La Princesa derriba banderas – Capítulo 164: El grito de la princesa reencarnada (2)

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


—¿Qué significa esto, Ernst?

La voz calmada reverberó claramente por toda la habitación.

Como resultado, su pregunta tenía mucho más peso detrás.

Sin embargo, el Comandante Lieber no se molestó por esto en lo más mínimo.

—El significado, ¿eh?

Musitó para sí mismo como un soliloquio, antes de apartarse repentinamente de Sir Leonhard y lanzar la piedra que tenía en la mano a la oscuridad. Me vino a la mente la imagen de la piedra haciéndose añicos y me cubrí rápidamente la cara con las manos.

Pero el estallido no se produjo.

Cuando volví a abrir los ojos, antes de que me diera cuenta, había un hombre que estaba de pie vestido de negro en la oscuridad. En su mano derecha estaba la piedra del Señor de los Demonios.

—Gracias por tu colaboración.

El hombre que levantó la piedra como para mostrarla con una sonrisa era un joven que conocí en un restaurante del pueblo… Latte.

Así que Latte era de Raptor, después de todo.

Aunque el hecho de que resultara ser un enemigo me molestó bastante, ahora mismo, seguía abrumada por la traición del comandante Lieber que no registraba en absoluto.

—Y así es como es.

Cuando el Comandante Lieber declaró tal cosa, la cara de Sir Leonhard se distorsionó de dolor. Sólo lo conozco desde hace menos de un mes, así que me pareció irreal, pero ¿qué pasa con Sir Leonhard? ¿Cuánto dolor debe estár sufriendo? No puedo ni empezar a imaginarlo.

—¿Estás traicionando al reino?

La voz que exprimió mostraba la emoción que intentaba reprimir, al igual que su mirada aguda me presionaba, incluso cuando no estaba en su línea de visión.

Pero el comandante Lieber resopló alegremente sin importarle nada.

—¿Traicionar?

Repitió las palabras de Sir Leonhard antes de soltar una sonrisa. Una sonrisa cruel, falsa y malvada.

—¿Qué dices a estas alturas de la escena? Ya me he vendido hace mucho tiempo.

El comandante Lieber me empujó ligeramente.

Al verme tambalear, Sir Leonhard abrió mucho los ojos.

—¡¡¡Ernst!!!

Un rugido de bestia resonó. Sir Leonhard dio una patada en el suelo y, al mismo tiempo, el comandante Lieber tiró la antorcha al suelo.

El Comandante Lieber atrapó el tajo descendente de Sir Leonhard con su espada. El acero contra el acero chocó vigorosamente y lanzó chispas por todas partes.

—¡Sir Leon…!

—Uy, creo que es mejor que no te muevas.

Latte me agarró la mano cuando estaba a punto de entrar corriendo.

—Si te acercas demasiado, dudo que sólo sea una herida superficial.

Me jaló hacia atrás, con fuerza.

Es frustrante, pero tiene razón. El desarrollo de la batalla entre el Comandante Lieber y Sir Leonhard es tan rápido que me resulta difícil de seguir. Ahora que no tiene su calma habitual, dudo que incluso mis palabras lleguen a él.

Quería detener la pelea, pero no sabía cómo.

Así que no pude hacer nada más que observar con los labios apretados.

Sir Leonhard blandía su espada como si dejara salir su ira que no tenía a dónde ir, pero el Comandante Lieber paraba cada uno de esos fuertes ataques con facilidad.

No podía creer que se riera tan alegremente en una batalla tan feroz.

—¡Pensar que puedo luchar contra ti en serio! ¿Cuándo fue la última vez, me pregunto? ¡Contéstame, Leonhard!

—¡Deja de bromear!

Sir Leonhard cortó el tono desenfadado del comandante Lieber como si estuvieran en pleno entrenamiento y blandió su espada al mismo tiempo, pero el comandante Lieber la atrapó con la empuñadura y la apartó de un manotazo.

Entonces, el comandante Lieber le devolvió el favor con una estocada hacia la cara de Sir Leonhard. Un mechón de su cabello negro, al esquivar por poco la espada, se dispersó en el aire.

Sir Leonhard pateó el cuerpo del comandante Lieber y ganó algo de distancia.

Sonidos de respiraciones pesadas resonaron dentro de la habitación poco iluminada.

Los dos que se habían estado mirando empezaron a correr al mismo tiempo manteniendo cierta distancia entre ellos. La llama de la antorcha que seguía rodando por el suelo se vio perturbada por los cambios en el aire. Cada vez que sus sombras chocaban, un sonido punzante resonaba por toda la habitación.

—¿Por qué? ¿Por qué nos has traicionado?

Sir Leonhard miró y gritó mientras acortaba la distancia.

—Ya deberías saberlo.

El comandante Lieber inclinó su espada y se deslizó fuera del enclavamiento antes de bajarla en un corte descendente. Sir Leonhard saltó hacia atrás para evitarlo.

—Estoy seguro de que te darás cuenta tarde o temprano con esa buena cabeza que tienes. Cuando Raptor se adelante a nosotros las suficientes veces, te harás la pregunta de “qué pasaría sí”. Pero esta amistad nuestra te ha cegado, ¿no? ¿Me equivoco?

—¡Cómo te atreves a decir eso…!

A la espada que estaba siendo blandida hacia él, el Comandante Lieber lanzó un contraataque propio.

Sir Leonhard se agachó y evitó la pared del Comandante Lieber. Un profundo corte fue dejado en un pilar detrás de él junto con un ruido estrepitoso. En esa posición, Sir Leonhard atrapó la pierna del Comandante Lieber.

En consecuencia, el comandante Lieber lanzó su espada desde arriba, haciendo que Sir Leonhard rodara hacia un lado, esquivándola por poco. Cuando Sir Leonhard recuperó su postura, el comandante Lieber le lanzó un golpe a los pies, pero Sir Leonhard saltó en el aire y lo esquivó.

El Comandante Lieber giró su espada hacia arriba, y la convirtió en un corte ascendente. Era fácil olvidarse de respirar al ver cómo se desarrollaba esta batalla a una velocidad tremenda.

—¡Esta no es una forma muy caballerosa de luchar, Leonhard!

—Estoy tratando de matarte. Si quieres ser elegante al respecto, ¡puedes hacerlo en la otra vida!

Sir Leonhard, que le dijo al Comandante Lieber que se deshiciera de las formalidades, lanzó su espada hacia adelante. Una raya roja recorrió la mejilla del comandante Lieber. Sin un momento de pausa, Sir Leonhard siguió con una estocada de su palma izquierda, haciendo que el Comandante Lieber perdiera el equilibrio, antes de conectarla con un corte hacia abajo.

El Comandante Lieber atrapó el ataque en el último segundo.

—Oh, qué miedo, qué miedo.

Mientras se quedaba sin aliento, el Comandante Lieber se reía.

Sir Leonhard parecía estar sufriendo en comparación con el comandante, que parecía estar pasando el mejor momento de su vida. Era un dolor emocional, no del tipo físico. Su expresión sombría era una que nunca había visto antes, pero en lugar de ser aterradora, estaba llena de tristeza. Deseaba no verlo con esa cara. No quería que volviera a poner una cara así nunca más.

—Puede que sea la primera vez que te veo tan desesperado.

—Así es. Y será la última vez que lo veas.

Los dos conversaron mientras cruzaban las hojas.

Yo quería ver más —murmuró el comandante Lieber en un tono que me hizo preguntarme si hablaba en serio. Se rió con la misma expresión amable que me ponía cuando recordaba las viejas historias de sir Leonhard en el fuerte.

—Ahora deberías entender por qué actúe tan tontamente.

—Cállate…

Los hombros de Sir Leonhard temblaron ligeramente por las palabras del Comandante Lieber.

Había estado escuchando todos los comentarios que el comandante Lieber tenía que decir hasta ese momento. ¿Qué podría molestarle lo suficiente como para que se enfureciera?

—Así que lo entiendes, después de todo.

El comandante Lieber entrecerró los ojos con alegría.

—Ya sabes…, Leonhard. Encontrar algo insustituible es la cúspide de la felicidad.

—¡Cállate!

Sir Leonhard rugió como si quisiera ahogar la voz del comandante Lieber.

—Pero al mismo tiempo, significa que siempre estarás obsesionado con el miedo a perderlo.

—¡Te he dicho que cierres la boca…!

Un sonido agudo reverberó.

La espada que salió volando hizo un arco en el aire y cayó. Se deslizó por el suelo y chocó contra una pared, antes de quedarse quieta.

Sir Leonhard dirigió la punta de su espada hacia la garganta del comandante Lieber.

En la sala sólo se oía la respiración agitada de ambos.

La batalla llegó a su fin. Y con ello, llegó el clímax.

Nadie se movió ni un centímetro.

Después de lo que pareció una eternidad, el comandante Lieber finalmente rompió el silencio.

—¿No vas a matarme…?

Preguntó el comandante Lieber con ojos tranquilos. No se veía ni impaciencia ni resentimiento. Sólo inclinó ligeramente la cabeza y sonrió.

¿Acaso esperaba este resultado? Desde el fondo de su corazón, ¿quería que Sir Leonhard lo detuviera, incluso cuando ha abandonado todo en este mundo excepto a su esposa?

Sir Leonhard permaneció en silencio, sólo miró fijamente al comandante Lieber. Sus ojos, aparentemente llenos de emociones desconocidas, me dejaron sin aliento.

No quiero esto. No hay necesidad de que las cosas terminen así.

—Sir Leon, por favor, retírese.

Aunque me escuchó, no dio una respuesta.

Me impacienté y di un paso adelante, pero Latte me detuvo. Intenté quitármelo de encima, pero no pude ganar contra la fuerza de un hombre.

Mientras luchaba, el comandante Lieber continuó su embestida para acorralar a Sir Leonhard con sus palabras.

—Soy el hombre que traicionó a este reino y a tu amada. Aun así, ¿pretendes mantenerme con vida?

—¡Sir Lieber!

Grité de frustración.

Cállate ya. No acorrales más a mi amado. Él ya ha pasado por un mundo de dolor. Si le haces más daño, no te lo perdonaré.

—¿No es mejor deshacerse de mí aquí y huir junto a su Alteza? Mejor que hacerlo antes de que los hombres de Raptor rodeen este lugar.

—Tienes razón…

Sir Leonhard respondió con una cara que parecía estar llorando.

Sentí cierta resolución en ese rostro y traté de alcanzarlo desesperadamente.

—¡Por favor, por favor, detente! ¡No tienes que hacerlo! ¡¡¡Por favor!!!

No quería verlo.

Le supliqué. No usando la lógica ni la razón, sino por puro egoísmo. Definitivamente no quería ver cómo se desarrollaba la escena.

El comandante Lieber me miró y sonrió, moviendo la cabeza como lo haría un niño.

—Su Alteza es muy amable. Pero, por favor, cierre los ojos, al menos hasta que Leonhard haya cumplido su papel.

En el momento en que escuché esa voz suave y tranquilizadora, una emoción tan fuerte que me partía la cabeza surgió dentro de mí.

Mi cuerpo tembló al no poder contener mis sentimientos.

¿Amable? ¿Quién?

¿El papel de Sir Leonhard? ¿De qué demonios habla?

¡No vayas a soltar tonterías al azar cuando ni siquiera sabes nada!

—Conmigo…

Las emociones que corrían por mis venas no eran dolor ni tristeza.

Sólo rabia pura y dura.

Pisé el suelo tan fuerte como pude.

En el momento en que todas las miradas se concentraron en mí, grité.

—¡No me jodas! ¡¡¡No te atrevas a obligar a Sir Leonhard a hacer algo así!!!

Mi grito fue tan fuerte que estresó mi garganta. Fue quizás el más fuerte que había hecho desde que llegué a este mundo.


Ichigo
Hay dos momentos que voy a remarcar de este capítulo, para empezar, la frase ‘Estoy tratando de matarte. Si quieres ser elegante al respecto, ¡puedes hacerlo en la otra vida!’; me pareció lo más genial para decirle a alguien que te ha traicionado. Y segundo, no puedo creer que al final Rosemarie haya encontrado las fuerzas para interponerse, no entiendo todavía cómo no le pegó una patada a Latte en la pantorrilla, como mínimo. Pero es una protagonista de muuy lento desarrollo, por lo que veo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido