desde un lado, pero teniendo todo en cuenta, lo hizo mejor de lo esperado. Y, por supuesto, gracias a mi sacrificio.

Gaaah, todavía me escuece el brazo. Merezco que me muestren algo de respeto. Bien hecho, yo.

—¿Te sientes bien ahora?

Cuando terminó de lavarme, Kaitel dejó que Serira me secara. Parecía agotado.

¿Eh? ¿Y él cuándo ha tenido tiempo de bañarse?

Yo acababa de secarme el pelo y vestirme, pero en ese tiempo, él ya había terminado de lavarse. Se acercó mientras se apartaba el pelo húmedo con la mano.

Uhhh, ¿qué tal si no te paseas sin camisa? Ponte algo, por favor.

—Te ríes con facilidad.

Es por tu culpa… Agh, siento que me van a dar ganas de llorar, así que mejor cambiemos de tema.

Me rozó la mejilla con la mano y luego se rio suavemente. El frescor de su mano era agradable después de un baño caliente.

Ah, qué refrescante. Me sentía genial después de salir del agua.

Los baños son realmente lo mejor. Estaba tan relajada que todo mi cuerpo parecía derretirse como el chocolate. Ah, ahora se me antoja chocolate…

—Parece que lo has disfrutado.

Sonrió. Era raro ver en él una sonrisa tan relajada y tranquila. Me sorprendió un poco.

No sabía que podía sonreír así.

Lo miré fijamente con los ojos muy abiertos por la intriga mientras estaba sentada en la cama. De repente, Kaitel se puso una bata y subió a la cama. Cuando se sentó frente a mí, vi que sostenía una pequeña caja que no había visto antes.

—Toma.

¿Qué es eso?

Tomé la caja y lo miré. Cuando nuestras miradas se encontraron, Kaitel sonrió. Procedió a abrir la caja para mí, revelando una gema roja. Mis ojos se abrieron como platos. Era un anillo muy pequeño con un rubí rojo. El tono era tan profundo que contenía un matiz de púrpura, y era, como poco, cautivador. Su belleza me robó el corazón al instante.

Levanté la vista, asombrada, y vi que Kaitel me sonreía. Era su misma sonrisa de siempre —casi una mueca burlona—, pero al menos por un momento, no sentí la necesidad de criticarla.

¿Este regalo es para mí? Dios mío.

No sabía cómo reaccionar. Mi mente estaba en blanco. Realmente no sabía qué decir. Abrí la boca, pero no salió nada.

¿Qué se supone que debo decir? O sea, uh… ¡Eh, esto es injusto! ¡No me lo esperaba!

Nunca esperé que Kaitel me hiciera un regalo. Pensándolo bien, era algo natural y obvio, pero hasta el momento en que me dio la caja, no lo había considerado en absoluto. Entonces, me dio una suave palmadita en la cabeza.

—Feliz… —Su voz era grave, casi afectuosa incluso— cumpleaños.

Parecía un poco tímido al decirlo.

FIN DRANSTE


Lily
El capítulo es así de corto, ya que este es el final del "El Arco de Dranste" el siguiente capítulo también forma parte de este arco; pero como algo complementario, un tipo de extra, así como lo son el 8.5, 19.5 🙂

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