La Princesa derriba banderas – Capítulo 49: La Petición de la Princesa Reencarnada (3)

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya

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El único sonido provenía de las ruedas del carruaje. Reinaba el silencio, pero no de forma sobrecogedora.

La mirada de Sir Leonhard se suavizó, disminuida por el sol deslumbrante.

—Qué fuerte eres. —se lamentó.

Incliné mi cabeza hacia un lado. No estaba segura de lo que quería decir. La mera idea de ser rechazada por él llenaba mis ojos de lágrimas. ¿A qué clase de fuerza se refiere al hablar de una niña como yo?

Él sonrió cálidamente ante mi desconcierto, contuve mi respiración, hechizada. Las últimas lágrimas cayeron, y él borró su vestigio.

Sir Leonhard se levantó del suelo y se hundió en su asiento con un fwump. Sus movimientos  carecían la compostura normal de un caballero. Por alguna razón, mi corazón latió con el cambio.

Debo sentirme atraída por los hombres varoniles, pensé, mientras mi mente distraída viajaba en la dirección equivocada.

Con las manos entrelazadas colocadas en el hueco de sus rodillas, Sir Leonhard se inclinó hacia delante. La sonrisa desapareció de su rostro cuando fijó sus ojos en mí.

—Princesa, —comenzó con la máxima formalidad.

Me estremecí. Esto es. El momento en el que él revelará su amor por alguna otra persona o lo que sea.

Como si tratara de bajar mi guardia, su tono se suavizó.

— ¿Escuchara mi historia?

— ¿Tu historia? —Pregunté confundida.

El asintió. —Sí.

Sus cejas se hundieron y sus labios perfectos se estiraron en una sonrisa tensa.

—Sinceramente, jamás tuve la intención de contarle esta historia. Ciertamente, no es una conversación apropiada para tener con una princesa, pero más que nada, no quería perder mi dignidad. Debe estar decepcionada.

Entonces su sonrisa se volvió triste.

Quería decirle que estaba equivocado, pero viniendo de alguien que aún no había escuchado la historia, no habría sido creíble. Podría ser aún peor si él lo pasara por alto educadamente, así que mantuve la boca cerrada y esperé a que continuara.

—Y sin embargo, deseo ser sincero contigo.

Me quedé inmóvil, sorprendida por la intensidad y la franqueza de su lenguaje. Mi corazón podría haberse detenido.

El calor se acumulaba lentamente en mi cara. El deleite, amigos del alma con timidez paralizante, me hizo querer huir gritando a todo pulmón. ¿Mi corazón se había detenido? ¡Era saludable y latía como un tambor!

El mismísimo Sir Leonhard estaba tranquilo. Me miró de forma extraña, como si no estuviera al tanto de un significado más profundo detrás de sus palabras.

Me sentí tonta, pero no pude evitar sonreír. Dijo que quería ser sincero. En lugar de descartarlo, no lo culparía si lo hiciera, hizo todo lo posible por disipar la situación.

Él se estaba abriendo a mí, ¿cómo podría no estar contenta?

—Me siento honrada, Sir Leon —dije honestamente. Entonces compuse mi expresión. — ¿Compartirá su historia conmigo?

El asintió.

—Como debe saber, he estado soltero, incluso hasta el día de hoy, pero no creo que eso se mantenga siempre así.

Le miré fijamente, parpadeando varias veces. — ¿Es… así?

No había esperado que él mencionara esto de repente. En efecto su estatus como soltero no representaba una tragedia para mí, no obstante, me parecía bastante inusual.

Tenía aquí a un hombre guapo sin deformidades visibles, que ocupaba un importante cargo como líder de los caballeros reales. Con un gran carácter y subordinados devotos. Como el “Von” en su nombre lo indicaba, era miembro de la aristocracia, y su sangre provenía directamente del honorable linaje Olsen.

No había forma alguna en que un buen partido como ese hubiera pasado desapercibido. Ninguna.

De hecho, existía una montaña de mujeres alineadas para casarse con él, pero logró mantenerse soltero todos estos años. No estaba claro por qué, pero pienso que debe haber una razón.

Tal vez la incertidumbre de no saber cuándo llegará la muerte a golpear su puerta considerando su línea de trabajo, o el deseo de no crear vínculos con personas que presionarán para que se quede. Tal vez no quería

—Mi comportamiento durante la adolescencia fue lejos de lo ejemplar.

Sonriendo irónicamente, se rascó torpemente su mejilla con un dedo.

Se estaba yendo por las ramas, posiblemente por consideración a mí, pero sin ser específico, está diciendo que se dedicaba a tontear por ahí.

Una pequeña niña que no ha madurado probablemente estaría en shock, pero yo no lo estaba. No podía negar que había soñado con él, pero eso no significaba que lo tuviera en un pedestal.

Ahh, él es tan genial, las mujeres probablemente no lo deben dejar solo. Mis impresiones eran bastante displicentes.

El pasado estaba en el pasado. Aquel que yo quería no era su yo más joven, más travieso. Era el hombre tranquilo y compuesto en el que se había convertido tras haber pasado esa etapa.

— ¿De verdad? —Dije con suavidad. Sus ojos parpadearon con sorpresa.

Probablemente mi respuesta no era propia de una joven doncella en el umbral de la pubertad que también estaba enamorada. Pero yo tenía más de veinte años por dentro. No era tan ingenua como para defenderlo ciegamente.

Me miró con interés, pero volvió a su historia sin hacer comentarios. Probablemente pensó que no había entendido las partes retocadas. Yo también preferí eso.

—Cuando me calmé, estaba el hecho de que tenía una prometida. Era una dama adecuada y refinada, demasiado buena para mis gustos.

[Traducido por Reino de Kovel]

En realidad, me retracto de lo que dije.

A pesar de que estábamos discutiendo el pasado, todavía dolía bastante.

No registré cuando habló de ello indirectamente, pero el hecho de conocer íntimamente los detalles sobre esta mujer con la que se suponía que se iba a casar me inquietaba.

—Ella era recatada, dócil, y nunca se quejó. Sin adularme, creo que estaba enamorada de mí.

A medida que la imagen de una hermosa mujer parada junto a él se hizo más y más clara, más y más dolor apuñaló mi corazón. Estoy segura de que se veían perfectos juntos, me torturé.

—Pero no pude responder a sus sentimientos —continuó, con la cabeza ligeramente inclinada.

— ¿Eh? —Regresé a mis sentidos.

—Ella vino a mí llorando, diciendo que era demasiado difícil. Que cada vez que ella estaba conmigo, existía una gran distancia entre nosotros y le dolía.

No tenía palabras

No había nada fuera de lo común en su expresión, pero sonaba como un hombre que busca el arrepentimiento. ¿Cómo he de responder a eso?

—Aunque tenía intenciones de atesorarla, en ese momento me di cuenta de que nunca había amado a alguien desde el fondo de mi corazón. Tal vez me falta algo esencial como ser humano, —confesó con indiferencia. Como si no fuera nada. —Traté de amarla. Me gustaba, pero nunca fue más que eso. ¿Me habría afectado si ella hubiese encontrado a otro hombre y se fuera con él? Imaginarlo no causaba nada en mi corazón. De hecho, recuerdo sentir el alivio de ser liberado de una pesada carga. Siento asco de mí mismo. —Dijo.

No había nada que pudiera decir. Todo lo que pude hacer fue morderme el labio.

—La decepcione y decidió entrar en un convento. No la detuve. De hecho, nunca tuve el derecho de hacerlo.

—Sir Leon…

—Después recibí muchas propuestas de matrimonio, pero las rechacé todas. Solo terminaría en lágrimas para la siguiente. Ese es el final de mi historia. —concluyó.

Me miró con una expresión tranquila mientras terminaba. Aparté la mirada incómodamente, no porque fuera insensible, sino por falta de palabras. Vi resignación en sus ojos.

— ¿Te he decepcionado?

Negué con la cabeza

Tal vez me contó sobre su pasado para hacerme renunciar a él, para no perder el tiempo cuidando un amor que no será correspondido. Para no tener que llorar en el futuro.

Bueno, después de escuchar esta historia, definitivamente pensé que mis posibilidades eran incluso más bajas que antes. ¿Cómo iba a tener éxito cuando ni su novia ni todas las otras chicas hermosas lo habían conseguido?

Aun así, pedirme que me diera por vencida era una historia diferente. Si pudiera retroceder tan fácilmente y decir que renuncio, no sería tan complicado.

Así que él no puede amar a los demás.

Esa no era una excusa lo suficientemente buena como para dejar de amarlo. Mis sentimientos eran míos. La única que podía decidir si acabar con ellos o nutrirlos era yo.

—Sir Leon, ¿puedo hacerle una pregunta?

— ¿Qué cosa?

— ¿Me he convertido en una carga? —Pregunté en voz baja. Eso era todo lo que quería confirmar. Amarlo fue mi elección, pero ¿le estaba causando dificultades, aunque no era mi intención? No importa cuán determinada esté, incluso yo me desanimaría si me dice que soy una molestia.

Parecía que mi temor fue injustificado.

Sir Leonhard lo negó de inmediato. — ¡Nunca! —Su voz se elevó, y sonó sorprendido.

—Si ese es el caso, entonces no quiero rendirme.

Sus ojos se abrieron de par en par. Parecía sorprendido.

Bueno, por supuesto que se sorprendería. Él le dice a alguien que no puede enamorarse, y ella responde diciendo que no se rendirá, pensé. Como si fuera el problema de alguien más.

Que deseosa de tortura. ¿Estaba tal vez borracha de amor? Ahh, probablemente hubo una línea de pensamiento equivocada acerca de poder cambiarlo también.

De cualquier manera, yo era una causa perdida.

De repente me pareció gracioso. Me reí mientras veía a Sir Leonhard luchar por encontrar las palabras adecuadas.

—Por favor, déjame aferrarme a estos sentimientos.

Hasta que encuentres a la adecuada para ti.

Hasta que pueda dejar atrás estos sentimientos.

Por favor, no dejes que termine de esta manera.

Lo digo de corazón.

Después de un momento de quietud, dejó escapar un largo suspiro. Sus ojos parecían llorar mientras sonreía.

—Realmente no soy rival para ti.

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